El Gobierno hace facilismo sobre las supuestas bondades de las Sociedades Anónimas Deportivas pero esconde el verdadero motivo. Argentina, un semillero de campeones del mundo. Qué y cómo discutir el avance privatizador. El sector inmobiliario, el jugador al que le temen los clubes de barrio.
Ángel Di María, cuando todavía era Angelito y vivía en la humilde casa de calle Perdriel 2066, corría como Forest Gump en la famosa película. “Mucho, en todas partes, a toda hora”, escribió Lucrecia Sabadotto en el libro Semilleros. El pediatra al que acudió la familia, preocupada por esa energía incontrolable, le recomendó: “Llévelo al fútbol”. A menos de cinco cuadras lo esperaba con las puertas abiertas y sin pedir nada más que su desbordante entusiasmo, el club El Torito.
Casi al mismo tiempo, pero en la otra punta de Rosario, Lionel Messi –cuando todavía era Piqui, según revelan en el mismo libro Nadia Fink y Julia Moscatelli– pasaba el día casi entero en el club Abanderado Grandoli: “Íbamos toda la familia, de las 8 o 9 de la mañana hasta las 7 u 8 de la tarde, que era la última categoría que jugaba”, la de uno de sus hermanos.
En un club de barrio, los jugadores y deportistas son seres humanos, no dividendos. Cuando a Salvador Aparicio le preguntaban por Messi, sin aires de sabio, aclaraba: “Yo no lo descubrí, soy el primero que lo puso en una cancha”. En el Grandoli, el rédito no es económico ni se mide en dólares. La sabiduría o las oportunidades a los chicos, al servicio del club.
Cuando el presidente Javier Milei hizo su “pregunta técnica” (“Si AFA se opone a las Sociedades Anónimas Deportivas ¿por qué motivo permite que el plantel titular provenga de estas sociedades?”, tuiteó con la formación de la Selección Argentina), el periodista y escritor rosarino Santiago Garat le respondió en X con Semilleros en la mano: “Dibu Urquiza y San Isidro MdP, Montiel El Tala La Matanza, Cuti San Lorenzo Las Flores Cba, Lisandro Urquiza y Libertad Gualeguay, Tagliafico Calzada, de Paul Belgrano Sarandí, Enzo La Recova, Mc Allister Parque Caba, Messi Abanderado Grandoli, Di María El Torito, Julián Calchín”. Todos, clubes de barrio. Y como ese libro que cuenta la historia de los campeones del mundo en sus clubes de origen es parte de la respuesta al avance de las SAD, sus editores decidieron liberarlo: “Fue una decisión política. Pensamos que no podemos hacer una comercialización de la respuesta”, dice Fabián D’Aloisio sobre el PDF del libro que a las pocas horas de la liberación tenía más de 1200 descargas.
Entre los argumentos, el Gobierno insiste en que la decisión de convertirse o no en SAD será de las y los socios. “Quienes estamos en clubes de barrio –explica Esteban Ortega, presidente de la Red de Clubes de Rosario y del club San Martín–, sabemos que las asambleas son espacios en los que la participación es bastante baja. Hay como una cultura del individualismo”. Y si bien la agenda en tal sentido la copan los clubes de fútbol, el dirigente advierte sobre “la gran amenaza” que representa para las entidades deportivas barriales el sector inmobiliario: “Viene uno y agarra un club con papeles poco claros, medio abandonado. Lo regulariza en un par de meses, hace una asamblea y convierte el clubcito en SAD y mete un desarrollador inmobiliario que haga un edificio de 20 pisos, con una canchita abajo como para que tenga alguna onda deportiva. Ese desarrollador inmobiliario accedió a un terreno enorme sin pagar un mango, sólo arreglando con unos pocos vecinos”.
