Relatoría 7
Lograr que las tecnologías sean apropiadas por parte de las comunidades es el objetivo. Que sean las propias comunidades y quienes las integran quienes asuman las tareas necesarias para planificarlas, diseñarlas, instalarlas y sostenerlas. Para concretarlo es necesario alentar la participación de grupos que por diferentes motivos quedan relegados de estas tareas. Entre ellos, las mujeres. Diferentes experiencias que participan del Semillero, asumen este desafío. En este relatoría conoceremos más sobre las experiencias de las comunidades de La Perla, en Alta Gracia, Córdoba y de Guachipas, en Salta.
El movimiento de mujeres reclama y apuesta fuerte a la visibilización del protagonismo de las mujeres en la vida comunitaria. Hacer visible cómo sobre ellas recaen las tareas domésticas y de cuidados, en espacial las relacionadas con la higiene, la alimentación, la educación y la salud. Y también cómo ellas son relegadas de otras tareas, como por ejemplo, aquellas vinculadas con los temas técnicos, desde el prejuicio de que éstas no son cosas de mujeres.
“Dejá que lo hago yo. Eso es cosa de varones”. Ese argumento, sumado a la realidad de las mujeres en relación a la doméstico y los cuidados, las relega. La problemática de género, en especial la promoción de la participación de las mujeres es parte fundamental y transversal de la experiencia del Semillero. Y también lo es respecto de otros grupos, que no suelen ser o sentirse convocados a formar parte de estos espacios. Esto se explicita en el semillero en numerosas ocasiones.
Espacios que alojan
Para hacer visibles cuáles son los motivos que impiden o favorecen la participación de las mujeres es preciso explicitarlos. En el encuentro del 30 de junio del Semillero Marcela comentó que la parte que más le gusta de los semilleros es la de aprender a armar el cable de red. “No solo por los colores que tienen y porque es lindo armar las fichitas sino porque las redes comunitarias solemos hacer encuentros de formación sobre cómo armar una ficha de red y esos encuentros son una instancia especial en la vida de las redes comunitarias” señaló Jésica durante el encuentro virtual.
Los encuentros para aprender tareas técnicas, como es armar el cable de red, son uno de los espacios que permiten armonizar lo doméstico, lo familiar, lo comunitario y lo técnico. Ponen en juego dos aspectos centrales para revisar la forma en que las mujeres se suman a construir las redes. Por un lado, que las mujeres esten explícitamente convocadas a participar y por otro que cuenten con condiciones que las alojen teniendo en cuenta sus realidades.
“Entender las condiciones por las cuales las mujeres no se involucran en este proceso, es el primer paso para hacer dinámicas apropiadas. A veces quieren participar y no pueden o quieren participar y nunca nadie les preguntó si quieren participar”. En este sentido es importante generar estrategias para invitarlas a ellas, y a las familias. “Que haya al menos durante un rato alguien que se ocupe de elles, que haya espacios para los chicos y chicas, una mantita en el piso con juguetes, si estamos en la plaza, que estemos cerca de los juegos, esos detalles. Si los recursos lo permiten, que haya alguien dedicado a ese cuidado. A veces desde la convocatoria misma excluimos. Que esté explicitado en las convocatorias. Si la invitación es en términos muy técnicos no convoca. Decir por ejemplo ‘Vení con tu familia. Habrá merienda y juegos’” sos algunos de las sugerencias que se hicieron durante ese encuentro del Semillero. También se recomendó no destinar a las mujeres a la tarea de cocinar durante la jornada de despliegue. “A veces las ponen y a veces se ponen. No necesariamente la mujer del comedor debe quedar encasillada en cocinar. Recomendamos no encasillar la participación de las mujeres en esas tareas”.
Advertir este tipo de situaciones y encontrar las propuestas para resolverlas es algo que que se aprende desde la observación y desde el diálogo. “Dense un espacio para conversar sobre estas cosas. Presten atención a cuál es el nivel de participación de las personas que se animaron a ir con sus chicos. A ver qué les impide participar y cómo se puede facilitar su participación”. En esta linea, durante el encuentro en Córdoba se propuso la promoción de la participación rotativa, para que el grupo se ocupe de garantizar que todes sus integrantes puedan realizar todas las tareas, atendiendo a la rotación de roles, en especial cuando alguna persona expresa miedo, o no asume algunas tareas porque es retraída o por timidez.” La consigna fue evitar el “deja que lo hago yo” por el *querés hacerlo vos” e invitar a que todes se animen.
