La política de la crueldad reflejada en el despido masivo de trabajadorxs del Estado. Un gobierno libertario que demoniza y hostiga al movimiento transfeminismo. El ajuste que recae con mayor impacto sobre los cuerpos de mujeres y disidencias. ¿Cómo se sostiene el día a día? Brechas de género, tareas de cuidado y la violencia urbana en Rosario. Trabajadoras del arte, la docencia y la economía popular cuentan su experiencia.
Foto principal: Fer Der Meguerditchian
Lucía Mendez, apodada La Wacha, es una de las voces de Amor Underground, banda nacida en 2019 en nuestra ciudad que combina rap con otros géneros musicales, tales como el rock. La joven también se desempeña como productora en eventos propios del grupo, como manager de la banda, y en la generación de contenido y manejo de las redes sociales del proyecto. A la par trabaja como coordinadora y community manager del Laboratorio de Hip Hop, una propuesta de oficios culturales llevada adelante por Distrito Siete, la Universidad Nacional de Rosario y Sedronar. La misma busca generar oportunidades laborales para jóvenes de distintos barrios. “Es un proyecto que trabaja con el movimiento, con talleres de breaking rap, graffiti y producción; con y desde las juventudes”, detalla la música. Además de las mencionadas tareas, La Wacha tiene variados trabajos y changas por fuera de lo artístico, entre ellos de niñera. “Le dedico mucho tiempo, no solo a mis cuidados y a mis trabajos en mi hogar, sino también a dos niñas que tienen ahí toda mi atención todas las semanas”, cuenta.
Paola Bitteti es docente de primaria en la Escuela 1391 “Caminos de Esperanza», con modalidad hospitalaria; por lo que funciona en los hospitales Vilela, Zona Norte y Provincial. “Nuestro trabajo es garantizar las trayectorias de lxs estudiantes durante su internación o tratamiento, por eso damos clases a pie de cama”, explica la docente. Además, agrega que si bien la dinámica es diferente al resto de las escuelas, la carga horaria es la misma. Ella integra la agrupación Julia García que forma parte de Amsafé y lleva el nombre de una de las primeras fundadoras del gremio. Y de esta militancia dice: “Tenemos ciertos principios, que son la independencia de clase, la democracia, la acción directa y el feminismo. Venimos debatiéndonos cómo llegarle a las compañeras para que participen, para que no caigan en la desmovilización, en la desesperanza, en el individualismo, en el sálvese quien pueda”.
Melina Ávila trabaja como delivery en la cooperativa Coopexpress, iniciativa surgida en 2015 con la finalidad de generar mejores condiciones laborales para quienes se desempeñan en el rubro de delivery y mensajería, dada la extrema informalidad propia del rubro. En Rosario, son el único espacio que brinda estos servicios de manera autogestiva. “Cobramos por hora y nos pagan por día, una vez finalizado el turno”, cuenta Melina acerca de la modalidad de su trabajo, en el que se desempeña en dos turnos (dos horas al mediodía y tres por la noche). También se encuentra a cargo de la Secretaría de Género, Diversidad y Derechos Humanos del Sindicato de Cadetes.“Llevamos adelante reuniones cada dos semanas, los días viernes a las 14. 30 hs en La Toma, con las compañeras y compañeres que militan dentro del área. Las reuniones son abiertas, por lo que invitamos a todas y todes les que se quieran sumar a pensar un espacio político más justo para mujeres y disidencias”.
¡El arte es trabajo!
“Me parece que lo que históricamente une al mundo de lo femenino con el mundo del arte es el mundo de las pasiones; y el sistema se ha encargado históricamente de otorgarle una visión más negativa a lo pasional. Pareciera que nosotras no tenemos el poder de la razón, que somos más pasionales. Y que por eso no somos reconocidas o no somos buenas en el trabajo que hacemos. Y también pienso en cómo el mundo de las pasiones interpela constantemente al arte en todas sus expresiones, y cómo entra dentro de este mundo del trabajo no reconocido y no remunerado. Entonces, creo que las mujeres tenemos un montón para aportar, para seguir construyendo la idea de que el arte es trabajo” opina Lucía frente a la pregunta sobre el reconocimiento del trabajo en el ámbito artístico.
