enREDando dialogó con Sabrina Gullino, recuperada por Abuelas de Plaza de Mayo en el año 2008. Sus recuerdos, su búsqueda, su historia, sus proyectos. Hija de dos militantes montoneros desaparecidos, Raquel Negro y Tulio Valenzuela, hoy Sabrina milita en el Espacio Juicio y Castigo Rosario y está buscando, además de Justicia, a su hermano mellizo.
Por María Cruz Ciarniello
Tiene un tono de voz suave. Una mirada que, por momentos, parece querer detenerse en algún lugar, en un instante del tiempo, de la historia. Una cadencia tranquila, un humor que le hace brillar los ojos, un deseo de impulsar proyectos, de crecer, de hacer.
Tiene una gata a la que adora, una pareja, una profesión y una historia de vida que también, es la historia política de un país. Tiene muchas familias, lazos y vínculos que la unen a sus padres biológicos y adoptivos. A los que admira, de los que se enorgullece; a los que ama. Tiene una hermana con la cual creció y dos hermanos que, a los 32 años, está comenzando a conocer.
Y tiene, sobre todo, el profundo deseo de encontrar, en algún lugar e instante del tiempo, a su hermano mellizo. Milita en el Espacio Juicio y Castigo, conformado por numerosas organizaciones sociales y organismos de derechos humanos de la ciudad. Estudió Comunicación Social y además, integra la Cooperativa de Animadores de Rosario. Sabrina es su nombre. Su apellido Gullino, y también, Negro y Valenzuela. Es la nieta Nº 96, recuperada en el año 2008 por las Abuelas de Plaza de Mayo.
Lo primero que hace, al recibirme en su casa, es preparar el mate. Luego nos sentamos y la charla deviene en coincidencias, encuentros, lugares compartidos, amigos en común. Pequeños retazos de vida que parecen acomodar las piezas de un rompecabezas. Su ímpetu, su impulso, motivó durante la charla, el sano delirio de proyectar una revista cultural. “Qué bueno sería poder darle espacio a todas esas voces que no se escuchan”, dice antes de comenzar a hablar de su propia historia. Sabrina proyecta con sus trazos finos y gruesos y con ellos, dibuja una comunicación plural, un lugar donde las voces puedan tener eco en muchas otras.
Después de algunas horas, enciendo el grabador. El tiempo nos lleva a otros tiempos. Su rostro y sus pausas, empiezan a recordar.
I. Las dudas
“A mí de chiquita me contaron siempre que era hija adoptada. Fui creciendo sin nada oscuro. Hacía todo tipo de chistes y bromas en relación a eso. Siempre hubo mucha felicidad en relación a la conformación de nuestra familia. Siempre me sentí muy querida. Y cuando me vine a estudiar a Rosario, cuando empecé a conocer más de la historia argentina, y comencé a tener más vinculación con la militancia y con lo que pasó en la última dictadura militar, me fui preguntando si no era hija de desaparecidos. Dudaba de ir a hacerme el ADN con Abuelas. Pero el tema nunca fue un tabú.”
A fines del año 2008, Sabrina decidió contactarse con la Filial de Abuelas de Plaza de Mayo en Rosario. Y en ese instante comenzó a cambiar su vida, casi inesperadamente. Dos días después, la familia Gullino, oriunda de la ciudad de Ramallo, recibió una citación judicial para presentarse ante el Tribunal Federal de Paraná en el marco de la causa Trimarco. No entendían demasiado de qué se trataba. Pero este fue el disparador que la impulsó a conocer la historia de una mujer, Raquel Negro, su mamá; de un hombre, Tulio Valenzuela, su papá, y de esos mellizos que habían nacido en el Hospital Militar de Paraná y que estaban, desde hace años, siendo buscados por las familias, las Abuelas de Plaza de Mayo y abogados de organismos de derechos humanos.
Sabrina se realizó el análisis de ADN y al tiempo, tuvo el resultado. “Lo que me conmovió cuando me lo leyeron es que tenia dos familias buscándome desde hace años”, cuenta.
