Relatoría 9
El Semillero se fue construyendo a partir de diferentes intercambios, los cuáles invitaron a la producción de nuevos conocimientos técnicos pero sobre todo políticos. Porque el aprendizaje sobre cómo instalar una red comunitaria requiere de múltiples saberes: aquellos específicos que tienen que ver con la instalación, el funcionamiento y sostenimiento de la red, y también aprendizajes que cobran sentido en un entramado más amplio como lo es la soberanía tecnológica. Compartiremos en esta relatoría la experiencia de la UNICAM Suri – MOCASE de Villa Ojo de Agua en Santiago del Estero.
¿Cómo se fue construyendo todo este proceso? ¿Cuál fue la metodología? Cuando hablamos de metodología, hablamos de un camino a recorrer y de elegir herramientas, recursos, modalidades que colaboren en ese camino. No se trata de una secuencia lineal de pasos sino por el contrario es algo mucho más complejo y que, por lo tanto, se debe dejar aparecer la tensión que pueda existir entre la complejidad de los conocimientos a trabajar, la creatividad que pongamos en juego para reconocer los pliegues de los problemas que pudieran suceder, las limitaciones propias de la implementación práctica y la vida misma de las organizaciones que son parte de este proyecto.
Al definir la metodología, también se hace imprescindible reconocer los vínculos que se van tejiendo entre les participantes, producir sentidos entre aspectos técnicos y la construcción del conocimiento, desde las realidades concretas de cada comunidad, las expectativas puestas en juego, entre otros aspectos que atraviesan un espacio de aprendizaje amplio y desafiante como lo fue el Semillero.
Con el objetivo de reflexionar sobre este proceso, conversamos con Matías y Macarena pertenecientes a la UNICAM Suri – MOCASE, de “Villa Ojo de Agua”, Santiago del Estero, quienes sostuvieron la formación durante todo el año y que por estos días están viendo materializados todos los saberes construidos en la instalación de los Nodos en su comunidad santiagueña.
El Semillero tuvo como espacio central de aprendizajes e intercambios los días jueves durante todo el año que en un espacio virtual apostó a construir conocimientos técnicos, pero en el mismo nivel de importancia acompañó el proceso en las comunidades para poder presentar todos los requerimientos que el Programa Roberto Arias solicita para el financiamiento a las organizaciones para el tendido de las redes comunitarias. Macarena, del MOCASE, reflexiona sobre ese espacio de los jueves, “esos encuentros nos sirvieron mucho y también el trabajo territorial del mapeo, de dibujar el croquis, de ir pensando algo que se venía después, poner cuerpo y mucha cabeza”, en esta expresión se comprende que el proceso no se centró en aspectos teóricos solamente sino fundamentalmente en las posibilidades de llevar esos conocimientos a la práctica concreta en sus comunidades.
Cuando conversamos con les compañeres de la organización dimensionamos un aspecto central de todo el proceso como lo fue (y lo sigue siendo) multiplicar los conocimientos que se iban adquiriendo al interior del MOCASE, en ese sentido, Matías nos cuenta “El proceso de apropiarnos de una red comunitaria, y de todos los conocimientos técnicos y también políticos y pedagógicos nos ha ayudado mucho, ha sido muy enriquecedor tener un ida y vuelta con la comunidad y la coordinación político-pedagógica del espacio” y ese ida y vuelta implicó también debates y decisiones políticas al interior de la organización “poder pensar cuáles son las pedagogías y las políticas que queremos hablar, del derecho a la conectividad como por ejemplo”, decisiones ancladas en el conocimiento de la propia comunidad, sus apuestas y proyectos, en ese sentido, Matías nos cuenta “nos ha llevado a planificar y re planificar inclusive el mismo diseño de redes del semillero pensando y abarcando los espacios productivos y laborales también como un espacio que tiene derecho a tener una comunicación y se nos han dado todas esas discusiones también en el medio, de a qué espacios ponerle, por ejemplo a nuestra cancha comunitaria de nuestro club atlético unicamp suri que también es uno de los puntos de conectividad”.