En relación a las brechas de género en el área, La Wacha menciona que son necesarias legislaciones tales como la Ley Mercedes Sosa. Sancionada en 2019, la Ley 27.539 establece un cupo del 30% de artistas solistas femeninas, agrupaciones musicales lideradas por mujeres y/o agrupaciones musicales con mayoría de mujeres para los eventos de concurrencia masiva donde haya tres o más artistas convocadxs. “Es una ley que deja visibles las falencias que tenemos, tanto en la remuneración como en la convocatoria para los festivales, las producciones y el reconocimiento de nuestra tarea, estando en el show o detrás de cámara, en producción y demás”. En ese sentido, un informe presentado por el Instituto Nacional de la Música (INAMU) da cuenta de que en los años 2017 y 2018 la participación femenina en los principales festivales de música de nuestro país fue del 15.21%; mientras que en 2021 y 2022, post aprobación de la Ley, llegó al 32.19%.
Lamentablemente, si bien en años anteriores se elaboraron regulaciones con la finalidad de equilibrar determinadas situaciones, esto no parece ser parte de la actual agenda del gobierno nacional. La cultura en nuestro país está siendo seriamente afectada debido al ajuste que se propone en dicho sector. Acciones como el despido de trabajadorxs, el desfinanciamiento de festivales y del INCAA o el posible cierre del cine Gaumont reducen lo cultural a lo que demanda el mercado, como si solo de mero entretenimiento se tratase. Agudizan dicha situación los ataques directos que el propio presidente, Javier Milei le dirigió a diferentes artistas, tales como Lali Espósito, María Becerra o Esteban Lamothe. “Lo que estamos vivenciando es un vacío en la cultura, una ausencia del Estado. Pareciera que no hay ningún tipo de perspectiva para seguir construyendo políticas culturales”, dice La Wacha.. Y luego explica: “Si bien no estábamos en el mejor momento, hoy vivimos un retroceso total. Nos colocan en ese ámbito en el que la cultura no es productiva; cuando sí genera muchísimos puestos de trabajo y nos posiciona en el mundo. Lo que se viene a profundizar es que lxs artistas, salvo excepciones, siempre tenemos que tener muchísimos otros trabajos que no comprenden al mundo ni al espectro del arte para poder sobrevivir”.
“Lo que estamos vivenciando es un vacío en la cultura, una ausencia del Estado. Pareciera que no hay ningún tipo de perspectiva para seguir construyendo políticas culturales”
En torno a la situación de violencia que atraviesa Rosario, y teniendo en cuenta los crímenes cometidos en contexto de narcocriminalidad, Lucía considera que mujeres y disidencias son quienes se encuentran mayormente expuestxs a situaciones de violencia. ¿Cómo hacer para contrarrestar lo que sucede? ¿Qué puede aportar el arte, la música, la poesía o las performances? “En estos momentos de inseguridad y en relación a la situación económica y la pobreza; teniendo en cuenta que hay tantas personas viviendo en la calle, y todo lo que ya estamos viendo, creo que hay que abandonar lo insulso, lo banal. Tenemos una responsabilidad cuando contamos con un micrófono y estamos en un festival frente a un montón de personas. Creo que lo que tenemos para aportar es un mensaje para abrir las cabezas, para construir conciencia entre todxs”, concluye la artista.
La maestra no es una “segunda mamá”
Paola vive con su compañero, que se encuentra desocupado en este momento, y con su hijo de 19 años al que tuvo siendo único sostén de su hogar. Además, tiene un hermano que está enfermo y requiere de atención completa, por lo que en la semana cuida de él. Habla acerca de las tareas de cuidados que suelen recaer en manos de las mujeres. “Nosotras mismas a veces nos hacemos cargo de cosas que deberían ser más repartidas. Yo crié a mi hijo, así que me hago cargo de eso, pero no culpabilizándome, sino teniendo en cuenta de que el patriarcado y los mandatos también nos atraviesan a las feministas y son muy difíciles de desterrar. Aunque también creo que en muchas cuestiones aprendemos de las nuevas generaciones”.
