Heredero innato de la Ciencia Digna, el investigador del CONICET Guillermo Folguera elije ubicar su aporte desde un doble eje académico/militante, que lo lleva por un lado, a acompañar las resistencias de las comunidades que defienden el saqueo de los territorios y por otro, a volcar en sus publicaciones, no solo aportes de la teoría empírica sino el entramado de una ciencia más cercana al interés de las corporaciones, que a las necesidades del pueblo. “No hago ciencia para la memoria de una ciencia que ya no está, ni para una ciencia en abstracto, sino que lo hago para beneficio de aquellos que luchan por una naturaleza menos degradada y una menor inequidad social”, señala.
La extensa biblioteca en un pequeño espacio colmado de plantas resulta el escenario ideal para una charla a fondo, mate en mano. Biólogo y filósofo, autor de textos de divulgación científica como La ciencia sin freno y Diálogos sobre el modelo agroindustrial argentino (compilador) entre otros, Guillermo Folguera recibe a enREDando en su departamento del barrio porteño de La Paternal, recién llegado de una movilización de los trabajadores despedidos de la agencia Télam. Fue en tiempos de pandemia, según cuenta, que Folguera reconoció el impacto que ejerció el doble desarraigo familiar sufrido, proceso que enhebró el camino que recorre hasta hoy. Sus padres,-él físico y ella bióloga, fallecida poco tiempo atrás- debieron exiliarse en Chile, víctimas de la Noche de los Bastones Largos (la intervención y ocupación militar de las universidades el 29 de julio de 1966, bajo órdenes de Onganía) y regresaron al país, tras el golpe de Pinochet del 73. “En algún lugar me doy cuenta, sobre todo en la pandemia empecé a entender mejor que arranco desde ahí, que ese doble desarraigo me jugó en un montón de determinaciones”.
-Cursaste dos carreras que –a priori- parecerían no estar vinculadas. ¿Cómo fue tu derrotero académico y qué fue lo que te hizo acercarte a la problemática socio ambiental?
-Mi recorrido académico se va enhebrando con el militante y en ese camino abrazo la lucha en los territorios. Para elegir como primer carrera la Biología, está la influencia fuerte de mi vieja y también para que de alguna manera naturalizara la idea de que tenía que militar, tenía que activar y estaba no solo bien sino que esa militancia era parte de la construcción de mi identidad. Empiezo a estudiar Biología y me marca mucho el 2001, que me agarra como estudiante; en la UBA me marca todo: la disgregación del estado, la reacción social, -y no lo veo como esas narrativas que lo quieren poner solo como elementos carentes, el pueblo en la calle echando un montón de presidentes-, fue realmente impactante, y también, el intento de asamblea, de estado asambleario, si se quiere malogrado, pero que también era muy impactante. 2001 y 2002 me encuentran como estudiante avanzado en biología; fui secretario de derechos humanos del centro de estudiantes y tuve algún acercamiento a una organización de derechos humanos, que finalmente no me convenció. En 2002 pasa algo que me impacta nuevamente en este doble eje académico/activista y es que escucho hablar de la soja transgénica que aparecía como una especie de panacea, que nos iba a salvar, etc. Eso me interpela además, porque en la facultad me lo habían enseñado con una actitud muy a favor, aparecía como algo muy parecido al discurso actual que habla de las bondades del litio. Y encuentro, por otro lado, las voces de dos grandes referentes que fueron Jorge Rulli y Adolfo Boy, que fallecieron hace relativamente poco. El Grupo de Reflexión Rural (GRR) me acompañó hasta 2015; fue una experiencia larga, hermosa, una experiencia con baches porque en cuarto año de biología empiezo filosofía, cansado de algunas cosas que veía de la academia no solo vinculadas con los transgénicos sino con una idea que yo tenía de la ciencia un espíritu crítico generalizado, que no encontraba y después se va a consolidar, esa mezcla de positivismo que niega otras voces, el comienzo de lo que hoy entiendo como ciencia empresarial. Empiezo a estudiar filosofía con la militancia del GRR en paralelo y me encanta, pero veo que muchas de las cosas que me disgustaban de la biología se reproducen en Filo y dirás porque esperaba otra cosa. Es la ingenuidad de alguien de veinte algo que buscaba otra cosa.
