La Oveja Negra es un centro cultural que hace más de siete años que funciona en Riobamba al 65 bis. Por allí pasan decenas de vecinos de barrio La Sexta, quienes acceden de forma gratuita a talleres, programas de alfabetización, apoyo escolar y capacitaciones en oficios, como peluquería, costura y tejido artesanal. El espacio tiene como objetivo reforzar las ideas de solidaridad y compañerismo, en tiempos del sálvese quien pueda. Una trinchera cultural en el corazón del barrio.
Las persianas azules a medio camino dejan entrever a tres figuras detrás del vidrio. Están sentadas en ronda alrededor de una mesa, imperturbables al estruendo de los colectivos que esperan con los motores en marcha, en el cordón del frente. Desde adentro de la sala proviene un intenso olor a incienso y algunas frases sueltas que refieren a talleres, acceso a derechos y vecinos de barrio La Sexta.
Un papel amarillo, pegado contra el vidrio que da a la vereda, advierte: “Un rebaño organizado”. Justamente, esto es lo que se hace en el centro cultural La Oveja Negra. Una tarde de octubre, mientras a pocos metros avanzan las tomas de facultades en rechazo al recorte presupuestario, un grupo de abogados que forman parte de la asociación “Acceso a los Derechos” se acercan al espacio para brindar asesoramiento legal gratuito y ayudar a los vecinos a realizar diferentes trámites.
Hugo Ríos es docente y, además, preside la Asociación La Oveja Negra. Habla pausado, ofrece mates a quienes se sientan a su lado y, mientras recuerda el andar de la organización, pasea la mirada por las paredes donde hay cuadros de Evita y Perón, una biblioteca encabezada por un retrato de Julio Cortázar, fotografías del Che Guevara y un gran cartel que dice “Descamisados”, con letras amarillas.
El centro cultural funciona en Riobamba al 65 bis, a pocos metros de la ciudad universitaria conocida como “La Siberia”. Hace más de siete años que decenas de vecinos de La Sexta transitan por los diversos talleres que ofrece La Oveja Negra, en los cuales no sólo se fortalecen los vínculos sociales, sino que también se aprenden diferentes oficios.
Si bien hay propuestas para todas edades, en el caso de los niños y adolescentes actualmente se ofrecen talleres de dibujo, percusión y apoyo escolar, mientras que para los adultos hay diferentes capacitaciones y planes de alfabetización, donde se les enseña a leer y escribir. “Todos aquellos que quieran venir y sumarse con la idea del trabajo colectivo, son bienvenidos”, destacó Ríos.
Los orígenes
“La Oveja Negra es un colectivo cultural y de medios de una organización política que se llama Descamisados. Durante el gobierno de Néstor y Cristina hacíamos una revista en papel y decidimos unirnos a esta red, que estaba en distintas provincias del país, para poder tener una espalda más grande que nos permita afrontar cualquier dificultad y tener más material para poder difundir las actividades”, cuenta Ríos, en alusión al nombre del espacio.
La agrupación tenía un centro cultural llamado “Patria Grande” que estaba ubicado en calle Maipú entre San Juan y San Luis, en pleno centro rosarino. Sin embargo, para el 2017 sintieron la necesidad de descentralizar sus actividades y reforzar su presencia en los barrios de la ciudad. “Cuando Macri ganó las elecciones –recuerda Ríos– sabíamos que se iba a venir un momento difícil para el país. Nos pareció que, en República de la Sexta, un barrio con mucha historia de lucha y resistencia y en donde está la ciudad universitaria, había un contexto interesante para traer una propuesta cultural y política”.
Tras una trabajosa búsqueda de inmuebles, finalmente encontraron un local que respondía a sus necesidades. El centro cultural abrió sus puertas el 2 de abril de 2017 y, para honrar la fecha y hacer un acto cargado de simbolismo, en la inauguración se proyectó el documental “No somos héroes” y ex combatientes de Malvinas dieron una charla.
Una forma de militancia
En sus siete años de vida, en el centro cultural se ofrecieron capacitaciones en música, dibujo, cómics, alfabetización para adultos, apoyo escolar para niños y adolescentes y, en un plano más cultural, también se realizaron presentaciones de libros y ciclos de poesía. En articulación con el Gobierno provincial, el espacio también se sumó al programa “Santa Fe Más”, que ofrecía un ciclo de cine para niños y niñas y talleres de percusión, serigrafía, costura, peluquería, ajedrez y tejido artesanal, entre otras propuestas.
La comisión directiva de La Oveja Negra está conformada por unos doce integrantes, mientras que a las diferentes propuestas asisten entre 5 y 15 vecinos. En total, incluyendo el taller de huerta que es itinerante y coordinado junto a otras organizaciones del barrio, la comunidad del centro cultural es habitada por cerca de 70 personas.
“Hubo talleres muy concurridos, que son los que tienen más salida laboral, como peluquería, y después otros talleres para jóvenes, como el de dibujo. El de alfabetización para adultos también tuvo buenas respuestas, incluso hubo personas que consiguieron trabajo a partir de aprender a leer y a escribir. Para nosotros son experiencias muy gratificantes”, destaca Ríos.
Y suma “Siempre pensamos a los talleres como una forma de militancia. Los que conformamos la comisión directiva del centro cultural decidimos que no haya una cuota, para que el que no la pueda pagar no se prive de venir. A veces pedimos que, los que pueden, traigan algo para compartir, como una merienda o un mate, esa es la única colaboración. También funciona un roperito comunitario. Toda aquella persona que, producto de la situación económica, no puede tener ropa, sabe que cuenta con este espacio”.