En una labor altamente feminizada como la docencia, Paola dice: “caló muy hondo eso de la maestra como la segunda mamá, que en muchos lugares se sigue sosteniendo y es terrible”. Y agrega que si bien, en su gran mayoría las trabajadoras son mujeres, en los sindicatos los roles de mayor jerarquía, por lo general, son ocupados por varones. Sin embargo, “se viene haciendo un trabajo bastante interesante en Amsafe, planteamientos y tratamientos desde la secretaría de género. Las mujeres nos estamos dando un lugar desde lo sindical”. También aclara que, si bien en el gremio docente no existe una diferenciación en la remuneración entre varones y mujeres, esto no implica que no se den ciertos micromachismos en el ámbito laboral. Enumera: “hay tareas que se les delegan a ellos, cuando nosotras también podemos hacerlas. Tampoco está tan mal visto que un compañero vaya sin guardapolvos a la escuela, cosa que sí está mal vista si lo hace una maestra. Y en Educación Física hay un reclamo gremial, porque se sigue titularizando la materia haciendo una diferencia entre varones y mujeres, cuando en la realidad se da de manera mixta en las escuelas. Entonces, a veces eso pone en desventaja a las compañeras mujeres”.
Por otro lado, la docente considera que la escuela es como una “caja de resonancia de la sociedad” adonde los estudiantes llegan con todas sus problemáticas por lo que las aulas, opina Paola, se transforman en un espacio de contención. “Muchxs chicxs reciben su único alimento del día en la escuela, usan los útiles que les proporcionamos lxs docentes. Y a todos esos materiales los sacamos de nuestro bolsillo”, cuenta.
Es que la situación de la educación pública es crítica. A comienzos de este año se descontinuó el Fondo Nacional de Incentivo Docente (Fonid), un aporte que era otorgado por Nación para nivelar el salario de lxs trabajadorxs. La medida fue establecida por ley en 1998 y se fue actualizando a través de los años. Dado que la última prórroga del incentivo tenía vigencia hasta el 1º de enero de 2024, la actual gestión de La Libertad Avanza decidió no renovarla. Además, la provincia adeuda dinero de las paritarias del año pasado y además propuso un aumento salarial de un 9%. “Estamos peleando por un salario que equipare la canasta familiar, que está en 990 mil pesos. Una persona que recién se inicia cobra 330 o 350 mil pesos. Es imposible vivir con un solo cargo y no alcanza”, se lamenta Paola. Por último, da cuenta de otra cuestión no menor: el aumento del transporte. “Quienes tenemos que hacer doble o triple turno o lxs docentes de secundaria, que se tienen que trasladar de escuela en escuela, debemos poner mínimo $1400 por día”.
“La solución no es llenar de fuerzas de seguridad los barrios, donde sabemos que van a estigmatizar y perseguir a nuestrxs alumnxs por simple portación de cara. Dentro de esto está metido el poder político, las fuerzas de seguridad y el Poder Judicial. Es algo muy profundo, se dejó pasar y hacer, por lo que ganó terreno el narcotráfico”
En un contexto de violencia recrudecido en Rosario, Paola relata que toma resguardos desde el 2013, dado que sus padres residían en ese entonces en Villa Gobernador Gálvez, en una zona cercana a donde operaba una banda narco. Su mirada complejiza las medidas punitivas: “La solución no es llenar de fuerzas de seguridad los barrios, donde sabemos que van a estigmatizar y perseguir a nuestrxs alumnxs por simple portación de cara. Dentro de esto está metido el poder político, las fuerzas de seguridad y el Poder Judicial. Es algo muy profundo, se dejó pasar y hacer, por lo que ganó terreno el narcotráfico”, detalla. Entonces, plantea que la respuesta tiene que estar vinculada con la generación de empleo y con un mayor presupuesto para las áreas de educación y salud. “Nadie se salva solx y la salida es colectiva. Todos los derechos que tenemos lxs docentes los ganamos en las calles, los ganamos luchando. La fuerza está en el pueblo, lo que falta es organización y dejar de lado la individualidad”.
