En Rosario hay 3 mil cartonerxs que realizan un trabajo esencial en el reciclado de basura y en enseñar sobre cómo separar residuos a través de la labor de las promotoras ambientales. Aún así, la deuda histórica es el reconocimiento de su tarea y un sueño que se demora: la creación de una planta recicladora. Desde la Cooperativa Cartoneros Unidos reclaman respuestas del Estado municipal y dicen: “Sin recicladorxs urbanxs no hay Basura Cero”.
Fotos: MTE
¿Cuántas personas se necesitan para levantar un bolsón grande de residuos? A la cuenta de tres un grupo hace fuerza desde abajo mientras que otro direcciona las tiras hacia la balanza que cuelga del camión. Después de mecerse unos segundos el aparato tira el peso exacto de lo juntado: 66,4 kilos. En el proceso participan cinco personas, una sexta que va acomodando los bolsones arriba del camión hasta superar la tonelada y una séptima que anota los pesajes en una libreta donde se deja constancia del trabajo de la semana.
“El problema no es el peso, el problema es la forma que agarra la bolsa”, explica Rubén sobre las maniobras realizadas a la hora de cargar los bolsones para el pesaje. Rubén es reciclador y junto a Luis hacen el recorrido por calle Casilda pasando puerta a puerta por las casas que forman parte de la prueba piloto para la separación diferenciada de residuos orgánicos. Al equipo se suma Antonia en el rol de promotora ambiental, enseñando cómo reciclar y promoviendo que más vecinos se sumen a la separación de residuos en origen.
En total son 10 recicladores urbanos y 5 promotoras ambientales que pertenecen a la cooperativa de trabajo “Cartoneros Unidos” y que dos días a la semana recorren unas 80 cuadras en la zona norte de la ciudad. Cada reciclador tiene su recorrido delimitado y desde las 8 de la mañana comienzan a patear las calles, puerta por puerta, para recolectar los materiales reciclables que los vecinxs previamente separaron y guardaron. Cerca del mediodía todos se encuentran en un lote baldío sobre la calle Florida, donde realizan el pesaje junto a personal de la Municipalidad: ellos compran el material.
Solo en una mañana, y con personal reducido por la pandemia, el grupo juntó cerca de 1.300 kilos de material reciclable. “Imaginate lo que podríamos hacer con más compañeros en más barrios”, dice Mónica Crespo miembro de la cooperativa, lideresa y madre para mucho de sus integrantes.
Desde el equipo de trabajo entienden que es momento de que se valorice la labor del sector y que la prueba piloto evolucione a una política sostenida de recolección con inclusión social que ya ha mostrado buenos resultados en la ciudad y en distintos puntos del país. Pero para eso, dice Moni, hay que poner segunda: “Nosotros queremos nuestra planta recicladora y poder tener más compañeros. En Rosario hay 3 mil cartoneros y lo que queremos es dignificar su trabajo”.
Una cuestión de presupuesto
En junio de 2017 distintas organizaciones instalaron una “carpa de la dignidad cartonera” en la Plaza 25 de mayo, poco después de que Rosario prohibiera la tracción a sangre. Sin quedarse de brazos cruzados, el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) junto a la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores (FACCyR), el Taller Ecologista y el Grupo Obispo Angelelli (GOA) fueron al Concejo con el proyecto de ordenanza de “Servicio Público de Recuperación de Residuos Reciclables”.
La propuesta tenía como objetivo el desarrollo de un modelo de recolección de residuos reciclables formalizando la labor de cartoneros y cartoneras que ya venían realizando ese trabajo y poniendo el foco en tres ejes esenciales: ambiente, higiene urbana e inclusión social. Tras meses de lucha, las organizaciones no consiguieron que se tratara la ordenanza pero sí lograron que el Ejecutivo sacara un decreto para la puesta en marcha de una “prueba piloto” que sirva para evaluar la iniciativa.
