Con un auditorio colmado, en la Asociación Empleados de Comercio, Ignacio Montoya Carlotto ofreció una breve, emotiva y poética conferencia junto a Sabrina Gullino Valenzuela Negro, Iván Fina y Matías Ayastuy quienes están buscando a sus hermanxs. La música como norte en su identidad y un mensaje que es necesario multiplicar: si dudás de tu identidad, acercate a Abuelas de Plaza de Mayo.
Por María Cruz Ciarniello
Este sábado por la noche Ignacio Montoya Carlotto ofrecerá un concierto junto a su banda Septeto. Quizá sea la música, sus acordes y sus notas, la mejor forma de acercarse y conocer al nieto recuperado N° 114.
Durante la conferencia –breve, emotiva y llena de poesía- que brindó junto a Sabrina Gullino Valenzuela Negro, Matías Ayastuy e Ivan Fina, se ocupó de resaltar la invitación al espectáculo que brindará en la Asociación Empleados de Comercio. Porque la música es todo para él, nos dice, minutos antes en una fugaz conferencia de prensa. «La música es mi norte, ahi me siento que soy yo. El lugar que yo elijo para construir y durante el concierto vamos a recorrer canciones mías que he escrito luego de todo lo que ocurrió». Desde que era un niño, allí en el campo de Olavarria donde supo tener una infancia muy feliz –como él dice-, la música fue colmando su identidad, o eso que podemos entender como una construcción hecha de diversos pedacitos. El rompecabezas que comenzó a estallar en tantos otros a partir del 5 de agosto de 2014, día en que se anunció que el músico Ignacio Urban era el hijo de Laura Carlotto y Oscar Montoya, y el nieto de Hortencia, abuela paterna, y Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.
“Esta es una historia de búsquedas y encuentros. No es fácil buscar, entonces, siempre es una enorme alegría encontrar. No es fácil buscar porque es un camino de desesperanzas y por eso es interesante y es lo que nos dá fuerza, el poder encontrar con otros que están en la misma búsqueda y poder saber que cuando es entre muchos, es una ventaja, porque se pueden aportar desde múltiples lugares. Y esto es lo que hace que el encuentro sea colectivo”, comenzó diciendo Iván Fina, integrante de Abuelas Filial Rosario. Iván está buscando a su hermano o hermana. Su mamá, Isabel Carlucci, estaba embarazada de 6 meses al momento del secuestro, en 1976.
Sabrina contó brevemente su intensa historia y esa búsqueda que hoy se transforma en su lucha, y en la de todos. Hija de Tulio Valenzuela y Raquel Negro, Sabrina recuperó su identidad en el año 2008. Su historia está atravesada «por un montón de cuestiones legales», dijo. Y en ese camino de juicios que la tuvo como querellante en la Causa Hospital Paraná, Sabrina, junto a sus compañerxs de Hijos y Abuelas, supo que su hermano mellizo nació con vida y que al igual que ella, fue dado de alta del Instituto Privado de Pedriatría de Paraná, “El melli está vivo”, se dijeron a partir de las conclusiones que pudieron tejer con el valiente aporte de las enfermeras del IPP quienes dieron fundamentales testimonios en el juicio. Hoy, Sabrina y sus hermanos buscan al mellizo nacido en 1978.
Luego fue el turno de Matías Ayastuy. El Mati, como muchos lo conocemos, fue criado por sus abuelos en Villaguay. “Tuve la desgracia con suerte de no haber padecido la sustitución de identidad”, dijo. En 2007 supo que su mamá, al momento de estar secuestrada, cursaba un embarazo de 6 meses. Desde ese instante, Matías, al igual que Sabrina e Iván, es parte de un grupo familiar que busca a uno de los 400 que faltan encontrar. “Pensaba en el último caso, la nieta 117. Es una mujer que nació en febrero o marzo del 78, que es más o menos la fecha en que nació la persona que yo busco como mi hermano o hermana, sus padres militaban en el PCML y su madre también estaba embarazada de 6 meses. Están todas las posibilidades que mi hermano o hermana pueda aparecer. Y estos encuentros nos dán expectativas”.
Ignacio no hizo demasiada referencia a su historia documentada en libros y en numerosas notas de prensa. Su mensaje fue otro: contagiar a quienes todavía dudan de su identidad para que se acerquen a Abuelas de Plaza de Mayo. Son cerca de 400 nietos y nietas que desconocen su verdadero origen.
Por ello, “Notas de identidad” fue un encuentro para motivar muchos otros. Ignacio sabe que su vida ahora también tiene que ver con compartir, donde sea que esté, la búsqueda de las Abuelas. Que se ha transformado casi en un portavoz. Que la responsabilidad es demasiada, pero con humor y ternura y música, aligera el peso para transmitir la gran herida que tenemos como pueblo y esa inevitable verdad que libera, y que tiene que ver con el derecho a la identidad.
