¿Cómo analizar la matriz del patriarcado? ¿Qué nos pasa como sociedad que naturalizamos prácticas que vulneran los derechos de las mujeres y mantienen la desigualdad? En esta nota de Andar Agencia, Claudia Korol, militante feminista e integrante de Pañuelos en Rebeldía reflexiona acerca de la convocatoria a movilizar este próximo 3 de junio para volver a decir en las calles #NiUnaMenos.
Por Claudia Korol
En nuestra sociedad ha crecido la violencia de género y han crecido las violencias en general. Hay un proceso de mayor represión, de militarización, de conservadurismo que nos hace pensar en todo lo que nos falta como sociedad para transformarnos. Dentro del marco general hay que pensar varias situaciones. Hemos logrado una alta visibilización de la problemática y mayor grado de conciencia en algunos sectores para pensar cómo afecta la violencia hacia las mujeres, como parte de un sistema de dominación y no como un hecho aislado. Hemos logrado discutir las formas de cómo encarar estas denuncias saliéndonos de estereotipos como el “crimen pasional”.
Lo que esto genera es una posición más firme de una gran cantidad de mujeres y también de las diversidades sexuales, trans, travestis, gays, lesbianas que ya no aceptan el lugar del silencio. Pero por otro lado, el patriarcado, el machismo, los sectores homofóbicos, transfóbicos han generado una respuesta que no es otra que la de incrementar la violencia para disciplinar los cuerpos. Este es sin dudas un tema a poner en discusión porque, por un lado, encontramos muchas más denuncias, muchos más escraches y muchas más mujeres y disidentes sexuales que dicen “nuestro cuerpo es nuestro” o “tenemos voluntad y capacidad de poder decidir por nosotras mismas”. Al correr el escenario conocido por el patriarcado -todos los cuerpos son propiedad casi privada y territorio de acción de los señores patriarcas- genera una respuesta que es la que siempre, históricamente, ha tenido: domesticar, disciplinar y ejercer su poder demostrando que es un sistema de dominación. El patriarcado se construyó de manera violenta.
Estamos hablando de un pacto patriarcal de todas las instituciones. Por ejemplo, en la Justicia: cuando una mujer va a denunciar en vez de sentirse protegida se siente amenazada, con lo cual prefiere no denunciar porque es revictimizada en cada instancia. Una de las violencias que menos se denuncian está vinculada al abuso sexual porque transcurre generalmente en el interior de la casa, en la intimidad de la familia, bajo amenazas, y también pone en juego la vergüenza que significa y lo complejo que es denunciar a un familiar, un padre, un abuelo, un hermano. Muchos de los abusos se producen al interior de las familias y no son denunciados o llevadas a juicio. Hay fallos judiciales tremendos que amparan a los abusadores de niñas y niños. Eso desalienta mucho a las mujeres, a las madres, a realizar la denuncia. Llegar a denunciar algo así implica un esfuerzo emocional y psíquico muy fuerte porque algo así altera todas las relaciones y exige el respaldo para la niña o niño que, en general, también queda bajo amenaza. Hay que decir también que si hoy vamos a hacer la denuncia en la provincia de Buenos Aires nos encontramos con el desmantelamiento de los equipos que se estaban construyendo. Equipos que no eran suficientes, que no alcanzaba porque estaban sobrepasados y que no daban las respuestas adecuadas, pero hoy se están desmantelando.
También hablamos de pacto en la religiosidad: muchos de los mensajes de las iglesias o instituciones educativas vuelven a la sociedad como un sistema complejo de dominación. Desde las instituciones, se busca tenernos paralizadas sea por la amenaza, por la violencia, sea porque nos salimos del lugar y corremos riesgos y el riesgo es muerte: el femicidio. Lo bueno de que estos temas se visibilicen es que una sabe que no es un caso aislado. Lo jodido, complicado, es que es una amenaza para todas las mujeres en la medida en que nos salimos de los parámetros de lo que se exige como control.
