Hacer arte es crear belleza. En Rosario, las muralistas Aymará Sosa y Marina Aloe llenaron de color, río, flora y fauna las casas, escaleras y paredes del Barrio Los Pescadores, un territorio emblemático con 125 años de historia ubicado al norte de la ciudad. El objetivo es visibilizar el barrio y sus múltiples reclamos, revitalizar la actividad de las familias y defender la cultura de este lugar ribereño amenazado -como tantos otros- por el avance de los emprendimientos inmobiliarios.
Fotos: Arte y Barrio Los Pescadores
Ubicado entre La Florida y la Rambla Catalunya, el barrio Los Pescadores tiene unas tres cuadras de largo y es habitado por unas 80 familias, o sea, cerca de 400 personas. La mitad de los vecinos vive de la pesca mientras que el resto se reparte entre la actividad comercial –principalmente en la atención de kioscos que dan a la playa- y servicios.
En este barrio la pesca es un oficio que se transmite de generación en generación: desde muy pequeños los niños acompañan a sus padres en travesías por el Paraná que pueden durar varios días y en las que procuran hacerse de recursos para subsistir. Sin embargo, con el correr del tiempo el desgaste físico que la actividad pesquera demanda pasa factura. Las posturas dentro del bote y la fuerza aplicada a empujar pesadas redes hacen que al rondar los 50 años los pescadores ya no puedan ejercer su trabajo. Por este motivo, en el barrio no se ven muchos hombres mayores y, de a poco, los más jóvenes van buscando otras salidas laborales.
La época fuerte del rubro pesquero es el verano. Esta estación no sólo favorece la captura de sábalo, boga, dorado, pacú y rayas, sino que también es el momento donde más personas circulan por el barrio y compran productos del río permitiendo que las familias puedan hacer una diferencia económica para paliar el invierno. Pero la extraordinaria bajante que sufre el Paraná y las sucesivas quemas en la zona de islas afectan el trabajo diario.
Los primeros habitantes del barrio Los Pescadores se asentaron en el lugar hace unos 125 años. Eran, en su mayoría, ciudadanxs entrerrianxs que escapaban a las crecidas del Paraná. Desde entonces su población fue creciendo y, con ella, la cantidad de casas y construcciones que se fueron emplazando barranca arriba y que están conectadas a través de pasillos, lo cual le da a la zona un aspecto arquitectónico único en la ciudad. Otro atractivo del barrio es que, a la hora de levantar viviendas, se respetó la flora local de la ribera, por lo que entre las casas pueden apreciarse diversas plantas autóctonas.
El barrio Los Pescadores, en el norte de Rosario, es un lugar donde todavía resiste la cultura de pescar para poder vivir. Muchas generaciones de cazadores y pescadores pasaron por esta zona, dejando el oficio como legado familiar.
Pero los últimos años no fueron fáciles para las familias del barrio: las amenazas de desalojo están a la orden del día, mientras que la bajante del río y las sucesivas quemas en los Humedales repercuten en su actividad. A esto se suma la falta de respuestas por parte de la Municipalidad de Rosario a los constantes reclamos de iluminación, seguridad e higiene que hacen lxs vecinxs. En las veredas del barrio hay escaso alumbrado público y fueron ellos mismos quienes debieron colocar luminaria –muchas veces con forma de guirnaldas- en las afueras de sus casas para invitar a que otras personas recorran la zona, aún cuando baja el sol.
A pesar de su cercanía con las playas de la ciudad, el barrio no tiene baños públicos ni centros de salud. Reclaman desde hace años el arreglo de una cañería cuyas pérdidas generan un charco de agua estancada con mal olor y la colocación de tachos de basura, especialmente en la escalera que baja hacia las playas por donde circula una gran cantidad de personas. Además, y pese a los reiterados pedidos, los pescadores tampoco disponen de un muelle que les facilite su trabajo.
