Este 24 de Marzo la consigna y el grito “Madres de la plaza el pueblo las abraza” debe ser de infinito reconocimiento a su lucha, su ternura, su dignidad y apego al pueblo.
Por Aída Albarrán para enREDando
Fotos: Franco Trovato
Es una tarde de febrero, una de esas tardes en que el calor fatiga hasta el pensamiento, una de esas tardes en que las recomendaciones aconsejan protegerse en ambientes frescos e hidratarse bien. Un grupo de personas cruza la plaza hacia la peatonal, uno de ellos empuja un cochecito de bebé cargado con bolsas, las ruedas resisten pero dan cuenta de la carga; rascan de un modo áspero las baldosas, varios chicos corretean y en un momento se detienen. El mayor del grupo le pregunta a un compañero: “¿Por qué dan vueltas esas mujeres y hay tanta gente?”; señala a Chiche y Norma que encabezan la ronda con sus gloriosos 92 y 86 años.
El compañero le explica de manera clara por qué las Madres tomaron la decisión de reclamar Memoria, Verdad y Justicia, un reclamo que no se agota en el presente porque la verdad no se conoce en su totalidad y la justicia demora demasiado en muchas ocasiones. Concluye con una reflexión precisa: “Se trata de impunidad ; la falta de justicia las comprometió en la lucha, la dictadura las persiguió y asesinó a alguna de ellas para someter su voluntad, ellas no se dieron por vencidas. En la actualidad la impunidad continúa con la muerte de muchos jóvenes en los casos de gatillo fácil, por eso los familiares reclaman como lo hicieron ellas”. Un adolescente del grupo entiende con rapidez esa parábola histórica y cuenta que, “allá”, en su barrio dos de sus amigos fueron asesinados a balazos, uno por la policía, el otro no se pudo determinar; nunca tuvieron oportunidad de averiguar qué pasó ni quiénes fueron los culpables, y finaliza con una pregunta que es una afirmación: “Eso también es impunidad, verdad?”
No es casual que se hayan sorprendido, que se hayan detenido a preguntar, la plaza está más concurrida desde diciembre, ellas como siempre, están ahí, escribiendo memoria, pero no una memoria que se atrinchera en el pasado y lo clausura sino una memoria dinámica que se une a la trama de las luchas del pueblo contra la impunidad.
Allí, Chiche y Norma no claudican ante el tiempo, se sobreponen a las adversidades y a supuestas derrotas; lúcidas y transparentes anidan en los crepúsculos que se convierten en amaneceres porque la luz que nace de su lucha convoca a acompañar hoy más que nunca. Después del triunfo electoral de una fuerza política, cuyo presidente afirmó sin pudor que iba a terminar con el curro de los derechos humanos y que además tomó medidas en ese sentido -la emergencia en seguridad y el protocolo subsiguiente- son algunas de ellas, la conciencia confiada en que los logros de la política de Estado llevada adelante durante los últimos años no iba a retroceder despertó ante una realidad que arrasa con las conquistas sociales y los derechos humanos de una manera brutal.
El deseo solo no basta para afianzar lo ganado, para entender qué carambolas determinará un presente infame, es necesario poner en movimiento el deseo, seguir sus pasos, su camino, refugiarse en su perseverancia ajena al insulto; el curro peyorativo en la plaza se transforma en trabajo, tal como indica su significado en el diccionario, un trabajo amoroso y firme a favor de los derechos de quienes tienen hambre de justicia en todos los ámbitos.
“No voy por mí a los actos donde creo que debo estar presente. Voy por lo que significa el pañuelo en memoria de mi hijo y de tantos compañeros masacrados y desaparecidos impunemente sólo por comprometerse con lo creían justo”.
No es casual, desde diciembre la plaza es el lugar de encuentro de organizaciones sociales, organismos de derechos humanos, agrupaciones políticas, gremios, familiares de víctimas del gatillo fácil y de muchos ciudadanos que adhieren a políticas de mayor igualdad, participación y sueñan con un país soberano. El espacio las trasciende. Es el lugar emblemático de la resistencia por eso siempre convoca pero con mayor intensidad en los momentos más críticos del país. Si el terror de la dictadura no las doblegó, la impunidad de los 90 no les torció el rumbo, ellas marcan el paso, señalan el objetivo: no claudicar; lo hacen sobre las huellas de sus compañeras y de los jóvenes militantes que hasta empuñaron armas y dieron todo por el otro.
Una de ellas dijo una vez “no voy por mí a los actos donde creo que debo estar presente. Voy por lo que significa el pañuelo en memoria de mi hijo y de tantos compañeros masacrados y desaparecidos impunemente sólo por comprometerse con lo creían justo”. Este 24 de Marzo la consigna y el grito “Madres de la plaza el pueblo las abraza” debe ser de infinito reconocimiento a su lucha, su ternura, su dignidad y apego al pueblo.
Abracemos los pañuelos.
1 comentario
Cumpas, buena nota, pero cuando nombren a las Madres de la Plaza 25 de Mayo, pongan una foto de ellas marchando los jueves en Rosario, no la foto de Bs. As.no queda bien, gracias
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