“Mariposas libres”, es el primer número de una revista que se realiza en la Unidad N° 5, la cárcel de Mujeres de Rosario. La iniciativa la impulsa el Colectivo de mujeres Las Juanas que hace tiempo desarrolla talleres dentro del penal. Este medio de comunicación es mucho más que una revista. Conjura un verdadero espacio de libertad y derecho a la palabra. enREDando participó de la presentación en el patio de la cárcel y dialogó con Gabriela Sosa.
Por María Cruz Ciarniello
Suena la cumbia de fondo. Hay un sol perpetuo que cristaliza las miradas y hasta humaniza aquellas que miran con recelo. Detrás de los muros, hay garitas que vigilan la esperanza. En este lugar, parece una sentirse en un jardín más. Hay verde y un intenso olor a aire fresco. Pero si miramos alrededor, los muros blancos y las botas negras sitúan un escenario, por lo menos, injusto.
Estamos en la Unidad N° 5 , la cárcel de mujeres de Rosario. Una casona vieja, plagada de rejas y gritos acongojados de mujeres privadas de su libertad. Pero también, de ilusiones en movimiento.
Estamos en el barrio Refinería, un rincón de esta ciudad cuya historia también, está plagada de algunas injusticias. Pero al interior de la prisión, y en ese inmenso descampado, las mujeres se transforman en mariposas libres. Vuelan, cada una con un rasgo propio, distintivo. Un sello marcado en la piel, sin duda, y también, en sus historias de vida. Muchas de ellas, signadas por la violencia de género. Casi todas, sería justo decir.
Por ello, cada espacio de taller que allí se desarrolla, potencia, libera y amplifica esos aires ahogados por el encierro. No son meros pasatiempos sino tiempos donde se ramifica la posibilidad del ser. Uno de ellos, lo impulsa Las Juanas, la organización de mujeres que trabaja en defensa de los derechos en diferentes barrios de la ciudad. Y también, dentro de la cárcel. En este espacio, una idea alocada surgió: la de hacer una revista, al menos un primero número. Y con ella, también, jugar con el teatro y las imágenes. “Mariposas libres”, es un medio de comunicación. Pero también es un espacio que conjura la libertad del decir y el derecho a la palabra.
“Este es el tercer año que trabajamos con Las Juanas, con el objetivo de fortalecer los derechos de las mujeres. El penal es un territorio muy particular, con una cantidad de limitaciones edilicias, de infraestructura, de hábitat, de hacinamiento y entonces les buscamos algunos matices al trabajo aquí dentro, como por ejemplo, el tema del arte”, apunta Gabriela Sosa, en diálogo con enREDando.
“Nos parecía que los recursos artísticos eran elementos interesantes para trabajar algunas otras temáticas”. Así, Las Juanas comenzaron a desarrollar talleres de arte “donde se ponía en juego, el contar las historias de cada una, las angustias, los deseos, los bajones diarios, las dificultades que aparecen cuando la justicia es lenta y el proceso es largo”. Todo este trabajo se materializa en algo tangible, una revista que no es cualquier revista. Como siempre sostenemos desde este boletín, las producciones desde el encierro son, fundamentalmente, expresiones de libertad. Necesarias, fundantes.
“Muchas manos hicieron realidad este proyecto, que nace con la intención de ser un espacio que visibilice las actividades, deseos, proyectos, demandas y preocupaciones de quienes, muchas veces, tienen negada su voz.”, dice el grupo de mujeres que promovió este proyecto que cuenta con el apoyo de la Secretaria de Cultura de la Municipalidad. “Le buscamos alguna vuelta a algunos relatos que se contaban, a través de la fotonovela. Muchas de las chicas tienen dificultades en la lectoescritura y la fotografía siempre les atrae, siempre les interesa. Armamos el guión con las chicas e hicimos una fotonovela que cuenta la historia de una mujer que tiene hijas e hijas y que no tiene posibilidades de compartir la tarea del hogar con sus hijos y se enamora de un brasilero y surgen conflictos alrededor de eso”, reseña Gaby. “El brazuca de mi vida”, es la fotonovela que se anexa como dossier a la revista y que tiene como protagonista a María, detenida en la Unidad N° 5. También, otras fotografías ilustran la revista. Esta vez, es la mirada femenina sobre el fútbol la que se plasma en imágenes.
