A partir de una clara apuesta colectiva, los vecinxs de Exaltación de la Cruz, llevan adelante una batalla desigual contra el envenenamiento sistemático provocado por los pesticidas y el incumplimiento –por parte de los productores- de las normas vigentes. Días atrás, la justicia ratificó los 1000 metros de distancia de las fumigaciones de viviendas y escuelas como zona de protección ambiental. Basta de cáncer exige el grupo Exaltación Salud y la pelea va más allá en busca de un ambiente libre de contaminación, que priorice la vida
«¿Qué más vamos a tener que demostrar?». Dr. Andrés Carrasco (CONICET)
Fotos: Archivo colaborativo @exaltacionsalud
-Anita no puede volver a Capilla. Anita se tiene que quedar internada-, le explicaron en el Hospital de Pediatría Prof. Juan P. Garrahan a Gabriela Sandes y su marido. Corría el mes de febrero de 2017. Habían llegado hacía poco a la gran urbe, tras casi dos años de recorrido infructuoso por centros de salud locales y cercanos a Capilla del Señor, -donde la familia vive- en los que nunca tuvieron respuesta ni diagnóstico. Su hija, Ana Flores, tenía trece años y un tumor en su ovario derecho que no paraba de crecer.
Antes habían fumigado sobre las escuelas. Seguirían pulverizando los campos, tiempo después. El 11 de marzo de 2019 hubo una “fumigación criminal” en la que se emplearon dos insecticidas agrícolas en horario escolar, sobre los institutos de Educación Primaria 4 y de Educación Secundaria Técnica 1, ambos situados en Parada Robles (kilómetro 78 de la ruta 8), por la que docentes y alumnos debieron ser evacuados y atendidos. Exaltación es un territorio contaminado y enfermo para quienes lo habitan. En esta porción de tierra elegida por muchos para la crianza de sus hijxs y la conexión con la naturaleza, poco importan las vidas arrasadas por este genocidio por goteo, “daños colaterales” de un sistema agrícola de monocultivo tóxico.
Las doce localidades que componen Exaltación de la Cruz, -a 82 kilómetros de Capital Federal, uno de los 135 partidos de la provincia de Buenos Aires- tienen el 80 por ciento de su superficie cultivada con transgénicos, asociados a su consecuente paquete tecnológico, esto es, el uso de pesticidas y agrotóxicos que se emplean en los campos. Mayormente, soja y maíz. Su uso extendido provoca, entre otras patologías severas, enfermedades que son disruptoras hormonales, es decir, afectan las zonas reproductivas. En Exaltación, se ha naturalizado que niñas de doce años sufran tumores o cáncer de útero tanto como los abortos espontáneos y el aumento de la infertilidad.
El calvario de Anita empezó a sus trece años cuando debieron operarla por una peritonitis, y en ese peregrinar en que buscaban atención médica los doctores insistían en si no estaría embarazada. Y aunque lo doloroso e invasivo, -e inexplicable para una niña de su edad- vendría más tarde, Anita nunca lloró ni cuestionó el tratamiento.
-“Cuando me dijeron que tenía un tumor del tamaño de una pelotita de tenis, me quedé sin reacción- cuenta su mamá Gabriela, en la extensa charla mantenida. “Tumor y cáncer son todavía dos palabras que me cuestan nombrar. En ese momento, por dentro vi toda la película completa, para mí fue la muerte en vida. En cambio ella estaba siempre contenta, me pedía que me quedara tranquila, que no me pusiera mal. Siempre estuvo alegre y sonriente”.
Malditas avionetas
“-Al principio cuando no sabíamos nada, la llevábamos a Anita a ver las avionetas, esas malditas avionetas que fumigaban, era un paseo, como un festival para nosotros. Algunos íbamos en el barrio. Luego supimos lo que eran. Enfrente de la escuela de Ana, a 150 metros se fumigaba y fueron tres chicas, tres casos similares; pensamos, algo tiene que estar pasando. El negocio y el dinero va por todo, lo estamos viendo, hace unos días pulverizaron frente a la escuela de La Lata, frente a lo de Verónica, no entiendo hasta donde va a llegar esto. Yo ya no tengo nada que perder, ya perdí todo-” señala. Gabriela se refiere a Verónica Garri: ella y su marido tienen altos niveles de glifosato en sangre y Corina, la hija menor sufre de alopecia; una enfermedad autoinmune, de origen genético; su propio organismo rechaza el vello en el cuerpo. Corina tiene tres años y quedó pelada. La alopecia de Corina es producto de la intoxicación con agrotóxicos.
