El colectivo de Mujeres y Disidencias Tangueras de Rosario es una organización integrada por músicas, compositoras, arregladoras y bailarinas, que apunta a generar espacios en la ciudad para interpretar este estilo tan representativo del país. Para visibilizar el rol que las mujeres tienen en el tango, el tercer viernes de cada mes brindan espectáculos con entrada libre y gratuita en La Casa del Tango.
Fotos: Jéssica Córdoba para Mujeres Tangueras Rosario
Cuando la nostalgia, el amor, los deseos y las amarguras danzan al compás del 2×4 se produce el tango: un género identitario de Argentina que alcanzó el sumun de la popularidad en el siglo XX. Un estilo tradicionalmente interpretado por hombres pero que en los últimos años las mujeres y disidencias se fueron apropiando de su musicalidad, demostrando que el tango también puede romper con la tradición heredada.
Para transformar un género que tiene como máximos referentes a varones, y donde muchas de las letras presentan a la mujer como una figura ingrata, responsable de un fracaso amoroso, artistas rosarinas decidieron agruparse en una colectiva que nació en el año 2019. Esta agrupación, conformada por compositoras, arregladoras, cantoras, instrumentistas y bailarinas de tango, permite el encuentro entre tangueras y gestiona espacios para la interpretación en vivo de las propuestas.
A lo largo del 2022, la colectiva de Mujeres y Disidencias Tangueras Rosario viene desarrollando el ciclo “Somos”, donde el tercer viernes de cada mes bailarines y grupos musicales con representación femenina copan el escenario de La Casa del Tango. La idea de la propuesta es reivindicar el rol de la mujer y las identidades disidentes en este género, no solo como intérpretes, sino también a la hora de componer letras y melodías.
Tango, para pasar el frío
Cada ciclo se vive con máxima emoción y cierto nerviosismo dentro de la colectiva. El viernes 15 de julio se presentaron en La Casa del Tango dos grupos: el trío Verdín-Falzone-Pereiro (intérpretes de violín, contrabajo y piano, respectivamente), y el dúo integrado por Maia López (voz) y Valentín Cosso (guitarra). Entre esos espectáculos, además, la militante feminista y antirracista Jéssica Gardner brindó un conversatorio sobre los orígenes africanos del tango.
La cita era a las 21 pero los músicos y organizadores se hicieron presentes en el centro cultural de avenida Arturo Illia al 1.750 cerca de las 19.30. Allí, y bajo los retratos de referentes del tango -todos varones- un grupo de mujeres se disponía a acomodar mesas y sillas, mientras los músicos probaban sonido e iluminación. En el escenario, alumbrado con un amarillo tenue, esperaba entrar en acción un piano y dos atriles.
Por fuera de los organizadores y del equipo técnico, los primeros en llegar a la sala fueron vecinos que pasaban por el lugar y que, atraídos por las mesas circulares con sillas alrededor y el incipiente olor a empanadas que empezaba a inundar La Casa del Tango, potenciado por el frío propio de una noche de julio, se acercaron a preguntar por el evento. Atrapados por la propuesta, de entrada libre y gratuita, no dudaron en quedarse a disfrutar de una noche al ritmo del 2×4.
Poco a poco el lugar se fue colmando de espectadorxs y, pasadas las 22, la coordinadora de la jornada, Ayelén Prado, anunció la primera presentación de la noche. Tras cálidos aplausos, Susana Verdín con su violín, Agostina Falzone en contrabajo y Esteban Pereiro sentado en el piano, interpretaron una serie de tangos instrumentales, que contaban con arreglos de Falzone.
Si bien en la presentación de este grupo predominaron las canciones compuestas por otros autores, también hubo tiempo para interpretaciones propias: sobre el final, fue el turno de un vals compuesto por Verdín y arreglado por Falzone. Mientras tanto, la Casa del Tango se alzaba como un refugio donde la música y las copas de vino disipaban a las orillas del río Paraná.
Para la última canción de esta presentación, y antes de que el público aclame por un bis, subió al escenario Maia López, quien junto al trío interpretó la canción “Por esas cosas”, compuesta por la artista Ayelén Prado.
En tanto, la actuación de López y Cosso brindó un variado repertorio, que no solo ofreció tango sino también otros géneros litoraleños, como el chamamé. La mayoría de las interpretaciones de este dúo fueron compuestas por artistas de la región.