¿Por qué, entonces, los futbolistas argentinos que juegan en SAD (exitosas, generalmente) en otros países suelen recordar (y hasta ayudar) al club de barrio que los vio nacer? Un tatuaje que atraviesa el brazo de Di María, quizá, tenga algo para decir al respecto: “Nacer en la Perdriel fue y será lo mejor que me pasó en la vida”.
Clubes privados de La Libertad (Avanza)
Por falta de baño en la casilla en la que vivía con su madre y su hermana, Brian Toledo hacía sus necesidades en la casa de su tío y vecino. Dormía en un colchón tirado en el piso, que se mojaba ante una lluvia mediana. Recién cuando descubrió a su mamá llorando por la falta de comida para los próximos días, cayó en la cuenta de su condición: “Ahí entendí que éramos pobres”. En enero de 2020 entregó esta historia para el libro Pelota de papel 4, y en febrero murió en un accidente de tránsito. En torneos organizados por el Estado demostró su habilidad con la jabalina, que descubrió de casualidad, y el resto de la historia es conocida: Oro en los Juegos Olímpicos de la Juventud, representó al país en Londres 2012 y Río 2016. “Un Brian Toledo con estos gobiernos –dice sobre la actual gestión nacional Claudio Morresi, ex secretario de Deportes de la Nación, en diálogo con el programa radial Poné la pava– no se hubiese podido desarrollar”.
La fábrica de contención de talentos (y sobre todo para quienes no tienen tanto talento) que son los clubes, no se reduce al fútbol. Naturalizar su importancia, nos advierte Daniel Castellani, entrenador de Las Panteras, hace que “no podamos dimensionarlo”. En un programa en DeporTV se explayó: “Tenemos estructura de clubes y sociedades de barrio, de fomento, de todo. No hay plata, no hay programa, pero hay lo que no tienen otros países, que es la pasión. Si en un club no hay pelotas se hace una rifa y en una semana están las pelotas. Los padres venden panchos, alfajores, rifas, y aparecen las cosas”.
“Los clubes ya son privados”, aclara Ortega, quien participó del proceso de recuperación del San Martín, del barrio La Florida. Sus socios y socias son los dueños. Sobre las críticas a las conducciones de esas entidades por parte de asociaciones civiles, acepta que “hay cosas que funcionan mal”, que “la democracia no funciona en todos”, que hay “asambleas a escondidas”, y que “la participación ciudadana está bastante a la baja”. Y que con este combo, admite, “es lógico que los discursos favorables a las SAD calen en la sociedad”.
Si en un club no hay pelotas se hace una rifa y en una semana están las pelotas. Los padres venden panchos, alfajores, rifas, y aparecen las cosas”.
En el libro Clubes argentinos, de Rodrigo Daskal y Verónica Moreira, se ensaya una respuesta: “Al dejarse de lado factores fuertemente determinantes como los vaivenes socioeconómicos del país, se adjudica a las dirigencias el peso principal de la responsabilidades sobre la realidad de las instituciones. Este argumento funciona como eje central para el avance de las propuestas de tipo privatizadoras”. Es decir, las crisis no son (sólo) propiedad de los clubes, sino del país. “Los clubes de Arabia Saudita –me agrega Daskal– tienen el poder que tienen por la economía de Arabia Saudita, no porque sean sociedades comerciales y las nuestras asociaciones civiles. Pero estas cuestiones se observan poco en el debate”.
Tribuna caliente
En el mundo, los ejemplos de Sociedades Anónimas Deportivas abundan. Las exitosas y las no tanto. Los clubes con dueños privados, incluso, son mayoría en el planeta. Por eso sorprende que el ministro de Justicia de la Nación, Mariano Cúneo Libarona, mencione para defender ese modelo a Real Madrid, Barcelona y Bayern Munich, tres clubes poderosos de Europa, pero que son de sus socios. “Lo que más me llama la atención es la cantidad de argumentos no certeros que se usan para dar la discusión”, reflexiona el sociólogo Rodrigo Daskal al respecto, y aclara: “No me parece mal el debate. Si no, nos quedamos sólo en el «no a las SAD» a los que no nos gustan las SAD, y eso es un error. Hay que explicar por qué no queremos que las haya”, ya que “cuando ellos argumentan a favor, lo hacen con datos falsos”.