Cosas de mujeres, sin generalizar
El armado del cable de red, vuelve a ser un buen ejemplo. “Hay ciertas actividades dentro de las tareas manuales en la vida de las redes comunitarias que en nuestra experiencia, tienen mejores resultados en manos de las mujeres. Sin ánimo de generalizar. Una de ellas es el armado de cable de red. Puede ser una cuestión de paciencia, de dedicación, de motricidad fina, de prolijidad. Es mucho más común que las mujeres hagan buenas fichas a que los hombres las hagan. Habría que analizar por qué” comparte Jesi desde la experiencia de Altermundi. “También es común que las mujeres suelden mejor que los varones. No solo la soldadura de estaño que se hace con un soldador pequeñito que derrite con bastante poca temperatura. También la soldadura de arco. También hay tareas de logística y mantenimiento, tareas de largo plazo y de seguimiento, de generación de agenda, cada cuánto van a hacer una cosa, cuándo se van a juntar, cómo van a hacer un taller. No significa que los hombres no las puedan hacer muy bien. Pero eso hemos visto en las experiencias de las comunidades. Por ess a las comunidades que aún no han logrado incorporar a mujeres en sus dinámicas de redes, recomendamos que lo intenten” fue la sugerencia..
Niñes y ancianes también
En el encuentro del 23 de junio, Sol de Tecnología de Raíz, el emprendimiento que realiza las antenas para los libre routers, mencionó que tienen siempre actividades para niños y niñas para hacer cosas técnicas de la red, para garantizar espacios participativos. “Es importante que busquen dinámicas que incluyan a la familia. No solamente a la mujer. Sino que puedan participar les niñes, las personas mayores, que siguen a cargo especialmente de las mujeres.
Esta participación también es importante para la sostenibilidad cotidiana de la red. “Muchas tareas de la red son hogareñas, tienen mucho involucramiento de las personas que permanecen en la casa y que hacen funcionar el hogar. Incluso las mujeres que no están involucradas en el despliegue sino las que están en los hogares donde están los nodos. No solo para transmitirles que no son cosas de hombres, que son fáciles de aprender, aunque no tengan conocimiento previos. Sino porque esas personas se van a retirar de la apropiación y eso va ir en detrimento del mantenimiento de la red. No van a saber diagnosticar un problema, o no se a van animar a avisar si un nodo no anda, porque no tuvieron la oportunidad de formarse a la par. Es un llamado a la reflexión para cada paso”.
Aún más, estas personas desde su registro de lo doméstico tiene mucho para sumar a las redes. “Estas personas tienen un registro más minucioso de lo doméstico, de lo comunitario. Cuando hagan el croquis, aprovechen la oportunidad de preguntarles. Son personas que conocen más al detalle la vida comunitaria, ‘ahí no porque muerde el perro’, ‘por ahí pasa el auto’. Tienen más información por cómo habitan los territorios. No se pierdan ese conocimiento”.
“Sí me quiero subir a la torre”
En el encuentro de 14 de julio, Fanny de la comunidad de Sebastián Elcano comentó que estuvo intentando subirse a una torre en su comunidad para evaluar la colocación desde allí del router, pero no consiguió arnés. “Lo pedí a la cooperativa, pero me dijeron que lo estaban ocupando. Y preferí esperar para subir segura”. Desde la coordinación del Semillero, Jésica celebro que Fanny se aimara y también que tomara la decisión de hacerlo asegurada con el arnés. “¿Te habías subido antes?”. “Hace mucho años, con otro cuerpo” señaló ella. “Lo hacía en mi casa, cuando vivíamos en el campo y teníamos una antena multicanal que agarraba dos o tres canales. Subíamos con mi hermano. Porque no conseguíamos quiénes se animaran a subir. Era chica. Era adolescente. Subía para ver Mc Giver” recordó. “Y te convertiste en Mc Giver” bromeó Jésica.
