Por Agassaganup O Zobá / Indymedia PO
El martes 21 de abril se realizó en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires la Primera Marcha de las Mujeres Originarias por el Buen Vivir, que convocó a hermanas de las 36 naciones indígenas del actual territorio argentino. Luego de las palabras de Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora y del maestro Osvaldo Bayer, periodista e investigador, partieron desde el monumento a Julio Argentino Roca, en Diagonal Norte (Alsina y Perú), hacia el Congreso de la Nación.
Estuvieron acompañadas por hombres y mujeres de a pie, militantes, organizaciones sociales, artistas y músicos como Peteco Carabajal, el Duende Garnica, el dúo Orellana Luca, Bruno Arias, Che Joven y Arbolito, quienes también hicieron suya esta causa.
El recorrido hizo una parada parada para realizar un abrazo simbólico al acampe QOPIWINI, ubicado en Avenida de Mayo y 9 de Julio, donde hermanos y hermanas de los pueblos Qom, Pilagá, Wichí y Nivaclé, esperan, desde febrero de 2015, las respuestas a sus preguntas aún ignoradas. Los hombres de las comunidades quedaron atentos a lo que sucedía algunas cuadras más adelante: «Aún no tenemos novedades, estamos esperando que salgan, tenemos esperanza», dijo uno de los dirigentes que se encargaba de contarle, a quien quisiera escuchar, que estaban haciendo allí.
Una vez que llegaron hasta el Congreso Nacional, las hermanas fueron recibidas por diputados que desplegaron, por vez primera, la Wiphala en el recinto. Entregaron el proyecto de ley por el Buen Vivir y luego les fue otorgada la palabra a cuatro hermanas originarias, entre ellas Moira Millán, organizadora e impulsora de la marcha, Fabiana Gómez, representante mapuche de la organización Kumelen Newen Mapu, de Bahía Blanca y Amanda Asijak, esposa de Félix Díaz, Carashe de la comunidad Potae Napocna Navogoh de la provincia de Formosa. «Los diputados se comprometieron a tratar de cumplir los puntos de la ley. No nos dijeron un plazo, pero que esto suceda ya es histórico», manifestó emocionada Fabiana al regresar a la plaza, donde se realizaba un festival musical de acompañamiento.
Sobre el escenario, Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz, presidente del Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ) y Norita Cortiñas, recibieron un reconocimiento de las manos de dos niñas del pueblo mapuche. «Nos parece fundamental desde las mujeres originarias, reconocer la trayectoria de Norita, la admiramos, ella nunca jamás dejó de decir la verdad y nosotros los pueblos originarios somos un pueblo de memoria, verdad y justicia y también a Adolfo que siempre está denunciando y acompañando la lucha de los pueblos originarios», expresó Moira Millán, mientras el público se unía a su sentir en una marea de aplausos. Por su parte, Pérez Esquivel dijo: «No tienen que hacernos ningún regalo, es nuestra obligación caminar y luchar junto a nuestros pueblos, no podemos ser indiferentes, no podemos dejar que les quiten las tierras, que los niños sufran hambre, marginalidad y discriminación”.
Entrada la tarde, fue el turno de las niñas de tomar los micrófonos. La nieta de Félix Díaz, María Luján, fue la primera en hablar: “Me siento muy contenta de poder estar acá con las niñas mapuche, y agradezco a Moira Millán y los demás integrantes, les deseo a todas las mujeres que sigan adelante, mucha fuerza. Ahora estamos acampando, para recuperar nuestra tierra, queremos que el gobernador Gildo Insfrán nos escuche, nos está haciendo mucho daño y ha matado a mucha de nuestra gente. Queremos que la presidenta también nos escuche para que haya respuesta así nos volvemos a Formosa”. Luego, una de las pequeñas de origen mapuche, expresó: “Yo estoy participando en esta marcha como niña mapuche, porque quiero que se cumplan y respeten los derechos de los pueblos originarios, que no nos discriminen más, que no contaminen más a la tierra, para que podamos crecer y vivir mejor”.
Por último, las mujeres adultas cerraron el evento con sus mensajes. Marta Berretta, mapuche de la comunidad de Los Toldos, en la provincia de Buenos Aires, expresó: “Estamos acá, después de un largo recorrido y un sueño largamente acariciado, cuyo impulso lo ha dado nuestra hermana Moira. Sabemos que tenemos que seguir luchando, estamos diciendo presente, este no es un país de inmigrantes, es de pueblos originarios, esto es Indoamérica. Todavía estamos de pie, seguiremos caminando con su acompañamiento. Nosotros no queremos que esa ley se implemente solamente para los pueblo originarios, queremos que alcance a todos los pueblos del mundo. No queremos las petroleras, no queremos las mineras, no queremos las sojeras, las forestales, que se vayan a donde quieran , no los queremos en nuestro territorio”.
Pascuala Carrizo, del pueblo Huarpe, contó: “Vengo a acompañar a Moira, abrazo a mis hermanos de todo este territorio que ahora se llama Argentina y que sepan que desde el territorio estamos pendientes de esta marcha y este movimiento. Solamente yo pude viajar, porque estaban liberando cóndores y haciendo ceremonias en los cerros. Desde ya, el abrazo de los ranqueles, comechingones y huarpes”.
Mirta Millán, docente mapuche de la ciudad de Olavarría también fue parte: “Me acompañan mis hermanas mujeres, hermosas guerreras que luchan, sueñan, aman la vida. Quieren ver otra forma de vida en esta sociedad. Venimos del centro de la provincia, Olavarría y es en Buenos Aires donde más cuesta visibilizar la presencia originaria. Hoy quiero agradecer a nuestros espíritus ancestrales, a los abuelos, al tata inti, al sol, al antu, estuvo presente cuando hicimos la marcha. Surge un nuevo ciclo para los pueblos originarios. Más de 500 años de tanta oscuridad, se corrió el velo de ese poder patriarcal, genocida, que no puede ver la vida. No son todos, es un sector dominante el que mata y aniquila. El resto de las personas queremos vivir, vivir bien, por eso apostamos al buen vivir, una sociedad más recíproca y mucho más humana”.
Para finalizar, la organizadora Moira Millán, dejó un mensaje de alerta pero también de mucho compromiso: “Cuando me vine del sur, hace poco más de un mes, había un bosque frondoso en la cordillera, estaban los árboles añejos donde anidan los espíritus de los ancestros. Supongo que me va a abofetear un paisaje extremadamente triste, el lugar donde yo parí a mi hija ha sido consumido por el fuego. Es una lucha que nos queda por dar, que esa zona sea declarada intangible y que no se comercialice. La tierra robada será recuperada, amada cuidada y nunca negociada”.
Marichiwew!