Al definir la metodología, también se hace imprescindible reconocer los vínculos que se van tejiendo entre les participantes, producir sentidos entre aspectos técnicos y la construcción del conocimiento, desde las realidades concretas de cada comunidad, las expectativas puestas en juego, entre otros aspectos que atraviesan un espacio de aprendizaje amplio y desafiante como lo fue el Semillero.
Con el objetivo de reflexionar sobre este proceso, conversamos con Matías y Macarena pertenecientes a la UNICAM Suri – MOCASE, de “Villa Ojo de Agua”, Santiago del Estero, quienes sostuvieron la formación durante todo el año y que por estos días están viendo materializados todos los saberes construidos en la instalación de los Nodos en su comunidad santiagueña.
El Semillero tuvo como espacio central de aprendizajes e intercambios los días jueves durante todo el año que en un espacio virtual apostó a construir conocimientos técnicos, pero en el mismo nivel de importancia acompañó el proceso en las comunidades para poder presentar todos los requerimientos que el Programa Roberto Arias solicita para el financiamiento a las organizaciones para el tendido de las redes comunitarias. Macarena, del MOCASE, reflexiona sobre ese espacio de los jueves, “esos encuentros nos sirvieron mucho y también el trabajo territorial del mapeo, de dibujar el croquis, de ir pensando algo que se venía después, poner cuerpo y mucha cabeza”, en esta expresión se comprende que el proceso no se centró en aspectos teóricos solamente sino fundamentalmente en las posibilidades de llevar esos conocimientos a la práctica concreta en sus comunidades.
Cuando conversamos con les compañeres de la organización dimensionamos un aspecto central de todo el proceso como lo fue (y lo sigue siendo) multiplicar los conocimientos que se iban adquiriendo al interior del MOCASE, en ese sentido, Matías nos cuenta “El proceso de apropiarnos de una red comunitaria, y de todos los conocimientos técnicos y también políticos y pedagógicos nos ha ayudado mucho, ha sido muy enriquecedor tener un ida y vuelta con la comunidad y la coordinación político-pedagógica del espacio” y ese ida y vuelta implicó también debates y decisiones políticas al interior de la organización “poder pensar cuáles son las pedagogías y las políticas que queremos hablar, del derecho a la conectividad como por ejemplo”, decisiones ancladas en el conocimiento de la propia comunidad, sus apuestas y proyectos, en ese sentido, Matías nos cuenta “nos ha llevado a planificar y re planificar inclusive el mismo diseño de redes del semillero pensando y abarcando los espacios productivos y laborales también como un espacio que tiene derecho a tener una comunicación y se nos han dado todas esas discusiones también en el medio, de a qué espacios ponerle, por ejemplo a nuestra cancha comunitaria de nuestro club atlético unicamp suri que también es uno de los puntos de conectividad”.
Que todo el aprendizaje en relación a las redes comunitarias dialoguen con los sueños de las organizaciones, supera toda expectativa que el Semillero se haya propuesto, y acá nos entusiasmamos cuando Matías expresa “nos permitió el poder conversar y poder seguir soñando muchas cosas que venimos construyendo y esto que viene también un poco a complementarlo o a potenciar también todas éstas aristas nuevas que se van abriendo, en base a el trabajo territorial y a todo el trabajo cotidiano que se tiene dentro de la unicamp, de las comunidades campesinas e indígenas y del pueblo”.
Sin dudas, como en todo proceso también hubo dificultades, como menciona Matías “Después sí también hubo algunas dificultades técnicas” que se superaron colectivamente, en un equipo muy diverso con compañeres de diferentes lugares “el trabajar en equipo siempre es una experiencia asombrosa, nueva, renovadora y también formativa para los que acompañamos como para todos los compañeros que se van sumando. También muy, muy enriquecedor poder ir hablándolo con el equipo de trabajo, con los chicos, el equipo que estamos trabajando” ¿Y cómo se fueron resolviendo las dificultades? Matías es muy claro “aprendiendo mucho, lo cuál nos llevó a sentarnos y repensar y revisar una y otra vez y a fortalecer mucho más la pedagogía y el objetivo principalmente, las dificultades técnicas lo que más nos han dado la oportunidad de fortalecer nuestro fundamento de por qué estamos haciendo lo que estamos haciendo con cada uno de los compañeros y compañeras”.