Los varones tendrán que pensar qué van a hacer en todo este contexto. Tener conciencia acerca del patriarcado implica revisarse a sí mismos. Porque si no parece que las mujeres debemos reeducarlos. Nosotras, como siempre, tenemos el rol de madres, de maestras, de cuidadoras… Por momentos parece que ellos nos lo estuvieran pidiendo pero en los mismos términos patriarcales: “ahora también enseñanos a no ser violentos”. Es responsabilidad de los varones que tengan conciencia antipatriarcal o que no quieran ser parte del pacto. Esto merece mucho debate porque el pacto patriarcal tiene muchos aspectos, no sólo es institucional que es lo más visible como lo son los jueces. Tenemos que pensar en los patriarcas de las organizaciones populares, de los movimientos políticos, que actúan del mismo modo deteniendo una denuncia porque se especula con la afectación del movimiento. Pero capaz el agresor esta violentando a una mujer que es del movimiento o, si no lo es, es una mujer víctima de esa violencia. Con lo cual esto nos interpela de todos modos en la base de nuestra sociedad, de nuestras experiencias populares, dentro de cada familia. Por eso creo que los varones tienen que re pensarse. El hombre nuevo no puede ser un abusador, ni un violador, ni un cómplice de quienes lo hacen. Es por esto que el debate antipatriarcal atraviesa a las organizaciones mixtas pero no es una responsabilidad nuestra como mujeres o feministas hacernos cargo de ellos y su mala praxis.
Nosotras, desde Pañuelos en Rebeldía, exigimos al Estado que elabore una estadística seria. Es quien tiene los recursos para hacerlo. Tiene que tener una disposición a tomar el tema de manera general porque para que las mujeres puedan denunciar necesitan ser bien recibidas, contenidas y acompañadas y no victimizadas nuevamente. Si no esa denuncia no llega nunca a ningún lugar, ni como cifra ni como dato. En muchos juzgados nos hemos preguntado por qué las denuncias por violencias ingresan con otras carátulas, incluso los femicidios. Establecer datos que surjan de los juzgados es muy difícil, ni hablemos de las comisarías que se vuelven centros de tortura, la mayoría de las veces, no sólo para las que van a denunciar sino mujeres que caen detenidas por alguna razón y son golpeadas, abusadas. Todos los esfuerzos que podamos hacer desde los colectivos autónomos y autogestivos es limitado. Si bien exigimos y tratamos de registrar los elementos que nos llegan, siempre es parcial. El Estado tendría la posibilidad y el deber de hacerlo; por otro lado, si los espacios para realizar las denuncias fueran eficientes, sería más fácil para que las mujeres lo hicieran. Dar legitimidad y confianza es parte de las funciones del Estado.
Esto es parte de una política patriarcal y de derecha que nos exige estrategias más autónomas. Porque, además de reclamar al Estado, nosotras no podemos dejar que siga habiendo víctimas. Esto es una gran complejidad para el colectivo de mujeres y para los colectivos feministas de base, los grupos que están en los movimientos sociales. Tenemos que seguir construyendo redes que sostengan a las víctimas, y que el #NiUnaMenos que se demando como política pública sea un desafío para nosotras como feministas, como mujeres y como compañeras. Tenemos que ir en el camino de que no sigan agrediendo nuestros cuerpos, nuestras vidas, nuestros proyectos.
Después del 3 de junio del año pasado lo que hubo fue una multiplicación muy grande de las denuncias, porque lo vimos en las calles, porque se legitimó que vale la pena denunciar la violencia, pero fue muy difícil dar abasto con el sostén de esas denuncias. Igual, este 3 de junio vamos a tener que salir todas una vez más a las calles a seguir pidiéndole al Estado, sobre todo este año que vamos a tener a todos los medios en contra. Estos días hay que multiplicarlo, no podemos retroceder mucho en esto. Los espacios donde retrocedemos nosotras los ocupa el patriarcado. No contaremos con los grandes medios de comunicación, tendremos que jugar con los límites de las que resisten en los medios para que puedan decir algunas de estas consignas, y multiplicaremos los espacios de organización y movilización por todas las vías para expresar el Ya Basta! a los femicidios, a la violencia. Tenemos que garantizar que todos y todas se sientan convocadas y no tengan miedo de salir a las calles. La clave está en la masividad que logremos. Nosotras proponemos que cada persona que conozca de un caso -sea porque es familiar o conocida o nada, simplemente que conozca el caso- lleve la foto impresa de la mujer asesinada y la peguemos a lo largo de cada avenida por donde movilicemos. Que queden sus rostros pegados en las calles. Cada una de nosotras es el motor de construcción de esa denuncia colectiva.