La Universidad Abierta para Adultos Mayores es un Programa de extensión de la universidad pública que en Rosario aloja anualmente a más de dos mil personas mayores que tienen una oferta académica variada y de calidad. Un espacio de encuentro, aprendizaje, debate y reflexión entre pares. La construcción de conocimiento, el intercambio de saberes y la encrucijada de la educación pública en el contexto nacional. La descentralización que proponen los Puntos Universitarios y una población mundial que tiende al envejecimiento.
En 1948 llegaban a la Argentina desde Eslovenia -la ex Yugoslavia- los padres de Miguel Ángel Moskat, quien nacería unos años después. Hoy Miguel tiene 71 años y disfruta de su tiempo, parte del cual lo invierte en seguir aprendiendo cosas: desde historia hasta arqueología urbana, desde periodismo hasta las vanguardias artísticas del siglo XX. Apertura y expansión son dos de las palabras que Miguel usa para describir lo que sucede en la Universidad Abierta para Adultos Mayores (ProUAPAM), Programa que depende del Área de Extensión de la Universidad Nacional de Rosario. “Todo lo que he aprendido desde 2017 a la fecha es invalorable. La apertura mental, empezás a ver otras cuestiones. Te estimula a seguir investigando por cuenta propia”, contagia.
– Miguel, ¿querés que vayamos a la universidad abierta para adultos mayores? Mirá que hay cursos…-.
– Bueno, vamos-. De esa manera recuerda Miguel la invitación que le hizo un amigo en 2017. Desde entonces hizo un curso, y después otro, y después otro. “Cursé con diferentes profesores, casi siempre enfocado en la historia. Estuve con Eduardo Taleti, con Carlos Álvarez, actualmente estoy con Manuel Núñez”, va enumerando. Miguel, cuya formación es Técnico Superior en Periodismo, también incursionó en arqueología urbana con Nino Volpe e hizo otro curso con Gisela Galassi donde conoció los archivos policiales de la Jefatura local de Policía entre 1905 y 1940. “Se dio la posibilidad y la apertura para conocer esos archivos”, destaca.
A Miguel la cuestión de la historia siempre le gustó. En un curso con Laura Capdevila recorrió las diferentes vanguardias de principios del siglo pasado. “Para mí fue un hallazgo porque pude entrar a las distintas corrientes artísticas; cambia todo con el cambio de siglo”. El año pasado hizo un curso con Carlos Álvarez sobre la historia del movimiento obrero entre finales del siglo XIX y principios del XX. Para él, se trata de poder ver “con una mirada más amplia aquellas cuestiones que están ocultas o silenciadas”.
Miguel cuenta que se sintió cómodo desde que empezó a cursar. Dice que refrescó ideas y que también pudo aportar lo que él sabía. “Fui escuchado. Con todos los profesores hemos tenido un excelente diálogo. No está el profesor allá arriba y nosotros abajo subordinados. Hay un intercambio saludable”, resume. También se refiere a las acusaciones del Presidente Milei acerca del adoctrinamiento marxista en las universidades. “Está loco, totalmente equivocado. No hay ningún adoctrinamiento, hay profesores que pueden tener una visión marxista pero eso no implica adoctrinamiento. Marx es uno de los grandes pensadores de la filosofía, hay que conocerlo”. Miguel apunta hacia la encerrona que supone la lógica de amigo-enemigo por la cual, dice, “de muchas cosas no se puede ni hablar”. “No es sólo negro o blanco. Hay grises que aclaran y grises que oscurecen. El historiador Norberto Galasso dice que la historia es la política del pasado así como la política es la historia del presente”.
Que la cosa crezca
Santiago Vieytes, psicólogo de profesión, trabaja en el Área de Extensión y Territorio de la UNR desde 2018. Desde agosto del año pasado tiene a su cargo la coordinación del Programa Universidad Abierta para Adultos Mayores, que funciona desde 2011 y que estuvo coordinado por Elida Penecino hasta que Santiago tomó la posta cuando Elida se jubiló. Los años anteriores Santiago venía trabajando como coordinador de un centro territorial universitario que funciona en la zona sudoeste, en el Club 20 amigos, donde en su momento realizó su práctica como estudiante de psicología. “Fue en el marco de un espacio de teatro y salud mental para personas mayores. Fui practicante y después acompañante de otros estudiantes. Es mi experiencia previa de trabajo con personas mayores”, cuenta. Además, como psicólogo, tiene experiencia en el campo y trabajó como acompañante terapéutico con personas mayores durante varios años.
