Gabriel Riquelme tenía 20 años y volvía de bailar con sus amigos cuando fue asesinado por integrantes del Comando Radioeléctrico de la localidad vecina. Después de un juicio abreviado fueron condenados los responsables de su crimen.
Por Martín Stoianovich
En la madrugada del 3 de marzo de 2014 Gabriel Riquelme fue asesinado a manos de la policía santafesina luego de una persecución violenta que se extendió desde Villa Gobernador Gálvez hasta la localidad de Pueblo Esther. La víctima, de 20 años, volvía en auto con cuatro amigos de un boliche en Rosario cuando fueron baleados por otro vehículo de civil en el que se trasladaban los empleados del Comando Radioeléctrico de la ciudad vecina. Luego de un juicio abreviado, en la tarde de este miércoles fueron condenados a veinte años y seis meses de prisión dos de los imputados acusados de homicidio agravado, mientras que una mujer recibió la pena de cinco años por encubrimiento e incumplimiento de deber de funcionario público. La investigación de los hechos develó un nuevo caso de gatillo fácil, en el que también quedó expuesto el entorpecimiento de las pruebas por parte del personal policial, como así también la inocencia de los cinco jóvenes. “Para mí siempre va a ser poco porque es mi único hijo y quedé sola, aunque tengo a mi familia que me acompaña. Es lo único que me quedaba hacer por él, que no quedara en la nada y que se hiciera justicia”, expresó entre lágrimas Alejandra, mamá de Gabriel, luego de la sentencia.
Los policías implicados en el hecho fueron cuatro, todos pertenecientes al Comando Radioeléctrico de Villa Gobernador Gálvez. Uno de ellos, Julián Luque González, ya había quedado en libertad con tres años de prisión en suspenso luego del transcurso de un juicio abreviado. El relato como testigo de este oficial, junto al de las víctimas sobrevivientes, permitió que se esclareciera el caso para llegar a la sentencia de los otros imputados. Así fue que este miércoles el tribunal presidido por el juez Javier Beltramone confirmó la sentencia luego del acuerdo entre la defensa de los imputados, los fiscales Adrián Spelta y Miguel Moreno, y la querella en representación de la familia Riquelme conformada por los abogados Sebastian Sancevich y Julia Giordano de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de la ciudad de Rosario. Para los policías Roberto Pereyra y Nelson Canela, la condena fue de veinte años y seis meses por coautores en homicidio simple y lesiones leves agravadas por el uso de arma de fuego y tentativa de homicidio agravada por el uso de arma de fuego. Mientras tanto, para la oficial Virginia Espinosa la pena fue de cinco años por incumplimiento de deberes de funcionario público, encubrimiento agravado por tratarse de un delito grave y su autor un funcionario público.
La investigación a cargo de los fiscales, que a los pocos días del crimen ya hablaban de “cacería” por parte de la policía, sirvió para la reconstrucción de los hechos. Así quedó en claro que aquel 3 de marzo, pasadas las cinco y media de la mañana comenzó la persecución de los policías que circulaban en un Fiat Palio contra los jóvenes que lo hacían en un Chevrolet Celta. El episodio comenzó en la intersección de las calles Belgrano y San Martín de Villa Gobernador Gálvez y culminó en Pueblo Esther. En dicho trayecto, el policía Pereyra, que se ubicaba en el asiento delantero de acompañante, disparó reiteradas veces con el arma reglamentaria de Canela, cedida por este mientras manejaba, en tanto Espinosa permanecía dormida y Luque González llamando en distintas oportunidades al 911.
“Hubo clara intención de dar muerte”, expresó el fiscal Spelta en la lectura de las acusaciones durante la audiencia final previo a la sentencia. Dos de esos disparos impactaron en Riquelme, uno en el omóplato izquierdo y otro en su cabeza, que le provocaron muerte instantánea. Una vez llegada la persecución a Pueblo Esther, los jóvenes pidieron auxilio sin éxito en la Subcomisaría 15, mientras que al tiroteo ya se había sumado la oficial Espinosa, quien posteriormente en las declaraciones de la causa argumentaría haber actuado en estado de inconsciencia. En la balacera también resultó herida una joven que se encontraba con Riquelme y sus amigos. Finalizada la persecución, los chicos pudieron escapar y arribaron así al Hospital de Emergencia Clemente Álvarez, con Riquelme ya sin vida.
Otros aspectos de fundamental importancia en la causa demostraron que los policías nunca se identificaron como tales y que toda la persecución fue con las luces del auto apagadas, dejando en claro que se trataba de un procedimiento totalmente ilegítimo. Posteriormente quedaron en evidencia distintas irregularidades que buscaban el encubrimiento del caso. Por un lado, luego del hecho los policías no notificaron el caso a sus superiores hasta un día después cuando relataron parte de lo sucedido al subcomisario José Ricardo López, jefe del Comando Radioeléctrico de Villa Gobernador Gálvez. En el relato policial de un primer momento se ocultaron distintos detalles y se intentó imponer la hipótesis de tiroteo entre ambas partes. Sin embargo, las pericias balísticas no sólo desestimaron esta idea sino que además pudo constatarse que el arma reglamentaria que dio muerte a Riquelme había sido manipulada a fines de entorpecer la prueba.
Desde la presidencia de APDH Rosario, organismo querellante en la causa, Florencia Delnegro consideró respecto de la sentencia: “Es una condena ejemplar y esperemos que sirva para todos los jueces que tengan que tomar intervención en casos de gatillo fácil y que sirva también como advertencia para los otros policías”. Sin embargo, manifestó distintas sensaciones encontradas respecto de la condena a la policía Espinosa, argumentando que el pretexto de “inconsciencia” que atribuyó la imputada también dejó en claro “conductas homicidas” y por lo tanto fue mera casualidad que no haya resultado muerto otro de los jóvenes. Además, Delnegro vinculó el caso Riquelme a muchos otros hechos de gatillo fácil que aparecen con frecuencia en la provincia de Santa Fe. “Lamentablemente no es un hecho aislado, es un accionar de la policía santafesina. Hoy podemos decir que la justicia ha estado a la altura de las circunstancias y no se ha transformado como en otras oportunidades en un eslabón más de la impunidad”, analizó.