La situación de violencia e inseguridad en Rosario impacta en las escuelas. A las dos instituciones baleadas en un mismo día se le suman casos de intimidaciones y amenazas que obligan a suspender las clases. Los gremios docentes advierten que muchas familias decidieron dejar de mandar a sus chicos a clases hasta que el contexto se calme y los docentes redoblan los esfuerzos para que los chicos no pierdan escolaridad. En el medio, los guardapolvos portan cinta de luto por la vida de los alumnos que se cobran las disputas entre bandas narcocriminales.
—No fueron uno o dos disparos. Fue una balacera importante.
Ana Ugarte habla al borde de las lágrimas. Mantiene la compostura frente a las cámaras y se contiene para responder las preguntas de la prensa. El sábado 8 de abril, cerca de las once y media de la noche, la fachada de la Escuela Nº 84 “José Mármol” que dirige recibió 15 balazos. La directora se enteró por el llamado de una docente que vive en la casa habitación dentro de la escuela, junto a sus tres hijos. Cuando llegó, la Policía ya se encontraba en el lugar: los disparos se escucharon a varias cuadras de distancia.
La escuela se encuentra en la esquina de Vélez Sarsfield y Larrea, cayéndose del barrio Ludueña hacia el norte. Cruzando la calle está la plaza que rinde homenaje a Claudio Pocho Lepratti, el militante social que hizo de ese barrio su mundo, antes de ser asesinado por la policía santafesina en 2001 mientras preparaba una olla popular en una escuela de la zona sur. En la plaza, también, se levanta una de las ferias populares más tradicionales de la ciudad, donde los vecinos y vecinas se buscan el mango vendiendo lo que pueden: ropa, comida, antigüedades, cosas que están de más en la casa. En esas cuadras, la escuela emerge como lugar de contención para muchos chicos que no solo asisten a aprender, sino también a recibir un plato de comida de su comedor. En una de las paredes laterales de la institución, un mural viejo y desgastado derivó en premonición: dejen de tirar que hay pibes comiendo.
Dentro de los trabajadores de la institución, el miedo tiene tanto lugar como el desconcierto. ¿Por qué la escuela? En la puerta del lugar dejaron dos notas con amenazas que no iban dirigidas ni a la institución, ni a los maestros, ni al personal, ni a los alumnos. “Esta gente nos usa como buzón para dejarse amenazas entre ellos, en algo que la escuela no tiene nada que ver”, evaluó la directora, ante la pregunta que flotaba con la pesadez del olor a pólvora.
Ese mismo sábado a la noche, a 15 minutos de que comience el domingo de Pascuas, otra escuela fue baleada. El complejo educativo “Rosa Ziperovich” donde funciona una escuela primaria, una secundaria, y una escuela para adultos, también recibió impactos de bala y una nota amenazante. El ataque se dio en una zona sumamente custodiada: a esa escuela asistía Maxi Jerez, el niño de 11 años asesinado en el barrio Los Pumitas, tras quedar en medio de una balacera que tenía como destino un búnker del lugar. El niño salía de un cumpleaños junto a dos primos. Su muerte despertó la furia de los vecinos del lugar que desvalijaron los supuestos búnker de drogas, en una pueblada que fue televisada en vivo para todo el país. Por orden del presidente, Gendarmería arribó a la ciudad con la premisa de custodiar las zonas más calientes de la ciudad. Pero la lluvia de balas no cesó.
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Desde la balacera contra el Concejo Deliberante de Rosario en 2018 hasta hoy, los ataques contra edificios públicos de la ciudad, se volvieron casi moneda corriente: Tribunales, el Centro de Justicia Penal, el Distrito Sur, centros de salud. Sin irse demasiado lejos en el tiempo, la semana pasada balearon por séptima vez las oficinas del Servicio Penitenciario, en un período de tres años. A eso se le suma un largo listado de balaceras y amenazas contra comercios y casas particulares. Lo que sí aparece como una novedad e en esa enumeración, son las instituciones educativas.
