El lunes 12 de septiembre Rosario amaneció invadida por el humo. Fue peor que otras veces: cayeron cenizas del cielo y la población volvió a desempolvar los barbijos de ese cajón olvidado. Los índices de calidad del aire dieron números escandalosos y los centros de salud estallaron de consultas por congestión, tos e irritación. En el medio, señalamientos por las responsabilidades y el reclamo llevado a Buenos Aires, donde se supone que atiende Dios. Si el aire se volvió peligroso para todos, ¿qué pasa con las personas que sufren algún tipo de afección o comorbilidad?
Fotos: Edu Bodiño
Es sábado y el Parque España está más concurrido que de costumbre; el sol de septiembre invita a caminar por el lugar. Tomás ve acercarse a una pareja y los frena. Les cuenta el procedimiento de rigor: un par de preguntas y un test de soplido al final. De fondo, al otro la del río Paraná, una columna de humo quedó sola en el paisaje.
— ¿Tiene antecedentes clínicos de afecciones respiratorias?
— ¿Consume cigarrillos regularmente?
— ¿En los últimos doce meses ha tenido problemas con estornudos, mucosidad nasal acuosa, o congestión nasal, no estando resfriado o con gripe?
— ¿Padece hoy tos? ¿Y ardor en los ojos?
Luego de la encuesta, la pareja sopla un aparatito azul como si estuviera en un control de alcoholemia. Pero el aparato no mide el nivel de alcohol en sangre, sino la capacidad pulmonar de las personas, y sirve para la detección temprana de enfermedades respiratorias como el Asma o EPOC. En ambos casos, los valores dan dentro de un rango de normalidad de acuerdo a las correspondientes edades y sexos. Y la pareja sigue su camino en dirección al Monumento a la Bandera.
Salvo algunos pocos fumadores de larga data, en general las mediciones del día dieron valores estables, explica Tomás. Tiene 21 años y cursa el tercer año de Medicina en la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Podría estar disfrutando el sábado soleado como otros chicos de su edad que se ven ahora disfrutar del parque, pero junto a sus compañeros de cursada llevan algunas horas consultando a la gente que pasea por el lugar cómo afecta el humo que invadió la ciudad en las últimas semanas.
“Nos encontramos con que la mayoría de los encuestados tuvo manifestaciones de signos y síntomas referidos al aparato respiratorio por el humo. Gente que se levantaba congestionada, con mucho moco con sangre, y que les generaba preocupación. También mucha picazón e irritación en los ojos y garganta. Y después mucha gente manifestó estar con tos. Todo esto en personas que no son fumadoras y que nunca tuvieron problemas de salud”, relata.
La actividad surgió como una iniciativa de la Secretaría de Extensión de la Facultad de Ciencias Médicas en conjunto con el centro de Estudiantes. Para eso realizaron una capacitación de dos clases y luego organizaron los grupos que salieron el sábado 17 de septiembre en distintos puntos de la ciudad. A Tomás le tocó la zona del Parque España y el Monumento a la Bandera, con vista privilegiada a los incendios que aún seguían, aunque el viento llevaba el humo a otra parte.
Las salidas de los estudiantes se dieron luego de una de las peores semanas de las que se tenga registro. El domingo 11 de septiembre ya se visibilizaban focos de incendio de grandes dimensiones en las islas del Paraná frente a la ciudad de Rosario, pero también frente a otras localidades de la región costera. El lunes, el viento que sopló desde el sur generó el peor escenario: la ciudad invadida por el humo durante varios días.
Las imágenes fueron verdaderamente impactantes. Algunas tomadas con drones desde lo alto mostraban una suerte de bruma de la que escapaban unas pocas torres muy altas. Por redes sociales proliferaban las fotos de vecinos y vecinas de la ciudad mostrando el paisaje borroso desde sus ventanas. El rector de la Universidad Nacional de Rosario, Franco Bartolacci, compartió un video filmado desde la ciudad universitaria, conocida popularmente como La Siberia, donde la visibilidad queda reducida a muy pocos metros. “¡Dejen de tomarnos el pelo y hagan algo ya que es insoportable vivir así!”, criticaba.