La colectiva y el trabajo de visibilizar a las mujeres tangueras
Previo al show, mientras los músicos disfrutaban de empanadas y pizza antes de subir a escena, la contrabajista Agostina Falzone contó en los camarines del lugar que el trío se armó con la intención de presentar arreglos propios: “La idea es un poco retomar los tangos tradicionales y recorrer a distintos autores, respetando los arreglos musicales de la época, pero poniendo mi impronta y agregándole cosas distintas, como un solo de contrabajo o de otros instrumentos, o hacer cambios armónicos”.
Si bien la artista reconoció que gran parte de la historia del tango pone al hombre en un lugar preponderante, no dejó pasar de largo la importancia de muchas mujeres cantantes en el género. “Todavía sigue pasando que los lugares del tango están habitados mayormente por hombres, porque ellos se lo apropiaron y no dejaron espacio a las mujeres”, expresó y agregó: “Un poco el trabajo de la colectiva es eso, ganar lugares y visibilizar que las mujeres también componemos, tocamos y hacemos música”.
Por su parte, Verdín apuntó: “El objetivo del ciclo es dar otra mirada del tango y, si bien en la ciudad hay un sector que consume este género y habitualmente viene a estas propuestas, la intención es abrir estas presentaciones a otras personas, para que se acerquen y se sorprendan”.
El acercamiento de las artistas al tango fue algo distinto: si bien Falzone creció escuchando este género, fue en su juventud, y gracias a la insistencia de sus profesores de música, cuando comenzó a interpretar este estilo. Verdín, por su parte, nació en una ciudad de México y cuando vino a vivir a Rosario descubrió esta musicalidad tan propia del Río de la Plata. Seducida por el rol que el violín jugaba en ella, integró orquestas de tango dentro de la ciudad donde aprendió a tocarlo.
El tango y sus orígenes africanos
Entre las presentaciones, la grilla de la noche anunciaba a Jessica Gardner: una joven violinista afrodescendiente oriunda de la ciudad de San Nicolás, que desde hace unos años vive en Rosario e integra la Colectiva de Mujeres y Disidencias Tangueras. A pesar de sus destrezas con el instrumento de cuerdas, esta vez su presencia no estuvo ligada a la interpretación musical, sino que se centró en un acto de militancia contra el racismo, enfocado en brindar un conversatorio para hablar sobre los orígenes africanos del tango.
“Es muy fuerte para mí venir no como música sino como militante. Argentina es afro y las raíces del tango son africanas. En el siglo XVIII, la trata esclavista, marcada por los tambores y rituales de ceremonia, le dio al tango sus inicios. Pero el proceso de blanqueamiento del país lo borró”, comentó Gardner minutos antes de su disertación, mientras hojeaba tras bambalinas algunos libros que historizan sobre estas cuestiones.
>“Soy afrodescendiente en un país que históricamente se creyó blanco europeo. Y el tango es muy importante en nuestra identidad nacional, se convirtió en la representación cultural de Argentina en el mundo, ¿cómo no van a querer borrar su aspecto afro?”, analizó.
El tango ya jugaba un rol importante en la vida de Gardner desde antes de saber sobre sus orígenes africanos: en su adolescencia escuchó la canción “Dieguitos y Mafaldas”, del español Joaquín Sabina. Atraída por la frase que habla de unos “veinte tangos de Manzi en los baúles”, descubrió la poesía de este intérprete y se originó en ella una fascinación por el tango que pudo potenciar al participar en algunas orquestas de la ciudad.
Sobre el rol de la colectiva, Gardner destacó: “Es fundamental porque nos permite gestionar la forma en que queremos agruparnos y expresarnos artísticamente. Igual es para pensar como tardó en llegar la perspectiva de género al tango”.
Gardner es hija de una madre argentina y de un padre estadounidense, quien llegó al país para disputar un partido de básquet y, al encontrar el amor, se quedó en estas latitudes. Durante su presentación en la Casa del Tango, la joven enfatizó en la gran cantidad de argentinxs que son afrodescendientes –un proceso que inició en la época colonial– y detalló las diferentes situaciones que se padecen ante estos orígenes.
“Lo más fuerte que se vive es la extranjerización. La gente no puede creer que si tenés rulos o un tono de piel oscuro seas argentinx, y empiezan a indagar tu árbol genealógico. También a veces se te acercan y te hablan en otro idioma, como suponiendo de antemano que no sos de acá”.