Selva Almada, escritora nacida en Entre Ríos y autora de numerosos libros, entre ellos «Chicas Muertas», «Ladrilleros» y «No es un río», dialoga en esta entrevista con enREDando sobre la importancia de las ferias. ¿Cómo circula la literatura en los territorios que habitamos?
Foto: Feria del Libro de Rosario
En la apertura de lo que fue la 25° edición de la Feria Internacional del libro en Rosario, la escritora Selva Almada leyó “Algunas notas fluviales”, un discurso donde el movimiento, la opacidad y la impronta de los ríos encarnaban un fluir de metáforas para pensar e imaginar las posibles afluencias de la literatura sobre el territorio, como si de un accidente geográfico se tratara. En su propia deriva, mientras se levantaba uno de esos vientos que arrasan, nos adentramos desde la orilla hacia lo profundo para leer, como si de nadar se tratara.
En tu discurso de apertura señalabas a Rosario como una de las ciudades centrales dentro del país ¿Cómo es el trabajo de librerías como Salvaje Federal que vienen apuntando a descentralizar la circulación y accesibilidad a los libros que se editan más allá de esas ciudades que son centrales?
Ese es un trabajo que hay que seguir haciendo casi permanentemente, como una suerte de curaduría y de investigación que algunas ferias tienen y que ojalá empiecen a tenerla mirando un poco más hacia adentro de las regiones también.
Porque de repente es más sencillo llamar a librerías que tienen autores conocidos o editoriales conocidas más grandes, pero el trabajo de difusión y de promoción es fundamental hacerlo con esos pequeños sellos o pequeños autores que a veces no se conocen o no se leen dentro de la misma ciudad o la misma región.
Yo siempre cuento lo mismo, lo vemos en Salvaje en la parte online (porque la librería ahora tiene un espacio físico acá en Almagro), pero la mayor parte de nuestros lectores y compradores de libros son de las provincias. Nos pasa con muchísima frecuencia que por ejemplo ayer compró alguien de Tucumán, 3 libros de una editorial tucumana. Es una locura porque nosotras traemos los libros de Tucumán para acá y después los libros tienen que volver a Tucumán con todo lo que suponen los gastos de correo, de logística. Por eso creo que las ferias tendrían que de alguna manera transformarse en difusoras de la producción editorial, que a veces es secreta o desconocida.
En Rosario mismo hay muchísimas editoriales que están buenísimas y yo no sé cuanto las conocen los lectores rosarinos. Por supuesto hay toda una circulación que somos los autores y autoras que compramos libros y ahí dentro del mismo circuito sabés, conocés porque te interesa o porque tu amigo publica en ese lugar. Pero el tema es pegar un poco el salto y que los lectores más allá de si escriben o no escriben puedan conocer y acceder a esos libros.
Las ferias tendrían que de alguna manera transformarse en difusoras de la producción editorial, que a veces es secreta o desconocida.
¿Cómo ves a las ferias en relación a la circulación de los textos, lo que entra, lo que queda fuera, lo que expande a las ferias?
Desde hace tres años hay un programa de apoyo a las ferias de todo el país que da Nación y me parece que gracias a ese apoyo que está buenísimo, se incrementó muchísimo la cantidad de ferias en ciudades o localidades pequeñas que antes no había. Estar hablando de una feria es algo complejo por la logística, el dinero, los stands. Conseguir un lugar no es sencillo y tampoco es sencillo para los editores, sobre todo los editores pequeños, independientes a los que les cuesta mucho más hacer la logística de ir de una provincia a otra, de una ciudad a otra con los libros y sostener ese viaje. En ese sentido me parece para remarcar ese apoyo del Ministerio de Cultura de Nación, que ojalá esos fondos sigan otorgándose y esos programas sigan existiendo porque por lo menos en estos tres años ha sido muy provechoso.
Por ejemplo, yo estuve el año pasado y el otro en la feria de Casilda, por hablar de un lugar muy cerquita de Rosario que no tenía feria y que, a partir de ese apoyo, se hizo el año pasado, se hizo este año y este año creció un poco más. Me parece fundamental que el Estado apoye estás cuestiones.
Y en particular a la feria de Rosario ya el año pasado la vi mucho más grande, más circulada y me impactó bastante que en una apertura de feria hubiese tanta gente escuchando, convocada por la inauguración de una feria, eso me parece muy auspicioso.
También me parece importantísimo que la entrada sea gratis, sobre todo en un contexto como el de este año que para la industria del libro es tremendo. Todos los meses aumentan los insumos, aumenta el papel, aumenta la imprenta y está siendo muy complicado. Yo por la librería charlo mucho con pequeños editores de provincia y realmente está siendo muy difícil publicar. De hecho se nota en los catálogos, el año pasado había novedades todos los meses en diferentes catálogos de las editoriales y este año viene muchísimo más a cuentagotas.
¿Cómo afecta la feria a un recorrido lector? ¿Te ha pasado que gracias a la feria llegaste a algunas lecturas?
A mí me ha pasado quizá no como lectora que va a una feria sino que para mí las ferias provinciales sí han actuado como fuente de secretos cuando las he visitado como autora. Entonces voy a una feria de Viedma y miro lo que hay, recorro los stands, miro y escucho. De esa manera yo he descubierto un montón de autores y autoras y de títulos y de editoriales.
