Una causa en la que se juzgará la responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad donde además se perforará el piso del 24 de marzo de 1976 para acreditar que el terrorismo de Estado empezó antes bajo un gobierno constitucional. La épica de la gesta obrera que significó el Villazo y los coletazos que derivaron en el operativo Serpiente Roja del Paraná. Las resistencias y el paso de los años. Las historias de aquel entonces resuenan vivas en la memoria ardiente.
Fotos: Fer Der Meguerditchian
En la escena hay un contraste que se vuelve narración: personas mayores que sostienen pancartas con rostros de personas jóvenes, aquellos que no llegaron a viejos para sostener pancartas con rostros jóvenes. Lo que sostienen en lo alto los mayores –algunos son sobrevivientes y otros familiares- es una lucha común por memoria, verdad y justicia. Las fotos de los carteles son acompañadas por epígrafes que sitúan temporalmente: Andino, Jorge Raúl, asesinado el 08/01/1976; Mancini, Rodolfo Ángel, asesinado el 01/05/1975; Abbagnato, Osvaldo Cesar, asesinado el 17/11/76; García, José, asesinado el 22/05/75. Y la lista continúa.
Cada rostro en sepia o en blanco y negro envuelve una historia personal, familiar y colectiva. Una historia laboral y barrial; gremial, de clase y de lucha: el 66% de los 30 mil desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar-eclesiástica eran trabajadores activistas y delegados sindicales. Pero esta historia viene a echar luz sobre otras oscuridades: en primer lugar, acerca de que el terrorismo de Estado comenzó antes de 1976. La cosa fue más o menos así:
El 20 de marzo de 1975, de madrugada, cuatro mil efectivos de distintas fuerzas de seguridad invadieron la ciudad de Villa Constitución. Más de un centenar de Ford Falcon desfiló en caravana exhibiendo armas a través de las ventanillas. Allanaron casas, detuvieron a más de 300 personas y asesinaron a otras 30, en el marco del operativo denominado `Serpiente Roja del Paraná`. Ese operativo dejó en claro el accionar conjunto que se desplegaba entre el gobierno constitucional de María Estela Martínez Cartas de Perón, popularmente conocida como Isabelita, la Triple A, todas las fuerzas de seguridad, la burocracia sindical y un sector del empresariado.
Una de las casas marcadas era la de Oscar “Pacho” Juárez, metalúrgico y delegado de la sección cigüeñales de la fábrica Metcon, que junto a Acindar y Marathon conformaban un núcleo duro de la resistencia obrera de Villa Constitución: el foco principal sobre el cual posó sus ojos y sus garras la represión del gobierno de Isabel. Esa madrugada fueron hasta su casa con las credenciales que había facilitado la patronal con la foto, el domicilio y el nombre. No lo encontraron. Se salvó porque estaba trabajando en el turno noche. Después se enteraría de los destrozos que hicieron en la pensión quienes lo estaban buscando.
La madrugada en que no encontraron a Pacho, sí lograron encarcelar a toda la comisión directiva de la seccional local de la UOM, a las comisiones internas y a los cuerpos de delegados de estas plantas del cordón industrial. “Cuando nos enteramos, inmediatamente ocupamos las fábricas”. La ocupación total que se dio en Acindar duró una semana hasta que fue desalojada por la policía. Pero la huelga iniciada el mismo 20 de marzo siguió a lo largo de 59 días hasta el 17 de mayo. “La gente en las asambleas nos pedía que salgamos a la huelga pidiendo la libertad de los compañeros presos y la devolución del sindicato a la lista Marrón”. Pacho recuerda que el sindicato fue invadido por la patota de la Juventud Sindical Peronista con fusiles FAL, que se quedaron apostados durante varios meses y que la UOM de Villa quedó intervenida durante muchos años hasta la recuperación democrática.
En el transcurso de la huelga fueron asesinados cinco obreros metalúrgicos y los trabajadores siguieron siendo encarcelados y recibiendo amenazas de muerte. “Desde que terminó la huelga hasta el 24 de marzo de 1976 fueron asesinados otros 14 compañeros. Y después con el golpe militar asesinaron a 21 compañeros más”.