Para mantener económicamente al centro cultural y ayudar a afrontar los gastos del local, todos los directivos del espacio –que tienen otros trabajos en paralelo– realizan un aporte. “El alquiler nos aumentó al doble de lo que pagábamos, con lo cual se hace más complicado, lo mismo pasó con las tarifas de luz y agua. Además de nuestro aporte económico, que es voluntario, una parte de lo que nos da el Ministerio de Desarrollo Social de Santa Fe por los talleres que articulamos de forma conjunta sirve para pagarle a los talleristas, por un lado, y después para gastos de funcionamiento. Esa es la forma en que, por ahora, podemos seguir llevando adelante las actividades”, explica Hugo.
Tejiendo redes
“El centro cultural tiene un reconocimiento bastante fuerte en el barrio, por los vecinos y además por una articulación que hicimos con las diferentes organizaciones de La Sexta, como el centro de salud, la capilla, el jardín de infantes y otros centros culturales, especialmente uno que se llama ‘Fábrica de futuro’. Este trabajo conjunto nos sirvió para fortalecer el tejido de espacios que trabajan con la comunidad”, apunta el referente de La Oveja Negra.
Tal es la presencia del centro cultural en el barrio que durante la pandemia continuó funcionando, aunque con una actividad diferente pero igual de solidaria. En el marco de un acuerdo con el Gobierno de Santa Fe, el espacio entregó bolsones de alimentos a los vecinos que los necesitaban. Desde La Oveja Negra estiman que se brindó asistencia alimentaria a unas 700 familias de los barrios La Sexta y Tablada.
“Una muestra de todo lo que se está viviendo en el país es nuestra patria chica, que es el barrio. La mayoría de las personas que vienen nos preguntan si seguimos entregando alimentos, vienen a buscar ropa o se anotan en los talleres, no importa cuál, con tal de tener una pequeña ayuda económica, como una beca. Pero también vienen por el sentido de pertenencia, hay muchos vecinos que son parte del centro cultural, incluso tienen la llave, hay días donde abren ellos. Esa también era un poco la idea, que este espacio sea habitado y llevado adelante por los vecinos”.
El sábado 5 de octubre, durante toda la tarde, se realizó un festival llamado “La Sexta Existe”, en donde vecinos y organizaciones montaron ferias de artesanías, emprendimientos y gastronomía en la vía pública, y, además, en la esquina de Ayacucho y Riobamba se instaló un escenario por donde circularon poetas, escritores, músicos y actores del barrio.
Nos pone contentos que el encuentro tenga que ver con la música, el arte y muestra de talleres, especialmente en un momento donde hay bastante desesperanza en el pueblo
La Oveja Negra participó del festival: “Nos pareció muy interesante la iniciativa, sobre todo en este tiempo donde muchos se encierran cada vez más, las cuestiones individuales son muy fuertes y se empezaron a perder los espacios colectivos. El balance es sumamente favorable, porque hubo articulación con otros espacios. Nos pone contentos que el encuentro tenga que ver con la música, el arte y muestra de talleres, especialmente en un momento donde hay bastante desesperanza en el pueblo”.
El vínculo con la Universidad Nacional de Rosario es bastante reciente: “Cuando abrimos este centro cultural pensamos que la relación iba a ser mucho más fuerte, pero recién hace dos años empezamos a articular con la Secretaría de Derechos Humanos de la universidad. Una compañera, Paula Contino, que está en una cátedra en la cual se hacen trabajos de extensión, venía con estudiantes a hacer prácticas”, dice Ríos.
“También participamos en las reuniones y asambleas para la urbanización del barrio –continúa, con relación a la reubicación de varias familias del barrio en nuevas viviendas– que fue bastante conflictiva y nos parecía que la mejor forma de transitarla era haciendo participar a los vecinos, que eran quiénes iban a vivir después».
Defender la solidaridad
Además de los talleres, el centro cultural cuenta con una biblioteca popular llamada “Pepe Ciotta”, en honor a quien fue presidente de la vecinal Domingo Matheu. Este rincón tuvo su auge durante la pandemia, cuando muchos vecinos se acercaban a retirar libros en préstamo, los cuales conservaban por un mes o quince días y luego devolvían, para llevarse otros materiales.
Cuando en el mundo y en Argentina se fortalecen las políticas que son contra los sectores populares y la cultura, esto es una trinchera en la cual seguimos resistiendo y planteando estos valores que tienen que ver con el compañerismo y lo colectivo.
Paralelamente a todas las actividades, hay días en que los abogados que integran la organización civil “Acceso a Derechos” visitan La Oveja Negra para brindar a los vecinos asesoramiento legal en diferentes temas, de forma gratuita. “Buscamos ayudar a las personas en distintos trámites que tienen que hacer, dado que muchas veces les cuesta llegar al centro o a lo mejor no tienen acceso a internet, entonces intentamos facilitar algunas cuestiones. A lo largo de la vida del centro cultural hemos hechos muchas actividades, como fútbol para jóvenes, festivales, festejos en el Día de las Infancias y de la primavera”.
Para Hugo, este espacio es fundamental para recuperar y revitalizar aquello que tantas veces parece roto: la trama comunitaria. “Entendemos a este centro cultural como un espacio de militancia popular, por y para la comunidad. No nos planteamos un objetivo material, sino que para nosotros esto de alguna manera es para toda la vida». Por eso, la propuesta es simple: «fortalecer los espacios comunitarios, la solidaridad y las experiencias colectivas que se van perdiendo. Cuando en el mundo y en Argentina se fortalecen las políticas que son contra los sectores populares y la cultura, esto es una trinchera en la cual seguimos resistiendo y planteando estos valores que tienen que ver con el compañerismo y lo colectivo. Ese es nuestro objetivo, fortalecer estas ideas”.