«Las chicas escriben» es una de las secciones de “Mariposas libres”. En ella, se pueden leer historias, cartas, sensaciones, sentimientos y dolores, como por ejemplo, el de Ana. “Dolor del alma así lo expresa Ana y dice ¿quién puede callarlo?. Sólo convive con su angustia y desesperanza. ¿Por qué? Se pregunta y responde a sí misma porque la vida misma es hostil y a veces o casi siempre injusta”
Además, hay notas de opinión y miradas que aportan mujeres como Sonia Tessa, Graciela Rojaz, Carla Contrera. Mujeres que están en libertad pero que también batallan por los derechos cercenados. Por ello, el nombre de la revista homenajea a las hermanas Miraval. “El tema de la libertad es algo que todas deseamos, estando o no entre rejas. En caso de las que estamos afueras es la libertad de decidir sobre nuestro cuerpo, por ejemplo, y en caso de las que están adentro, tiene que ver con libertades mucho más básicas y a veces la libertad para decidir cuestiones mínimas que el Servicio Penitenciario a veces no ofrece”.
La realidad de la institución carcelaria reproduce lo que muros afuera, se perpetua en una cultura patriarcal. “Las políticas penitenciarias no están atravesadas por mirar la particularidad de las mujeres en situación de encierro. Eso hace que no haya espacios para las niñas y los niños adecuados, no haya espacio para tener visitas íntimas, el espacio es poco atractivo, y en el caso de las mujeres, se siguen reforzando algunos estereotipos, a partir del encierro y aparte, porque en el encierro, los oficios que se enseñan los fortalecen: se enseña costura o cocina. Reproducen una mujer tradicional y creemos que tiene que ver con una falta de reflexión alrededor de cómo tener que atravesar las políticas públicas con esta mirada de género y que en el Servicio Penitenciario se hace más evidente que en otros lados”, destaca Gabriela Sosa.
Al mismo tiempo, denuncia situaciones de vulneración cotidianas y no deja de vincular la realidad de las mujeres detenidas, con la que atraviesa cualquier mujer pobre. “Es una realidad que atraviesa toda mujer pobre. La misma que atraviesa cualquier mujer en la villa, en condiciones de vida muy dificultosas, generalmente atadas a una relación conflictiva con sus parejas, que muchas veces pone en juego el acompañarlos a un robo o a algún tipo de delito. Una violencia que atraviesan desde que nacen.”
El segundo número de la revista no está garantizado con fondos económicos. Es una apuesta que espera poder encontrar algún apoyo para continuar circulando. Sin duda, la propuesta, para Gaby, es maravillosa: “creo que hay generado mucha confianza, un espacio de placer, de diversión, de intercambio adentro del penal. Que las chicas se rieran o cantaran cumbia para hacer la fotonovela implica, aunque sea, salirse un rato de ese lugar de tanta dureza y tanta violencia”.
Sole y José Luis
Las chicas escribe y esto nos cuentan:
“Ellos se conocieron en el barrio Tablada, pero a ella en ese momento no le gustaba, sólo lo miraba como amigo. Cuando Sole cayó presa, dejo de verlo. A través de la hermana de José, que está alojada en el mismo penal, pero en la planta alta, ella se entera que José estaba en una comisaría. Con el tiempo, se empezaron a escribir cartas, más tarde se convirtieron en “cartas de amor”, así estuvieron escribiéndose 3 años, hasta que por una carta pidieron encontrarse. Su primer acercamiento, fue en la Unidad 5 luego de 3 años. A ella le temblaban las piernas. Una vez que se vieron, él le pidió un anillo a ella, y él le regaló una cadenita. Cuando él salió de Coronda fue a visitarla a la Alcaidía, no pudo verla porque ella no estaba bien, ella se enojó pero se le pa´so y finalmente se dieron muchos besos. Se siguen comunicando y deseando estar juntos. José Luis quiere casarse y tener una hija con Soledad…¿qué le responderá Sole? Continuará….