Pero ahí me parece que hay que poner un poco más de laburo en el lector que va a una feria a ver qué hay, en estimular de alguna manera esa curiosidad, presentarle a esas editoriales, a esos sellos. Eso se hace no solamente con que esas editoriales y esos sellos tengan un lugar en la feria, unas mesas donde poner sus libros, sino también invitando a los autores y a los editores a ser parte de la programación. Porque si yo estoy con mi editorial y tengo un stand, pero después uno solo de mis autores participa de una mesa, de una lectura o no tengo espacio para presentar un libro, ¿cómo el público se entera de que estoy yo con mis libros ahí? o ¿cómo tiene una idea de qué tipo de literatura estoy produciendo? Más allá de la parte más comercial de la feria, me parece fundamental el espacio de difusión, que también esos sellos tengan un lugar en la programación.
Las ferias provinciales sí han actuado como fuente de secretos cuando las he visitado como autora. Entonces voy a una feria de Viedma y miro lo que hay, recorro los stands, miro y escucho. De esa manera yo he descubierto un montón de autores y autoras y de títulos y de editoriales.
En tus palabras también reconociste el recorrido y la trayectoria de autoras que te precedieron. ¿Qué significado tiene para vos leer y ser parte de esa genealogía de autoras que hicieron su lugar en la escritura y en eventos como la feria?.
Yo quise reconocer sobre todo el trabajo de autoras que son contemporáneas pero están muertas, o sea que no tienen la posibilidad de estar todo el tiempo en las redes como por ahí sí tenemos quienes estamos vivas y estamos publicando en este momento y a las que les debemos tanto, como a Gorodischer ni hablar, Angélica en todo lo que es una literatura de género como ciencia ficción cuando era un género considerado menor.
Rosabetty Muñoz una gran poeta chilena, volviendo a la pregunta que me hacías hace un rato, a ella yo no la conocía y la conocì este año gracias a la feria del libro de Buenos Aires porque vino una delegación de autores y autoras chilenas y me invitaron a coordinar una mesa en la que estaba Rosabetty. Y gracias a eso yo la conocí a ella, conocí su poesía. También nos pasa hacia el interior del paìs y nos pasa hacia los países fronterizos que no conocemos a veces la ida y vuelta de autores de Uruguay, de Chile, de Bolivia, no tenemos tan aceitada la circulación de esos libros y esos autores que están acá al lado, con las que compartimos territorio de alguna manera.
La visibilidad que hoy podemos tener muchas autoras argentinas se la debemos a las que estuvieron antes que nosotras y la remaron para que sus libros y su literatura circularan.
Y claro, cómo no nombrar a Angélica Gorodischer estando en Rosario y a Liliana Bodoc que es una gran autora de género, que puso en valor el género y me parece que hay que leerlas, seguir leyéndolas, hay que recomendarlas, seguir hablando de ellas porque en gran medida la visibilidad que hoy podemos tener muchas autoras argentinas se la debemos a las que estuvieron antes que nosotras y la remaron para que sus libros y su literatura circularan.
Y también valorizar a los autores. Un poco la idea del texto era esa: prestemos atención a que hay autoras y autores que desde sus lugares de origen, desde sus provincias, son influencia en mucha de la literatura que se está haciendo ahora. Por eso nombré a Beatriz Vignoli o Franco Rivero, son grandes poetas que circulan por lo menos acá en Buenos Aires y sus libros son leídos, son tenidos en cuenta, dan talleres que ahora con la modalidad on line lo pueden seguir personas desde cualquier punto de Argentina. Todo ese tipo de cosas me parece que son para tener en cuenta porque a veces nos quedamos en el lugar medio lloròn de que todo pasa en Buenos Aires y si no estás en Buenos Aires no existis. Bueno, está esa cosa que tenemos los provincianos de decir que todo pasa en Buenos Aires, pero hay que mirar un poco hacia adentro: en tu propia ciudad, en tu propia región pasan muchas cosas y esos autores que son grandes autores son tenidos en cuenta, son respetados, tienen sus influencias fuertemente en las nuevas generaciones de autores.
Me da curiosidad en esos encuentros como el que nombraste que se generó en la feria con el grupo de autoras chilenas, ¿qué líneas encontraste trazando puentes, qué conversaciones te parece que son similares que están teniendo en otros países, en la contemporaneidad?
Siento esa conversación con muchas de esas escritoras contemporáneas latinoamericanas, con Nona Fernández, con Lina Meruane, Alejandra Costamagna, con Liliana Colanzi de Bolivia, Fernanda Melchor de México. Hay un diálogo incluso entre las obras que me parece que es lo más importante, incluso más allá de si nos conocemos personalmente o no. Y en esta mesa que te decía de Chile, lo que está interesante es que el grupo de autores (Rosabetty, Verónica Zondek y Mario Verdugo) son autores que forman parte de un colectivo que se llama “Pueblos abandonados”, que son escritores de las provincias que vienen trabajando, han hecho un par de festivales, congresos, donde se juntan a hablar de eso: qué es ser un escritor de provincia y cómo la literatura de provincia circula o no dentro de la región y dentro del país. Ahí había muchos puntos de contacto también.
¿Hay algún libro que conociste hace poco que recomendarías ir a buscar a una feria en particular?
Bueno, sí, hay algunos libros que han salido este año de editoriales rosarinas que me gustan mucho: “Chamamecero serial” que se publicó a fines del año pasado, que es de un escritor, gran poeta: Rafael Urretabizkaya que es del sur, vive en San Martín de los Andes y esta es una novela buenísima que publicaron las chicas de Brumana. Esa novela la recomiendo mucho. Y después otra que se presentó acá en Salvaje Federal que es de la editorial Le Pecore Nere: “Voz de vaca” de Ernesto Gallo, un escritor chaqueño que vive en Rosario y publicó esta novela hace poquito y supongo que las van a poder encontrar allá en la feria.