El intercambio quedó resonando en el encuentro. Y fue una gran oportunidad para destacar la necesidad de medidas de seguridad en ciertas tareas relacionadas con el despliegue, que no se deben descuidar, como el arnés, la ropa adecuada, los cascos. “Las torres a veces no tienen mantenimiento y si le sumamos el peso de una persona, eso se vuelve muy peligroso. Si una persona va a ester alcanzado herramientas si o si tiene que tener casco”, sumó Jesi “porque tiene arriba a una persona manipulando cosas”. “Si lo que está en la torre tiene electricidad, recuerden revisar que la torre no esté electrificada. No subirse en días de tormenta porque puede estar electrificado el aire previo a la tormenta. No se lo tomen a la liviana”.
“Celebro que quieras subirte a la torre. No hay muchas mujeres que se suban a las torres. Y cuando se animan pero están en un grupo, muchas veces los varones, insisten en hacerlo ellos. No porque no las crean capaces, sino por una cuestión de caballerosidad. Nos paso en Cherán, en México. Niky quería subir a la torre ‘¿Por qué se va a subir ella?’ nos preguntaba un chico desesperado. ‘Si hay montón de chicos. Le puede pasar algo’. Si te subís vos también te puede pasar algo”, le dije. “Pero yo soy hombre” respondió. ‘Es igual de horrible que le pase a cualquiera’. ‘Pero yo soy más fuerte’. ‘No hace falta mucha fuerza. Ella está subiendo a evaluar qué se ve desde la torre y a sacar fotos y bajar’. Jésica celebro que la joven estaba muy alto y no lo podía escuchar. ‘El chico se animó a contarme todas estas inquietudes. Lo decía desde la preocupación, desde su caballerosidad. Lo caballero a veces es invasivo de la libertad. Ella quería subir. Al final de la jornada hicimos un plenario y ella nos contó que le tenía miedo a las alturas. Era su principal traba, saber si se animaba a subir. Esta era la oportunidad de subir, con gente que la guiaba, no solo para subir a las alturas, sino para hacer algo útil para su comunidad. Y por otro lado le pasaba que su familia tenía cierto rechazo sobre su forma de vivir la vida, de interesarse por algunas cosas. La criticaban por meterse en cosas muy técnicas. ¿Por qué te metes con esas cosas como la computadora? ¿Por qué querés ir a al universidad aunque está lleno de chicos? Ella quería estudiar sistemas. ¿Por qué estás siempre con herramientas? Que si era machona, que si era lesbiana. Para ella subir a la torre significaba un montón de cosas y lograrlo significaba romper con un montón de barreras. Fijense que en la base de la torre, en la preocupación de ese chico, estaban latentes esas barreras. Ella era una participante muy activa de la radio, estaba encabezando la red comunitaria. Y para ella poder estar al tanto de toda las tareas de mantenimiento como es montar esta torre era super importante. Es motivo para celebrar que una mujer se anime y lo haga”.
Experiencias en el Semillero
Son varias las organizaciones del Semillero que están mayoritariamente conformadas por mujeres. Son mujeres organizadas en cooperativas, en emprendimiento productivos, en espacios comunitarios, a cargo de la coordinación de sus organizaciones. En esta relatoría conoceremos dos experiencias, llas de a Perla en la Falda y de Guachipas en Salta, que tienen esta realidad y que ambas asumen el desafío de llevar adelante sus proyectos de redes.
Mujeres de pie en La Perla para una internet comunitaria
La Perla es el nombre de un barrio que se encuentra casi saliendo de Alta Gracia, en la provincia de Córdoba. “Estamos viviendo prácticamente fuera de la ciudad, casi yendo para La Bolsa” precisa Flavia. Su comunidad se sumó al Semillero invitada por Saira, que es parte del equipo de coordinación de Altermundi. Ambas, Flavia y Saira integran además la organización Barrios de Pie, con numerosas experiencias de trabajo en el barrio. “Saira nos comentó de la capacitación que se iba a hacer y si estábamos interesadas. Hoy en día todo lo que tenés que hacer es por internet: para sacar un turno, para pagar una boleta de luz, para la información para los hijos en el colegio. Para lo que sea hoy precisamos acceso a internet. Por eso nos interesó y queríamos también darle esa posibilidad a todos nuestros vecinos. Queríamos que toda la gente tuviera la posibilidad de tener acceso. Entonces la mayoría estuvimos de acuerdo en sumarnos”.
