El cupo laboral travesti – trans en Argentina obtuvo un inédito respaldo político y social. Ahora, el desafío es hacer efectiva la ley y mostrar resultados concretos. Tres historias para entender por qué son necesarias las políticas públicas al momento de hacer realidad la tan mentada igualdad de oportunidades.
Foto: Agencia Presentes
[dropcap]C[/dropcap]uando Alba Rueda asumió como subsecretaria de Diversidad Sexual de la Nación, el poder Ejecutivo Nacional contaba en su planta de trabajadorxs tan solo con 30 personas travesti – trans. “Yo las conocía porque trabajo para el Ejecutivo hace 15 años, conocía el listado, conocía a las personas. Es un número tan poco representativo de todo el esfuerzo, de toda la militancia”, apunta la funcionaria.
En efecto, Argentina era punta de lanza en el reconocimiento de derechos para la población LGTBIQ+, pero en diez años no había logrado perforar una de las principales barreras de accesibilidad para las identidades disidentes. “Todos los estudios sociales sobre población trans dieron cuenta que más del 80% no tienen ni tuvieron nunca un empleo formal, y eso me parece que es lo contundente que constituye los fundamentos de esta ley”.
Alba dice esto apenas un día después de que nuestro país volviera a ungirse como pionero a nivel mundial con la sanción de la Ley de Cupo Laboral Travesti – Trans. Pero ahora, subraya, el desafío es mayor ya que su aplicación exige mostrar efectos concretos a mediano y largo plazo porque el tiempo vuela y sus consecuencias se miden en vidas.
“Cuarenta años es el promedio de vida para la población trans, y eso se debe a la discriminación, a la violencia. Por eso esta ley tiene que ser bien concreta, tienen que efectivizarse todos los puestos de trabajo para les compañeres así como también los incentivos a las empresas para que mostremos que el cambio es cultural”, explica visiblemente entusiasmada por el desafío que tienen por delante.
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Gala tenía 12 años cuando la Cámara de Senadores dio la media sanción que faltaba a la Ley de Identidad de Género. Era el 9 de mayo del 2012 y la plaza de los dos congresos estallaba de militancia trans. Por aquel entonces, cursaba el séptimo grado de la escuela primaria. Algún tiempo más tarde, cuando salió del closet travesti, se encontró con el primer muro construido por la familia heteronormal.
No la echaron de su casa, pero tuvo que dejar el trabajo que tenía hasta antes de comenzar su transición. “Yo me quedé sin laburo cuando decidí ser travesti. Trabajaba en un negocio familiar y mi viejo me dijo que no vaya sino iba como la persona que era antes, y bueno, claramente no me iba a disfrazar, entonces dejé de ir”, le contó la joven a Enredando en una charla pocos días después de la aprobación del cupo.
Después de eso, estuvo buscando trabajo durante mucho tiempo, algo difícil para les jóvenes en general y más para las identidades feminizadas: “Empecé a trabajar en algunos lugares medio transitorios, hice changas, y hacía unos meses que estaba así, ya medio en la lona sobreviviendo, hasta que pude conseguir un laburo y lo más importante para mí es que me habilita seguir profesionalizándome”, asegura.
“Yo me quedé sin laburo cuando decidí ser travesti. Trabajaba en un negocio familiar y mi viejo me dijo que no vaya sino iba como la persona que era antes, y bueno, claramente no me iba a disfrazar, entonces dejé de ir”
El flamante empleo que consiguió como administrativa en una institución le cambió la vida. Está contenta. Se le nota en la voz cuando explica que a partir de ahora poder comer y pagar los impuestos no será una tarea titánica. Eso le permitió retomar la carrera que comenzó cuando terminó el secundario.
“Soy estudiante de comunicación social, busco poder profesionalizarme en ese sentido. Hay una cuestión ahí con el acceso al conocimiento y a la producción de conocimiento que para mí siempre fue muy importante, y el poder tener un laburo hoy en día me garantiza el no tener que dejar mis estudios para ver a dónde como”.
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El 4 de septiembre del 2020, el presidente Alberto Fernández estampó su firma sobre el decreto 721 para establecer el cupo laboral travesti – trans en el sector público nacional. Aquella decisión, profundamente política, fue leída como un espaldarazo a las organizaciones que venían militando la sanción de una ley. Durante los años del macrismo se presentaron muchas iniciativas pero por supuesto ninguna prosperó porque no existía en Cambiemos, ni en el ex presidente, la voluntad para avanzar.
Finalmente, el 24 de junio del 2021 el cupo que lleva los nombres de Diana Sacayán y Lohana Berkins se aprobó en Senadores con 55 votos a favor, 6 abstenciones de Juntos por el Cambio entre los que se encontraban Roberto Basualdo (San Juan), Julio Cobos (Mendoza), Silvia Elías de Pérez (Tucumán), Laura Rodríguez Machado (Córdoba), Humberto Schiavoni (Misiones) y María Belén Tapia (Santa Cruz) y 1 voto negativo del macrista cordobés Ernesto Martínez.
