Cuando el gobierno de Santa Fe le devolvió a Vigil los inmuebles apropiados durante la última dictadura, llegaron a un acuerdo: como en ellos funcionaban ocho escuelas públicas, el Ministerio de Educación le pagaría a la institución un alquiler por el uso de estas instalaciones. Sin embargo, en los últimos años el monto de esta renta quedó retrasado con respecto a la inflación, lo que pone a Vigil en una situación económica crítica, que podría afectar sus actividades.
Fotos: Fernando Der Meguerditchian
Clic, clac, clic, clac. Las piezas de madera, guardadas en una cajita dentro de la mochila, chocaban entre sí con cada paso y musicalizaban la caminata de un viernes a la tarde, a pocos metros del río Paraná. Era 14 de julio, las vacaciones de invierno a punto de comenzar, pero ese día la energía estaba en otro lado.
Por la puerta abierta de Gaboto 450 corría un soplo de aire fresco y se escuchaban sonidos de encuentro: la siesta apenas había pasado, y si bien se esperaba que la mayor afluencia de gente se diera por la noche cuando tocaran las bandas en vivo, ya eran varios los niños y vecinos que se acercaban –atraídos, quizás, por los talleres y juegos que ya se exhibían– a ver qué pasaba.
Un vidrio separaba al gran salón de la biblioteca, donde se dispusieron mesitas con dos sillas, una a cada lado. Sobre la superficie, tableros con cuadrados blancos y negros y, al costado, un reloj.
Cuando entró, una mujer sonriente le ofreció una porción de bizcochuelo y le pidió que anote su nombre en una planilla. Se desplomó sobre un sillón para disfrutar el convite, mientras dejó la mochila a un lado. Cuando terminó la degustación, abrió la mochila con manos temblorosas.
Puso sobre su falda la caja de madera y la abrió cuidadosamente. Una por una, extrajo las piezas: peones, alfiles, torres, caballos, reyes… El torneo de ajedrez estaba a punto de comenzar, mientras los organizadores de la jornada colgaban un cartel en donde se leía “La Vigil resiste”.
Aquí se respira lucha
“La Vigil”, como popularmente se conoce a esta institución rosarina que incluye escuelas, teatro, talleres y una biblioteca popular, sabe de luchas y resistencias: intervenida y apropiada por la provincia de Santa Fe en 1977, durante la última dictadura cívico militar, y tras años de desguace, según denuncian sus actuales administradores, el establecimiento supo ponerse de pie y logró que se le devuelva algo de lo robado. Sin embargo, los días que corren vuelven a encontrarlo en pie de lucha. Hoy su funcionamiento se encuentra en peligro por problemas económicos.
El proyecto cultural e ideológico que Vigil impulsaba antes de su intervención apuntaba a promover el acceso de los trabajadores y los sectores populares a la educación y la cultura.
En 1977, cuando fue intervenida por la dictadura militar, comenzó un proceso de liquidación que se extendió por casi treinta años. En 2004, diferentes sectores comenzaron a luchar para que los bienes sean devueltos a la institución y, finalmente –gracias a una ley aprobada por la Legislatura de Santa Fe en 2012– en diciembre de 2013 la provincia le restituyó su matrícula como mutual y como biblioteca popular y le devolvió a la institución los inmuebles apropiados durante la dictadura.
Se trata de las construcciones que están en la manzana comprendida entre Alem, Gálvez, Virasoro y Ayacucho, donde funciona el jardín de infantes N° 51 –que tiene sala de 3, 4 y 5 años– y la escuela primaria; y de inmuebles ubicados en la media manzana delineada por Gaboto, Alem, 1° de Mayo y la cortada Perkins, donde funciona la biblioteca popular, el teatro, la escuela secundaria, el instituto terciario y un jardín maternal.
“La dictadura estatizó las escuelas, las pasó a la provincia. Hasta el día de hoy siguen siendo instituciones públicas que funcionan dentro de los bienes devueltos. Como la ley aprobada en 2012 no estableció un presupuesto para funcionar y los bienes estaban totalmente deteriorados y sin mantenimiento, se convino que la provincia pague un alquiler, porque iba a estar usando bienes que eran de Vigil. De alguna manera ese alquiler reemplazaba al presupuesto”, explicó el director de la institución, Roberto Frutos.
En ambos predios funcionan, en total, ocho instituciones públicas. Cuatro de ellas eran originarias de Vigil –y funcionaban bajo una administración privada, a pesar de ser gratuitas– antes de la intervención militar, pero en la década del 80 pasaron a ser administradas por la provincia
El problema es que el proceso inflacionario que atraviesa la Argentina en los últimos años se terminó comiendo ese alquiler. El contrato vigente en 2022 aumentó un 30% con una inflación que superó el 100%. Y para este año las estimaciones son, incluso, peores: el contrato se volvió a aumentar en un 30%, mientras que el aumento de precios rondaría el 120%. Con esos números, La Vigil está cobrando menos del 16% de lo que cobraba en 2013 por esos alquileres, sostienen desde la administración.
“Es como que nos hubieran reducido un presupuesto del 100% al 15% en todos estos años, y en los últimos tiempos la situación se agudizó”, detalló Frutos, quien además indicó que los reclamos se elevaron al Ministerio de Educación, pero las respuestas fueron “lentas y ninguna se efectivizó”.
Funcionar a pesar de todo
Anta la falta de recursos gubernamentales, desde Vigil generaron alternativas para seguir sosteniendo las actividades y procurando un sustento económico: al trabajo ad honorem que hacen algunos socios, se suman actividades abiertas a la comunidad –aunque con entradas pagas– como la que tuvo lugar el viernes 14 de julio, en donde hubo música en vivo, talleres y clases abiertas, torneo de ajedrez y servicio de buffet.