Escenas de capítulos anteriores
La operación consustanciada en el operativo ´Serpiente Roja del Paraná´, justificada por el Ministro del Interior Alberto Rocamora como una maniobra que ´buscaba desactivar´ un ´complot subversivo´, en realidad respondía a sucesos anteriores de la historia nacional que había tenido un año antes en Villa Constitución el triunfo del sector combativo que peleaba por democracia sindical contra la burocracia que ejercía la conducción nacional del sindicato en manos de Lorenzo Miguel. Así lo cuenta el politólogo Agustín Prospitti, en su artículo ´Represión y dictadura: la praxis del sindicalismo combativo a través del caso de los obreros metalúrgicos del sur santafesino´: “Se efectuó una campaña de demonización del sindicalismo combativo a nivel nacional, que puso de manifiesto la existencia de un plan para desmovilizar, desestructurar y neutralizar a las expresiones radicalizadas al interior del movimiento obrero…Descabezada Córdoba de sus dirigentes más combativos, el operativo buscaba paralizar las zonas que aún permanecían con un alto nivel de activismo gremial y político en la zona industrial comprendida entre Campana (al norte de la provincia de Buenos Aires) y San Lorenzo (al norte de Rosario)”.
Esta historia viene a echar luz sobre otras oscuridades: en primer lugar, acerca de que el terrorismo de Estado comenzó antes de 1976
La seccional de la UOM en Villa Constitución estaba intervenida desde comienzos de los ’70 por el secretariado nacional. Frente a las reivindicaciones y reclamos que tenían, los obreros empezaron a organizarse conformando diversas agrupaciones que derivarían en la Lista Marrón, protagonista de los conflictos más importantes durante esos años. Primero enfrentando a la dirección nacional del gremio y a los interventores con el objetivo de lograr la normalización para poder elegir a sus representantes. Tomaron la fábrica y pararon la producción entre el 7 y el 16 de marzo de 1974. La huelga de los obreros de Acindar fue junto a los trabajadores de Maraton y Metcom, pero también se sumaron portuarios, comerciantes, transportistas, aceiteros y bancarios. Cerca de 12 mil personas marcharon en Villa Constitución. Escribe Prospitti: “El freno total en la actividad de las plantas villenses tuvo una fuerte repercusión en varias actividades económicas del mercado interno por la falta de insumos, como los blocks de motores que producía la empresa Metcon para la automotriz Ford o los elementos usados en la industria de la construcción que proveía al mercado interno la firma Acindar”. La historia diría después que estos hechos de marzo de 1974 conformarían el primer Villazo.
Después de lograr el llamado a elecciones, la Lista Marrón encabezada por Alberto Piccinini se impuso holgadamente. En diciembre de 1974 recuperaron el sindicato y pusieron en práctica varias de las cosas por las que venían peleando: la discusión de un nuevo convenio colectivo de trabajo, el mejoramiento de los salarios y de las condiciones laborales. Esta gesta obrera con triunfo incluido significaba un faro para muchos otros gremios. Por lo tanto, los actores antes mencionados decidieron unirse para cortar esta cabeza.
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Faltan minutos para que comience el juicio histórico que llegó cuarenta y ocho años después. El fondo de la escena está enmarcado por la fachada característica de los Tribunales Federales de Rosario. Detrás de las rejas, en el jardín arbolado que oficia de antesala de las escaleras que conducen al interior del edificio, aún no hay muchas personas más allá de algunos guardias de seguridad; de este lado de la reja, la concentración de personas abarca el boulevard Oroño, la vereda y la mano de la calle que va hacia el sur.
En la causa del Villazo, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) Rosario, es querellante como organización pero además patrocina a las víctimas, sobrevivientes y familiares que también se han constituido como querellantes. El equipo jurídico de APDH está integrado por Jesica Pellegrini, Federico Pagliero, Julia Giordano y Gabriela Durruty. “Pedir las penas que corresponden a la inmensa cantidad de prueba que se ha reunido a lo largo de estas cinco décadas de impunidad”, responde Durruty al ser consultada por los medios de prensa que están cubriendo el comienzo del juicio.