-En medio, aparece la figura de Andrés Carrasco (médico especializado en Biología Molecular, responsable del estudio que determinó la toxicidad letal del glifosato) como referente y quiebre de esa ciencia cada vez más vinculada a lo corporativo y lo empresarial…
– La figura de Andrés aparece muy fuerte, de hecho siempre me pregunto cuántas cosas se hubieran jugado diferente si Andrés siguiera vivo. Fue una figura fuerte, aglutinante, además de un tipo muy carismático. Tenía algo muy propio de una generación donde se jugaban elementos personalistas, no en el sentido peyorativo del término, sino una impronta personal muy fuerte, una cuestión de “seguime”, (eso también lo vi con Rulli) pero fue una persona que dejó mucho y mucho a favor. En esos años, Andrés marcó no solo una ciencia que podía ser de otro modo, sino –en contraposición-, una figura como Lino Barañao (ex ministro de Ciencia y Tecnología entre 2007 y 2018) que empezaba a consolidarse hasta lo que es hoy, en consonancia con una ciencia de carácter empresarial, de la que yo he sido muy crítico; esa vertiente de lo que hoy entendemos por kirchnerismo y del vínculo que tiene esa vertiente con el extractivismo. Me doctoro en el 2007/08 y en un evento de ecología, un investigador de Chile, Francisco Bozinovic, me ofrece ir a hacer con él una instancia post doctoral. Tenía 30 años. Fueron años fuertes, dudé en un momento, me faltaba terminar Filo, ahí son años que tengo agujeros respecto de la lucha socio ambiental en la Argentina, porque primero me sale Chile y también me sale México y España, donde viví varios meses. Estando allá, me tomaba un avión para venir a dar los finales en Filosofía y es por esos años que lo conozco a Andrés Carrasco, a sus investigaciones y de alguna manera se posiciona, no como un discurso que me resultara novedoso, pero sí un posicionamiento muy fuerte dentro de la academia que lograba conformar esto que después muchos sectores van a entender como ciencia digna. Había algunas voces críticas pero Andrés se destaca, también por haber trabajado en el Ministerio de Defensa y haber sido presidente del CONICET. Y aquí agregaría su historia peronista que a veces se soslaya; se le destaca el despertar político con el tema socio ambiental pero quienes lo tratamos veíamos que había un peronismo muy a flor de piel. Hoy, las figuras de Andrés y Jorge Rulli me dialogan en la cabeza, tienen muchas cosas parecidas.
-¿Qué fue lo que marcó el quiebre, la experiencia que hizo que te acercaras a la lucha en los territorios?-
– Claramente, me marca la visita a Jáchal, San Juan, a la Segunda Cumbre del Agua (realizada en abril de 2019). Ahí me impacta porque veo elementos cordilleranos diferentes, nombres propios diferentes, ya no era Bayer/ Monsanto, ya no era Singenta, ya no era Bioceres; era Barrick Gold, ya no era soja, era oro, plata o cobre, pero era lo mismo. Empecé a ver las similitudes, a pueblos resistiendo, hay diferencias pero similitudes, orienté varias cosas y terminé a ordenar algunas cosas y empecé a orientar y trabajar en muchos sentidos; uno fue no tener ya proyectos de investigación diferentes a mi militancia entonces empecé a acercar esa distancia; hasta ahí había trabajado en Biología Evolutiva, en Fisiología de la Evolución, en mi posdoctorado en Chile, en Filosofía de la Biología Evolutiva en México y España y en el pos doctorado acá, pero a partir de ahí empiezo a decir trabajemos sobre extractivismo, veamos que es. Fue fuerte porque la filosofía no tiene un área principal sobre esto. Primero con la mega minería; después empezaron a aparecer solos los otros procesos, pinos en la zona de Esquel, offshore recientemente, litio recientemente, fracking hace unos años y tratando de entender elementos comunes. Estos últimos cuatro, cinco años fueron una expansión muy grande de ese proceso donde además, como siempre las tareas son colectivas, hay toda una narración individual acá pero siempre fue desde y a partir de lo colectivo.
-¿Qué experiencia te deja el in situ, el territorio, el contacto con las comunidades y organizaciones, qué es lo que te traés de cada viaje que te enriquece a nivel militante pero también podes volcar en la divulgación académica?