Según consta en un informe elaborado por el equipo jurídico de HIJOS Rosario la causa “Trimarco, Juan Carlos Ricardo y otros ”, se inició el 18 de mayo de 2005, debido a una denuncia presentada por el recientemente fallecido, y de quien Sabrina destaca profundamente su militancia en Derechos Humanos, el “Mencho” Guillermo Antonio Germano, “en su carácter de coordinador del Registro Único de la Verdad, dependiente de la Secretaría de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, con motivo de haber tomado éste conocimiento de la existencia de mujeres embarazadas que habrían dado a luz en el Hospital Militar de la ciudad de Paraná, durante la última dictadura militar. Durante los primeros años de instrucción las medidas principales fueron llevadas por el Fiscal a cargo, Mario Silva.
En ese tiempo se tomaron testimoniales de la mayoría de los empleados civiles que prestaban servicio en el Hospital Militar durante los años 1977-8. Además, declararon médicos y enfermeras del Instituto Médico de Pediatría de la ciudad de Paraná, debido a que hay prueba que indica que los bebés nacidos fueron trasladados a ese lugar. Abuelas se constituyó como querellante el 14 de febrero de 2008.”
Por esta causa, fueron citados a indagatoria: Trimarco, Juan, Amelong, Daniel, Pagano, Walter, Gónzalez, Héctor Marino, Navone, Paul, Fariña, Rubén, Zacarías, Antonio, Cantaberta, Mario, Guerrieri, Pascual.
Como querellante, además de Abuelas de Plaza de Mayo, se encuentra la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y Sebastián Alvarez, hijo de Raquel Negro. Sabrina se presentó también, en febrero del año 2009.
II. La búsqueda
La vida de Sabrina parece ser un camino de búsquedas. La de ella misma con su historia personal, un examen de ADN y sus proyectos que inconscientemente la atraviesan. En varias notas periodísticas cuenta que hace un tiempo, sin saber de su historia, dirigió un corto llamado Negra Idea, en el cual una beba, por ser diferente, es rechazada y convertida en zapallo, hasta que al fin y gracias al amor, logra recuperar su identidad.
Una segunda búsqueda, incansable, es la que llevaron adelante, durante tantos años, sus abuelos y abuelas, a quienes no llegó a conocer. Sus tíos y sus hermanos a los que hoy abraza en cada cumpleaños.
Y una tercera búsqueda que está viva, que es constante, permanente, es la de su hermano mellizo. “Qué se acerquen a Abuelas”, es lo primero que dice, como un reclamo insistente hacia quienes dudan de su identidad.
III. El encuentro
Sabrina Gullino es hija de Raquel Negro y Tulio Valenzuela, dos militantes montoneros, secuestrados en la Quinta de Funes y actualmente desaparecidos. El destino de sus padres es conocido, conmovedor y doloroso. El libro Recuerdos de la Muerte, del periodista Miguel Bonasso, recopila, a partir del testimonio de Jaime Dri, único sobreviviente del centro clandestino, la historia completa de estos dos militantes quienes, comprometidos con un proyecto de país para todos y una sociedad justa y solidaria, fueron asesinados por la dictadura militar.
Raquel Negro, embarazada de mellizos, dio a luz entre fines de febrero y principios de marzo de 1978, en el Hospital Militar de Paraná. A Sabrina, la dejaron, a pocos días de nacer, en el Hogar del Huérfano y de allí, la adoptó legalmente Raúl Gullino y Susana Scola, sus padres que la acompañaron en todo este camino.
Sabrina, ahora, me cuenta de su hermano mayor, Sebastián Alvarez, hijo de Raquel Negro y Marcelino Alvarez, con quién se reencontró hace apenas un año. Y ese encuentro –imagino- fue como el de muchos hermanos, hijos de desaparecidos. Extensas horas de charla, recuerdos, fotografías, anécdotas, abrazos, llantos, risas. No entender demasiado y querer recuperar, de algún modo, el tiempo de tanta distancia. Algo de esta huella identitaria, nacional, de los pibes que recuperan su historia, se repite en la vida de Sabrina.
“Apenas supe, lo llamé y él me dijo, “Estoy encerrado en el baño, llorando. ¿Pero vos, negrita, me querés conocer?”, cuenta Sabrina con frescura, con alegría.
Contará también sobre esa búsqueda instintiva, necesaria, vital, de su otro hermano, el mellizo, quien, según testimonios del represor Eduardo Constanzo, habría fallecido a causas de problemas cardiorrespiratorios. Sin embargo esto nunca pudo ser comprobado y, por tanto, sus “hermanos, como Abuelas e H.I.J.O.S lo seguiremos buscando”, asegura.