“Se incluye por primera vez a dos personas que representan la responsabilidad que tuvo la civilidad en el golpe de Estado”. El dato que aporta la abogada tiene que ver con que dentro de los 24 imputados, además de ex miembros de distintas fuerzas (Policía Federal, Policía Provincial, Prefectura, Ejército, guardia Los Pumas), hay dos civiles que son Roberto Pellegrini, ex jefe de personal de Acindar, y Oscar Torralvo, ex empleado jerárquico de la empresa. “No olvidemos que en ese momento esta fábrica fue la más importante del cordón industrial y se comprometió con la decisión de reprimir al movimiento obrero organizado al punto tal de construir dentro de sus propias instalaciones un centro clandestino de detención. Los obreros eran detenidos legajo en mano de la empresa”. El centro clandestino al que se refiere Durruty es el `Albergue de Solteros`, sitio que, aunque ya había sido demolido, fue identificado en 1984 por la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas) como lugar de reclusión y tortura de víctimas.
“El universo de este debate son 69 hechos que van desde homicidios hasta privación ilegítima de la libertad, aplicación de tormentos y por supuesto la asociación ilícita”, explica la abogada, mientras aclara que se habla de “perforar el piso” del 24 de marzo de 1976 para comprobar que “uno de los ensayos genocidas más importantes de nuestro país se dio en Villa Constitución estableciendo claramente como enemigo de quienes después usurparon el poder estatal al movimiento obrero organizado”. Subraya el hecho de que ese movimiento obrero está representado no solo con los sobrevivientes de aquella época sino “con los sindicatos que están presentes, que acompañan el juicio y que nos hacen recordar que las luchas no empiezan de cero”.
Mientras avanza la charla se escucha cada vez más fuerte el canto que finalmente lo invadirá todo: Como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar…La abogada Durruty se refiere a la experiencia acumulada en este tipo de juicios. Desde ese lugar está planteada la expectativa de lograr que las imputaciones trasunten en las debidas condenas. “Llevamos muchos años en la materia para saber que la prueba va a alcanzar para al menos condenar a esta porción pequeña, porque la represión fue tal que no podríamos creer que se agota en estos 24 imputados, pero sí proporcionar la reparación después de tanto dolor, sacrificio y lucha de los compañeros, sus familias y la ciudad de Villa entera”.
Federico Pagliero, otro de los abogados, dialoga con enREDando antes de ingresar a la sala de audiencias. Habla fuerte para que su voz se escuche por encima de los cánticos y los redoblantes. Cuenta que se calcula un plazo de un año de juicio donde habrá más de 300 testigos e inspecciones oculares. “Después de tener 300 sentencias judiciales, la importancia de este juicio en este contexto porque los que hoy reivindican el terrorismo de Estado son quienes se beneficiaron con el plan económico que quieren volver a imponer”.
Esa madrugada fueron hasta su casa con las credenciales que había facilitado la patronal con la foto, el domicilio y el nombre. No lo encontraron. Se salvó porque estaba trabajando en el turno noche. Después se enteraría de los destrozos que hicieron en la pensión quienes lo estaban buscando.
Pagliero habla de lo que significó el Villazo en la historia nacional y de lo que se está juzgando. “Fue épico para el movimiento obrero, todo el pueblo se unió. Lo que vamos a juzgar en esta causa es la represión a esa gesta bajo un gobierno democrático. Vamos a poder acreditar que el terrorismo de Estado comenzó antes del golpe militar”. El abogado también hace hincapié en el otro aspecto central que está bajo la lupa: la historia de la responsabilidad empresarial. Martínez de Hoz fue el presidente de Acindar hasta ocupar el cargo de Ministro de Economía de la Nación a partir del golpe. “Por supuesto que debería estar sentado en el banquillo de los acusados. Los 48 años de impunidad nos quitaron eso”.
Banderas en tu corazón
Una de las pancartas muestra a una mujer en plano medio, camisa cuadrillé, pelo largo que cae simétricamente a cada lado sobre la camisa, dejando despejada la frente. Su cara se destaca por una mirada penetrante, aguda, incisiva, que se dirige hacia la izquierda observando algo que está fuera de cuadro. Alicia Gladys Noemí Fuhr, profesora de matemáticas y militante del PRT, fue secuestrada el 29 de abril de 1976 en San Nicolás, provincia de Buenos Aires. Luego de su detención no fue vista en ningún Centro Clandestino de Detención (CCD) y hasta la fecha permanece desaparecida. Su pareja, Zenón Sánchez, estaba detenido cuando ella fue secuestrada. Hoy Zenón sostiene su pancarta.