-Con el GRR había viajado varias veces a Rosario pero en 2015 se da por primera vez esto de tomar un micro y salir a un conflicto territorial. Y empiezan a pasar dos o tres cosas; una es que se te ensancha el país, yo que soy porteño, sabía que hay un afuera, lo venía trabajando, recibía gente en Buenos Aires, venía estudiando pero de golpe se te ensancha la lógica de dominio y la lógica de resistencia; en ese sentido cualquier cosa singular se te hace plural, entender al país en su diversidad en entender que hay que pensar un país plural, en todo sentido, en la resistencia pero también en las formas de producir alimentos, en la manera de comunicarse con la naturaleza, en las identidades, en las articulaciones en lo cual tiene en enorme desafío, por ejemplo yo voy a Jujuy o voy a Chubut y el vínculo con los pueblos originarios es un obstáculo pero también implica una ventana, una apertura increíble a otro mundo. También implicó un reconocimiento de los límites, lo que yo me había formado servía para algunas cosas y no para otras, y también y que es una de las nociones que yo ahora estoy aprendiendo más que es el aprender a escuchar, a escuchar en serio. Como dice Walter Benjamin no escuchar información que me resulta útil sino una interpelación que te moviliza, que te mueve el cuerpo, que te saca los cimientos, yo que venía con certeza académica además, con ciencia y filosofía, fue un laburo importantísimo.
Además de su labor científica y de ejercer la docencia en la Universidad de Buenos Aires (UBA), Folguera integra colectivos de trabajo y pensamiento, repartiendo el tiempo entre el grupo Ciencia, Territorios y Ambiente, el programa Después de la Deriva en FM La Tribu, y el Grupo Anti Extractivista, orientado en una búsqueda de interlocución y llegada masiva desde las redes sociales.
-¿Qué dificultades vislumbrás en el abanico de luchas y reclamos territoriales?
-El poder ha visto esa dificultad nuestra y ha metido cuña ahí, porque ha visto discontinuidades o distancias espaciales por ejemplo, te metés con el tema del litio, tenés a las comunidades jujeñas, las salteñas, catamarqueñas y riojanas, ahora también nuestras formas de resistencia no nos han ayudado; por un lado el movimiento socio ambiental, por otro la lucha feminista, el movimiento de laburantes, el movimiento estudiantil, el movimiento de los pueblos originarios; tenés un racimo de movimientos con tensiones hacia adentro pero principalmente con diálogos malos. La manera, por ejemplo en la cual los organismos han visto que el tema socio ambiental no es parte de la propia agenda de derechos humanos, cuando por ejemplo los casos de gatillo fácil se ve claramente que son primera, segunda y tercera generación de personas excluidas principalmente de los pueblos y el campesinado no solo argentino sino boliviano, paraguayo. Cuando entendés que las desigualdades sociales que hacen carne de cañón a los pibes en las villas están directamente vinculadas con una forma extractivista que no hace más que aumentar la diferencia entre territorios y pobreza , los problemas se tornan comunes; si agarrás a una campesina de Salinas Grandes en Jujuy, la atraviesa todo lo que viene denunciando el movimiento feminista, el movimiento de género, todo lo que vienen exigiendo los laburantes, lo que vienen mencionando el movimiento socio ambiental y los pueblos originarios, en ella se concentran y yo creo que como movimiento estamos fragmentados. Eso al poder le ha jugado muy a favor suyo y nosotros no le hemos sabido desarmar.