A los 31 años, Sabrina se reencontró con su familia paterna de San Juan y de quien también tiene un hermano, Matías, hijo de Tulio Valenzuela, y con su familia materna, los Negro, oriundos de Santa Fe. Ambas la buscaron durante décadas.
IV La militancia
Con la confirmación del examen, Sabrina se reencuentra con esta parte de su historia. Y ahora comienza a recordar lo que amigos, compañeros, familiares y su hermanos le contaron de sus padres, Raquel y Tulio. Reivindica, en todo momento, la militancia, la entrega, el compromiso político. Y es por esa militancia, que hoy Sabrina no duda en participar como querellante en los juicios contra los represores que se llevan adelante en Rosario. “Yo a mis viejos, Raúl y Susana, siempre les decía: “yo en los 70 hubiese sido guerrillera”, dice entre risas, complicidades y un sentido del humor que la acompaña en todo su relato.
“Mi mamá Raquel, se recibió de trabajadora social, y trabajaba en el Barrio Santa Rosa de Lima, en Santa Fe. Ella, los domingos no terminaba de comer que ya se iba al barrio a llevar el mate cocido. Una compañera de militancia me comentaba que ella se mimetizó con el barrio. Dicen que le encantaba subirse a los techos, a trepar. Tulio viene de una familia con mucha tradición política, con mucha cultura de la literatura. Estudió derecho en Buenos Aires”, cuenta Sabrina.
Como toda hija, “quisiera sentarme hoy con ellos, y poder charlar y preguntarle de un montón de cosas. Pero ellos me dejaron un ejemplo muy grande de compromiso, de sus ideales, de la lucha por una sociedad más justa. Para nosotros, son un gran de ejemplo”.
V Juicio y Castigo.
Con el reencuentro de su identidad comienza otra búsqueda en la historia de Sabrina: la del juicio y castigo a los genocidas, responsables del asesinato de sus padres y de los 30000 desaparecidos durante la última dictadura militar.
“Participar del Espacio Juicio y Castigo me permite ir procesando ciertas cosas, y hoy, sentirme con más fuerzas. Estar ahí, haciendo cosas, me hizo crecer un montón. Y para mí, a partir de esto, cambió mucho lo que significa el juicio en lo personal. Los abogados de HIJOS me asesoraron y me ayudaron mucho en lo humano. Trato de pensar a los juicios en su función social histórica, en lo que significa socialmente.”
El último 24 de marzo fue masivo. 30000 personas salieron a la calle, en Rosario, a repudiar el golpe militar, y esto, para Sabrina, quien también participó de un acto organizado por la Casa de la Memoria en Ramallo, simboliza “un sentimiento de reivindicación masiva de todos los 30000 compañeros desaparecidos”.
Sabrina brindó un emotivo testimonio en el juicio donde se juzgan a 5 represores en la denominada causa Guerrieri – Amelong. Allí, pidió a los jueces que “no se olviden que estos señores –por los imputados– no sólo cometieron todos los delitos por los que se los está juzgando, sino que también son los responsables de la desaparición de mi hermano”.
Todavía no hay fecha de sentencia para esta causa, pero Sabrina adelanta que, desde el Espacio Juicio y Castigo, se está organizando una gran vigilia frente a los Tribunales Federales, con la participación de la Murga la Memoriosa y otros artistas.
Y sobre el final de la nota, resuena, nuevamente, la necesidad profunda de buscar al melli, a su hermano. “La investigación siempre se centró en Paraná y en buscarme a mí, porque sabían que estaba viva, y del melli, trascendió que estaba muerto. Pero cuando se analizan los testimonios, nadie vio el cuerpito muerto, y queda una gran duda de qué paso con él. Y para todos nosotros, esta vivo. Queremos decirle que tiene tres hermanos que lo están buscando. Y si hay chicos que tienen dudas de su identidad, que se acerquen a Abuelas porque tienen a un montón de hermanos que los están buscando, y tener hermanos, es lo más hermoso del mundo”.
Datos:
Filial Abuelas de Plaza de Mayo Rosario
Laprida 563 Of. C. Tel: 0341 – 4484421 abuelas.rosario@gmail.com