Por Roberto Bereciartua*
Foto: Franco Trovato Fuoco
En los primeros momentos después de su fallecimiento, se siente un gran vacío, un desconcierto, sobre cómo seguimos sin él. Pero, si tomamos conciencia del mensaje que nos dejó, a los médicos, a la familia y a sus compañeros de lucha, no tenemos dudas que debemos aferrarnos a lo que dice la canción, ¡»todavía cantamos»!, a pesar de su ausencia física. Su mensaje fue claro: lo internaron de urgencia, deciden operarlo, lo llevan al quirófano, con un ánimo sorprendente para los profesionales.
– ¿Cuántos años tiene Federico?
– ¡93! Y tomo productos naturales para mantener la mente bien activa y ágil
– Bueno, lo vamos a anestesiar desde la cintura para abajo
Y en ese momento, nuestro querido “Ciudadano Ilustre de Rosario», Federico Pagura, se puso a cantar su Tango «A la Esperanza”. Ese canto a la vida, antes de partir, es el legado que tomamos para seguir su camino. Con más fuerzas que nunca, aunque sea difícil igualar a las suyas.
El jueves a la noche, como lo hacía habitualmente, recibíamos su llamada telefónica, pasándonos el programa que sugería para la próxima reunión «de los Movimientos». Perteneciendo a todos, habiendo sido co-fundador de todos, y siendo el líder natural de todos: el MEDH (Movimiento Ecuménico por los DDHH), El Llamamiento de los 100 Para Seguir Viviendo – el cual presido – la Cátedra Ecuménica «Mundo Nuevo» y el PRONAPO -Proyecto Nacional y Popular- «Otro Mundo es posible”.
Los dolores del mundo, las tragedias humanas, las injusticias , vengan de donde vengan, y se den donde se den ,las violaciones de los derechos humanos, el hambre, la pobreza, la violencia de los poderosos, las desestabilizaciones en democracia, la situación en los países hermanos, los enemigos de su amada Latinoamérica , la unión de la religiones para el bien común o aportar a un nuevo orden internacional más justo. Eran temas que lo desvelaban. Se dormía no antes de las tres de la mañana, escribía, leía y «nos preparaba la tarea». Era imposible seguir su ritmo, con optimismo, con humor, con calma, pero firme en sus convicciones. Sus ideales, sus compromisos, siempre fieles a su marco doctrinario de la «Teología de la Liberación». El ecumenismo por la paz y los derechos humanos y toda otra corriente de unión entre los pueblos latinoamericanos, del amor al prójimo de verdad, del entendimiento humano para enfrentar a los destructores del interés general.
Su primer hogar fue Arroyo Seco. Su hogar adoptivo, Rosario. Pero su «casa» era «La Patria Grande». Reconocido y querido en la mayoría de los países latinoamericanos, tanto por su misión pastoral, como por su adhesión y participación junto a los pueblos, cuando una causa justa los movilizaba. Invitado por todos, si no me equivoco, su último viaje fue a Cuba, por un encuentro latinoamericano de iglesias, con la particularidad que el gobierno cubano le entregó la condecoración más alta que se le entrega a un extranjero.
Con su boina vasca infaltable, (por uno de sus apellidos, Insaurralde) y orgulloso de ser producto de una mixtura italiana, vasca y pueblos originarios, sus ojos azules, de mirada serena, y contenedora, su pasión y paciencia para escuchar a todos, su espíritu de docente sin proponérselo, lo hacían insustituible. Por eso, nada nos sorprendía sobre los relatos de su vida. Porque era entendible que los asesinos que mandaba Pinochet, intentaran matarlo a él y su familia. Porque su casa en Mendoza era el refugio de los hermanos chilenos que podían escapar de la muerte. Tampoco nos sorprende hoy, que en una cárcel de Rosario, se haya inaugurado una biblioteca con su nombre, y con su presencia secular y ejemplificadora.
Ciudadano Ilustre de Arroyo Seco y Rosario, miembro de la primer Comisión Directiva del Museo de La memoria – en la última foto en el Museo, está junto a nuestras Madres de la Plaza 25 De Mayo-. Tampoco estuvo ausente de acompañar a los dirigentes del sindicato de Empleados de Comercio, en su lucha por el Descanso Dominical. Repito: ¿algo nos podría sorprender de nuestro amado Obispo Federico Pagura? Era un referente transparente y genuino. Ninguno nos equivocábamos en el camino, si en él estaba Federico. Si estaba su firma en una declaración, uno firmaba tranquilo. Ejemplo de un “liderazgo humanista, democrático, solidario”. Un predicador del amor, de la libertad, de la justicia social y la dignidad humana. Un hombre de «fe». Un hermano de los desposeídos y esclavos de un capitalismo salvaje. Un hombre de familia, de un culto permanente a la amistad y a la confianza en el corazón de sus «hermanos».
Era difícil tener un «no» de Federico. Esta anécdota lo pinta de cuerpo entero. Hace poco tiempo, llegó el momento familiar de decidir sobre el bautismo del último nieto varón –Iñaki-. La familia dividida en bautizarlo o no. Como abuelo, recurrí a Federico. Conclusión: «bautismo ecuménico» y la familia unida. El Padre Joaquín, católico y Federico Pagura, metodista. Ambos en la ceremonia, debajo de un árbol, felices ambos, porque eran amigos y se predispusieron a un bautismo «especial”. Otra vez, Federico, en un paréntesis de su majestuosa actividad, dando un ejemplo humilde y sencillo de su grandeza.
Para terminar estas reflexiones sueltas, desprolijas, quiero contarles que en algunos festejos de cumpleaños de Federico o despedidas de año, era infaltable la sobremesa de cantos, poesías y recitados. El artista principal, nuestro Federico, con sus poemas y sobre todo cantando sus propios tangos, con mensajes de «esperanzas» siempre. Y yo, con mis recitados de costumbre, pero siempre recurría para terminar a Hamlet Lima Quintana, con su poema “Gente necesaria”, que termina diciendo:
«Y uno se va de novio por la vida
desterrando una muerte solitaria
pues sabe que a la vuelta de la esquina
hay gente que es así, tan necesaria”
No tengo dudas que Lima Quintana escribió ésta poesía para despedir hoy a nuestro irremplazable compañero de luchas, Obispo Federico Pagura.
*Pte. Llamamiento de Los 100