“Lo que está en juego acá es ese patrimonio cultural que son los clubes en la Argentina. Creo que esa es la discusión profunda que hay que dar”.
Como hace el propio Javier Milei, al decir que con el modelo que impulsa, Boca le va a ganar al Milan por goleada y a los poderosos. Pero Chile, por ejemplo, tiene clubes SAD y ni se arriman siquiera en la Copa Libertadores. O Federico Sturzenegger, ministro de Desregulación, que asegura que con el ingreso de capitales privados a los clubes, el torneo de AFA se parecería al inglés: “Mis hijos los fines de semana ven la Premier”, argumenta. Además, como si el actual sistema impidiera el ingreso de capitales privados. De hecho, la legislación vigente permite gerenciar parte de los clubes, y el mayor ingreso de dinero en los de Primera División son de la tele, de capitales estadounidenses. “Cuando estamos discutiendo qué es un club en Argentina, es un conglomerado de actividades deportivas, sociales, culturales, con deporte profesional (fútbol en muchos casos). Pero los clubes de barrio y los clubes con deportes profesionales son mucho más que lo que es un club en Europa”, explica Daskal, y agrega: “Lo que está en juego acá es ese patrimonio cultural que son los clubes en la Argentina. Creo que esa es la discusión profunda que hay que dar”.
Este investigador del Centro de Estudios del Deporte de la Universidad Nacional de San Martín, recomienda salirse del debate de superficie, que buscan ganar la agenda y empiojar la discusión: “Estos son: cómo se gestiona (se argumenta que se gestiona mal una asociación civil como si una empresa no pudiera gestionarse mal, como si no pudiera ocurrir tanto una cosa como la otra); y la crisis económica, que incluyen a los clubes como a cualquier otra institución en la Argentina o a cualquier empresa”.
Además, las actuales asociaciones civiles pueden emitir en bolsa bonos negociables, o constituir un fideicomiso privado y ponerlo en bolsa para quienes quieran invertir. “Pero no les alcanza con eso –afirma el experto– porque quieren hacerse del formato jurídico para que eso sea nada más que un negocio, exclusivamente”.
Aquello que soñó Mauricio Macri sin éxito –en sus gestiones como presidente de Boca y luego de la Nación–, empezó a ganar fuerza desde la asunción de Milei. El secretario de Deportes Daniel Scioli, que en los 90 presentó un proyecto a favor de las SAD y luego otro en contra, ahora acompaña la iniciativa, que –está claro– caló como nunca antes. Entre las explicaciones, Daskal enumera que “una es la transnacionalización del negocio deportivo, que viene de las últimas décadas y con un factor central que son los medios de comunicación, Internet. Hay audiencias universales y eso implica un negocio universal, y eso implica la visibilidad de modelos universales”.
Una reconocida publicidad ya lo dice: hay cosas que el dinero no puede comprar. Y por más dueños ricos que tenga el fútbol, razona el sociólogo, “una cosa es la Premier League y otra es el torneo de Arabia Saudita”, donde se marca “un modelo a seguir”.
Pero como reza la canción, en la Argentina tenemos campeones de fútbol, boxeo y hockey. Y hay más, como ahora en BMX. Si el deporte nacional se mantiene en pie pese a la falta de inversiones y políticas de Estado sostenidas en el tiempo, es porque, como dijo Castellani, “el deporte argentino es un milagro”. El periodista que lo entrevistó, resume la idea: “La base del milagro del deporte argentino son los clubes, al cabo”.
Facundo Paredes es Periodista del semanario El Eslabón y del portal Redacción Rosario (cooperativa La Masa) y de Radio Nacional Rosario. Participó del libro Semilleros y es coautor de La noche del Trinche.