Se cumplen dos años y nueve meses del asesinato de la militante social Mercedes Delgado. Mientras avanza la causa y se espera la condena para fines de diciembre, las organizaciones sociales y políticas continúan saliendo a las calles a plantear sus exigencias.
Por Martín Stoianovich.
El noveno día de cada mes la justicia popular marca con fuego a las calles rosarinas. Hablar de la Mecha encendida no es repetir una metáfora sino describir el trabajo colectivo que desde barrio Ludueña construye, hace dos años y nueve meses, un largo camino hacia la justicia por el asesinato de la militante social Mercedes Delgado. Mecha, que cocinaba en el Centro Comunitario San Cayetano, murió el 9 de enero de 2013 luego de quedar en medio de una balacera entre bandas del barrio. Héctor Riquelme, señalado como autor material del crimen, está preso después de haber estado veinte meses prófugo y se espera una condena para fin de año. La organización El Caleidoscopio, con el apoyo de otras organizaciones sociales y partidos políticos, envió un petitorio al juez de sentencia José Luis Mascali, en el cual se exige la aplicación de una condena ejemplar.
En la mañana de este lunes se concentraron nuevamente las organizaciones que desde un principio vienen acompañando el proceso judicial con una construcción paralela de justicia popular. Este desafío no sólo implica exigir condena por un hecho puntual, ya que además busca expresar el grito que nace desde las barriadas populares. Un grito que exige que la presencia estatal en estos sectores sea para garantizar derechos y no para garantizar muertes. La justicia popular busca que los nombres de las víctimas que garantiza el Estado no queden en el olvido, y que a partir de ellas se puedan visibilizar las problemáticas con el valioso objetivo de dar batalla para que no haya más muertes como producto de la desidia o la complicidad. A poco de cumplirse tres años del hecho, y luego de haber sorteado muchos obstáculos, la organización popular está cerca de alcanzar uno de las metas más importantes.
“Venimos a pedirle al Poder Judicial que tenga en cuenta nuestro trabajo popular desde hace casi tres años pidiendo justicia en la calle. Si la decisión que toman no nos gusta, nos seguiremos encontrando en la calle y nos seguirán escuchando”, expresó al frente de los Tribunales Provinciales Juan Ponce, hijo de Mecha e integrante de El Caleidoscopio. “No sólo mató a mi madre, sino un montón de ilusiones, porque ella trabajó con sus compañeras durante más de veinte años poniendo el cuerpo donde el poder político no lo hace, porque están presentes en forma corrupta y vemos cómo los chicos se nos pierden”, continuó.
En el petitorio alcanzado al juez Mascali, se hizo un breve recorrido por la militancia social de Mercedes y lo que su muerte significó tanto en Ludueña como en otros barrios de la ciudad. “Qué decir de la falta de Mercedes, si su falta significó un vacío enorme, no sólo para su familia sino también para toda la comunidad de barrio Ludueña que se vio lanzada a las calles, organizándose y exigiendo justicia por ella. Nacieron movilizaciones que trascendieron su barrio, porque su asesinato dejó consternada a toda la ciudadanía de Rosario”, describió la solicitud. Sobre la condena que se espera expresaron la necesidad de que “demuestre la capacidad de empatía de la Justicia para con todos nosotros, una Justicia capacitada para dimensionar el vacío que causó este asesinato, por lo cual queremos expresarle con humildad que cada segundo que le reste a la sentencia del asesino de la Mecha, incrementará aún más el dolor en nuestros corazones y en toda la sociedad”. El petitorio fue firmado por referentes políticos como Pedro Salinas y Juan Monteverde, concejales electos del Frente Ciudad Futura, Carlos del Frade y Mercedes Meier, diputados provinciales electos como parte del Frente Social y Popular, Celeste Lepratti concejala electa por el mismo frente, y referentes sociales como los familiares de las víctimas del triple crimen de Villa Moreno y otras organizaciones populares.
Vale recordar que por el asesinato de Mercedes está detenido Héctor Riquelme como autor material del hecho, pero que a su vez se procesó a otras personas que participaron de la balacera. Como parte de una causa paralela, a fines de octubre fueron condenados tres jóvenes por el propio juez Mascali. David Ferriol recibió la condena de seis años de prisión por tentativa de homicidio agravada por el uso de arma de fuego. Matías Riquelme, hijo de Héctor, fue condenado a siete años por el mismo delito pero con la atenuante de la participación de un hermano menor de edad. Ramón Piedrabuena, por su parte, fue sentenciado a cinco años y cuatro meses, también por tentativa de homicidio.