También una fortaleza fue confirmándose en el compartir con el resto de las organizaciones del proyecto y en la fuerza del propio equipo del MOCASE, Macarena nos cuenta “ese valor de decir che ustedes sí pueden porque no es tan complicado y entre muchos se puede, teniendo la primera práctica fundamental, realmente fue fundamental porque si yo, si nosotros no estábamos en equipo juntos en esa práctica, sería muy difícil encaminar lo que estamos ya encaminando en la comunidad porque realmente no lo entenderíamos”.
La participación en el Semillero, colaboró en esa disputa por los sentidos del hacer desde las organizaciones, siendo ello un objetivo fundamental en el camino de la soberanía tecnológica, sin dudas. Matías hace referencia a ese proceso cuando explicita ”como movimiento esto nos ha llevado al desafío, toda esta experiencia, de pensar en la conectividad en las comunidades y estrategias no solamente que involucra lo estructural sino que involucra la formación hacia el acceso a los derechos principalmente”.Después de largos meses de encuentro, formación, reflexiones, nuevos interrogantes surgen “como llegar a sostener una red el día de mañana el cual es un sueño hoy en día hacer todo este trabajo, también mucho más cercano lo que era antes y el poder sentarnos con los compañeros de las comunidades monte adentro poder charlar, poder justificar, poder incentivar, llevar esto hacia un horizonte más concreto y más cercano también y más desde nuestro lugar” cuenta Matías y sigue enunciando los desafíos por venir “poder charlar cómo poder gestionar una red y poder gestionarla no solamente dentro del proyecto sino poder empezar a pensar como nosotros pensaríamos una experiencia de adentro de mantenimiento de una red, de servicio, organización, todo lo que tiene que ver con el sostenimiento de una red”.
También como todo este proyecto ancla en el proyecto más amplio que el MOCASE como organización viene construyendo, en este sentido Matías menciona ”todo lo que involucra como movimiento la comunicación, no es algo que nos pase muy de lejos, de hecho es un eje transversal del movimiento donde pensamos la comunicación como sujetos políticos activos y de transformación de nuestros territorios y desde ahí mismo ir hacia adelante”. Junto con ello, como seguir ampliando al resto de la organización lo aprendido, plantea Matías, “poder contagiar y llevar esta discusión a plenarios y a espacios de construcción territorial provincial, construcción territorial a nivel nacional”.
Y en ese camino de seguir profundizando, cobran dimensión otros sentidos, otros horizontes que invitan a seguir construyendo, así lo expresa Macarena cuando afirma que “hay que pensar que otras comunidades no tienen absolutamente nada de señal entonces bueno, creo eso que fue fundamental el semillero y nosotros poder de repente decir che si funciona en nuestros territorios podemos hacer que funcione en otros territorios más”. Y siguen más apuestas, Cuando Matías afirma esperanzadamente que espera “seguir trabajando para mejorar la vida y dignificarla en cada uno de nuestros territorios. La verdad que ha sido un proceso muy enriquecedor y nos lo hemos dado como movimiento, como universidad y lo seguimos dando porque también dispara y genera muchos nuevos horizontes y disparadores como el trabajo con la juventud, como la vuelta al campo, la conectividad y todo lo que involucra poder tener y en el mundo de las injusticias también que involucra el no tener conectividad para los compañeros y las compañeras”.
La lucha por la transformación social, por la disminución de las desigualdades, y en esa línea por una conectividad para todos y todas, requiere de aprendizajes técnicos sin dudas, pero fundamentalmente requiere de procesos colectivos arraigados en las comunidades, en sus historias, sus luchas, sus esperanzas y sus apuestas por una vida que “valga la pena vivirse”.