Un lugar para quedarse
Son 20 mujeres y un hombre quienes pusieron de pie el comercio Los Soles, en el marco de la cooperativa de trabajo «Encuentro». Son productores de alimentos, vitreaux, bijouterie, tejidos, ropa, bolsos y otros tantos objetos que se comercializan en Corrientes 474, de Rosario. Además, desde la perspectiva del turismo solidario ofrecen servicio de alojamiento a visitantes y turistas. Dos de las compañeras de este proyecto que crece con fuerza, conversaron con enREDando y nos hablan sobre esta filosofía de vida más justa y solidaria.
Por Estefanía Gimenez
(Buena práctica publicada el 23/05/2011)
Hay chocolates, tejidos, ropa de bebés, objetos hechos en vidrio, alimentos, algo de bijou, muchas cosas. Tanta variedad que hay que pasar la vista varias veces por lo ancho del lugar para lograr retener la cantidad y múltiples formas que se visualizan en el espacio.
Esto es el comercio Los Soles, de la cooperativa de trabajo Encuentro. Ese que nació hace muchos años desde un trabajo conjunto con Cáritas, el que también tuvo su sede en el Centro Cultural La Toma, y que hoy puede disfrutar de un lugar propio, tan propio que da gusto quedarse.
Me encuentro con Marty y con Carolina, quienes me van a contar como surgió este proyecto que está comandado por un grupo de 20 productoras, mujeres, quienes realizan las distintas actividades y cuentan con muchos proyectos a futuro.
Desde el principio
La cooperativa de trabajo Encuentro tiene sus comienzos en el grupo Cáritas, con quienes empiezan a trabajar el tema de la desocupación allá por el año 2003. “En ese momento se veía como se podía generar una alternativa a la gran desocupación”, me cuenta Marty Vitta, mientras compartimos unos mates.
A través de un proyecto de promoción humana se comenzó con un relevamiento de este tipo de trabajo productivo en los distintos barrios de Rosario, fijándose en las principales necesidades de los propios productores, además de sus estrategias para seguir de pie en esa época de crisis que vivía el país.
“Empezamos a ver las distintas cosas que iban surgiendo en estos productores y pudimos notar que siempre aparecían dos puntos principales: por un lado la falta de capital, y por el otro, la comercialización”, agrega la compañera. Ya que los saberes estaban, que se iban implementando para seguir adelante con las políticas productivas solidarias, se empiezan a ver las posibilidades de algunos subsidios para estos trabajadores, además de los créditos y las ferias, muchas de las cuales aún funcionan en plazas de Rosario.
Luego de poco más de dos años de trabajo, el grupo comienza a tomar fuerza por sí mismo y a pensar en un marco legal propio, sin dependencia de otras instituciones. Así surge la idea de la cooperativa, donde cada socio produce sus cosas pero comercializa en conjunto.
De esta forma llegan a La Toma, donde el trabajo se va acrecentando día a día y van surgiendo compañeras de otros grupos que también tenían puestos allí. Siguiendo con los eventos y demás actividades, se comienza a armar esta red de productores, quienes a su vez venían de otro origen y con sus propias experiencias. “Yo insisto mucho en estos lazos de confianza que se fueron creando, porque son la base para el cooperativismo que se va formando luego”, explica Marty.
Abriéndose camino al Turismo Solidario
La idea de abrir un campo de trabajo que permita sustentar la vida del grupo de productoras no se detuvo en el logro alcanzado con la comercialización. Las mujeres fueron por más y lograron dar nacimiento a un proyecto de turismo solidario a través de un acuerdo con la cátedra de Turismo de la Universidad Nacional de Rosario, basado en la economía solidaria, en el turismo justo y comunitario.
El proyecto busca crear circuitos turísticos donde se muestren diferentes lugares productivos y hasta las propias casas de los hacedores que realizan sus manualidades, que luego adquieren los turistas. En este momento la cooperativa está a la espera de esa ayuda para poder arrancar con el proyecto, aunque consiguieron que se les brinde una capacitación de dos años para llevar a cabo la actividad.
