“Paraná Extremo” es la investigación que llevó adelante la periodista Jorgelina Hiba sobre las transformaciones que sufrió el río en los últimos años ante las quemas, la bajante, la sequía y el avance de construcciones sobre su lecho, entre otras alteraciones humanas. Si bien la periodista especializada en medio ambiente cree que aún se está a tiempo de conservar el humedal, advierte que su identidad se vio alterada.
Fotos: Celina Mutti Lovera / Paraná extremo
“Quiero agradecerles que estén acá, hace unos años era impensado que tanta gente se reúna a hablar de ambientalismo”, dijo Jorgelina Hiba ante un auditorio colmado, frente al cual presentó su trabajo periodístico “Paraná Extremo”, en el que registró los cambios que sufrió el río en los últimos años. Entre las diferentes situaciones dañinas que enfrentó el humedal, quizás la más notoria fue el fuego que inundó a Rosario y la región de humo e impulsó a que cientos de personas se involucren en la problemática y se den cita en el Centro Universitario de Eventos –ubicado en calle Maipú al 1065–, una tardecita casi primaveral, para conocer sobre el estado del afluente.
Entre septiembre y noviembre del 2023, Hiba junto a la fotógrafa Celina Mutti Lovera emprendieron una recorrida por la zona de islas con el objetivo de realizar un artículo periodístico que contara los diferentes cambios que sufrió el río Paraná en los últimos años ante las presiones –casi todas humanas– a las que fue sometido. Tras meses de trabajo y de consultas a ingenieros agrónomos, isleños y pescadores, el informe, que puede leerse en la web, se terminó en mayo de 2024.
“La idea era sintetizar, en un solo trabajo, el laburo que vengo haciendo desde hace varios años en torno a problemáticas asociadas a los usos humanos del río Paraná, o al menos en el tramo del Delta Medio –comprendido entre Rosario y la localidad bonaerense de Zárate–. En estos años que estuvieron marcados por situaciones extremas, como la bajante, la sequía o las quemas, cuando hablaba con científicos o especialistas que estudian alguna faceta del río o con la gente que vive en la isla, aparecía la idea de nunca haber visto tal situación. La sensación era que los humedales estaban siendo sometidos a una presión extrema por parte del ser humano, que nunca habíamos registrado antes y que abría un montón de preguntas sobre su resistencia y capacidad de respuesta”, observó Hiba.
La periodista, junto a Mutti Lovera, recorrió la zona de islas que está frente a la localidad santafesina de Villa Constitución y la que está frente a Rosario y Granadero Baigorria. La idea era recolectar información antes del verano, para empezar a darle forma al informe y enviar algo de material a la ilustradora holandesa Saskia Van Drunen, para que pueda comenzar los dibujos que acompañan el artículo. “Precisábamos tiempo porque las tres tenemos familias y otros trabajos”, observó Hiba.
Más de tres meses después de terminado el artículo, llegó la hora de presentarlo: el evento tuvo lugar el miércoles 4 de septiembre, a las 19, en la sede de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Allí, Hiba estuvo acompañada por Mutti Lovera, por el pescador Julián Aguilar, por el ingeniero agrónomo Guillermo Montero y por el integrante de la asociación “El Paraná No Se Toca”, Jorge Bártoli, quienes participaron del trabajo aportando diferentes miradas sobre los cambios que sufrió el río.
¿El daño es reversible?
Cuando Celina Mutti Lovera habló ante el auditorio, argumentó que lo suyo no eran las palabras, sino las fotografías. Sin embargo, tuvo un breve pero contundente aporte: “Este trabajo pone de manifiesto la importancia de la imagen como memoria, porque tuvimos una bajante extrema que daba ganas de llorar. Llegábamos caminando por el lecho del río, pensando que en el lugar donde estábamos parados tenía que haber tres o cuatro metros de agua hacia arriba”.