Para intentar explicar y dar respuesta a este tipo de fenómenos, en 2020 el Ministerio Público de la Acusación creo una Unidad Fiscal de Balaceras. Al día de hoy, en esa dependencia existen once casos judicializados que involucran a escuelas, entre los que se diferencian hechos graves como balaceras y otros donde la amenaza no incluyó armas de fuego. Pero sumando los que no llegan a esa instancia, el número crece significativamente. Los gremios docentes estiman que en el último tiempo las intimidaciones contra escuelas son más de 30 y con una suba fuerte de casos en las últimas semanas.
Desde la Fiscalía identificaron tres motivos por los que se originan las balaceras en la ciudad. Por un lado la búsqueda de dinero. Esto se traduce en extorsiones contra comercios, que son instados a pagar para poder trabajar tranquilos. “Es un delito tremendo porque la misma persona que te ofrece la protección es la que te origina el riesgo”, explica Valeria Haurigot, fiscal a cargo del organismo. El segundo se vincula con las propias disputas entre bandas narcocriminales, donde las balaceras se dan tanto para motorizar el cobro de alguna deuda como para marcar un territorio de dominio en la venta de droga. El tercero tiene que ver con intentar generar temor en la sociedad o transmitir un mensaje.
“Las balaceras a las escuelas las ubicamos en estos dos últimos grupos. Uno que tiene que ver con lo que son peleas entre bandas narcocriminales, y otro que está más relacionado con la idea de generar pánico y notoriedad. Se sabe que las escuelas, por lo que representan, generan inmediatamente una cobertura y una atención por parte tanto de la prensa como de los operadores judiciales”, explica la titular de la unidad.
En la Unidad Fiscal de Balaceras estiman que desde su entrada en vigencia se detuvieron a unas 300 personas, de las cuales alrededor de 50 están condenadas. “Son muchas las personas detenidas, pero evidentemente esto no es suficiente para que baje el fenómeno. Nosotros podemos decir que tenemos buenos resultados desde nuestro objetivo, que es el que impone la ley, pero en realidad lo que uno ve como ciudadano, o como actor relevante en el sistema de seguridad, es que no es suficiente”, expresó y agregó: “Hemos llegado a buenos resultados que no se lograron trasladar en una disminución en los números. Ni de las balaceras, ni de las extorsiones”.
A eso se le suman los datos difundidos el último fin de semana por la Agencia de Investigación Criminal (AIC) sobre el trabajo de la brigada que funciona dentro de la policía santafesina, dedicada a la prevención de extorsiones, amenazas y balaceras, y que funciona de manera mancomunada con la Unidad Fiscal que conduce Haurigot. En un año de trabajo detuvieron a 136 personas relacionadas a causas de narcotráfico, en el marco de 360 allanamientos, donde se secuestraron 30 armas de fuego, 200 municiones y 35 vehículos de alta gama. Según el propio organismo, la división participó en la resolución de 183 hechos de amenazas y extorsiones, heridos de armas de fuego y abuso de armas.
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Pero los ataques directos contra las escuelas no son la única manera de amedrentar a la comunidad educativa. Los docentes vienen denunciando desde hace años que la violencia en los barrios se está llevando la vida de muchos de sus alumnos. El más reciente es el caso de Máximo Luján y Maite Gálvez, de 13 y 14 años, en barrio La Cerámica. Los jóvenes eran novios y ese sábado por la noche andaban en bicicleta por el barrio a eso de las ocho de la noche, cuando un auto se les puso a la par y disparó contra ellos. Sus familiares no encuentran explicaciones de lo ocurrido más allá del enfrentamiento entre bandas que se vive en ese barrio del noroeste rosarino, que la semana pasada se cobró cuatro vidas en cinco días.
Maite era alumna dela Escuela 540 “Camino de los Granaderos”, mientras que Máximo cursaba en la Escuela 1315 “Itatí de Corrientes”. Esa escuela, ubicada en el corazón de La Cerámica, el pasado lunes cerró sus puertas por duelo, ante la muerte de dos alumnos en solo una semana. Desde entonces, muchos padres decidieron dejar de enviar a sus chicos a la escuela. El viernes, autoridades del gremio se acercaron a la escuela y se llevaron una sorpresa: al turno mañana solo asistieron 12 alumnos.