Sin embargo, el comienzo también se hizo esperar. “Estuvimos desde el 2017 hasta el 2018 pidiendo que se reúna la mesa de trabajo. Y desde el 2018 hasta el 2019 para arrancar”, explica Victoria Clerici, referente del MTE Rosario. La primera etapa, que tenía un período estimado de 6 meses, ya lleva un año y medio.
El siguiente paso contemplado en el decreto es avanzar hacia la construcción de una planta recicladora. Pero el objetivo no solo parece lejano, sino que en medio del reciente debate sobre la modificación de la ordenanza de “Basura Cero”, las organizaciones señalan que aparecieron objeciones del Municipio respecto al cumplimiento de las metas establecidas con la prueba piloto.
“La verdad que no sabemos de qué se están sirviendo para hacer esas afirmaciones porque a nosotros no nos establecieron parámetros claros con los cuales se iba a evaluar la prueba piloto. Lo que salimos a defender es que sin cartoneros no hay basura cero”, dice Juliana Muchiut, referente de FAACyR. En un comunicado difundido por redes sociales, desde el MTE sostuvieron que si los objetivos no se alcanzan “es porque falta mayor inclusión social en el sistema de reciclado y avanzar en una promoción ambiental que aliente la separación en origen y la articulación con las cooperativas cartoneras”.
Durante las últimas semanas los trabajadores vinculados al proyecto renovaron el pedido para que se cumpla con lo acordado en el Decreto 51.224 y se avance en la instalación de una planta recicladora. Allí se establece además que el financiamiento de la prueba saldrá del 2% de la certificación mensual del Servicio de Tratamiento de Residuos Domiciliarios y Compatibles de la Ciudad de Rosario. Esa licitación fue adjudicada en enero de 2018 a la empresa Resicom por un monto de 955.958.400 de pesos. La firma de ingeniería ambiental ya venía haciendo ese trabajo desde 2003 y fue la única oferente.
“La Municipalidad argumenta no tener presupuesto a pesar de que en este decreto se aclara que para la prueba piloto se puede usar el 2% del pliego de recolección de servicios públicos. Entonces la realidad es que no hay un argumento válido para decir que no hay fondos. Lo que hace falta es la voluntad política del Municipio para implementar un circuito que pueda integrar todos estos factores”, explica Juliana.
Ante esa situación las organizaciones solicitaron información para conocer aspectos ambientales y económicos del proyecto. La respuesta de la Municipalidad fue un informe parcial en donde se da cuenta que desde abril de 2018 se llevan gastados más de 33 millones de pesos en el programa de promoción al tratamiento de residuos, de los cuales unos 13 millones (39%) se destinó a “Emprendimientos sociales y recuperadores urbanos”. El documento no brinda demasiada información sobre cómo se subdivide ese monto total. Los integrantes de la prueba explicaron que el Municipio destina actualmente unos 200 mil pesos mensuales que acumulan unos 4 millones y medio desde el inicio del proyecto.
En ese contexto es que lxs trabajadorxs insisten en la necesidad de contar con una planta recicladora en manos cartoneras. Al no resolverse esa cuestión, el arreglo que se hizo fue que la Municipalidad vaya comprando el material recuperado hasta que lxs trabajadorxs puedan tener su lugar de almacenamiento. Cuando se firmó el convenio, el arreglo fue 4 pesos por kilo de material y a la fecha se está pagando 10 pesos. “Nosotros lo que necesitamos es acopiar colectivamente y venderle a la industria. Como Federación de Cartoneros ya tenemos el recorrido y la ruta de comercialización con mejores precios. Pero no podemos hacerlo porque no tenemos dónde acopiar”, explica Clerici.
De basura cero, cero
El año 2020 fue el horizonte que se fijó en la ordenanza “Basura Cero” (Nº 8.335) como fecha límite para que la ciudad deje de enterrar residuos sólidos urbanos. El artículo 3 de la normativa sancionada en 2008 es claro en ese sentido, pero además establece objetivos intermedios de reducción de enterramiento para 2010 (15%), 2012 (25%) y 2017 (50%). Las metas no solo no se cumplieron sino que se rebasaron. Por eso, a fines de 2020 el Ejecutivo envió un proyecto al Concejo para modificar la normativa.