Zenón había empezado su militancia sindical en sus años de trabajo en el Swift y en 1973 había entrado a trabajar en la planta de Aceros Industria Argentina S.A. (Acindar). Desde ahí protagonizó junto a la Lista Marrón la lucha de la seccional de la UOM de Villa Constitución hasta que el 1º de mayo de 1975 fue detenido, llevado a la jefatura de policía de Rosario y puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN). Coronda, Devoto, el penal nº 7 de Resistencia y Rawson fueron las cárceles que conoció estando detenido, hasta que a fines de 1978 fue liberado con la opción de irse a Noruega en donde le dieron la residencia como refugiado. Pero antes de recorrer todos esos kilómetros, Zenón escribió junto a los suyos un gran capítulo de la historia del movimiento obrero argentino. Fue uno de los integrantes del Comité de Lucha que condujo la huelga metalúrgica de Villa Constitución entre marzo y mayo de 1975.
“En el primer pronunciamiento toman la empresa y agarran como rehén a un ejecutivo de alto vuelo”. Esa parte del relato Zenón la reconstruye en tercera persona, en ese episodio él no estuvo porque lo habían operado. Un punto de inflexión en su historia fue cuando echaron y encarcelaron a sus compañeros. De ahí en adelante, utiliza la primera persona del plural. “Era un activista nomás pero cuando viene la intervención que nos copan y nos echan, me toca a mí entrar porque los compañeros estaban acéfalos”. Se acuerda la asamblea en la que decidieron que no se rendirían, que la lucha debía continuar. “Tomamos la fábrica, convocamos a las otras empresas que se unieron. Hicimos un comité de lucha más amplio. Y se unieron también los almaceneros y los negocios”.
Zenón se acuerda de las bombas y los atentados que recibieron, del paro general y de la movilización; de la planificación y del boletín de huelga. Dice que la moral de lucha era muy alta. “Era la asamblea dentro de la fábrica. Después de cinco días nos rodean. No había manera de resistir y desalojamos. Ahí fuimos al barrio, a la ciudad”. Algo que volvió épica a la lucha fue el apoyo que recibieron de parte de toda la ciudad. “Muchas asambleas sucedían de noche porque ellos patrullaban y se metían en las casas. Los miembros del comité de lucha andábamos muy cuidados”. Zenón también recuerda que un día llegó desde Vilber, la única metalúrgica liviana, un tal Victorio Paulón para unirse al comité de lucha. “Nos llamaban, nos decían somos de la fábrica tal, del taller tal, y los apoyamos”.
Zenón volvió de su exilio en 2003. Y actualmente es uno de los querellantes en la causa. “Los compañeros mueren cuando se los olvidan. Nosotros hemos jurado no olvidarlos nunca, jamás”. En la puerta de Tribunales, Zenón habla del pacto de lealtad que construyeron como colectivo organizado. “Era una familia de luchadores metalúrgicos. Queremos que se haga justicia”. Destaca que el movimiento de derechos humanos nunca bajó sus banderas. “A ellos les tenemos que agradecer porque han ocupado ese lugar que quedó vacío después de la persecución y del desastre que nos hicieron. Veo los retoños de esa lucha, los hijos de nuestros compañeros que están en el lugar donde estaban sus padres, animando todo esto. Eso nos da mucho orgullo”. Mientras termina la frase empieza a escucharse una canción que une los tiempos. Paso, paso, paso, se viene el Villazo…
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“Este 13 de noviembre para nosotros se está dando un hito, porque después de tantos años de impunidad nos estamos acercando a la justicia para todos nuestros compañeros que fueron asesinados, para aquellos que fueron encarcelados y que hoy no están acá porque han muerto, como Alberto Piccinini”. Pacho Juárez siente una mezcla de emoción con bronca. Es también la urgencia, la necesidad de declarar cuanto antes para ir cicatrizando algunas heridas. “Queremos expresar en el juicio y contar todo lo que hemos sufrido, lo que fue la represión a la clase obrera de Villa Constitución, y específicamente a la Lista Marrón”.
“Uno de los ensayos genocidas más importantes de nuestro país se dio en Villa Constitución estableciendo claramente como enemigo de quienes después usurparon el poder estatal al movimiento obrero organizado”.