“Es como ese ruido de la heladera, que hasta que no se para, no sabemos que está. En mi caso los ruidos se acallaron y ahora podemos escuchar el silencio para poder pensar. Lo que viene es mucho mejor de lo que había antes de saber”, dice Ignacio, con simpleza.
En esa metáfora cotidiana sintetiza la complejidad de una historia política, social, personal y colectiva. Algo de todo eso, transmitió con palabras llenas de poesía y melodía, frente a un auditorio colmado. “A veces, en estas charlas no sé por dónde empezar, pero empiece por donde empiece, todo termina en un mismo lugar. Sin duda, conocer los rasgos que te definen a tus padres biológicos es muy importante. No tuve demasiadas posibilidades de surfear esta situación porque pase rápidamente de ser un feliz anónimo a esto”, señaló entre risas. El humor acompaña a Ignacio, y pareciese que a través de él, logra trazar ese puente con historias y búsquedas que inevitablemente, están llena de dolor. “Todo lo que yo viví que es mi construcción de identidad, que es todo lo que hice para ser la persona que soy, es todo un trabajo que lo tengo que pensar de nuevo. Es una resignificación que es una posibilidad de resetear la vida. A los 36 años me encuentro con todo esto, que es encontrar dos familias grandes y dos abuelas, una de ellas con 93 años que es Hortencia que hace unos meses me mandó un mensaje de voz por wasap”, dice. Y es indudable: la mirada de Ignacio, sus formas del decir, la complicidad del humor, aliviana el relato.
“Cuando nos encontramos todo empieza a ensamblar, hay una parte mágica en toda esta historia y esa parte mágica es un 100 por ciento de felicidad. Todo lo demás, son cuestiones que me llegan como datos, que me cuentan y que los acepto.”
Ignacio también contó cómo comenzó a dar esos pasos que muchxs nietxs recuperadxs comienzan a transitar. “En ese acto de repensar que significa la identidad me tuve que enfrentar a un montón de decisiones: entender mi nombre mis nuevos apellidos, de hacer todos los trámites de cero. Enfrentarse a un papel en blanco de una partida de nacimiento que tuvo que ser corregida. Y esto me ha hecho madurar y crecer y no puedo parar de agradecerlo. También entiendo que ahora soy de alguna manera un órgano difusor e las Abuelas y entender que mi vida vive en un tenso equilibrio entre la identidad que es lo que yo soy de la puerta hacia dentro y esa identidad que se va construyendo a través de los pareceres de los demás”.
El mensaje, más allá de todo, es de alegría. “A veces pienso si realmente venir vale la pena porque todos saben de qué estamos hablando. La cuestión está en ir a hablar a aquellos que no creen que esto haya sido posible, porque hay un montón de gente que está pensando que esto es un curro, y lo han dicho”. “Hay gente que le conviene sembrar la duda, decir esto pasó o no pasó, ¿para qué?, para que no les llegue a ellos la hora y los salpique la culpa de lo que han hecho, y por lo que ahora van a tener que responder”.
Este sábado, Ignacio nos regalará su música, “una música que representa más poéticamente la historia en un 100% de manera mucho más concreta”, dijo. “En el programa de Matías Martín, yo dije que hay una justicia poética que estaba haciéndonos triunfar y que tenía que ver, por ejemplo, con en el hecho de que yo sea músico, en el hecho de hacer música había una transferencia de padre a hijo y un montón de cosas que confabularon para que yo terminara siendo músico, que terminara tocando en música por la identidad, que terminara escribiera temas que tuvieran que ver con los desaparecidos y que hoy terminar dando mi testimonio de esta manera. Y en ese sentido, la muerte no sabe ni leer ni escribir. Es una justicia poética”.
Es fundamental que Ignacio, Sabrina, Iván, Matías, y cualquier otrx nietox recuperadx, puedan contar su historia y que la tarea, la nuestra, sea multiplicar el mensaje. “Sepan que ustedes son los agentes que van a hacer que esta historia se multiplique y que puedan interceptar alguna duda de alguien que quizá sea uno de los 400 nietos que andan dando vueltas por ahí que quizá anden con esos ruiditos de las heladeras que no saben que están hasta que no se apagan”, finalizó Ignacio.
Hoy su música, y su piano, seguirán brindando esos necesarios acordes de justicia poética. (21 hs. en Asociación Empleados de Comercio, Rosario)
Abuelas de Plaza de Mayo Filial Rosario, Laprida 563, oficina C. Tel 0341-4484421 0341-4476776