Desde el Taller Ecologista estiman que en 2008, cuando se sancionó la ordenanza, se enviaban a disposición final – enterraban – unas 230.000 toneladas de residuos. Según la información parcial que la Municipalidad remitió ante el pedido de las organizaciones, en 2020 se enviaron 286.035 toneladas al relleno sanitario de Ricardone, un 24% más.
Allí también se agrega que en 2019 se recuperaron 13.216 toneladas entre materiales reciclables y orgánicos, mientras que en 2020 fueron 10.557 toneladas. Sin embargo, desde la prueba piloto señalan que se recuperan unas 9.000 toneladas mensuales. Así y todo, las organizaciones ambientalistas señalan que alrededor del 80% de lo que se sigue enterrando es material recuperable. Y ahí es donde se hace fuerte el reclamo sobre la importancia de incorporar a los recuperadores urbanos como protagonistas claves a la hora de hablar de basura cero en Rosario.
Otro punto importante es la cantidad de dinero que le cuesta al Municipio el enterramiento de residuos. En el presupuesto 2021 lo destinado a “Disposición final de residuos sólidos urbanos” es de 846.403.000 pesos, un aumento del 119% respecto al monto destinado a esa partida en 2019 (386.065.000 pesos) y un 317% más que en 2017 (202.700.173 pesos).
En líneas generales, la modificación a la ordenanza establece un nuevo esquema de metas a cumplir y la separación obligatoria en tres facciones (orgánicos, reciclables y restos) para toda la ciudad. Ante esa propuesta, distintas organizaciones ecologistas de la ciudad expresaron su rechazo aludiendo que no se termina de hacer un balance adecuado sobre el fracaso de las metas con la antigua ordenanza y cuestionando los plazos fijados en la modificación. “El proyecto propone metas demasiado prolongadas en el tiempo e incluso de menor grado de ambición respecto a la ordenanza vigente”, cuestionaron.
Pero además sostienen que las modificaciones son ambiguas y generan incertidumbre sobre el rol de los recuperadores urbanos. “Siguen negando la participación de los recicladores en la política de higiene urbana. Incluso en la ordenanza anterior. Todo lo que ellos proponen como modificación son cosas que se podrían estar haciendo”, plantea Clerici.
Desde el sector también encendieron las alarmas porque entienden que la modificación deja las puertas abiertas para el negocio de las empresas privadas en cuestiones de reciclaje. En ese sentido recordaron que en 2020 venció la licitación para el traslado de residuos a los rellenos sanitarios, y que fue postergada un año por la pandemia. Con la reconfiguración de la ordenanza temen que se tercerice el servicio de reciclado.
“Lo que vemos son dos problemas: uno que se sigue nombrando a los recicladores sin la importancia que se merecen, y segundo que la Municipalidad se convierte en galponero. Ellos lo que quieren hacer es mejorar el precio de los materiales. Es decir, que los cartoneros le vendan a ellos. Es pagar mejor precio que el galponero común y corriente que está en el barrio pero a la vez te estas convirtiendo en galponero porque después se lo vendes a la industria”, resume la dirigente del MTE.
A pesar de tantas luchas, los integrantes de la cooperativa ven un futuro incierto. “Yo siento que nos están descartando de nuevo”, lamenta Mónica Crespo. “Eso es lo que siento después de 20 años de pelear. Porque hemos pasado por muchas peleas, hemos plantado una carpa cartonera donde todos los vecinos se adherían y nos daban la razón cuando explicábamos que queríamos el reciclado en nuestras manos porque nadie mejor que el que lo hizo toda la vida para que lo siga haciendo”.