Cuando entendés que las desigualdades sociales que hacen carne de cañón a los pibes en las villas están directamente vinculadas con una forma extractivista que no hace más que aumentar la diferencia entre territorios y pobreza , los problemas se tornan comunes
Extractivismos y Ley Ómnibus
-Si uno mira estos diez puntos del acuerdo que convoca Milei para el acuerdo de Mayo, el punto 6 es nuclear; no es casualidad que esté ubicado en el centro. Directamente dice que las provincias tienen que dejar paso al avance del extractivismo y está diciendo, claramente; Mendoza se tiene que dejar de joder y avanzar con la mega minería, al igual que Chubut como dijo Patricia Bullrich, (como Cornejo está intentando ahora), Morales se tiene que dejar de joder y entregar Jujuy, el gobernador de Salta lo mismo, no porque haya resistencia en esas provincias por parte de los gobernadores sino porque la bajada de línea es terminemos de sacar cualquier cláusula que obstaculice la ley Ómnibus y el DNU. Hay un derrotero en esta dirección, de sacar la Ley de Glaciares, sacar la Ley de Bosques, garantizar la exportación de hidrocarburos antes que priorizar el consumo interno, sacar la Ley de Fuegos, avanzar con la privatización de las semillas; están todos los extractivismos involucrados, todos los vinculados con el offshore y el fracking, los vinculados con el agronegocio y la mega minería de litio. Y ahí vuelvo. ¿Qué significa extractivismo? Extractivismo es el gran paraguas hoy de una política de despojo, una política de entrega, una política que no solo tiene que ver con perder los bienes comunes sino con reordenar a las comunidades en el territorio, decirles a las comunidades de Jujuy, ustedes ya no pueden vivir más acá; decirles a las comunidades de Fiambalá, ustedes ya no pueden vivir más acá, a la gente de Río Negro, Chubut, decirles “esto es terreno de”. Esto es muy elocuente en la reforma constitucional de Morales, en los artículos 36 y 50 que eran de los pueblos originarios y los cambios que intentaba dar; esas tierras que antes eran de los pueblos originarios, ¿saben qué? Ahora el Estado va a definir su futuro. La propiedad privada es sagrada y en este sentido si el Estado decide dejárselo a Livent o Allquem, (en referencia a firmas explotadoras de salares con proyectos de extracción en Catamarca y Jujuy) tendrán que aceptarlo.
Extractivismo es el gran paraguas hoy de una política de despojo, una política de entrega, una política que no solo tiene que ver con perder los bienes comunes sino con reordenar a las comunidades en el territorio
Dejar de ser células para convertirnos en tejidos
Folguera entiende las complejidades que se entrecruzan en un contexto marcado por el retorno de la derecha al poder y los discursos de odio que enrarecen el clima social. “Creo que Milei es el paroxismo de todo esto. A mí me marca mucho la película de Michael Haneke, La cinta blanca que analiza cómo fue la infancia de los pibes que después son nazis; el cómo se gesta, no porque el proceso de Milei me vincule directamente con el nazismo pero si con una construcción de grupos, de movimientos sociales que aceptan con naturalidad que haya gente que se muera de hambre y acepta que haya despedidos. Yo lo pensé mucho porque soy consciente que si estoy denunciando por ejemplo a la empresa ALUAR que está contaminando y matando gente en los alrededores de Puerto Madero, mi aporte involucra a personas que trabajan en instituciones que matan. Ahora, acá no es eso, es gente que pareciera casi hasta disfrutar”.
-¿Hay escucha de parte de la comunidad científica, como se da este diálogo disruptor de la ciencia hegemónica puertas adentro?
-Cuando yo arranco esto en 2002, había todo un discurso, todavía entremezclado y creo que con la figura de Lino Barañao se termina de conformar un ideal de ciencia para el lucro; durante su gestión e inclusive después con Salvarezza eso no fue revisado. Lo que aparecía como distintivo era el carácter nacional, se festejaba el trigo HB4, se festejaba el fracking y el offshore si estaba metido YPF; se festejaban toneladas de exportación si correspondían a YPF Agro, se invisiviliza que YPF venda atrazina que provoca cáncer de mama, (y Argentina no tiene números respecto de los casos de cáncer de mama. Es decir, la pregunta va más allá: ¿qué significa que una empresa del Estado venda un agente cancerígeno con una altísima prevalencia y que después van estas mujeres a atenderse a los hospitales públicos? Mi vieja tuvo cuatro tumores de cáncer de mama y siento que esto me marcó mucho. El libro Veneno (de próxima aparición) va dedicado a ella en gran medida por ello, aunque por supuesto nunca se confirma causalidad. ¿Quiere decir eso, que la ciencia empresarial ha comprado todas las cabezas? Posiblemente no, lo que yo veo es un quiebre generacional, veo que las generaciones nuevas miran con mayor sospecha a esta ciencia y después, además hay una crisis brutal, más hoy con los procesos de desfinanciamiento del gobierno de Milei.