Documento leído frente a Tribunales Provinciales
EL FUEGO DE LA JUSTICIA ILUMINA NUESTRO CAMINO
La dicotomía
Habiendo sido asesinada Mercedes aquel 9 de enero de 2013, en medio del dolor, la desesperación, la impotencia y esa terrible sensación de no dar crédito a lo que estábamos presenciando, nos encontramos ante una serie de encrucijadas de posturas para definir-nos de ahí en adelante: marcharnos o marchar, expresar nuestra tristeza hacia adentro o pronunciar la alegría hacia todos y todas, naturalizar la muerte o retomar el camino de la vida, dejar que el dolor se nos expanda como una metástasis o levantarnos y luchar, opacar y oscurecer nuestras esperanzas creyendo imposible el cambio social o mantener la mecha encendida.
La muerte para vivir
Claro está que preferimos seguir creyendo en la posibilidad de otro mundo, y –a riesgo de que esto parezca presuntuoso- hemos sido capaces de encender un fuego más fuerte del que existía, porque en vez de enfatizar sobre la muerte de Mercedes hemos construido sobre su vida. Mercedes Delgado murió para que otros y otras vivan, para que la vida siga queriendo ser vida y para que siga valiendo la pena vivir. ¿Qué acción más rebelde puede ser esta?, fomentar la vida en un lugar donde la muerte es la única garantía que embiste sistemáticamente sobre los y las de abajo. Por eso la lucha de Justicia por Mercedes no es una creación nuestra, es una continuación del camino que inició la Mecha y el comedor San Cayetano, y aún antes, la semilla que dejaron todos esos pueblos que con su vida defendieron la resistencia al olvido, a la miseria y al exterminio.
Fuegos diversos
Y eso es lo que estamos construyendo: Justicia colectiva, Justicia Popular. La justicia es una y se une con las otras luchas que se alzan desde la dignidad, por eso abrazamos y hacemos nuestras todas las causas que luchen contra el sentido común que impone el gobierno de las muertes y el control de las vidas, y nos aprestamos a estrechar lazos y alianzas con todas esas rabias que están construyendo justicia en su espectro más amplio, no sólo desde un tribunal, sino desde todos los territorios que les queremos disputar al poder de arriba. También sentimos la satisfacción al saber que el fuego de la mecha se ha expandido y ha llevado sus chispitas por muchas almas y muchas mentes que inclusive no conocieron a Mercedes en Vida, pero aún así, y a partir de ahora y en adelante, también vive dentro de ellas.
Sin embargo, también hemos tenido que lidiar con fuegos fatuos, esos que han procurado captarnos e incluso disolvernos. Estos se pueden presentar de diversas maneras y con muchas formas: pueden ser desde quienes en las oficinas han ninguneado a los familiares de Mercedes con su indiferencia burocratista; están los que han respondido con agresiones y amenazas; también hay quienes han querido comprar o arreglar las condenas por medio del soborno, es decir, quisieron negociar con la sangre de nuestra compañera; o, también están ciertos políticos de arriba, que con el fin de alzarse propagandísticamente han sido capaces de usar su imagen para fortalecer la burda politiquería. Ante todos estos nuestra respuesta no ha sido otra que la de actuar consecuentemente con lo que creemos, la de seguir construyendo y seguir fortaleciéndonos desde donde estamos y de donde decidimos pararnos: desde abajo y a la izquierda. Preferimos posicionarnos junto a las otras dignas rebeldías de abajo que aunarnos con la lógica de las oligarquías.
La condena
Estamos cerca de una histórica condena, pero sabemos que esta nos llevará a otra: la de no seguir siendo los condenados y las condenadas de siempre. No estamos exigiendo más fuerzas violentas porque queremos suprimir las múltiples violencias. Definimos ubicarnos abajo pero no queremos que haya más un arriba y un abajo, que no sea esta dualidad entre los que pisan y los que son pisoteados, y sobre todo, buscamos que se haga viral –más allá de su ubicación social- la sensibilidad para todas las personas de sentir el dolor en otra persona como si fuera propio y disponerse a cambiar las condiciones que lo provocan. Tal vez expandiendo la Mecha sea posible ese acto tan simple y a la vez tan lleno de sentido: el de saber que Mercedes Delgado no fue ni más ni menos un ser humano como todos y todas quienes estamos aquí presentes, pero también fue de esa “gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas que pueden cambiar al mundo”.
¡Que la pequeña mecha que somos siga encendiendo esta gran caldera de la justicia!
¡La Mecha sigue encendida!