El arte para combatir el abandono
Frente a esta situación, dos muralistas, Aymará Sosa y Marina Aloe, decidieron intervenir el barrio pintando casas, murales y escaleras para convertir esta zona en un atractivo turístico que invite a recorrer sus calles, conocer la cultura del lugar y disfrutar de la gastronomía que ofrece el río Paraná. En definitiva, para convertirla en un atractivo turístico que potencie la actividad económica de sus habitantes.
“En 2020 los vecinos empezaron a tener problemas de clausura de negocios y cuestiones que tenían que ver con que no están habilitados porque no son propietarios de la tierra. Ahí nos dimos cuenta de que había grandes intereses económicos e inmobiliarios y que si a las personas no les ponían aún los servicios, era una forma de debilitarlas. Entonces pensamos cómo podíamos ayudar desde el arte a que un posible desalojo se retrase o no suceda, y así fue que se nos ocurrió pintar los frentes de las casas”, explica Aymará Sosa.
Las muralistas y lxs vecinxs pusieron color y arte a unas treinta casas cuyos frentes ahora muestran dibujos relacionados a la flora y fauna del río Paraná. Esta actividad también impulsó a las familias a pintar e iluminar las puertas y rejas de sus viviendas con el objetivo de embellecerlas. Pero la intención de Aymará y Marina era extender su trabajo por todos los rincones del barrio y tenían en la mira una zona de intensa circulación: las escaleras que conectan la calle Ricardo Núñez con la playa.
“Queríamos pintar las escaleras para generar un atractivo turístico y que la gente vaya a conocer y se saque fotos, pero además para poner en la mira al barrio. Todo Rosario tiene que apropiarse de este lugar que conserva una cultura que es tan ancestral y tan típica del Paraná. En diciembre intervenimos las escaleras junto con 40 voluntarios que fueron a pintar. Fue muy simbólico porque todos aportaron a hacer algo mayor. Después los vecinos cocinaron pescado, vinieron con empanadas y sangría y todo el mundo se llevó ese folclore que tiene el barrio”, dicen las artistas.
En paralelo, las dos se presentaron a un concurso impulsado conjuntamente por los ministerios de Cultura y Ambiente de la Nación, con la propuesta de pintar un mural que represente al Paraná en el barrio Los Pescadores. Las buenas noticias no tardaron en llegar: Aymará y Marina ganaron el concurso y, además, la Subsecretaría de Cultura de Santa Fe les entregó fondos para la realización de la obra. Tras semanas de trabajo, el mural -que se impone en la pared que está por encima de las escaleras- se inauguró el sábado 12 de febrero de este año. Así se generó un espacio llamado “Memorias del Paraná. Barranca Los Pescadores”, que busca homenajear al río a través de trabajos artísticos colectivos.
Antes de iniciar con la pintura de la obra, las artistas se reunieron con lxs vecinxs para conocer qué les gustaría ver en la pared y escuchar sus sugerencias. El objetivo era que el trabajo sea un símbolo que identifique a lxs habitantes del barrio.
Aymará cuenta que las amenazas de desalojo que sufren las familias desde hace tiempo, se renuevan cada cinco años aproximadamente. Si bien los vecinos lograron inscribirse en el Registro Nacional de Barrios Populares (Renabap), lo cual paralizó las intimidaciones, esta medida sólo tiene efecto hasta este año.
“A los desalojos los está mandando una constructora que edificó al lado y pareciera que tiene algún título de propiedad o alguna cosa comprada en el lugar donde se alza el barrio”, dice, y suma: “Creo que va a ser inevitable que algunas personas terminen vendiendo y yéndose, pero ojalá que algo de todo esto se pueda sostener porque es una cultura única dentro de nuestra ciudad y creo que habría que cuidarla. La gente vive y trabaja ahí, no los pueden sacar porque eso sería quitarle su identidad, su pertenencia o su territorio. Por más que le quieran dar un Fonavi en Ovidio Lagos al fondo, ellos cruzan el río, se suben al bote y van a pescar, están muy arraigados a ese lugar”.