Rosario fue sede del 2º Encuentro Plurinacional de Activismo Gordx que reunió a asistentes de varias provincias y países. Un punto de encuentro y un espacio para demandar políticas públicas que garanticen derechos para las personas gordas. “Que existan estos espacios de debate no solo nos permite sanar y cambiar nuestro presente, sino construir un futuro distinto para las próximas generaciones”.
Foto: Telam
Ni las alertas multicolores por altas temperaturas ni un Mundial de fútbol pueden parar el ímpetu de lucha, y el 2º Encuentro Plurinacional de Activismo Gordx fue testigo de ello: durante buena parte del domingo 27 de noviembre, gordxs de Argentina y países cercanos se congregaron en el Centro de la Juventud de Rosario (ubicado en la zona de San Martín y el río) para hablar de las situaciones de discriminación y violencia que sufren en su vida cotidiana y poner sus reclamos en agenda. Esta iniciativa no solo invitó al Estado a hacerse eco de la problemática y concretar políticas públicas más inclusivas, sino que además significó un punto de encuentro y acompañamiento para lxs asistentes, quienes, en su mayoría, debieron transitar la gordura en soledad.
Las actividades comenzaron a las 10 de la mañana: tras una acreditación, se entregó a los asistentes algunos obsequios, y se les dio una credencial para que cuelguen de su cuello. El cartón pedía que se indique el pronombre con el que deseaban ser llamados (él, ella o elle) y su nombre. El primer tramo del evento consistió en poner en común diferentes experiencias vividas por habitar un cuerpo gordo, mientras que cerca de las 13 la actividad entró en una pausa para almorzar, y luego continuó con la conformación de cuatro comisiones: salud, educación, cultura de la delgadez y deseo y gordofobia. Cada asistente integró una de estas divisiones, con el objetivo de llegar a conclusiones que den un panorama de la situación y proyecten soluciones o abordajes a las respectivas problemáticas.
Una de las organizadoras del Encuentro, Manuela Schuppisser, detalló: “Elegimos cuatro temáticas que creemos que son importantes para el desarrollo de nuestra militancia, y tomamos la experiencia o los proyectos de cada unx. La idea es generar un documento que nos permita seguir visibilizando y exigirle a los Estados las políticas y herramientas que nos garanticen una mejor calidad de vida”.
En relación a los principales reclamos, se destacan la ley de talles, la necesidad de repensar la cultura de la delgadez, y la despatologización de la medicina –es decir, que la atención no esté siempre centrada en el peso–, para lo cual será necesario un trabajo conjunto con profesionales de la salud. Asimismo, se apunta a que cada vez más gente se interiorice y milite estas causas. El objetivo no es sólo llegar a las personas gordas, sino también a otros actores sociales como educadores, trabajadores de la salud y padres-madres que necesiten estas herramientas para aplicar en sus hijxs.
Que existan estos espacios de debate no solo nos permite sanar y cambiar nuestro presente, sino construir un futuro distinto para las próximas generaciones.
“En la primera comisión, que era más introductoria y catárquica, pensamos mucho en los procesos que hemos vivido y en ese vínculo con nuestra versión infante o adolescente, que le tocó vivir en un mundo súper hostil que le dijo que su corporalidad estaba mal, que no era viable que pudiera atravesar determinados caminos o experiencias. Que existan estos espacios de debate no solo nos permite sanar y cambiar nuestro presente, sino construir un futuro distinto para las próximas generaciones. Colectivizar el sufrimiento en pos de acompañarnos y encontrarnos en ámbitos donde hay otrx que quizás viene de la otra punta del país, de otra experiencia, pero que sufrió lo mismo que vos. Hay que vencer esa cosa de que esto me pasa solo a mí y estoy solo en este mambo”, resaltó Schuppisser.