Por esos días la ministra de Salud de la provincia, Sonia Martorano, recomendaba a la población mantener el uso de barbijos ante la presencia de humo e informaba sobre un aumento de las consultas por dificultades respiratorias en los distintos efectores de salud provinciales de la región. En la misma línea, desde el Colegio de Farmacéuticos informaban un aumento en la venta de barbijos, algo que no pasaba desde los primeros meses de la pandemia.
La situación no es nueva, se repite con intermitencia desde hace tres años. El Centro de Monitoreo Meteorológico y Climático Sistema de Alerta Temprana (SAT) se maneja con un índice de calidad del aire donde dan cuenta que hasta 50 microgramos de partículas contaminantes por metro cúbico de aire es un ambiente “bueno” para respirar. La escala va subiendo con distintas referencias hasta llegar a 300 microgramos: las mediciones que den por encima de ese valor representan un ambiente “peligroso” para la salud de las personas. El martes 13 de septiembre a las 8.50 horas, frente al Monumento a la Bandera, se detectaron 483.5 microgramos de partículas contaminantes por metro cúbico de aire.
“Es un nivel muy pero muy alto donde no afecta ya a las personas que puedan tener alguna comorbilidad, sino también a la población en general”, explica Jorge Giometti, uno de los coordinadores del SAT. Se trata de una asociación civil que cuenta con una casa filial en Baigorria y un centro de monitoreo en Ibarlucea. Pero también otros lugares de medición a lo largo y ancho de la provincia que trabajan articuladamente para informar, de forma voluntaria, sobre los fenómenos climáticos y meteorológicos que transcurren en la región.
Giometti explica que los valores registrados el martes coincidieron con el momento en que la pluma de humo entró de lleno a la ciudad, pero que la calidad del aire tampoco fue mejor días antes o días después de esa medición. “Es algo muy dinámico que depende de las corrientes de aire y viento. Por eso nosotros advertimos siempre a un área bastante amplia que puede ser afectada, porque cuando hay una brisa muy suave y un enfriamiento abrupto a la noche de las capas altas de la atmosfera, se comprime y toda esa contaminación queda a nivel del suelo”, detalla.
Se calcula que una partícula contaminante mide unos 2,5 micrómetros. Si se toma una regla de un metro y se divide un millón de veces, el tamaño de la partícula es de dos pedacitos y medio. Bastante menos que el diámetro de un cabello. Por eso, para medir su presencia en el ambiente se utiliza un difractor láser que aspira el aire por una bomba, pasa por la luz del láser y esas partículas hacen una difracción. Es decir, la luz rebota sobre el borde de esa partícula generando sombra en un sensor. “Como cuando tiramos una piedra al agua que hace ondas”, grafica Giometti. Esas interferencias –esas ondas– son las que dan el calibre de las partículas. Y con esa información el propio equipo calcula cuántas partículas están presentes en un metro cúbico de aire. La ventaja de este sistema por sobre otros es el tiempo: se conoce el estado de situación al instante.
Como los equipos de medición son móviles les permite salir a hacer mediciones en distintos lugares. Pero no siempre se puede: el SAT funciona como un voluntariado y sus integrantes tienen otros trabajos que atender. Jorge Giometti tiene 56 años y se define como un “aficionado” del tema. No porque no haya estudiado, aclara, sino porque no vive de la meteorología: es diseñador gráfico. Con el tiempo se dieron cuenta de que los apasionados eran muchos en toda la provincia y por eso decidieron conformar el SAT que hoy colabora de forma permanente dando pronósticos que son tomados por Defensa Civil, el Servicio de Manejo del Fuego, bomberos y rescatistas, entre otros.
Para Giometti, lo que se vivió en las últimas semanas en Rosario es comparable a la contaminación que manejan algunas ciudades de China, o a lo que sucede en algunas localidades desérticas cuando los vientos inundan los poblados de arena y polvo: “La diferencia es que esas situaciones son puntuales y duran poco, nosotros ya llevamos tres años consecutivos midiendo la mala calidad del aire”.