Casi una semana después de aquel 4 de septiembre, una tarde en que el humo proveniente del norte avanzaba sobre Rosario, Hiba comentó que la bajante del río y las quemas provocaron una agresiva transformación del paisaje: “Uno lo veía, lo percibía y además se lo decía la gente que vivía ahí. Los maestros de isla contaban que los nenes no podían ir a la escuela porque las familias los llevaban en canoa y no había agua, entonces tenían que caminar. Si antes demoraban diez minutos en lancha, ahora tenían que tardar una hora caminando. Una pequeña productora frente a Villa Constitución nos describió los cambios en su entorno después de las quemas, todo era silencio, no había más cantos de aves ni ratones o lauchitas, que son re comunes en la zona. No me dejaba de llamar la atención el hecho de que todos repetían que nunca habían visto algo así, y eso daba la idea de algo que estaba siendo transformado de forma muy agresiva y extrema”.
Este trabajo pone de manifiesto la importancia de la imagen como memoria, porque tuvimos una bajante extrema que daba ganas de llorar. Llegábamos caminando por el lecho del río, pensando que en el lugar donde estábamos parados tenía que haber tres o cuatro metros de agua hacia arriba”.
En la presentación del trabajo, el integrante de la agrupación “El Paraná No Se Toca”, Jorge Bártoli, habló de la poca información que había sobre los humedales y destacó que lo acontecido en los últimos años expuso esta carencia. En sintonía, Hiba aseguró que la falta de datos es “una decisión política”, y celebró que la exposición del artículo se de en el ámbito de la universidad pública, al que consideró un “lugar central en la producción de conocimiento”.
Al ser consultada sobre si el humedal podrá reponerse del fuego y de la falta de agua, la también politóloga advirtió: “Creo que sí, que podríamos estar a tiempo de no pasar ese límite y tener que empezar a pensar en restaurar el sistema en vez de conservarlo, pero me parece que estamos rozando ese escenario. Las quemas son muy tremendas, visibles y agresivas, porque uno ve el fuego y el humo, pero en el interín se van produciendo cambios como la fabricación de terraplenes, diques y modificaciones en el curso del agua, y esas cuestiones en el fondo son más difíciles de revertir, porque cambiás la propia morfología del territorio”.
Una pequeña productora frente a Villa Constitución nos describió los cambios en su entorno después de las quemas, todo era silencio, no había más cantos de aves ni ratones o lauchitas, que son re comunes en la zona. No me dejaba de llamar la atención el hecho de que todos repetían que nunca habían visto algo así, y eso daba la idea de algo que estaba siendo transformado de forma muy agresiva y extrema”.
La identidad del humedal está en riesgo
El ingeniero agrónomo Guillermo Montero se disculpó con el auditorio por haber llegado hecho un “escracho” a la sede de la UNR. Si bien se cambió para subir al escenario, el profesional –que hasta hacía minutos tenía botas y remera mangas cortas– comentó que estaba recién llegado de la ciudad de Santa Fe, donde estuvo trabajando en un “experimento”. A los pocos segundos de iniciada su intervención, aseguró que la sequía que vivió el humedal en los últimos años y la que se avecina para este verano son “consecuencias directas del cambio climático”.
“La primera vez que caminamos la Isla de los Mástiles –frente a Granadero Baigorria– después de los incendios, notamos que no estaban los sonidos y los aromas del río. Había un ruido, pero era el crujido de una capa de cinco milímetros que se había formado por el fuego, era impactante”, detalló.
Y apuntó: “Con el tiempo analizamos cómo el ecosistema se empezaba a recuperar. Vimos que aumentó la diversidad, empezaron a aparecer especies exóticas, invasoras, que no tenían que estar, pero encontraban un espacio para meterse porque el efecto de la inundación no las eliminaba, como ocurría anteriormente. Nos encontramos con que no se lograba encontrar el estado de equilibrio, y a uno de los compañeros se le ocurrió plantear que se estaba perdiendo la identidad del lugar”.