“Algunas escuelas resolvieron no dar clases estos días y las que abren reciben muy pocos alumnos. En escuelas donde debería haber 250 chicos en cada turno, estos días tuvimos 10”, lamenta Juan Pablo Casiello, secretario general de Amsafe Rosario. “Ante este contexto tan delicado las familias prefieren quedarse encerradas. E incluso, tenemos situaciones un poco más dramáticas con familias que han informado a las maestras que por un tiempo, que no saben cuál es, no van a ir a las escuelas porque se mudan. En el medio, los chiquitos pierden toda escolaridad, más allá del esfuerzo de algunas maestras que se comprometen a mandar el material”, agrega.
En la mayoría de los casos, la situación termina sobrepasando el propio esfuerzo de la comunidad docente para que los chicos sigan asistiendo a las aulas: “La Escuela 1315 es la única que está dentro de La Cerámica. Es una escuela que tiene un vínculo muy bueno con su comunidad, que no ha tenido situaciones de violencia en su interior, que nunca ha sido vandalizada. Pero en poco tiempo les mataron a dos alumnos y un exalumno. Por mejores respuestas que tenga la escuela en sí misma, la verdad que la escolaridad de los chicos está muy golpeada y el panorama no parece mejorar en lo inmediato”.
La escena se repite en otros lugares de la ciudad. La semana pasada, tanto en barrio Rucci como en Parquefield, el gremio registró escuelas secundarias que suspendieron las clases, y primarias que dictaron clases para muy pocos alumnos. Al comienzo de esta semana, la principal noticia pasa por las dos escuelas que suspendieron las clases por amenazas: la secundaria Nº 411 “Leónidas Gambartes” y la primaria Nº 60 “Mariano Moreno”, ambas sobre la cuadra de Paraguay al 1200, en pleno centro rosarino. A unos 200 metros de la Comisaría 2 de la Policía de la Provincia de Santa Fe.
Esta vez, las intimidaciones llegaron directamente al celular de la directora del colegio secundario, durante la noche del domingo. Los mensajes le advertían que no deje estar a los chicos en la puerta de la escuela porque la iban a tirotear. Tras dar aviso al Ministerio de Educación, decidieron suspender las clases en el lugar. Si bien las amenazas estuvieron dirigidas solo a esa escuela, en la primaria Mariano Moreno también eligieron no dictar clases: es que ambas instituciones se encuentran pegadas, separadas apenas por una medianera. Los padres se enteraron esta misma mañana cuando llevaron a los chicos al establecimiento.
En esa misma cuadra, cruzando la calle, una fábrica de pastas decidió cerrar sus puertas por extorsiones. El hecho ocurrió durante los primeros días de mayo, cuando la dueña recibió mensajes a su celular donde amenazaban con balear su local si no pagaba medio millón de pesos. Por redes sociales anunciaron el cierre momentáneo del comercio: “Con mucho dolor e impotencia queremos anoticiar que nuestro local está cerrado debido a extorsiones y amenazas recibidas hacia el local. Abriremos nuevamente cuando se garantice la integridad tanto de los dueños y empleados como los clientes por parte de los organismos de seguridad”.
Toda esta situación se da en un clima enrarecido. Tras las seguidillas de asesinatos en La Cerámica, los celulares de los vecinos de esa zona de la ciudad comenzaron a llenarse de audios y mensajes que advertían sobre un “toque de queda narco”, producto de un enfrentamiento entre bandas por el supuesto robo de un cargamento. Desde el Ministerio de Seguridad tuvieron que salir a advertir que muchas de las imágenes, videos o amenazas que se estaban viralizando correspondían a hechos viejos o que no habían ocurrido en la ciudad. Finalmente, la provincia será querellante en la causa que investiga la difusión de esos mensajes que, para el ministro de Gestión Pública Marcos Corach, tuvieron como objetivo “generar brotes de desestabilización social” en Rosario.