El desafío sobrevuela en diversos momentos a lo largo de la entrevista: “Cómo nos damos los debates necesarios para que esto se institucionalice, se establezca, se expanda y crezca”
La oferta académica del Programa se va modificando año a año. Cuando empezó en 2011, reconstruye Santiago, lo que hacían era reunirse con las distintas unidades académicas y eran los decanos de las facultades quienes proponían y avalaban el impulso de ciertos cursos. Esa lógica fue variando con el paso del tiempo conforme la cosa iba creciendo. Empezaban a ser los y las docentes quienes armaban distintas comisiones. A partir de la gran recepción, se fue dando cierta independencia y el Programa “empezó a tener vuelo propio”.
Este Programa se enmarca en una política pública que empezó a implementarse en los últimos quince años en todas las universidades nacionales. Explica Santiago: “Fue una decisión a nivel nacional de poder darles un lugar a las personas mayores dentro de la universidad más allá de los trayectos formativos que tienen las distintas facultades”. Al margen de que muchas personas mayores eligen cursar carreras de grado, hay muchas otras que se inclinan por trayectos formativos más cortos. Para Santiago, “lo interesante es que las personas mayores se encuentran en un contexto donde están rodeados de pares”.
La mayoría de los cursos se dictan en calle Sarmiento 784, edificio que alquiló la universidad donde además del Programa funciona Bienestar Estudiantil, cursos de posgrado de la Facultad de Derecho, de la escuela de idiomas de Humanidades y de UPAMI (un programa de PAMI de la universidad). “Al edificio lo pensamos de manera colectiva”, cuenta Santiago, quien trabaja en el Programa junto a cinco personas, más otras dos que se suman a las tareas que implican el desarrollo y funcionamiento de la propuesta. “Somos bastante pocos para esto que tiene casi el funcionamiento de una facultad”. Por eso, explica que además de las personas que trabajan en el edificio se suman a colaborar otros compañeros del área de Extensión.
La oferta de sesenta cursos del año pasado este año se redujo a cuarenta en la sede del centro, número al que llegaron luego de muchas gestiones y malabares porque los cálculos alcanzaban solamente para diez: el presupuesto del que disponían era el que se aprobó en 2022 y que inflación galopante de por medio ya venía muy desfasado el año pasado. “Hubo un recorte porque no se pudo seguir financiando todos los cursos que había el año pasado, sobre todo teniendo en cuenta que consideramos que los docentes deben cobrar un sueldo apropiado”. Santiago explica que “el gobierno nacional no saca el pie del acelerador” y que por eso se torna “muy complejo todo el funcionamiento de la universidad”. El agravante es que al ser un Programa depende de partidas específicas y generalmente “son las cosas que primero tambalean o que más se tardan en cobrar”.
“Los que venimos a la universidad somos privilegiados. Hasta en los países socialistas tienen cupo y no entran todos”
“En los últimos doce años hubo gobiernos que apostaron a la educación pública y eso nos permitía desde el financiamiento sostener estos espacios. Hoy la realidad es otra”, plantea el coordinador, mientras explica que uno de los objetivos que se plantean es el de ponderar la función que tiene la extensión dentro de la universidad. “La extensión siempre fue la función menos visibilizada y menos financiada. Siempre se hicieron parches para sostenerla”. Cuenta que sin embargo en los últimos años se fue avanzando mucho y que actualmente tiene puntaje similar a la investigación. “Se ha ido emparejando pero dentro del funcionamiento todavía no se hace extensión como se hace docencia e investigación. Apuntamos a que pueda pensarse como una de las funciones sustantivas de la universidad y no como algo que dependa de un financiamiento”. El desafío sobrevuela en diversos momentos a lo largo de la entrevista: “Cómo nos damos los debates necesarios para que esto se institucionalice, se establezca, se expanda y crezca”.