Sobre esta idea volvió Hiba, quien explicó: “Naturalmente, un humedal se modifica o regula por la presencia o ausencia de agua, con la creciente o bajante que tiene el río. Pero notamos que se estaban produciendo cambios muy agresivos del uso del suelo, que hacían que el territorio comenzara a parecerse más a un pastizal pampeano. Es lo que se llama una pampeanización del humedal, y empieza a ponerse en juego la identidad propia del sistema por este disturbio traído por el humano que es el fuego, que no es propio ni natural de un humedal”.
Ante la pregunta de qué hay de cierto en las propiedades adjudicadas a las llamas a la hora de quemar pastizales, la periodista indicó: “El fuego se usa hace un montón para ‘limpiar’ un ecosistema de vegetación seca, lo que cambió fue la escala. No es lo mismo que lo hagan pequeños productores artesanales o familias que siempre hicieron ganadería de isla, que saben que la cosa se puede ir de las manos si hay viento, sequía o bajante, a que si se hace de forma más extractivista o industrializada”.
Un humedal se modifica o regula por la presencia o ausencia de agua, con la creciente o bajante que tiene el río. Pero notamos que se estaban produciendo cambios muy agresivos del uso del suelo, que hacían que el territorio comenzara a parecerse más a un pastizal pampeano. Es lo que se llama una pampeanización del humedal
“Los bañados, lagunas y riachos son cortafuegos naturales, sirven para que las llamas no se propaguen. Pero entre el 2019 y 2023 el sistema estaba vacío de agua, todo estaba seco, y no hubo nada que detuviera los incendios. Estamos hablando de un territorio muy grande, el Delta tiene más de dos millones de hectáreas, y es imposible controlar el fuego una vez que se sale de control si no hay agua”, advirtió la comunicadora.
El Paraná y sus usos múltiples
Julián Aguilar habla bajito y pausado. Los más de 60 años que vivió en el río y las casi cinco décadas que trabajó como pescador le permitieron observar en primera persona las transformaciones que el Paraná sufrió en su curso y en su riqueza.
“El río a partir de la hidrovía ha ido mutando para peor, cuando pasan los buques mueven el agua humedal adentro, a dos o tres kilómetros. Se altera el lecho del río para que pasen más barcos. Un puñado de personas se llevan la ganancia, pero los beneficios si el río estaría un poco más sano serían para millones. Hoy estamos con falta de especies y de trabajo”, denunció el pescador.
Además, dio cuenta de que los pescados que se extraen del río son cada vez más pequeños: “La contaminación probablemente tenga que ver bastante, pero la cantidad de agua no permite que los peces se desarrollen, no se crían, no comen. Aparte está la depredación industrial, que saca el pez antes de que llegue a crecer”.
Luego de la presentación, la periodista retomó la idea del pescador: “La Vía Navegable Troncal –más conocida como “hidrovía”, por la empresa que la explotó durante años– es el tramo más usado del río, que ha sido modificado para buques de gran porte. Si algo no hubo, y sigue sin haber, es una mirada ambiental sobre el impacto del dragado, donde modificás el lecho de un río”.
La contaminación probablemente tenga que ver bastante, pero la cantidad de agua no permite que los peces se desarrollen, no se crían, no comen. Aparte está la depredación industrial, que saca el pez antes de que llegue a crecer
Asimismo, Hiba reflexionó sobre algunas obras que se hicieron sobre el Paraná: “El impacto ambiental del puente Rosario-Victoria y la ruta hacia Entre Ríos no estaba considerado, eso apareció hace pocos años y sigue habiendo escasa cantidad de estudios y poco acceso a la información, no se sabe mucho. Es difícil anteponer el interés público que puede tener un estudio de impacto ambiental a uno de los sectores económicos que más divisas genera a nivel nacional, hay disparidad de fuerzas”.
Otra de las presiones que sufre el río son los proyectos inmobiliarios. “A lo mejor eso no se ve tanto en Rosario, pero sí en Victoria, donde hay un country náutico sobre la derecha de la ruta, que es tierra ganada a la isla o al humedal. Ni hablar del pre-Delta, donde está completamente ganada la tierra fluvial para el desarrollo inmobiliario”, apuntó.