Pacho tenía veintidós años en 1975 y pudo volver a Villa recién cuando cayó la dictadura en 1983, después de haber estado refugiado en la clandestinidad en la provincia de Buenos Aires, en el partido de La Matanza. “Este juicio llega tarde pero es necesario para demostrar que la ultraderecha se esconde detrás de los procesos electorales y cuando tienen poder actúan”. Pacho hace una pausa en su relato, levanta la vista, afina la escucha…Quien está hablando en este momento en el micrófono abierto en el acto frente a los Tribunales, pronuncia su nombre. ´Cuando Pacho me vino a plantear el tema…´. Él detiene su testimonio en la entrevista intempestivamente y empieza a caminar desandando los veinte metros que lo separan del micrófono porque quiere escuchar atentamente a quien está hablando…
´Cuando Pacho me vino a plantear el tema en el plenario antirepresivo del espacio Memoria Verdad y Justicia, me pareció fundamental que quede claro en todo el país que aquí se está haciendo este juicio. Quienes abrazamos como acción de vida la lucha por el clasismo, tenemos claro que lo que ocurrió en Villa Constitución no fue un hecho más, fue parte de esa lucha enorme por recuperar los sindicatos, desplazando a la burocracia sindical cómplice, entre otras cosas, de la Triple A. Venía de la escuela del Cordobazo y desde muy chiquita escuché hablar del gran plenario clasista del año 74 en Villa Constitución. Y después de todos los acontecimientos que siguieron, del Villazo, de esa necesidad del gobierno y las fuerzas represivas de enviar cientos y cientos de carros, miles de represores para intentar acallar nada más y nada menos que a un grupo de trabajadores que ponía en cuestión las condiciones de trabajo, el salario, pero que también ponía en cuestión todo un orden económico y social que pretendía ser callado con la represión legal e ilegal…´.
Cuando la diputada nacional del Partido Obrero, Romina Del Plá, termine su intervención, Pacho Juárez se irá a sentar en búsqueda de un reparo, un descanso a la sombra para mitigar un poco el calor que ya calienta el cemento. Unos minutos después, continuará su charla con enREDando. “La represión contó con el apoyo y la logística que aportó la empresa Acindar, al interior de la fábrica funcionó el famoso “Albergue de Solteros” que fue un centro de detención y torturas”. Pacho describe que los compañeros después eran derivados a la cárcel de Coronda o entregados a la Triple A. “Además de eso, que está absolutamente probado y que en el juicio se va a ventilar, también está probado el apoyo financiero de las empresas a la Triple A y a la Policía Federal. La Federal estaba instalada dentro de la fábrica Acindar (en la fábrica Metcon era Gendarmería) y hacían lo que ellos llamaban sus horas extra, que era engrosar la patota de la Triple A para secuestrar y asesinar compañeros”.
En una entrevista realizada por la periodista Carina Toso al fiscal interviniente en la causa, Adolfo Villate, se enumeraron “las diferentes medidas adoptadas por Acindar para acoplarse y participar del plan criminal en la represión a los trabajadores”. Con base en el material probatorio, la Fiscalía sostuvo que la empresa, además de facilitar un lugar para el funcionamiento del centro clandestino, “dispuso de lugares para la utilización, el alojamiento y vivienda de las fuerzas represivas; aportó vehículos y reparación y cuidado de los pertenecientes a Policía Federal, la mayoría de ellos Ford Falcon sin patente; facilitó el ingreso a la fábrica de los integrantes de los grupos de tareas para el secuestro de obreros; consintió el acceso de esos mismos grupos con personas secuestradas a efectos de requisar sus casilleros personales; brindó información que resultó primordial a la hora de identificar a las víctimas para privarlas de su libertad y confeccionó listados de las personas a detener”.
La familia metalúrgica
Matías Ruffini entró a trabajar en Acindar en 2002, desde 2012 es delegado de base y en 2015 pasó a integrar la Comisión Interna de esta fábrica de Villa Constitución. Cuando él empezó a trabajar, el jefe de recursos humanos de la planta era Videla de apellido, sobrino del dictador. “Los vínculos de ellos están garantizados por sus intereses. Por eso costó tanto llegar a este juicio”. Habla de la necesidad de juzgar la responsabilidad empresarial, del rol de Acindar como factor financiador y cómplice de la dictadura, y en la previa motorizando una represión que fue el ensayo de lo que vendría más adelante. “Sabemos que la empresa siguió con las prácticas de estudiar, investigar, espiar a los trabajadores. Y sabemos que hoy también está ese peligro porque ellos mantienen una unidad de acción”.