Cuando se sancionó en diputados el 11 de junio, el acompañamiento también fue abrumador: 207 votos positivos, 7 abstenciones y 11 negativos. ¿Quiénes fueron los diputados que se opusieron? Véanlo ustedes mismes, la respuesta no les sorprenderá.
Y si ya existía un decreto ¿Para qué fue necesaria una ley? Primero, para garantizar estabilidad en la implementación del cupo como política pública más allá de los gobiernos de turno. En segundo lugar, para alcanzar al resto de los poderes del Estado que quedaban por fuera del decreto presidencial: el legislativo y el judicial. Y tercero, para contar con herramientas que incentiven el empleo en el sector privado.
Para la inscripción no es necesario haber realizado el cambio registral y basta con expresar la identidad autopercibida. Actualmente, en la órbita del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad funciona un registro nacional en el que hay unas 4.200 personas anotadas para acceder a ese 1% que reserva la normativa para todas las dependencias del Estado nacional.
El criterio federal, asegura Alba Rueda, será uno de los pilares al momento de su implementación: “La federalización de las políticas públicas para nosotras es un punto fundamental. Esperamos que las provincias adhieran y adquieran también una ley parecida. Esto implica una gran tarea política en la que vamos a tener mucha conciencia para que haya oportunidades laborales para la población trans en todo el país”
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Entre el 2 de junio de 2014 y el 28 de diciembre del 2017 Michelle Vargas Lobos trabajó en la empresa Previ, una consultora de ventas y comercialización que participaba del Programa de Capacitación y Empleo que promovía el Ministerio de Trabajo de la Nación bajo la conducción de Carlos Tomada. El objetivo era lograr la contratación de personas en situación de vulnerabilidad a cambio de beneficios impositivos.
“Yo me anoté en la Oficina de Empleo de la Municipalidad. Después de los tres meses de capacitación la empresa decidía si te contrataba o no y terminé quedando. Empecé como vendedora de línea de teléfono, después pasé por diferentes áreas y terminé haciendo trabajo de logística, de administración, hice de todo en la empresa. Ya después llegó un momento en donde no tenía mucho más para crecer ahí entonces sentí que no tenía sentido quedarme”, cuenta la joven.
Sin embargo, aquella primera oportunidad le permitió crecer: se anotó en una escuela para adultos y terminó el secundario, se animó a la universidad y hoy cursa el tercer año de enfermería en la UNR. También pudo continuar su militancia política en la organización Comunidad Travesti – Trans, actualmente se desempeña como asesora de la concejala Alejandra Gómez Sáenz en el Concejo Municipal, y hasta se animó al teatro en un ciclo donde compartió escenario con Vilma Echeverría.
“Para mí fue una experiencia muy importante para reacomodar mi vida porque fue el primer trabajo formal al que accedí. Recuerdo que fui con todo mi bagaje de historia, con todo lo que me pasaba porque estaba atravesada por el consumo, por el trabajo sexual. Ahí pude aprender la responsabilidad de que tenía que ir a trabajar, de que tenía que levantarme, que no podía faltar, y hubo mucho acompañamiento. Siempre hubo escucha, oportunidad, eso me parece fundamental porque no fue un lugar expulsivo”, recuerda.
Con el triunfo electoral de Macri en el 2015, el programa desapareció junto con el Ministerio de Trabajo y con él se esfumaron centenares de oportunidades. Ahora, Alba Rueda confía en recuperar esas experiencias con el paquete de incentivos para el sector privado que prevé la ley, además de la voluntad política que manifestó el gobierno nacional con iniciativas similares antes de la sanción.
“En el norte grande el presidente firmó un decreto de incentivo para que las provincias puedan promover el empleo hacia las mujeres, travestis y trans con una reducción tributaria muy importante. Ese decreto que está en vigencia nos hizo tomar contacto con empresas, tener una experiencia, saber que para muchas hay una voluntad de empleo”, cuenta la subsecretaria de Diversidad Sexual.
Cuatro años después de aquella oportunidad que le cambió la vida, Michelle sigue creyendo que la generación de empleo en el sector privado también debe ser una prioridad para cambiar radicalmente la situación de muchas personas: “Me parece importante que los sectores privados puedan dar estas oportunidades. Cuando entré a trabajar, Flavia que es la dueña, me decía que ella también se arriesgó porque no sabía qué iba a salir de todo esto”.
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¿Qué sentiste cuando se aprobó Cupo laboral trans?
Gala: Yo transité esa discusión entre compañeras, tanto en diputados como en senadores, y fue muy gratificante. Ver a las que estaban allá en Buenos Aires gritando ‘al calabozo no volvemos nunca más’ es fuerte. Como juventudes trans es tomar conciencia del lugar en el que estamos, de dónde venimos y también hacia dónde vamos. Esto de que las compañeras jamás se hubieran imaginado una ley así. También hay toda una lectura que hago, y creo que está muy atravesada por el ser joven, y es ¿cómo puede ser que se haya discutido sin nosotras? Lo mucho que nos deben, lo mucho que falta y lo tarde que llegó también.