El martes 9 de agosto, en una de las tantas semanas que Rosario sufrió el humo de las quemas, la UNR habilitó una línea telefónica para realizar consultas por posibles afecciones de salud. El servicio se puso en línea a media mañana y para el mediodía ya habían recibido unas 100 llamadas. Si se hiciera un gráfico con el registro de las consultas recibidas desde agosto a esta parte tendría la forma de un encefalograma, con puntos altos muy marcados y períodos de caídas abruptas donde el teléfono no sonó: en esos picos tenemos los días que reinó el humo en la ciudad. En este mes y medio de funcionamiento ya superan las 600 llamadas recibidas.
“Estamos encontrando síntomas esperables, clásicos, como tos irritativa, dolor de garganta, cefalea, irritación de las mucosas, alteraciones en el ritmo cardíaco, náuseas, algunas afectaciones del aparato gastrointestinal. Lo más grave tiene que ver con la exacerbación de las enfermedades estructurales de base como puede ser el asma, enfermedad pulmonar diacrónica, cardiopatía de diferentes naturalezas”, explica Ricardo Nidd, director de Salud de la UNR.
El sistema funciona por línea telefónica o de WhatsApp y según los síntomas o las inquietudes de los pacientes, los profesionales actúan: hay veces que con unas breves indicaciones telefónicas se puede solucionar el problema, hay casos en que se cita a los pacientes para atenderlos directamente en los consultorios del centro de salud, e incluso en algunas oportunidades, de la evaluación telefónica se derivó directamente a un centro de mayor complejidad. Es un 0800 que se puso en funcionamiento durante la pandemia para descomprimir la demanda de las consultas por coronavirus y que se restauró con la misma impronta el mes pasado, aunque con otra necesidad.
“Si detectamos que se trata de un paciente que ya viene con una enfermedad de base y que está saturando mal, o que respira con inconvenientes, ya lo derivamos porque en un centro de atención primaria no puede ser atendido su problema”, detalla el doctor. Respirar humo no es gratis. El tamaño de las partículas posibilita su pasaje al torrente sanguíneo, afectando en su recorrido no solo el sistema respiratorio, sino también el aparato cardiovascular.
La preocupación por el impacto del humo en la salud no es algo que atañe solo a Rosario. En la localidad de San Lorenzo el municipio detectó una suba importante de consultas en los centros por síntomas asociados a la presencia de humo en la ciudad. Y decidieron medirlo en sangre: de 24 muestras que hicieron, dos pacientes registraron carboxihemoglobina en sangre. Se trata de una proteína que desplaza a la hemoglobina, encargada de trasladar el oxígeno en el interior de los glóbulos rojos. Y eso genera menor circulación de oxígeno que se manifiesta en dolores de cabeza y náuseas, en casos más leves, o hipoxia –ausencia de oxígeno suficiente en los tejidos como para mantener las funciones corporales– y pérdida de conocimiento en casos más graves.
En pocas palabras, es una intoxicación por monóxido de carbono. Por eso el intendente de San Lorenzo, Leonardo Raimundo, confirmó que presentará el resultado de los estudios en la Justicia, como una ampliación de la denuncia realizada previamente por el municipio ante la Justicia Federal por las quemas en las islas que afectan a toda la región.
En la casa de Fabián Fiori hoy no puede faltar cinta adhesiva. Ese rollito que se puede conseguir en casi cualquier comercio, se volvió una herramienta fundamental para tapiar puertas y ventanas y filtrar el aire lo más posible. En la banderola del baño improvisaron un mecanismo un poco más sofisticado: pusieron dos sábanas atadas con una soga para frenar el hollín del humo. Aunque no es una medida del todo efectiva, por ahora, mucho más no pueden hacer.
Si el humo trajo complicaciones importantes para personas en buen estado de salud, el impacto en las personas con patologías o comorbilidades es difícil de dimensionar. “Si yo te muestro el grupo de WhatsApp que tenemos en todas las ciudades de la región, vas a ver que es un rosario de situaciones similares: han tenido que hacerle “paf” a los chicos, salir a buscar medicaciones, hacer nebulizaciones con salbutamol. Todo lo que se pueda hacer para dilatar los bronquios y pasar esta época tan difícil”, relata.