Matías diferencia lo que fue la causa de la represión, el Viborazo, de lo que implicó el Villazo como “victoria del pueblo y de los trabajadores que lucharon por democracia sindical, por poder elegir a sus representantes”. Destaca lo que generó justamente esa victoria en los poderes fácticos. Y dice que ellos eligen “recordar con alegría” toda esa lucha. “Porque si no ganan ellos. No sólo la nostalgia, también la lucha y la victoria. Eso nos permite hoy discutir la fraternidad con otros gremios”. Matías, quien habla desde su lugar dentro del movimiento obrero organizado, aclara que los derechos por los que luchaban en aquel entonces son los mismos por los que reclaman ahora. “Se enfrentaron a una situación que los obligó a transformarse en algo parecidos a héroes o mártires, pero en realidad lo que buscaban reivindicar son las cosas por las que peleamos hoy los obreros, cosas básicas y a la vez muy importantes: la posibilidad de que el sueldo alcance, que entre más gente a trabajar, que haya derechos, que se respete la cuestión de género, que haya más seguridad, que no haya muertes en el trabajo”.
Matías se refiere al odio de clase que siguen teniendo los patrones y el peligro que implican momentos como el actual en donde reverdecen los discursos negacionistas. “Eso hace que no sea solamente algo del pasado, hoy tiene una importancia doble. Gracias a la historia que tiene Villa constitución nosotros seguimos reclamando, peleando, parando, y sabemos que se corre el riesgo de que esto vuelva a pasar”. Mientras de fondo se escucha que alguien nombra a los detenidos-desaparecidos y surge la respuesta casi automática de ´presentes, ahora y siempre´, Ruffini focaliza en que la historia se escribe todos los días. “Que no quede solamente una historia en el museo como algo que ocurrió sino que se recuerde con el aspecto eminentemente político reivindicativo laboral de esos compañeros”.
Hay conformadas dos multisectoriales de Memoria, Verdad y Justicia por el Villazo, una en Villa Constitución y otra en Rosario. Y están próximas a armarse otras dos multisectoriales, en San Nicolás y en el cordón norte de San Lorenzo. Gabriela Sosa es una de las históricas del Villazo y es integrante de la Multisectorial. Es una de las primeras en hacer su intervención en el micrófono abierto. “Hace cuarenta y ocho años que estamos peleando para que se juzgue a todos aquellos que nos entregaron, nos persiguieron, nos secuestraron, nos torturaron y mataron a muchos de nuestros compañeros. Conseguimos que se abra este tribunal, queremos que realmente el juicio se lleve adelante en Villa Constitución, es un derecho de todas las víctimas que podamos dar testimonio de lo que sucedió en nuestra ciudad”. Lo que no sabe Gabriela mientras habla es que unos días después, y como respuesta a numerosos reclamos y pedidos de los familiares de las víctimas y querellantes, el Tribunal Federal N° 1 de Rosario terminará disponiendo que las declaraciones testimoniales de las víctimas se desarrollen en el Tribunal provincial de Villa Constitución.
“Los compañeros mueren cuando se los olvidan. Nosotros hemos jurado no olvidarlos nunca, jamás”. En la puerta de Tribunales, Zenón habla del pacto de lealtad que construyeron como colectivo organizado. “Veo los retoños de esa lucha, los hijos de nuestros compañeros que están en el lugar donde estaban sus padres, animando todo esto. Eso nos da mucho orgullo”. Mientras termina la frase empieza a escucharse una canción que une los tiempos. Paso, paso, paso, se viene el Villazo…
“El Villazo no es solamente la lucha de los obreros metalúrgicos, es la lucha de todo el pueblo de Villa Constitución. Durante la huelga corta de seis días y durante la huelga larga de 59 días, cuando se llevaron presos a nuestros dirigentes, todo el pueblo apoyó esa lucha: el carnicero, el verdulero, el panadero nos fiaban la comida para que pudiéramos aguantar 60 días de huelga”. Gabriela cuenta que los reclamos de entonces tenían que ver con conseguir un médico de guardia en Villa, consultas con especialistas, con la posibilidad de que el sindicato de la UOM tuviera un servicio de asistencia a la familia metalúrgica. Aclara que siempre les movió el amor. “Nos movía el amor a nuestra familia. Y ahora nos mueve el amor para que se haga justicia”.