Colectivizar la lucha
Una de las estrategias de este encuentro –y quizás la más importante– es colectivizar la lucha por la accesibilidad de derechos de personas gordas y difundir el activismo en la sociedad. Una de las voceras del tema fue María Florencia Alegre, amodelo “plus size” de la ciudad de Santa Fe, quién señaló el norte de esta iniciativa: “Buscamos transformar en algo colectivo estas experiencias individuales para entender que no estamos solos, y transformarlo luego en políticas públicas que efectivicen nuestros derechos, algo que como personas gordas no sucede. Es poner el tema en agenda y reclamar lo que nos corresponde”.
En ese sentido, destacó la importancia de estos encuentros como instancia reparadora a la discriminación y soledad que sufrieron muchos de lxs participantes. “Yo fui una niña muy sola, pasé mucho bullying, mucha discriminación, y es un poco reparar a esa niña que se encontraba solo con gordes en espacios médicos o salas de espera en la nutricionista, y siempre con una mirada negativa hacia cada uno de nuestros cuerpos. Esto, en cambio, es un espacio donde nos encontramos con una mirada más amable y afectiva hacia nosotros, compartiendo los dolores y no los castigos. Antes sucedía mucho, y seguro sigue sucediendo, que los espacios de consulta eran un premio al que mejor hacía dieta, al que más bajaba de peso, y acá es reflexionar que no hay un premio, sino que es entendernos como iguales. Es fundamental entender que las personas gordas sufrimos la misma discriminación en todo el territorio nacional, entonces es súper importante la federalización, por eso me pone muy contenta que este encuentro se esté haciendo en Rosario, que los activismos se expandan”.
“Buscamos transformar en algo colectivo estas experiencias individuales para entender que no estamos solos, y transformarlo luego en políticas públicas que efectivicen nuestros derechos, algo que como personas gordas no sucede. Es poner el tema en agenda y reclamar lo que nos corresponde”.
Otra de las visitas destacadas del encuentro fue la de Eli del Basto, diseñadora de ropa marplatense, que desde hace años coordina un blog de indumentaria en talles grandes y que muestra cómo la moda también puede hablarles a las mujeres de diversas corporalidades, instando a ser usuarias de la ropa que deseen. “Vine un poco por la experiencia personal de habitar un cuerpo gordx y la necesidad de colectivizar lo que pasa, desde las violencias hasta lo que sentimos, y poder agruparse con otros y romper con las barreras de la soledad que se nos imponen. El hecho de estar acá es un poco armar redes”.
Juliana, otra de las asistentes del encuentro, también se mostró entusiasmada con el encuentro: “Esto de encontrarnos con otrxs, de poder reconocernos, es lo principal de este encuentro porque muchas veces, durante toda nuestra vida, la gordura fue transitada de una manera muy individual, con la culpa de que yo no estoy haciendo lo posible para ser flaca. El encuentro nos permite encontrarnos con otras personas que tienen corporalidades similares a las nuestras y compartir experiencias”.
Por último, Camila –otra de las jóvenes que se encontraba almorzando, sentada sobre una manta frente al río–, señaló: “Yo necesito estos espacios, por eso vine, porque me hace bien, aprendo y escucho”.
La cotidianeidad de habitar un cuerpo gordo
El activista LGBT santafesino Leandro Wolkovicz observó: “En un momento yo estaba muy concientizado respecto a lo que implicaba la discriminación por ser gay, pero a través de materiales que encontré en internet empecé a entender lo que era el activismo gordo y a entender que la discriminación que yo atravesaba también tenía mucho que ver con mi físico, y desde ese lugar empecé a pensar sobre la importancia de luchar por los derechos de las personas gordas y de instalar esa agenda en los lugares que a cada uno le toca ocupar. Incorporando en la sociedad la mirada del activismo gordo vamos a ganar cada vez más visibilidad y más atención del Estado”.
Para Leandro, uno de los aportes más interesantes del activismo gordo es pensar la gordofobia como algo estructural. “En salud hay una mirada centrada en el peso como único indicador del estado de una persona gorda, pero también lo vemos en las búsquedas laborales, cuando en los clasificados aparece el requisito de ‘buena presencia’, es como una palabra en código para hablar de delgadez; lo vemos a la hora de comprar ropa, a la hora de pensar los espacios públicos donde transitamos, o en los colectivos o el transporte, si es accesible para nuestros cuerpos, si entramos en los asientos, es pensar todos los ámbitos por los que transitamos para ver si están garantizados nuestros derechos como personas gordas”.