En los inicios junto con Flavia, se sumaron Rosa, Gisella, Celeste, Tamara y Gabriela. En el barrio ellas están organizadas en diversos emprendimientos: de panificación, huerta, cooperativa textil, compras de insumos comunitarios, plantines para la venta. Barrios de Pie en La Perla también cuenta con áreas transversales de trabajo como son el área de feminismo, de salud y de comunicación, cuyo equipo fue el que coordinó la cobertura del encuentro de Villa Ciudad Parque. Flavia, junto con Rosa, su mamá, están en la panadería. “Elaboramos para vender. Todas hacemos todo. Somos 7 compañeras en la panificación. Y hoy somos 9 en el proyecto de la red comunitaria”.
El nombre de Rosa aparece siempre en los encuentros porque es desde su teléfono que se suman. “Ella nos presta el teléfono porque ella tiene señal. En mi casa yo tomo de la señal de mi mamá, que es quien paga la conexión. Sino en el barrio no hay. Para conectarnos tenemos que hacer una carga” informa Flavia sobre las posibilidades de conectividad, que aclara, son costosas.
Fueron siguiendo ñas diferentes propuestas, entre ellas iniciaron la gestión de las licencias. Luego vino e mapeo y el croquis. En el encuentro del 7 de julio la comunidad de La Perla compartió su croquis, dibujado a mano alzada, pintado de colores y con los puntos elegidos para la red. Habían pasado uno anterior con tachaduras y comentarios que luego rehicieron y pintaron con colores. Este croquis permitió comentar en el Semillero la importancia del dibujo. Flavia nos comenta que para realizarlo se reunieron, buscaron el lugar desde dónde hacerlo. “Para hacerlo subimos todas juntas, evaluamos las alturas y luego hicimos los dibujos.”
Luego de hacerles algunos comentarios sobre la importancia de poner la fecha e incluir la orientación de los puntos cardinales, la reflexión viró para la valoración del dibujo: “El croquis dibujado a mano alzada es un recurso importante a veces estratégico” señaló Jésica. “Estos croquis son más fáciles de intervenir. Son dibujos. ¿Quién no estuvo en contacto con un dibujo? Resultan una experiencia más cercana, más conocida, más fácil de ser apropiada por la comunidad, y de intervenir en el futuro”. Saira recordó que “el croquis es una herramienta que nos ayuda a identificar qué es importante para nosotros en nuestro territorio”. En el croquis de La Perla lo importante es el Centro Vecinal, la plaza, el Centro de Día, la panadería popular y la huerta. “Luego de ver eso, evaluamos cuáles son los puntos que son posibles para formar parte de la primera experiencia de la red comunitaria”.
Después de evaluarlo y discutirlo La Perla decidió colocar el primer router con conectividad, el que iría conectado a la red de internet en el Centro Crecer, un Centro de Día para personas con discapacidad donde funciona una huerta de la economía popular. De ahí iría a la panadería, y luego a la casa de Flavia, que vive cerca de la Plaza. La idea es que esté libre para todos los que estén cerca de la Plaza”. Se evaluó además que la casa de Flavia no tiene buena conexión de luz. Se charló en el colectivo de compañeras que se arme una zapatilla con una conexión de luz directa desde la caja, y de ahí se conectaría el libre router”. Acordaron también que los libre routers compartirían conectividad con los vecinos y vecinas que están alrededor.
Respecto del tierra en el encuentro se compartió que “si bien hay sierras detrás, es un barrio plano y es un barrio semi urbano, con una casita pegada al lado de la otra. Entre las casas hay línea de vista. Algunas están en la misma calle, a un par de cuadras más arriba, pero se puede utilizar el blanco de vista de la calle. Porque el resto está muy lleno de árboles” mencionó Flavia, identificando uno de los problemas a resolver. Dudaron si hacerlo en el Vivero que está en el Centro de Día o en el Centro Vecinal. Se pensaron las dos formas. Se terminó eligiendo el Centro de Día porque había línea de vista y menos cantidad de árboles. La Perla está muy cerca de una reserva natural. Por eso los vecinos decidieron no cortar árboles. Más avanzado el Semillero, la comunidad revisó la ubicación del primer router y se modificó a la casa de Flavia, porque los nodos quedaban en distintas cuadras yo no daban los puntos de contacto.