Fabián es papá de Adriano, un chico de 20 años con parálisis cerebral que es electrodependiente: su cuerpo necesita estar 24 horas del día conectado a una serie de máquinas que estabilizan su salud. La historia de Adriano y su familia es una historia de lucha con varias batallas ganadas. No sin antes organizarse con otras familias que pasaban por una situación similar formando la Fundación Emperador, un espacio que busca garantizar la mejor calidad de vida para las personas electrodependientes y pelear por sus derechos. Desde 2018 cuentan con personería jurídica.
Una de los principales logros es la adhesión por parte de Santa Fe a la Ley Nacional 27.351 que reconoce, regula y brinda una serie de beneficios y facilidades para las personas electrodependientes. Con el agregado de que en la provincia, la adhesión vino con un protocolo de actuación ante cortes prolongados de energía, algo único en el país.
Lo que no se imaginaron es que una de las batallas que tendrían que dar es con la contaminación del propio aire que se respira. “En general las personas electrodependientes ya son híper vulnerables de por sí. O sea que su situación es difícil en el día a día más allá de las condiciones climáticas”, cuenta Fabián.
Es mediados de septiembre y Rosario alterna días de mucho calor con días de mucho frío, la humedad por las nubes y, cada tanto, alguna lluvia que sorprende. Esa situación ya afecta las vías respiratorias de Adriano. “Imaginate cuando hay humo en el aire como en estos días, la situación se torna realmente irrespirable. La mayoría de estos pacientes tienen comprometidas sus vías aéreas”.
Pero se da una paradoja: mientras Fabián y su familia recorren la casa tapando aberturas para que no se filtre el aire, la recomendación de todos los sanitaristas en esta época del año en que circulan todo tipo de infecciones respiratorias, es mantener los ambientes ventilados.
Por el momento encontraron una vuelta de tuerca articulando con bomberos voluntarios de la región para que les den aviso cuando el fuego pasa y la calidad del aire mejora. Y ahí sí ventilan. El resto es aguantar: “Sabemos que tenemos que adaptarnos al medio porque las soluciones, si es que llegan, van a llegar dentro de mucho tiempo. Y mientras tanto hay que vivir. La ministra de salud hace poco dijo que estas condiciones de humo es como si una persona fumara las 24 horas del día. Pensá lo que significa eso para un paciente que ya tiene comprometida las vías respiratorias sin fumar”.
En la provincia de Santa Fe son alrededor de 1.200 familias con distintos grados de dependencias. Los pacientes se dividen como un semáforo: rojo amarillo y verde según la necesidad que tenga cada uno. De ese total, el 35% se encuentra en Rosario, el 30% en Santa Fe y el resto atomizado en distintos puntos de la bota.
La imagen muestra una bandera blanca larga y apaisada, con una consigna simple, impresa en letras negras: basta de quemas. En el medio el intendente de Rosario, Pablo Javkin. A sus costados distintos intendentes y presidentes comunales de la región hartos del humo que invade sus poblados. Más a los bordes, un grupo de ambientalistas que reclaman la sanción de una ley que proteja los humedales del fuego que todo lo arrasa. De fondo, en un segundo plano aunque protagonista principal de la foto, el obelisco emplazado sobre la avenida 9 de julio.
Con la premisa de que Dios está en todos lados pero solo atiende en Buenos Aires, los intendentes de la región se movilizaron a la capital. Sin rezar, pero con pedidos y advertencias concretas. “Vinimos al centro de la Argentina para que todos se enteren lo que estamos viviendo en el Litoral y que sepan que esto no le escapa a la Capital Federal. Que no tengan que pasar ustedes por lo que estamos pasando nosotros: una nueva pandemia nos afecta a los santafesinos”, sentenció Jorge Berti, intendente de Villa Constitución.
Javkin, en cambio, le puso números al reclamo: “Hay un millón ochocientas mil personas que desde hace tres años, pero en forma insoportable desde hace tres meses, respiran humo. Tenemos los sistemas de salud saturados de consultas”. Si la medida tuvo efecto, o no, lo dirá el tiempo. De mínima fueron escuchados, mantuvieron una reunión primero con el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, y luego fueron a plantear la situación en el Congreso de la Nación.