Anita murió el 10 de junio de 2017, dos días antes de cumplir catorce años. En 2015, fallecieron otras dos adolescentes de 13 y 15 años, alumnas de las escuelas fumigadas. “Una de las chicas era compañera de Ana, tenía un tumor en la cabeza, la otra chica murió de un tumor en el intestino.”- cuenta Gabriela, que hacia 2016 desarrolló un quiste en un ovario y un fibroma de útero. Los padres no quieren estar en el grupo, tomaron el duelo de otro modo. Yo quiero seguir, saber qué pasa. No es solo por mi hija sola, es por los demás, no quiero seguir viendo gente muriéndose-.
Organizar la rabia
-Me defino como activista, periodista ambiental y vecina integrante de Exaltación Salud– explica Anabel Pomar en diálogo con enREDando. Y agrega que “es un grupo en el cual me gusta estar, desde donde se puede construir. Encontramos en ese espacio muchas voluntades, logramos convertir ahí nuestras preocupaciones o nuestras afectaciones, las conseguimos transformar en protecciones concretas para la comunidad, para todo el municipio, y eso ayuda mucho. No alivia los dolores pero sí ayuda mucho a organizar toda esa rabia y tristeza”-. Anabel vive desde hace doce años en el pueblo y llegó a los Cardales con quien fuera su compañero y el papá de sus hijos (fallecido de cáncer) en busca de “otra forma de vivir, de conectar, nos quisimos encontrar en otro lado, criar a nuestros hijos en un entorno con otra escala humana”.
Al igual que las Madres de Ituzaingó Anexo en Córdoba, pioneras en denunciar el modelo agrotóxico allá por 2001, dos vecinas de Exaltación decidieron salir a recorrer los barrios San José y Esperanza. El resultado fue un relevamiento casero realizado en 2019 (los datos nunca provienen de organismos oficiales ni de control), que arrojó resultados abrumadores: en un radio de 30 manzanas (280 viviendas) encontraron 50 casos de cáncer. 30 de esas personas, actualmente ya fallecidas. Por otra parte, en el noventa por ciento de las casas visitadas, los vecinos presentan enfermedades vinculadas a la exposición a plaguicidas tales como problemas respiratorios, de piel, diabetes e hipotiroidismo.
Exaltación Salud se creó en 2012, cuando los vecinxs afectados se unieron en un colectivo de resistencia pacífica, frente al aumento exponencial de las enfermedades en los barrios. Desde allí y a partir de acciones concretas se plantan a favor de la agroecología, modo de producción que entienden como única salida y en el repudio sostenido: Basta de cáncer
En agosto de 2021, Exaltación Salud recibió los análisis de agua que le habían solicitado a la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Los resultados confirmaron las sospechas de la contaminación en las napas de agua. En Cardales y Capilla del Señor el agua de red contiene agrotóxicos peligrosos para la salud, clorpirifós (insecticida prohibido recientemente por el Senasa), atrazina (disruptor endócrino), metolacloro (posible cancerígeno), epoxiconazol (probable cancerígeno), tebuconazol (posible cancerígeno, disruptor endocrino, tetarogénico) e imazetapir.
La salud quebrantada
Mercedes “Meche” Méndez, enfermera en el Hospital Garrahan que se dedica a los cuidados paliativos en pacientes oncológicos, denuncia desde hace más de una década los efectos de los pesticidas en las infancias fumigadas. Desde el espacio que ocupa atiende a todo tipos de pacientes, entre ellos a niñxs provenientes desde los parajes más remotos o poblados cercanos atravesados por un denominador común: la forzada exposición a las fumigaciones en los lugares donde viven, generalmente, barrios aledaños a los campos transgénicos.