Flavia participó del encuentro en Córdoba. Iba a viajar con una compañera de la comunidad. “Pero no pudo ir porque su hijito se cayó y se golpeó fuerte la costilla antes de viajar. Fue sobre la hora del viaje y no pudimos organizar para que me acompañe otra compañera” recuerda Flavia. “Lindo hubiese sido que alguna de ellas pudiera participar de la actividad práctica en Cordoba” menciona. En Villa Ciudad Parque Flavia formó parte del equipo que instaló el nodo en Casa Satsanga.
“El encuentro fue una experiencia muy linda. Nos dio la posibilidad de ver cómo es, de poder tocar, de ver cómo se hace y también de hacerlo. Y compartir con quienes saben hacerlo. Una está concentrada y presta atención. Verlo por un video es más difícil”. Al regreso compartió con sus compañeras la experiencia vivida. “Cuando volví de Córdoba les conté lo que habíamos hecho. Cómo nos organizamos, cómo fue el proceso, cómo se preparaba el cable, cómo se dividen los colores, cómo se agarra la crimpeadora, cómo proteger el cobre, el aluminio” repasa. E hicieron juntas la experiencia con las compañeras de La Perla. “Estamos esperando nos traigan el tester para ver si quedaron bien hechos los cables” comenta Flavia. “Los hicimos muchas veces. No sabíamos cómo hacer con el cable grueso y el finito, con la trincheta. Con mucha paciencia pudimos. No lo sabíamos y lo aprendimos”.
El entusiasmo se percibió en el siguiente encuentro virtual. Varias mujeres de la comunidad se sumaron para hacer la configuración del router, en el que la comunidad de Tostado hizo la experiencia en vivo. Crearon la red y la nombraron “Internet de Pie”, y a cada nodo con el nombre de la persona que vive en la casa. Por un error en la configuración, nombraron a la red y al primer nodo de la misma forma y eso generaba problemas en la configuración ya que todos quedaban con el mismo nombre de la persona del primer nodo configurado.
Con el acompañamiento desde el encuentro virtual fueron corrigiendo. Jésica les propuso resetear el router a modo de fábrica, proceso que le tocó a La Perla compartir y enseñar al resto de las comunidades. Flavia recuerda sobre ese momento. “Entramos al celular, vimos lo que teníamos que hacer, colocarle la señal, la contraseña. Todo parecía fácil pero también y a la vez decíamos, ‘lo debería hacer un técnico’. Hasta que nos dimos cuenta que esta es una tecnología que podemos manejarla directamente nosotras”.
En la comunidad de La Perla el grupo abocado al proyecto de la red está compuesto por todas mujeres. “Las chicas están muy interesadas, quieren participar. Al principio costó sostener la dinámica de las reuniones. Había algunas cosas que se repetían y costaba mantener la atención. Flavia destaca que las chicas no expresan temores relacionados con las tareas tecnológicas. “Les gusta. Es algo nuevo que aprendemos. Algo con lo nunca hemos trabajado. Siempre pensamos que esas son cosas de hombres y las mujeres nos dedicamos a cosas de mujeres En cambio ahora lo hacemos, por aprender y por hacer algo que es un trabajo. Las mujeres también participamos en lo que está a nuestro alcance”.
Sobre la demanda que lo doméstico propone en el uso del tiempo a las mujeres “nosotras lo estuvimos hablando. Nos organizamos. Sabemos que a veces no vamos a poder hacerlo todas juntas. Pero vamos a participar y colaborar lo más que se pueda. Con la intención de ir parejas. El objetivo es que podamos hacerlo juntas, organizarnos y aprender a la vez”.
La comunidad de La Perla está expectante. “La mayoría de las personas de la comunidad están interesadas. Fuimos comentando desde la planificación y hay mucho interés. Lo que es difícil es la bajada. No sabemos aún los presupuestos. Nos falta esa información que nos preguntaban los compañeros”. Ahora están abocadas a terminar la lista de materiales que deben comprar, que Altermundi ayudará a precisar, y una vez aprobado el presupuesto, realizarán la compra. “Nos sentimos muy bien en el proyecto, estamos muy agradecidas y valoramos con las compañeras estar en este aprendizaje todas juntas”.