De la mano del proyecto de turismo solidario a su vez surge la idea de un lugar de los que no abundan en Rosario: una posada. Basándose en la modalidad cooperativa y solidaria de comercializar, este plan se puso en marcha y ya está comenzando a funcionar. Con una capacidad de más de 20 personas, abre sus puertas para albergar a los turistas que quieran visitar la ciudad y conocer mejor este tipo de trabajo: “La posada está gestionada cooperativamente, hay un reparto justo de ganancias y está provista con productos de productores de la economía solidaria”, explica Marty, casi como plantando los principios de este tipo de alojamiento que ya espera por sus primeros visitantes.
“Las mismas socias confeccionaron las cortinas, las sábanas, los muebles los compramos a los compañeros de la cooperativa de Comercio Solidario”, agrega. El objetivo de la posada es atraer el turismo, en lo posible también extranjero, mostrar los circuitos de comercialización y de producción solidaria y social, que se conozcan estas experiencias.
No sólo una forma de pensar, sino una forma de vivir
Actualmente son cerca de 20 mujeres y un hombre quienes trabajan activamente en la cooperativa. Son todas mayores de 40 años. No es un dato menor, ya que muchos se sorprenden al verlas trabajar y hacer todo solas. “Es el poder transmitir a otras generaciones que sí se puede, que no es que todo está perdido”, dice Marty.
Artesanas, costureras, cocineras, van aunando sus productos y a la vez sus trabajos para conformar esta nueva forma de cooperativa de trabajo, donde cada una produce por sí misma, pero lo comercializan conjuntamente.
“Dentro de la misma cooperativa, todas juntas tenemos otros emprendimientos que son más colectivos, como cuadernos y agendas artesanales, bolsas de tela pintadas a mano, además de las de textiles, etc.”, explica Carolina Pasquali, quien se suma a la charla para agregarle más condimentos.
A la vez las mismas socias se dividen las actividades tanto en la posada, como en el local, la administración y en el futuro espacio de tipo bar, que está terminándose de armar. Cada una aporta su trabajo y su producción a este proyecto que sigue creciendo.
Además, la cooperativa de trabajo Encuentro cuenta con productores amigos o invitados: “Son grupos o personas que producen sus cosas y que las traen al lugar para comercializarlas”, explica Carolina. “Son cerca de 10 o 15”, agrega.
“Es imposible pensar una economía solidaria si no es en redes”
La cooperativa participa además dentro de un espacio de trabajo de economía solidaria de Santa Fe donde hay varias organizaciones, cerca de 11, todos con el mismo objetivo: lograr una economía más justa y solidaria. “Este espacio, esta red, permite que nuestra organización continúe creciendo, porque nos vamos ayudando unos a otros. Hay cooperativas que dan capacitaciones, otras que se encargan de los microcréditos, y así se va articulando todo”, explica Marty.
Y agrega, “Es una red donde cada uno va aportando lo suyo, cada uno tiene su papel y de esta forma se va construyendo este otro tipo de economía y vínculos”. “Esto es un ejemplo de que sólo no se puede hacer nada, todo debe ser articulado en red”.
En medio de esta sociedad que sigue moviéndose al ritmo de las economías capitalistas, estas nuevas formas de comercializar, justa y solidariamente, comienzan a asomarse a la carrera. Y están trabajando para lograr esa visualización de la sociedad para empezar a cambiar la forma comprar y vender, de producir y de hacer rentable.
“Somos un montón. Somos como hormiguitas silenciosas que no se ven, pero que trabajamos mucho. Creo la inquietud es que se visualice y que sea parte de la ciudad”, explica Carolina con un orgullo inmenso de pararse en el lugar, que siente, es su propio oficio.
“Somos personas que nos gusta lo que hacemos. Que vivimos como decimos. Hay que sacar las etiquetas del trabajo solidario encajonándolo en un puesto de: hay pobres, vamos a ayudarlos. Somos trabajadores”, agrega.
Desde esta apuesta a una nueva forma de entender y de ejercer los procesos económicos, la Cooperativa de Trabajo Encuentro comienza a abrir sus redes para transitar este camino de transformación de ideas, de políticas económicas actuales tan herméticamente cerradas. Lo que buscan además es que estas experiencias se repliquen, y con esos valores como pilares básicos.
Marty y Carolina terminan la charla con un mensaje verdadero de aliento para esta nueva forma de vivir: “Es el desafío de construir horizontalmente, sin verticalismos, y a la vez ser operativas. Esa es la apuesta. No hay recetas. No hay verdades absolutas. Hay una apuesta a que creemos en esto, a pesar de todo”.
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