En este sentido, del Basto completó: “En el ámbito médico, no importa que consultes por un sangrado muy abundante en la menstruación o porque te bajó o subió la presión, siempre la respuesta es ‘andá a bajar de peso’. Esa es una discriminación permanente y uno de los puntos de este encuentro es la despatologización de los cuerpos gordos”.
Pese a los avances del último tiempo, la inclusión de las personas gordas en el mundo de la moda viene demorado: “Empecé hace cinco años y realmente era muy complicado encontrar que las marcas llegaran al talle 50, y ni hablar de los mensajes gordoodiantes atacándome por mostrar y reivindicar mi corporalidad, pero creo que hay un avance que es muy de a poco y que se logra con políticas del Estado. En mi caso, pienso que la moda habilita a estar en espacios y a participar de un montón de cuestiones. Todos los cuerpos son válidos más allá de su forma, tamaño o peso”.
Por su parte, Wolkovicz reconoció que lo que ha crecido en el último tiempo es el activismo, pero todavía no hay una transformación verdadera en la cultura laboral, ni en la escuela, ni en la calle. “Son todos ámbitos donde la gordofobia sigue estando muy arraigada en el discurso y en la forma de vincularse. Pienso también en el fútbol, en la cultura masiva, en el espectáculo, son todos espacios que están muy habitados por la gordofobia”, expresó y agregó: “El Estado está prestando cada vez más atención, está empezando a haber iniciativas de activismo gorde y ferias plus size, pero cuesta estar instalado a nivel masivo, y esa es una deuda que tenemos. Tenemos que lograr la conciencia social o la legitimidad que ya ganamos como comunidad LGBT, pero falta y tenemos que luchar para que se acepte la diversidad de corporalidades”.
Empecé hace cinco años y realmente era muy complicado encontrar que las marcas llegaran al talle 50, y ni hablar de los mensajes gordoodiantes atacándome por mostrar y reivindicar mi corporalidad, pero creo que hay un avance que es muy de a poco y que se logra con políticas del Estado.
Por último, María Florencia Alegre expresó: “Los cuerpos gordos y las infancias gordas son valiosas, son válidas, no necesitan cambiar su cuerpo para empezar a vivir y acceder a derechos. No hace falta tampoco aceptarse, quererse y amarse para que te garanticen tus derechos”.
Cimientos de un encuentro federal
En relación a cómo comenzó este encuentro, Schuppisser recordó que todo tuvo su inicio desde el colectivo de Gordes Activistas de Argentina, cuando el año pasado se ideó el primer encuentro en la localidad bonaerense de Morón, con la impronta de generar un espacio de reflexión y encuentro para las personas gordas. “Nos conocimos a través del estudio antropométrico que generaba el INTI en todo el país, nos invitaron a todos a una fecha en La Plata y ahí pensamos qué podíamos hacer como militantes y activistas para exigirle al Estado las políticas públicas que necesitamos, y empezamos a laburar”, repasó.
Este año la idea fue repetirlo, pero con el desafío de federalizarlo y tomar las vivencias a lo largo y ancho del país. “La diferencia entre el primer encuentro y este es la construcción de la plurinacionalidad, que no solo sea una perspectiva federal del territorio nacional, sino que también sea una construcción del bloque latinoamericano, por eso también hoy tenemos compañeras que han venido de Uruguay, Brasil, Venezuela o Colombia, entendiendo que más allá de las diferencias, la discriminación, la estigmatización y el sistema que nos oprime es el mismo”.
Del encuentro participaron delegaciones que llegaron del oeste de la provincia de Buenos Aires, a través del colectivo de Gordes del Oeste que se organizaron, hicieron una rifa y consiguieron un micro para viajar juntos. “También ha venido gente de Córdoba, las chicas de La Mondonga, que es el colectivo de activismo gordo de Montevideo, hay chicas que vinieron de La Pampa, de Río Negro, y una piba que vino de Tucumán”.