-Yo veo pacientes; sabiendo lo que está pasando con la naturaleza, lo que implica el modelo extractivo, lo que leo y las visitas a territorio que hago, con todo eso, te imaginás lo que puede estar pasando con la salud de las personas que viven ahí. A veces no hace falta preguntar si es un paciente fumigado o no. Con solo saber de dónde viene, si ese pueblito son diez cuadras de viviendas rodeadas de cultivos de soja, y llegó al hospital con problemas en la piel, vómitos, otros relativos a la intoxicación, no hay que ser un genio para darse cuenta. Darío Gianfelici, médico rural, decía que en los pueblos fumigados ellos ven los pacientes afectados de manera aguda y que acá en el Garrahan, el Gutiérrez y otros hospitales, vemos las patologías de los niñxs afectados de manera crónica. Es eso. Quizá el chicx no tiene un síntoma específico que se pueda asociar a una intoxicación, tal vez los síntomas estuvieron mucho antes o no los tuvo. Capaz que fueron los padres; es la cronicidad, es el ambiente, el agua, el río en el que se baña-, detalla Meche.
En su artículo, Meche señala: “(..) Las poblaciones están solas, las víctimas con su salud quebrantada y aún peor, los familiares de los que han perdido su vida, como Nicolás, José, Rocío, Joan, más solos todavía, soltados de una mano que quienes debían defenderlos jamás les tendió y se encuentran ante un enemigo envalentonado que sigue sosteniendo –donde sea- que los venenos son casi tan inofensivos como “el agua con sal” o menos nocivos que el agua caliente del mate mañanero”.
¿Qué dice la legislación en Exaltación?
Nuestro país aún no cuenta con una ley nacional que regule el uso de pesticidas, por lo que cada municipio o poblado debe atenerse a las normas locales vigentes. En Exaltación, la Ordenanza 101/12 indica la prohibición de fumigar a menos de 150 metros de las casas y de 300 de las escuelas, pero la norma no fue reglamentada en siete años.
Desde septiembre de 2019, ante el férreo reclamo vecinal, se logró una medida cautelar que establece para las fumigaciones terrestres una distancia mínima de 1000 metros de las viviendas, escuelas, cursos de agua y zonas de protección ambiental. Sin embargo, los habitantes señalan que la normativa es sistemáticamente incumplida. Días atrás, por unanimidad, la Cámara de Apelaciones ratificó la vigencia de la norma. “Con lo hasta aquí expuesto, puede concluirse que en el Partido de Exaltación de la Cruz hay fumigaciones –tanto terrestres como aéreas– cercanas a las zonas pobladas; que existe un depósito de agroquímicos en el casco urbano, y que el mismo no se encuentra debidamente registrado. Desde otra perspectiva, también se debe dar por acreditada la peligrosidad que los agroquímicos representan para la salud humana”, señala el texto.
-Fuera del escrito judicial, para nosotros y para el ambiente algo importante es que señala el incumplimiento del Concejo Deliberante, o sea que ellos no nos están garantizando el derecho a vivir sanos y salvos en un ambiente saludable. Si el poder político no responde y no le da respuesta a la ciudadanía acudimos a la justicia que vuelve a ratificar plena vigencia-, explica Anabel Pomar.
Y agrega: “la protección sigue estando, en todo el municipio de Exaltación de la Cruz están prohibidos completamente todos los plaguicidas y fertilizantes químicos. Pero fertilizantes y plaguicidas no son sinónimos, todos son agrotóxicos. ¿Es suficiente? Claro que no, porque existe la deriva, porque los tenemos al lado. Entendemos que la única solución es que se erradiquen completamente los agrotóxicos, en 2019 conseguimos la prohibición aérea, por ordenanza, prohibición total y el camino que queda es conseguir la prohibición completa, total de pulverizaciones terrestre. En este municipio no vamos a aceptar que se naturalicen los venenos”.
-Es tan fuerte que no lo querés creer, pero no tiene nada de mentira; es así de brutal y real-” grafica Anabel Pomar al señalar que “vemos todo verde, un camino rural divino, lleno de plantas, pero eso que vemos no es naturaleza, ahí no hay biodiversidad: es el verde uniforme de los campos de soja, tierras de monocultivo fumigadas, transgénicos que no tienen nada de belleza”. Transgénicos que traen espanto.
1 comentario
Excelente artículo escrito por una periodista especializada en el tema que colabora tenazmente en la visibilización de la tragedia argentina más escandalosa que podamos imaginar, pero que sin embargo es negada por las autoridades estatales en todas sus versiones. Los agrotóxicos de la agricultura industrial no son más buenos que el nestum, ni son agua bendita, aunque nos obliguen a aceptarlo como a un plato de vidrio molido. ¡Gracias enredando.org!
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