Sobre el final de su intervención, Gabriela le da el pie al actual Secretario General de la UOM de Villa constitución, sindicato que se ha constituido como querellante en la causa. “Hemos tenido la fortuna de tener compañeros en el sindicato de la UOM que han seguido la lucha durante años. En este momento la comisión directiva se ha puesto al frente, al igual que los compañeros de la comisión interna de Acindar. Cuando vamos a volantear a la puerta de la fábrica, ellos están ahí parando los colectivos con nosotros. Es fundamental porque de los históricos soy la más joven y tengo 69 años. Sin estos compañeros sería imposible”.
Pablo “Piparra” González recoge el guante y dice unas palabras frente al micrófono. “Los jóvenes que no habíamos nacido en esa época, cada vez que estamos con alguno de los sobrevivientes o con sus hijos, vamos aprendiendo las historias horribles que han padecido. Tenemos que exigirle a la justicia que no sólo haya un resarcimiento económico, tiene que haber un resarcimiento histórico para todos. Que podamos apoyar la cabeza en la almohada y decir que hemos logrado ese sueño de que por fin se hizo justicia. Tenemos que seguir dando la batalla cultural para torcerle el brazo a la derecha que se va aggiornando y que hoy es parte de un negacionismo histórico”.
Sobre la vereda, apoyada contra la reja de los Tribunales, está desde temprano Olga Moyano, trabajadora de la salud y sobreviviente a la dictadura que después testificó en el Juicio a las Juntas. Sabe de qué se trata declarar en un juicio de lesa humanidad. Por eso dice que siempre que haya un juicio hay que estar. “Es realmente importante, esta causa es emblemática y fíjate cuándo llega. Es triste que las causas de los trabajadores fueron de las últimas cuando fueron los primeros en poner el cuerpo”. Cuando sucedió el Villazo, ella tenía 17 años y estudiaba enfermería. “Con el golpe mataron para robar. Fue un estado de conciencia de la clase trabajadora y de los estudiantes de que se podía vivir mejor y que había que luchar por eso”. En este sentido Olga dice que los procesos de lucha de los trabajadores venían dándose en muchos lugares pero destaca la característica de Villa Constitución. “Era una población pequeña. Las subjetividades trabajadoras las elaborás en un lugar donde se conocen entre todos. También fue mucho más fácil para la represión”.
Detrás de cada compañero hay una historia
Mientras un compañero lo sostiene arriba de sus hombros para ganar visibilidad en la altura, Pacho Juárez le habla a la movilización a viva voz. “Por la unidad del pueblo de Villa Constitución, de la UOM de Villa que se expresó en los barrios, en los colegios. Sin el aporte de todos ustedes esta concentración hubiese sido imposible”. Pacho grita que gracias a la movilización a lo largo de los años pudieron vencer a la impunidad y lograr el inicio del juicio. “Tenemos que seguir movilizados”, alerta y arenga a cococho.
La abogada Durruty se refiere a la vigencia que tienen estos juicios en la actualidad. “Hay un error en pensar que estos juicios hablan del pasado. Todavía nos resta encontrar compañeros, recuperar nietos y nietas apropiadas pero también y siempre fundamentalmente hablamos de futuro. Sin memoria no hay un futuro posible”. El abogado Pagliero se dirige en el mismo sentido. “Este juicio refuerza la importancia de la lucha popular, del movimiento obrero y también del nunca más”.
Zenón Sánchez humaniza la cuestión. “Detrás de cada compañero hay una historia”. Entonces cabe la pregunta: ¿Cómo componer ese mosaico roto, incompleto, rasgado? La historia colectiva está hecha de muchos pedazos de historias particulares. Dice Zenón: “La historia está hecha de sacrificio, de compañeros que estuvieron y seguirán estando. Todo el pueblo se unió a la lucha, defendieron a sus obreros. Quisieron borrar al sindicato pero lo recuperamos”. Hace referencia a que el sindicalismo es parte de la sociedad moderna y que en la historia Argentina han pasado grandes sindicalistas y defensores de la lucha social. En última instancia, en lo que se vuelve un nuevo comienzo, Zenón advierte: “Nosotros vamos a seguir”.