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Ante la escalada de este tipo de hechos, a finales de abril se puso en marcha el programa “Te acompaño”, un plan de patrullajes en los horarios de entrada y salida de las escuelas, priorizando los barrios con mayores índices de conflictividad. El programa surgió como respuesta a la demanda de los gremios docentes que reclamaban garantías de seguridad en las escuelas, tanto para alumnos como para docentes.
“A corto plazo lo que pedíamos era mayor presencia de la policía. Nosotros no queríamos a los patrulleros en la puerta de la escuela porque entendíamos que puede generar mayor violencia. Pero sí que haya una ronda, que en las cuadras aledañas a las escuelas haya algún tipo de presencia que preste un poquito más de seguridad al en torno a la llegada y la salida de los alumnos”, explicó Paulo Juncos, secretario gremial de Amsafe. “Eso algún efecto ha tenido, pero sabemos que no alcanza. Y también sabemos que los móviles no se pueden quedar patrullando exclusivamente las escuelas; por eso lo que hay que atacar son las causas más profundas que generan ese tipo de situaciones”, agregó.
En la misma línea, Casiello destacó el encuentro con el ministro de Seguridad y señaló que, si bien hay voluntad de dar respuestas hasta el momento es difícil encontrar resultados: “La situación excede absolutamente a lo que hoy el Ministerio de Seguridad puede garantizar. El programa que se anunció ya viene de antes, lo que hicieron es reforzarlo. Nosotros le insistimos que estábamos en contra de la militarización de los barrios, que era el noveno desembarco de fuerzas federales, y que estaba a la vista que no era por ahí. Y marcamos que la policía debía hacerse cargo, de las complicidades que mantienen con estas bandas violentas, cosa que el ministro Brilloni en parte reconoció”.
Si bien el contexto requiere respuestas inmediatas, los gremios entienden que la solución de fondo debe ser estructural. “En muchos barrios de la ciudad, la única presencia del Estado fuerte son las escuelas. El único lugar en que uno podría tener alguna repercusión de una acción mafiosa es la escuela”, remarcó Juncos. “En La Cerámica, en Empalme Graneros, no hay sucursales bancarias, ni grandes edificios estatales. Pero en general, en todos los barrios tenés una escuela. En algunas zonas el blanco que podrían tener para enviar mensajes mafiosos, intimidatorios y violentos son los edificios escolares”, agregó.
Pero en ese “mientras tanto”, los docentes también se organizan. Desde mediados del año pasado, distintos sectores conformaron el movimiento Escuelas como Territorios de Paz. Se trata de una propuesta que reúne a distintos actores, como los trabajadores de la educación, organizaciones sociales, comunitarias, barriales, estudiantiles y políticas, con el fin de fortalecer los vínculos entre las organizaciones insertas en cada lugar, teniendo a la escuela como articuladora. El movimiento toma el nombre de una experiencia impulsada por la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode).
“Nos hemos conformado en torno a este proyecto para analizar desde distintas miradas cómo abordamos estas situaciones de violencia que atraviesan algunas comunidades. Hay barrios muy atravesados por la violencia, y las escuelas que están en esos barrios también están atravesadas por esas mismas violencias”, explicó Juncos y agregó: “Este proyecto surge en Colombia y, si bien las situaciones no son iguales, nosotros hemos tomado algunas ideas y las hemos adaptado a nuestras necesidades. La idea es ir avanzando de a poquito en el armado de ese espacio y de este proyecto acá en la ciudad de Rosario”.
El pasado sábado, las organizaciones que forman parte de este movimiento se reunieron en la plaza Mariano Moreno, de Alsina y Córdoba, en el marco de una jornada cultural, donde se intentaba transmitir un mensaje de paz en medio de la ola de violencia. “La idea es seguir construyendo el camino de encontrarnos para ver qué respuestas le damos entre todos a las situaciones que nos atraviesan”, explicó Juncos.
En tanto, este martes la delegación Rosario del gremio Amsafe convoca a una movilización frente a la sede de gobernación. Ya lo han hecho anteriormente por este tema. Y reconocen, lamentablemente, que probablemente no sea la última. “Es absolutamente necesario que las escuelas estén abiertas, aunque sea con pocos chicos. Queremos hacer todo lo contrario de quedarnos cerrados y atomizados”, adelantó.