Primera generación de universitarios
Mario es primera generación de universitarios en su familia. Licenciado en Ciencia Política, hasta jubilarse fue docente de la carrera de Comunicación Social, en la materia Pensamiento Sociopolítico II. Empezó a hacer cursos de ProUAPAM en la pandemia, cuando la presencialidad quedó suspendida y los cursos pasaron a la virtualidad. Dice que en ese contexto le significó un gran apoyo. “Hice cursos de psicología que te ayudaban a sobrellevar la situación”. Psico-neuroendocrinología, mitología, bioética sobre el aborto y las enfermedades mentales. Estos son algunos de los tópicos en los que Mario se siguió formando. Este año está haciendo un curso de economía familiar. “Es bien práctico, sirve para manejarte ante la situación económica”, sintetiza.
Ricardo, al igual que Mario, salió un rato del salón donde se está dictando el curso de economía familiar, para contar su experiencia como alumno de ProUAPAM. “Soy primerizo en esto, es la primera vez que vengo a un curso de la UNR”, se presenta. “Quería hacer el curso para manejar celulares y como no conseguí me interesó este de economía familiar”. Dice que él se encarga mayormente de organizar la economía en su casa y que con el curso va confirmando que generalmente se maneja bien. A diferencia de Mario, Ricardo no tiene formación universitaria. “Soy jubilado. Me entere porque mi señora que es psicóloga social el año pasado hizo un curso de psicología”. Su hija estudió enfermería en la universidad pública y su nieta actualmente está en la universidad.
Silvia es abogada y mediadora, y está recientemente jubilada. Hace unos años había hecho un curso de dibujo y ahora es compañera de Mario y de Ricardo en economía familiar. “Me interesó porque es un tema que no conozco. Me parece que está muy bien planteado, me satisface mucho”. Estudió Derecho en la UNR y también es primera generación de universitarios. “Cuando terminé tuve la suerte de trabajar en la universidad pública como docente ad honorem durante ocho años. Después gané un concurso pero no había lugares. Me llamaron de la universidad privada y trabajé en la UCA hasta el 2022. Tengo experiencia en la privada y en la pública, de ambas tengo excelentes experiencias y recomendaciones”, cuenta.
La oferta de sesenta cursos del año pasado este año se redujo a cuarenta en la sede del centro, número al que llegaron luego de muchas gestiones y malabares porque los cálculos alcanzaban solamente para diez: el presupuesto del que disponían era el que se aprobó en 2022 y que inflación galopante de por medio ya venía muy desfasado el año pasado.
Antes de regresar al aula para seguir con el curso de economía familiar, Mario plantea una cuestión respecto a los cursos: “La universidad no tiene ninguna obligación de hacer esto. Esto es costo igual que la Escuela de Oficios. El año pasado muchos compañeros no alcanzaban a entender lo que estaba en juego en las elecciones”. Agrega que su hijo es Doctor en Química por la UNR y trabaja en CONICET. “Los que venimos a la universidad somos privilegiados. Hasta en los países socialistas tienen cupo y no entran todos”.
Multiplicar es la tarea
Junto a Rosario, hay otras localidades donde también se dictan cursos del Programa, como San Lorenzo, Firmat, Los Quirquinchos, Zavalla y Casilda, entre otras ciudades. En Rosario, además de los cursos que se dictan en la sede céntrica de ProUAPAM, se suman alrededor de doce propuestas que se darán en los Puntos Universitarios a partir de un proyecto de descentralización que están lanzando desde el Programa.
Hubo una primera experiencia de descentralización en el Club 20 amigos, en el espacio de teatro y salud mental que comentaba Santiago. Como en el último tiempo vienen detectando que quienes asisten a los cursos son en su gran mayoría del centro de la ciudad, se propusieron trazar una estrategia para ampliar ese radio de acción. “De las 2.500 personas que se inscriben anualmente, el 80% son graduados universitarios, muchos de ellos con posgrados. Es un público bien universitario”, describe Santiago, mientras plantea el desafío: “Como Área de Extensión y Territorio, apuntamos a llegar a la mayor cantidad de personas posibles”. El diagnóstico: “La universidad argentina es única en el mundo y tiene una potencia muy grande. Pero sabemos que muchas veces no llega todo el mundo”.