Guachipas, desde la provincia de Salta
Desde la provincia de Salta se sumó al Semillero la comunidad de Guachipas. Esta comunidad forma parte de la FOB (Federación de Organizaciones de Base) y cuenta con trabajo en Salta Capital y en las localidades de Coronel Moldes, Ampascachi y la Viña en el sur de la provincia. En Salta Capital ya venían desarrollando un proyecto pra acercar internet a la comunidad. “De ahí conocimos las experiencias de las redes comunitarias y de Altermundi. Allí llegó la invitación, a la FOB de Salta Capital. Como la convocatoria era para pueblos rurales, nos sumamos“ nos cuenta Lucrecia Rodríguez desde la localidad de Guachipas, que se encuentra a alrededor de 100 km de la Capital.
“En Guachipas contamos con diferentes cooperativas: textil, de electricidad, el merendero. Allí trabajo yo” nos comparte Lucrecia que es la referente de la comunidad en el semillero y está cargo de la cooperativa que se ocupa del merendero. Además en Coropampa hay una cooperativa de bordado artesanal, y en la Viña un comedor, merendero y también cooperativas de cotillón y de talabartería. Cada cooperativa funciona en la casa de alguna de las compañeras y ahí nos juntamos y desarrollamos las tareas. “Somos mayoría mujeres en todas las cooperativas. Hay pocos varones”.
La comunidad de Guachipas cuenta una cooperativa de electricidad, que además ofrece capacitación. “Un compañero capacita en este tema. Se pueden inscribir tanto varones como mujeres. Se enseña lo básico en cuanto a la electricidad y practican en las casas de las compañeras y los compañeros. Y cuando se necesita cambiar una caja de luz, ellos van y lo hacen. Si bien están invitadas las mujeres, por ahora no se sumaron” comenta Lucrecia.
“A la mujer le cuesta o le tiene miedo a ciertos tipos de trabajo. Nosotras buscamos de incluir y que se animen a realizar todo tipo de trabajo. Que son cosas que una aprende y ya te quedan para siempre”. Para Lucrecia eso se da por la cultura, “porque siempre se inculcó que cierta tareas las hacemos nosotras y ciertas los varones. Ahora mayormente en personas más jóvenes esa mentalidad, ese pensamiento cambió. Pero por ahí en la gente más grande, en quienes son de otra generación, es como que le cuesta todavía hacer ese cambio”.
Desde Salta Capital participa también del Semillero Ariel, quien viene acompañando la experiencia de conectividad en la capital. “Ariel ya tiene una base porque forma parte de la red de internet de Salta Capital. El entiende un poco más y nos complementamos con la información. El más en lo técnico. Y yo desde la comunidad” señala Lucrecia.
Ariel nos comenta sobre la experiencia en Salta Capital. “La experiencia del proyecto de colectividad en barrios populares de la capital, comenzó hace más de un año, y me resulta muy enriquecedor, desde el aprendizaje que tuvimos en lo técnico, como el trabajo en grupo que fuimos construyendo para poder llevarlo adelante. Este proyecto no pudo ser posible sin la FOB. Accedimos a la conexión de internet para barrios populares desde la economía popular a través de la conformación de una cooperativa denominada INTEP (Internet de la Economía Popular). Que a la vez nos acercó a otros proyectos como es el Semillero llevado adelante por Altermundi” reseña. “La experiencia del Semillero nos abrió el panorama respecto de lo que es la colectividad comunitaria.
Internet en los territorios
Iniciando el semillero, Lucrecia y Ariel comenzaron a participar de los encuentros virtuales. “A veces tenía la posibilidad de conectarme los jueves pero otras veces no, por la conexión. Como se suben las clases, entonces cuando yo podía las veía. También ofrecen material complementario. Así que si no entendía, lo buscaba en el material”.
La gestión de las licencias estuvo a cargo de Ariel desde la Capital. “Al principio tuvimos unos inconvenientes con los trámites de las licencias” nos comenta. “Nos pedían subsanación con el trámite porque no consideraban que estaban la totalidad de los papeles que pedían. Aún sigue en trámite la licencia VARC, y estamos a la espera de la respuesta por parte del organismo”.