Si bien el funcionamiento de las escuelas depende del Ministerio de Educación de Santa Fe, no ocurre lo mismo con el teatro, la biblioteca popular y los talleres que se dan dentro de Vigil, los cuales trabajan, en buena parte, con lo que provincia paga de alquiler por los inmuebles.
Actualmente, en Vigil trabajan doce empleados, aunque en un momento llegó a contar con veintiún trabajadores. “No echamos a nadie, pero hubo compañeros que dejaron los laburos y eso reduce el personal”, explicó Frutos, quien además dio cuenta de que es la institución quien abona los sueldos del personal, como así también los salarios de los talleristas y los gastos de mantenimiento de los inmuebles.
Sobre este último punto, Frutos completó: “Nos hacemos cargo de una parte del mantenimiento que es para todo el edificio. Los subsuelos tienen tres niveles, en el tercero hay piletones de reservorio de agua, porque esta es una zona de napas altas, que requieren un mantenimiento que es para todo el edificio, porque si no se inunda. Hay todo un sistema de bombeo y se han ido quemando las bombas, las hemos reparado como podemos, pero ese es otro planteo que le hicimos al Ministerio. Estamos en una situación crítica en este momento”.
Asimismo, advirtió que la provincia llegó a pagar el alquiler con dos meses de atraso: la situación impactó de tal forma en las cuentas de la institución, que los sueldos de los trabajadores se terminaron pagando después del 20 del mes.
Silencios y promesas incumplidas
Entre las pocas respuestas que dio el Gobierno de Santa Fe, se destaca la propuesta de entregar a Vigil un subsidio por fortalecimiento institucional, pero no hay un plazo establecido para que este dinero comience a enviarse.
“Presentamos toda la documentación que nos pidieron, pero no sabemos cuándo se van a habilitar los pagos. Estamos esperando que se efectivicen las ayudas puntuales que nos van a dar, porque esos nos permitiría sostener la institución hasta diciembre, y después habrá que sentarse con las gestiones que vengan a hablar sobre este último año de contrato. Después se genera una situación compleja a la hora de renovar”, expresó Frutos.
Ante los reclamos de Vigil, desde la cartera de Educación sugirieron que si a la institución no le cierran los montos, no renueve el alquiler de los inmuebles una vez que venza el contrato. No obstante, esta respuesta generó temor de que las escuelas que funcionan en los predios cierren sus puertas. “No queremos que las escuelas se vayan, el barrio las necesita”, manifestaron desde la institución.
Talleres: entre la recreación y los oficios
Actualmente, en la biblioteca se brindan cerca de 40 talleres destinados a los socios. Esas actividades son gratuitas para los chicos de hasta doce años, mientras que para el resto se cobra un adicional a la cuota social: los que tienen una sola clase a la semana son $1.100, y los que son dos clases a la semana son $1.700.
Unos treinta talleres –que van desde danza, instrumentos musicales, yoga, tela, trapecio y literatura, hasta capacitaciones en orfebrería o fotografía, entre muchas más ofertas– son gestionados por Vigil y van de lunes a viernes, entre las 17 y las 21. En total movilizan entre 400 y 500 personas por día.
En la Vigil también se brindan programas de la provincia que están destinados a la capacitación en oficios: uno de ellos es Santa Fe Más, que consiste en cursos para jóvenes de entre 16 y 30 años; el otro es Santa Fe Capacita, que está orientado a la comunidad en general, sin restricción de edad.
“Son propuestas más clásicas de oficios, hay uno de herrería, que actualmente está suspendido porque la provincia no hizo los aportes para la compra de materiales. Siempre pasa eso, pero generalmente nosotros adelantábamos la compra y después nos reponían, pero ahora no estamos en condiciones. No hay pauta certera de cuándo se van a pagar, así que por ahora está suspendido”, comentó Frutos.
Un espacio de memoria
La historia de Vigil está significativamente marcada por la última dictadura cívico militar. Con aquella intervención, los militares se encararon de secuestrar, torturar y desaparecer a algunos integrantes de la comisión directiva de la biblioteca popular Vigil. Pero además, como ocurrió con otros espacios similares, se quemaron y destruyeron unos 40.000 libros pertenecientes a la institución.
Por eso, una de las principales actividades del espacio tiene que ver con mantener la memoria activa. Con ese fin se realizan visitas guiadas por todo el establecimiento dirigidas a escuelas y sindicatos, mientras que un sábado al mes, el recorrido es abierto a toda la comunidad. Estas actividades son con entrada libre y gratuita.
A la guía que realiza la visita se le paga con parte de las cuotas que abonan los socios. En este sentido, Frutos denunció: “Si bien Vigil es reconocido como sitio de memoria por el Gobierno Nacional y Provincial, no hay un centavo de ningún área para sostener ese recorrido”.
Y amplió: “Vigil es sitio de memoria, lo declararon en el año 2015 por todo lo ocurrido al momento de la intervención, que fue en febrero de 1977. Cuando se formó la asamblea para recuperar Vigil en el año 2004, todavía seguían el mismo interventor y el mismo tesorero desde el 77, y todavía quedaban fondos. Por este proceso de desguace que fue muy largo y terrible, hay una causa por delitos económicos que está en curso en la Justicia Federal, por eso para nosotros el centro de todas las actividades pasan por los ejes de memoria, verdad y justicia”.