La Vía Navegable Troncal –más conocida como “hidrovía”, por la empresa que la explotó durante años– es el tramo más usado del río, que ha sido modificado para buques de gran porte. Si algo no hubo, y sigue sin haber, es una mirada ambiental sobre el impacto del dragado, donde modificás el lecho de un río
Son, justamente, todos estos usos del río los que a Hiba la invitaron a pensar en el concepto de multifragmentación: “Es un término que hace referencia a la cantidad de intervenciones humanas sobre el curso del río. En sus más de cuatro mil kilómetros, el Paraná afronta desde sistemas de represas hasta la pesca industrial, pasando por desarrollos inmobiliarios, procesos de deforestación, captación de agua dulce para ser potabilizada, la navegación, el turismo, y todo eso hace que grandes ríos que antes fluían sin obstáculos o sin presiones desde su nacimiento hasta su desembocadura, hoy sean sometidos a procesos de mutifragmentación, es decir, un montón de intervenciones humanas para el aprovechamiento de recursos que, en el caso del Paraná, han ido creciendo mucho en los últimos veinte o veinticinco años. El río siempre fue dinámico en su paisaje, pero hoy a esa cuestión natural se le agrega la intervención humana”.
Los humedales son enormes generadores de oxígeno, purificadores de agua, mitigadores de inundaciones o sequías, proveedores de materias primas para alimentación, trabajo y turismo, son grandes aliados y sumideros de carbono en tiempos de cambio climático. Está bueno pensar en todo lo que nos da el ecosistema del Paraná solo existiendo, sin necesidad de que haya una retroexcavadora o un feedlot para volverlo productivo
La belleza del río
“Nos interesaba mucho que el trabajo transmitiera la belleza del paisaje, la serenidad que nos da poder ir a la isla, a la playa, ver el agua. Quisimos escaparle al catastrofismo, porque pensamos que no suma. La idea fue contar lo problemático, lo que nos preocupa, pero sin perder de vista lo que nos aporta y lo hermoso que es el río, que nos da nuestra identidad e historia. Por eso decidimos empezar el artículo con una pequeña estrofa de un poema e ilustraciones”, señaló Hiba, ya en el cierre de la presentación. Y, tras pispear entre los presentes, le dedicó el informe a sus padres, quienes se conocieron a orillas del Paraná.
“El aporte simbólico, cultural e identitario que nos hace el río es único y es lo que nos convierte en habitantes de esta zona del país, pero también es un ecosistema hiper productivo. Los humedales son enormes generadores de oxígeno, purificadores de agua, mitigadores de inundaciones o sequías, proveedores de materias primas para alimentación, trabajo y turismo, son grandes aliados y sumideros de carbono en tiempos de cambio climático. Está bueno pensar en todo lo que nos da el ecosistema del Paraná solo existiendo, sin necesidad de que haya una retroexcavadora o un feedlot para volverlo productivo”, añadió la periodista.
Y, al ser consultada sobre qué pueden hacer los ciudadanos para cuidarlo, observó: “Como periodista, creo que hay que estar informado. La ciudadanía tomó conciencia como nunca antes sobre los temas ambientales y avanzamos un poco con la idea de que no es necesario tener otras cuestiones resueltas, como la pobreza o la violencia, para preocuparte por el ambiente, porque con el humo vimos que, si el aire no está sano, tampoco lo estamos nosotros. Tenemos el derecho, y un poco la obligación, de estar informados para decidir mejor qué consumimos, cómo nos movemos, a quién votamos, qué hacemos cuando vamos a la costa o a la isla, qué les enseñamos a nuestros hijos, si percibimos que somos parte de un sistema más grande y que nuestra salud no deja de depender del entorno ambiental. Vivimos en una ciudad que tiene la suerte de estar ubicada en un lugar increíble y tiene una gigantesca carga de biodiversidad, y a veces hay que detenerse, mirarla y disfrutarla para cuidarla mejor”.