“Guachipas es una ciudad grandecita. Tenemos varias escuelas, dos colegios secundarios. Tenemos solamente lo que es conexión a wifi de una o dos empresas. De las cooperativas solo una tiene conectividad. Pero en lo que es Coropampa no llega ninguna empresa que haga la conectividad. Puede ser que alguna la lleve pero el costo es muy elevado” describe Lucrecia la situación de conectividad local. “Primero decidimos hacer la red acá, en lo que es el pueblo de Guachipas. Luego en una asamblea se comentó el proyecto y se votó si queríamos hacerlo en Guachipas o en Coropampa. Por votación se decidió que se haga en Coropampa porque ahí es muy difícil el acceso a internet y también el costo es más alto”.
Coropampa es una localidad que está entre 4 y 5 km de Guachipas. Es un localidad pequeña y queda un poco retirada. Comenzaron a realizar el mapeo para definir donde desplegar la red. Para hacer los planos y los croquis se sumaron un grupo de compañeros. Coropampa tiene una escuela primaria y la escuela tiene internet. “Hablamos con la directora, pero no tuvimos una respuesta positiva. Por eso ahora estamos buscando otra alternativa. Para poder hacer desde ahí la conexión”.
“Buscamos las casas de las compañeras en las que se podían instalar los nodos. Ellas nos autorizaron para subir a los techos para ver si había linea de vista. A partir de ahí ya pudimos hacer los croquis. Son todas mujeres y viven con sus familias, sus hijos. Un nodo está en la casa de la compañera en la que funciona la cooperativa de bordado artesanal.”
Al encuentro en Córdoba pudieron viajar Lucrecia y Ariel. “Fuimos en colectivo. Tuvimos casi 20 horas de viaje. Fue un encuentro que nos ayudó mucho. Cuando hicimos la práctica fue muy bueno. Uno a veces lo ve en la teoría y no resulta. Pero una hace la práctica y ve todo eso y queda mucho más” destaca Lucrecia. Ariel también comenta: “personalmente valoré mucho el encuentro que tuvimos en las sierras de Córdoba, me dio otro panorama de lo que realmente propone el Libre Router y la conexión en las comunidades y la ruralidad”.
Lucrecia participó del grupo que instaló el nodo en el Club Calahuala. “Al principio estábamos todos ahí sin saber qué hacer. Pero después empezamos a animarnos y empezamos a armar. Hasta que se concretó todo. Nunca pensamos que íbamos a poner terminar ese dia la instalación. Lo que más destaca Lucrecia del encuentro es “el compañerismo con el que trabajamos cada grupo. Lo más lindo fue saber que fuimos, hicimos esa tarea y esa comunidad quedó ya con internet”.
Ariel en cambio estuvo en el nodo de la Plaza. “En ese lugar tuvimos varios retos a la hora de poder montar el nodo, pero el trabajo en grupo fue muy enriquecedor y se pudieron solucionar los inconvenientes. El encuentro me aportó otra mirada con respecto a las conexiones. En mi imaginario colectivo pensaba que estaban lejos las conexiones comunitarias y en la ruralidades pero el encuentro me cambió esa mirada”.
“Solo con el cable de red hubo algunas complicaciones. Porque nunca hicimos ese tipo de trabajo” recuerda Lucrecia. “Pero con la ayuda de los compañeros y lo que explicaban ahí, lo pudimos hacer. Al regreso conté la experiencia y todo lo que vivimos. Y como traíamos todos los equipos, las compañeras pudieron ver, tocar. Eso ayudó a compartir”. Con los Libre Router Lucrecia pudo hacer la configuración del router en el primer encuentro luego del viaje a Córdoba. “Ese día pude hacer dos. Los otros quedaron pendientes. Pero todavía falta que la comunidad participe y que lo hagamos entre todos”.
“Todavía no tenemos planificado fecha para el despliegue” informa Lucrecia. “Primero tenemos que resolver el inconveniente de la conexión, después de la negativa de la escuela. Estamos buscando otra alternativa, porque queremos hacerlo en Coropampa. Llegar desde Guachipas es complicado, son varios kilómetros y el territorio es montañoso con muchos árboles” señala con preocupación pero también comparte ideas y opciones que ya están evaluando para lograrlo. “Queremos ver si hay alguna posibilidad de apoyo, algún tipo de convenio con la municipalidad de Guachipas, para que hagamos la conexión”.