Economía popular en clave feminista
Melina da cuenta de una profunda labor por parte de la Secretaría de Género, Diversidad y Derechos Humanos del sindicato de Cadetes. Según cuenta, brindan asesoramiento y acompañamiento a trabajadoras en situación de violencia por motivos de género; promueven capacitaciones con perspectiva de género y participan activamente de la agenda feminista y de derechos humanos. Explica: “Entre nuestros objetivos buscamos promover los derechos de las mujeres y diversidades sexogenéricas trabajadoras y la igualdad de oportunidades; y promover y erradicar la violencia por motivos de género en el ámbito laboral y sindical”. Además, la secretaría forma parte de la Asamblea Lesbotransfeminista de Rosario. Este es un espacio en el que se intercambian ideas y se definen acciones, tales como la organización de la marcha del 8 de marzo, entre otras tantas problemáticas y acciones presentes en la agenda feminista de Rosario.
“La diferencia que tenemos con compañeros varones es que generalmente las tareas de cuidado no están a cargo de ellos, por lo que pueden dedicarle más horas al trabajo remunerado que la mayoría de las mujeres y madres. Sobre todo las mujeres de la economía popular, que tenemos doble y triple jornada laboral. Que no sólo sostenemos trabajos remunerados fuera de casa, si no también los cuidados de la misma y de la familia. Y además, el trabajo comunitario que hacemos en nuestros barrios o comunidades”, explica Melina. En su caso, debido a que debe trabajar mayor cantidad de tiempo a causa de la difícil situación económica, cuenta con menos horas para ocuparse de su hogar. Y dice: “Vivo sola, así que todas las tareas están a cargo mío; ya sea hacer las compras, limpiar, cocinar o cuidar de mi mascota”.
“La diferencia que tenemos con compañeros varones es que generalmente las tareas de cuidado no están a cargo de ellos, por lo que pueden dedicarle más horas al trabajo remunerado que la mayoría de las mujeres y madres. Sobre todo las mujeres de la economía popular, que tenemos doble y triple jornada laboral. Que no sólo sostenemos trabajos remunerados fuera de casa, si no también los cuidados de la misma y de la familia. Y además, el trabajo comunitario que hacemos en nuestros barrios o comunidades”
Según detalla el último informe elaborado por la Usina de Datos de la Universidad Nacional de Rosario en el marco del 8 de marzo, «las tareas
de trabajo doméstico y de cuidados representan el 19% del tiempo disponible por día para las mujeres y el 10% del día de los varones. El trabajo no remunerado destinado al propio hogar representa una porción sustancial del tiempo total destinado al trabajo y su desigual reparto entre los distintos sexos se considera un importante factor de desigualdad en la condición de actividad económica y situación ocupacional de varones y mujeres. Al tratarse de una actividad no remunerada, la inequidad de su distribución impacta, también, en la brecha de ingresos entre mujeres y varones. Además, la absorción mayoritaria de estas tareas por parte del género femenino condiciona el tiempo que estas personas destinan a la educación, el ocio, la participación social y política».
Por otra parte, el trabajo de delivery es uno de los rubros afectados por el ajuste de Milei. “El déficit económico hace que menos gente use delivery, por lo que tenemos menos ofertas de trabajo”. Melina es clara cuando opina que las últimas medidas del gobierno nacional afectan a militantes y trabajadoras de la economía popular, teniendo en cuenta “el recorte de recursos y programas estatales, y políticas públicas en materia de género, para nuestrxs hijxs, madres, jóvenes y estudiantes”. Según un estudio realizado por la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) y Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), en alianza con Amnistía Internacional, CELS, EcoFeminita, Fundar y FES Argentina, en lo que va de la presidencia de Milei ya se recortó un 33% los fondos públicos destinados a reducir la desigualdad de género (aún mayor que el porcentaje del presupuesto nacional total, que representa un 24%).
El lugar donde Melina desempeña su trabajo es la calle. Recorrerlas en Rosario se transformó en un tarea compleja, habitada y atravesada por el miedo. “Es muy difícil trabajar en este contexto, sin un Estado que nos respalde, sino que más bien nos desampara. Militarizado las calles bajo el concepto de seguridad, cuando sabemos que para lxs trabajadorxs eso solo representa violencia institucional. Sabemos que este tipo de situación se aborda de manera integral, generando políticas públicas que garanticen los derechos básicos de las personas: educación, techo y trabajo” concluye Melina.