“Yo estoy súper agradecida por esta realidad que fue habilitada gracias a la lucha de tantos años de las compañeras. Pero como persona joven hay cosas que no puedo dejar de mencionar porque vamos a ser nosotras las que vamos a estar llevando las próximas luchas”.
Gala considera que el colectivo travesti – trans necesita de muchas otras políticas que todavía no se discuten por “habitar un mundo paki”. Cree que además del empleo en el Estado, debería ser reconocido el trabajo de las compañeras en las organizaciones, en el ámbito cultural, el trabajo sexual y aquellas que eligen construirse por fuera de los parámetros que impone la heteronormalidad: “Esto de darnos un lugar en el mundo paki con esas lógicas no deja de ser como un puchito, y como juventud veo eso”.
Sin embargo, reconoce que esta ley les permite soñar y es el piso para seguir construyendo con otra perspectiva de futuro: “Yo estoy súper agradecida por esta realidad que fue habilitada gracias a la lucha de tantos años de las compañeras. Pero como persona joven hay cosas que no puedo dejar de mencionar porque vamos a ser nosotras las que vamos a estar llevando las próximas luchas”.
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Sebastián Martínez ingresó al Poder Judicial en diciembre del 2011. En el país se vivía una ebullición de militancia LGTBIQ+ tras la sanción del matrimonio igualitario mientras se agitaba la aprobación de identidad de género. Finalmente, llegó cinco meses después de su ingreso y con la ley en la mano sintió que era el momento de vivir plenamente su identidad como varón trans.
“En ese momento yo estaba trabajando en el juzgado de Villa Constitución y tuve algunas resistencias por parte de mi secretaria que no entendía muy bien esta cuestión de género, y a raíz de eso el Sindicato de Trabajadores Judiciales, que en ese momento lo presidía Juan Nucci, intervino para el cese de los actos discriminatorios porque me seguía llamando con el nombre anterior. A partir de allí, el gremio empezó a trabajar esta cuestión de la deconstrucción del género”, cuenta Sebas.
Aquel episodio significó un punto de inflexión para su vida. Empezó a participar en el Sindicato aportando su experiencia en temas de género y diversidad, y en la actualidad integra la Comisión Directiva como secretario de Acción Social, Igualdad de Género y Oportunidad. Entre los principales logros, el joven cuenta orgulloso que lograron la modificación del régimen de licencias para el personal del poder judicial para que se contemple a las nuevas familias.
Sobre la aprobación del cupo laboral travesti – trans, que también abarca al poder judicial, Sebastián piensa que quizás todavía se encuentren con algunas resistencias pero confía en la acción gremial como un articulador para deponer esas barreras y acompañar a quienes aspiren a ocupar un puesto en el sector:
“Nosotros tenemos como sistema de ingreso un concurso abierto para toda la comunidad. Nuestra idea desde el sindicato es que todos participen. Creo que vamos a encontrar algunas resistencias en el poder judicial pero ahí el rol del sindicato va a ser fundamental a la hora de hacer cesar el menoscabo hacia la compañera o compañero y proteger o resguardar a esa persona frente a situaciones de discriminación”, indica.
Por lo demás, el joven sabe que acceder a una oportunidad es el primer paso para cambiar un montón de situaciones que la juventud en general, y más específicamente las personas que habitan identidades travestis, trans o no binaries se enfrentan a diario frente a las reglas de un mercado de trabajo cada vez más estrecho.
“El trabajo es un organizador de la vida, y una cosa que me parece trascendental del cupo es que las chicas y los chicos van a poder aportar a su jubilación, tener obra social, estar registrados. Es importantísimo para una persona trans transitar este cambio sustancial. El que lo ve de afuera tal vez no se da cuenta de los inconvenientes que tenemos las personas trans en cuanto a lo laboral, es tan importante el cupo que te modifica la vida para bien”.
El trabajo es un organizador de la vida, y una cosa que me parece trascendental del cupo es que las chicas y los chicos van a poder aportar a su jubilación, tener obra social, estar registrados
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Si nos atrevemos a proyectarnos hacia el futuro ¿Cómo te imaginas que será la vida de una persona trans en Argentina en 20 o 25 años?
Alba: Estoy segura que será mejor que la Argentina que nos parió en su momento. Yo soy una persona mayor de 40 años así que viví y crecí con un país en donde no había matrimonio igualitario ni identidad de género, he vivido y he visto la discriminación y la expulsión. Realmente hay un montón de cosas para cambiar, me gusta que lo pongas en una periodicidad tan amplia de 20 o 25 años, creo que nos vamos a encontrar con una Argentina más justa, más igualitaria, más diversa, donde se reconozcan nuestros derechos, pero también que ese reconocimiento se traduzca en políticas públicas concretas en torno a la igualdad. Así que creo que vamos a tener afortunadamente un mejor futuro de lo que tuvieron nuestras generaciones, y también creo que eso va a permitir cambios sustantivos no solo en la participación política, sino transversalmente en nuestra sociedad.
1 comentario
Hermosa nota. 💖
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