El plan es armar los Puntos Universitarios en los distritos de la ciudad. En esos Puntos Universitarios va a funcionar la referencia de UNR del Programa de Adultos Mayores, junto con la Escuela de Oficios que es otro Programa del Área de Extensión y Territorio y que viene funcionando hace varios años. La Escuela está orientada a personas jóvenes que buscan capacitarse para tener una salida laboral. “La concepción de la academia es casi tubular, hasta que no salís en sexto año no tenés un título que te habilite, salvo algunas con titulación intermedia. Ese formato requiere de una moratoria social que no todo el mundo puede tener. Muchos pibes y pibas buscan una salida laboral más rápida. La Escuela de Oficios es una respuesta a eso”, explica Santiago.
Los Puntos Universitarios ya están empezando a implementarse. Se lanzó una convocatoria en febrero para que se presenten propuestas para implementar en los diferentes distritos. En dos semanas recibieron sesenta propuestas de todas las facultades y las escuelas medias. “Eso muestra que hay un interés grande de todas las facultades en trabajar con las personas mayores”, señala Santiago.
Posterior a esa convocatoria, conformaron un comité evaluador integrado por personas del Programa y de la Municipalidad. Un criterio fue que tuviera la mayor amplitud académica posible. Luego se volvieron a reunir con los distritos para definir dentro de la selección cuáles eran los cursos que más les interesaban, pensando en cada territorio. “Hablamos con los docentes, elegimos los lugares y ya arrancaron. Estamos aunando esfuerzos y recursos porque en este momento no sobra nada”. Dentro de los cursos elegidos para estos Puntos Universitarios se destaca el trabajo con la memoria barrial, la primera persona y la cuestión de lo grupal. “Eso nos va a servir como relevamiento para poder pensar más focalizadamente el segundo cuatrimestre qué tipo de cursos llevar y con qué docentes hablar”, entiende Santiago.
Horizonte
Sobre el final de la entrevista, Santiago trae a colación un dato relevante: a nivel mundial hay una tendencia al envejecimiento. “Hay una preocupación y un interés muy grande porque a nivel mundial vamos en pos del envejecimiento. Dentro de veinticinco años habrá más personas mayores en el mundo que jóvenes y niños”.
Efectivamente, mientras en el año 2000 la población de 60 años y más alcanzaba los 43 millones de personas, de acuerdo a las proyecciones de Naciones Unidas esa cifra seguirá en aumento para alcanzar los 101 millones en 2025 y los 190 millones en 2050. Los números indican que hasta 2030 va a haber mayor población activa que personas mayores, pero esa tendencia se revertirá para 2050. “Tenemos que fortalecer mucho la política pública en lo que respecta a esa población porque en unos años van a ser una gran parte de la humanidad”, subraya Santiago.
«Nos parece interesantísimo como universidad poder sostener esto porque es único, es nuestro y porque por la recepción que tenemos creemos que viene funcionando»
Las tres líneas de trabajo planteadas desde la coordinación de ProUAPAM para este año y el que viene son, en primer lugar, “sostener y fortalecer el trabajo de los cursos”. Además, pretenden establecer un área de bienestar para la persona mayor donde puedan trabajar cuestiones de acceso digital, herramientas financieras, asesoramiento contra estafas virtuales, espacios de ocio, etc. En este sentido, la idea es articular con los estados locales, con las facultades y con las otras áreas de la universidad. La tercera pata que proyectan es la recuperación de la memoria histórica de la ciudad. “Sabemos que las ciudades no están preparadas para alojar a todo el mundo. Nos interesa pensar cuestiones a largo plazo. Queremos pensar una ciudad amigable para las personas mayores”, dice Santiago, mientras agrega: “Como universidad nos parece interesantísimo sostener esto porque es único, es nuestro y porque por la recepción que tenemos creemos que viene funcionando”.
Miguel dice estar jubilado “hace unos cuantos años”. Considera muy necesario el hecho de seguir aprendiendo, mantenerse activo. “Todo lo que sea educación pública es muy necesaria. Y con una mirada abierta y estimulando el pensamiento crítico”. Repasa que sus hijos cayeron siempre, desde la primaria, en la educación pública. Dice que es primera generación de universitarios. Y cuenta cuando sus padres llegaron como inmigrantes, allá por 1948, desde la ex Yugoslavia.