Desde el principio la discusión sobre qué se puede hacer y quién puede actuar quedó empantanada por cuestiones de jurisdicción. Los distintos niveles del Estado sacan chapa de las denuncias realizadas y las pruebas presentadas, pero siempre hay un “alguien” que no hace la parte que le toca. Algunos municipios dicen que provincia, provincia le pide a Nación y critica un poco a Entre Ríos, desde Nación dicen que la Justicia. Pero todos dan cuenta de haber hecho su parte.
En ese marco, desde el Concejo de Rosario decidieron hacer su aporte aprobando un Plan de Contingencia de Calidad del Aire. La iniciativa fue presentada por el Bloque Ciudad Futura y tuvo el acompañamiento del resto de los bloques en la sesión del pasado 15 de septiembre. La iniciativa insta al Municipio a realizar una medición continua de la calidad del aire en la ciudad y, en los casos en que las partículas contaminantes superen los niveles adecuados para la buena respiración de la ciudadanía, se active un protocolo.
Esto supone, en primer lugar la conformación de un comité de emergencia entre las secretarías de ambiente y salud del Ejecutivo. Y a partir de ahí empezar a implementar diferentes medidas de acuerdo a los valores que se obtengan en las mediciones: desde la recomendación de no hacer actividad física o circular con barbijo por la ciudad, hasta incluso la suspensión de actividades culturales, deportivas o administrativas, según lo amerite.
En la misma sesión se aprobó la adquisición de una estación meteorológica que se instalará en la terraza del Concejo. El Servicio Meteorológico Nacional cuenta con equipos que están en la zona del aeropuerto, casi llegando a Funes. Por esa la decisión fue contar con mediciones propias y precisas sobre lo que pasa en la ciudad.
“Eso surge con la intención de construir algunas herramientas desde lo local, con una visión que tenga que ver con una política de cuidados. Necesitamos la Ley de Humedales y que la Justicia persiga y encuentre a los responsables de las quemas. Pero mientras se va solucionando el tema de fondo, desde lo local podemos ir sumando”, manifestó Luz Ferradas, concejala de Ciudad Futura y titular de la comisión de Ecología del Concejo.
Desde el Concejo también se constituyeron como querellantes en las dos causas que tramitan actualmente en la Justicia Federal. Una de ellas en un tribunal de Paraná, que data de 2020 y avanzó poco hasta el momento. Se llamó a indagatoria a algunos dueños de terrenos, pero en la mayoría no se pudo acreditar responsabilidad den las quemas y fueron sobreseídos. “Lo que investiga tradicionalmente el proceso penal es el motivo. Es decir, si hubo intención y quién es el responsable. Y esto es muy difícil de probar, no se pudo avanzar en ese sentido”, detalló Ferradas.
La otra causa se tramita en el Juzgado Federal de Victoria, pero aún no se pudo identificar quiénes son los dueños de los terrenos que se prendieron fuego. Además de las causas federales, también hay algunas en la Justicia provincial relacionadas a las lesiones en la salud que provocaron las quemas de este lado de la orilla.
“Tenemos estas herramientas y queremos usarlas para sumar”, asegura Ferradas. Y agrega: “Desde la comisión de ecología podemos aportar también líneas de investigación o incluso pruebas, informes específicos técnicos, como para tener un poco más de protagonismo y presionar para que el proceso judicial avance. Porque mientras no haya condenas y se siga garantizando la impunidad, como se viene haciendo ahora, las quemas van a seguir sucediendo”.
En los últimos días el humo no se siente, o se siente menos. Lo que, paradójicamente, a veces juega en contra porque los incendios siguen estando pero la reacción popular no es la misma. El fin de semana posterior al humo denso en Rosario, miles de personas cortaron el Puente Rosario Victoria y acamparon durante dos días. Y tuvo su efecto: algunos días después, la Ley de Humedales se discutió en el plenario de comisiones de la Cámara de Diputados de la Nación, después de perder estado parlamentario en 2021. La ciudadanía demostró que está dispuesta a seguir reclamando. Saben que tienen que estar preparadas porque en mientras tanto el fuego va a seguir. Y es una cuestión ambiental, que va de la mano con la salud.