Quienes creemos que las cosas no son así sino que están así y se pueden/deben cambiar, como nos enseño Paulo Freire, tenemos esta tarea de trabajar con todo el cuerpo, la cabeza y el corazón en la creación de una nueva estatalidad que nos permita contrarestar al neoliberalismo no ya como sistema económico sino como productor de una subjetividad destructiva que no nos gusta: individualista, consumista, violenta, policíaca, egoista, discriminadora, reivindicadora de dictaduras.
En el actual debate eleccionario se vuelve central la pregunta por el Estado. Los distintos proyectos de país que se ponen en juego. Garantizar derechos humanos o mercantilizar la vida en función del mercado ¿Para qué sirve el Estado? ¿Qué sucede cuando el Estado se ausenta? ¿Qué cambia cuando hay un Estado presente? ¿Qué políticas públicas transforman la vida, la sociedad y el bienestar de la población? ¿Estado para quiénes y para qué? En esta primera entrega, la mirada de una militante social y docente de la Escuela ETICA de Nuevo Alberdi.
Por Cris Martinez
La pregunta acerca de para qué sirve el Estado precisa otra que la precede y que es qué sería el Estado hoy mismo. Decir Estado no refiere a una cuestión unitaria o consensuada, por el contrario, abre una discusión que tendría que interesarnos porque, al igual que con el derecho, no podemos escaparnos de su influencia, de su afectación para bien o para mal. Parecería estamos viviendo una suerte de postestatalidad: el Estado ya no es eso que unificaba institucionalmente una serie de cuestiones que organizaban y afectaban la vida, parece que se le ha agotado parcialmente la posibilidad de tomar decisiones políticas.
El lugar del poder al que se aspiraba llegar luego de una elección democrática está difuso y cooptado por otrxs que juegan desde afuera de ese Estado para ellxs mismxs. Quienes creemos que las cosas no son así sino que están así y se pueden/deben cambiar, como nos enseño Paulo Freire, tenemos esta tarea de trabajar con todo el cuerpo, la cabeza y el corazón en la creación de una nueva estatalidad que nos permita contrarestar al neoliberalismo no ya como sistema económico sino como productor de una subjetividad destructiva que no nos gusta: individualista, consumista, violenta, policíaca, egoista, discriminadora, reivindicadora de dictaduras.
El Estado sigue siendo el lugar donde se enuncian, a veces más o menos performativamente, nuestros derechos. Los movimientos sociales prefiguramos ese Estado que queremos haciendo que las cosas ocurran y funcionen sin esperarlo en sus tiempos para poder exigirle después lo que no está haciendo.
En Nuevo Alberdi, no había ninguna escuela. En Tablada tampoco. Hicimos la ETICA y el Bachi y le exigimos después al Estado que las reconozca y las sostenga porque para nuestras leyes la educación es un derecho al que no vamos a renunciar. Y defendemos al Estado, y aportamos a que sea un mejor Estado porque, como dijimos, llega a todxs, afecta a todxs. Alguna vez escuché que la escuela no garantiza que se esté inexorablemente mejor, pero su ausencia sí lleva a que estemos peor.
Hace pocos días recibimos en la ETICA la visita de compañerxs chilenxs del Colegio Paulo Freire que trabajan desde la educación popular, entre otras cuestiones. Nos invadieron a preguntas sobre la escuela y en un momento nos dimos cuenta que algo resonaba de fondo y era claramente la diferencia de contar con nuestra educación pública como la conocemos y la damos por sentado y el sistema educativo chileno que sigue privatizado. Es tan natural para nosotrxs hablar de lo público y saber que está allí; notamos su ausencia cuando funciona mal, cuando no llega a todxs lxs cumpas. Y ahí lo reivindicamos y lo defendemos.
Para Nuevo Alberdi, una política pública transformadora es la urbanización del barrio a partir de la Ley 27453 de Registro Nacional de Barrios Populares (RENABAP) que fue sancionada en el gobierno de Mauricio Macri en una clara demostración de que ese espacio de poder del Estado, a veces más pequeño o más líquido, se disputa y por eso se consiguen conquistas que benefician a nuestro Pueblo. A partir de esa ley, pudimos llevar agua potable, limpia y segura a muchísimas familias que dependían de conexiones clandestinas, en menor tiempo del pautado en la licitación. Un grupo de cumpas organizdxs en Patrullas de Control Popular de obras acompañamos todo ese proceso para que se hiciera correctamente. Ahora siguen otras obras en nuestro barrio y en otros. En el nuestro, dentro de las obras tempranas, está el nuevo edificio de la ETICA. La “ley RENABAP” también habilitó el censo que le dio a cada vecinx incluidx en el polígono trazado el Certificado de Vivienda Familiar, que implica que no puede haber desalojos de quien allí vive y que se mejorará la calidad de vida con servicios.
De allí siguió el otorgamiento del beneficio del subsidio para construcción conocido como “Mi Pieza” (el nombre, horrible pero el beneficio, no) que se les brindó a las compañeras para ampliar o reformar sus viviendas. El paisaje del barrio ha cambiado notable y bellamente a partir de esto. El financiamiento se consiguió a partir del tan discutido impuesto a las grandes fortunas. Otro terreno de disputa no solo económica sino simbólica. Esto es Estado presente pero esa presencia es una construcción diaria. Ya hemos vivido momentos de Estado ausente y quien primero lo sufre es nuestro Pueblo. Destruir lleva segundos, reconstruir lo que ese daño causa, años y vidas.
Puede sonar a una apelación romántica pero no quiero renunciar a expresarlo: más alllá de tecnicalidades variopintas, la función del Estado es, para mí, crear todas las condiciones de posibilidad para que en nuestro Pueblo la vida sea más fácil, todos los derechos estén asegurados y la alegría, tan necesaria, sea siempre posible. El Estado debe siempre aportar a aumentar esa increíble potencia que tenemos en esta Patria que habilita el buen vivir: potencia de crear, potencia de compartir, potencia de cuidar, potencia de amar.