De luchas y peleas
“Mirá a la hora que terminan de laburar estos muchachos y después dicen que somos todos vagos”, le dice Mónica, entre risas chicaneras, a dos funcionarios municipales que se acercaron a visitarla. Son más de las 3 de la tarde en la sede de la cooperativa “Cartoneros Unidos” en el Barrio Industrial de la zona norte y acaba de llegar el último grupo encargado del camión que llevó los bolsones de mercadería a los puntos de recepción de la Municipalidad.
Entre cigarrillo y cigarrillo, la mujer repasa los inicios de la cooperativa, pero también su historia de vida familiar. Tiene cuatro hijos que la llaman “súper mamá” porque los crió en soledad: “Me decían ‘se te van a echar a perder’ y sin embargo nunca tuve que sacarlos de una comisaría ni por averiguación de antecedentes. Nunca tuvieron vicios: yo fumo todo el día y ellos nada. Vengo de una familia que nos enseñó a predicar con el ejemplo”. Uno de ellos es ingeniero y está trabajando en una pasantía de la empresa John Deere. “Son unos gringos que miden dos metros, no salieron a la mamá morocha y petisa”, bromea.
En la cuenta sobre su maternidad, Mónica suma a los 8 hijos de su compañero Carlos Mieres, miembro fundador de la cooperativa. Uno de ellos, José Raúl, en el año 2013 tuvo la posibilidad de viajar a Brasil junto a otros cartoneros del país para participar de la Jornada Mundial de Jóvenes convocada por el Papa Francisco. En ese encuentro pudo entregar en manos del máximo pontífice una virgen de cartón, hecha por manos cartoneras.
“Carlos vio que empezaron a sacar carros y caballos y había gente que los quería estafar. A pesar de ser un empleado del puerto se tomó su tiempo para ayudar. Llevaba en la sangre el cartoneo y el defender al que menos tiene”
Moni hace memoria y recuerda que Cartoneros Unidos se fundó en el 2000 “cuando se vino todo abajo” en el país. “Carlos vio que empezaron a sacar carros y caballos y había gente que los quería estafar. A pesar de ser un empleado del puerto se tomó su tiempo para ayudar. Llevaba en la sangre el cartoneo y el defender al que menos tiene”, recuerda y agrega: “Cuando me enganché con ese hombre empecé la lucha y aprendí a querer a cada cartonero. Y sé de lo que te hablo porque me he sentado en cada rancho a tomar un mate o a comer un guiso hecho a leña, para ver los dolores de cada compañero”.
Carlos Mieres, conocido por sus queridos como “el Manco” a partir de un accidente laboral trabajando en el puerto, falleció el pasado 29 de mayo producto del covid. La noticia fue un golpe durísimo para todo el colectivo de cartoneros de Rosario. El referente nacional de la Corriente de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), Juan Grabois, lo recordó con una anécdota en sus redes sociales: “Manco fue uno de los fundadores del MTE en Rosario. Carrero de ley, me enseñó cómo operaban las mafias paraestatales cuando me pidió que lo acompañe al área de seguridad del Municipio para protestar contra la represión a los cartoneros; ahí nomás nos recibió una patota de una barra brava local”.
Mientras intenta recuperarse de la pérdida, Mónica cuenta que en los últimos días terminó de pagar la placa con la que se lo va a recordar a Carlos. “Fuimos al cementerio y era un pedazo de mármol que no decía nada y sentimos peor la ausencia. La nena, que se había llevado un liquid paper, le escribió ‘Papá’. Nos pusimos a llorar todos”, relata conmovida.
Mientras duró la visita de los representantes municipales a la cooperativa, Moni sacó a relucir los reclamos del sector y repasó el trabajo social que se realiza en el lugar todos los días, dando la comida y la merienda a los chicos del barrio. “Carlos me dejó con mucho laburo y mucha pelea con la Muni… porque yo los voy a seguir peleando”, le advierte la referente cartonera. «Si vos no nos peleas, ¿de qué trabajamos nosotros?», respondieron los funcionarios.