7 de junio. Recordamos a lxs compañerxs que nos faltan pero que siempre estarán presentes.
ESTEFI EN NUESTROS CORAZONES
A Estefanía Gimenez por Vivi Benito
Con Estefi nos conocimos en la Siberia, cursando el postítulo en Periodismo y Comunicación (UNR). Enseguida, a la segunda o tercera clase, nos hermanamos en un vínculo fraterno.
Antes que periodista, o mejor dicho, trabajadora de prensa, Estefi era buena persona, con una inmensa capacidad de escucha y reflexión. Abierta, generosa, comprometida. Buscavidas. Siempre haciendo malabares con los laburos: en un bar, en un kiosco, procurando la autonomía económica tan difícil de lograr, más aún dentro del monopolizado mundo de los medios.
No tardamos en compartir proyectos, primero en el diario «La voz de los barrios», cuando nos sumamos al hermoso delirio de Diego Montejo, y juntxs fundamos este periódico en papel, de distribución gratuita, anclado en los barrios Azcuénaga y Belgrano, en el oeste rosarino. Ahí estábamos, mates o cerveza en mano, en larguísimas reuniones de producción, delineando las secciones, entrevistas, criterios, haciendo mil números para el sostenimiento.
Una vez impreso, salíamos a patear las calles, repartiéndolos a gamba con un carrito de los mandados. Tomábamos el 115, 116 ó 133 para lllevarlos puerta a puerta, encontrando nuevas excusas para conversar con lxs vecinxs.
Era esa la comunicación que elegía Estefi, de cercanía, humana. Posibilitadora de transformación. Desde la misma impronta fuimos compañeras dentro del querido equipo del Boletín enREDando, fue en esos años donde comenzó a focalizarse y profundizar en cuestiones de género y feminismo.
En paralelo decidió hacer la formación pedagógica y se dedicó al trabajo docente, integrando más tarde los equipos provinciales de enseñanza de la ESI (Educación Sexual Integral), involucrada a su vez en la lucha colectiva por el reconocimiento de los derechos laborales. ¡Hay tantos modos de volver a pasar a Estefi por el corazón..!
Desde un hacer consciente y taciturno, tramaba, tejía, acompañaba. También militó en “Las Pauluzzi” y estudió la Maestría de Género, incluso mientras sobrellevaba el doloroso e invasivo tratamiento contra el cáncer.
Así encaró la vida la Estefi ¡a quien tanto extrañamos!, desde sus convicciones y con infinito amor.
SOPLANDO BRASAS EN NUESTROS CORAZONES
A Juane Basso, por Santiago Garat
Juane nació en cautiverio. Su mamá, María Eugenia, fue trasladada a la Unidad Penal 6 de Paraná, donde funcionaba un Centro Clandestino de Detención Ilegal, un día después de que secuestraran a su compañero Emilio. Juane vivió sus primeros años con sus abuelos y visitando a su mamá en la cárcel.
En esas visitas, ella le daba dibujos y cuentos que le sirvieron para ir (re)construyendo, con ojos de niño, su historia y su identidad. Juane fue Juan Emilio Saint Girons, primero, porque ese era el apellido de su mamá, y Juane Basso después, porque quiso y logró llevar el de su padre adoptivo. Hasta que mucha lucha y años después, consiguió que le permitieran agregar el Feresín de su papá biológico, quien hasta el día de hoy permanece desaparecido.
Juane estudió Comunicación Social, porque entendía al periodismo como una trinchera, y fundó un diario al que bautizó El Eslabón, para homenajear a Rodolfo Walsh y su cadena informativa. Juane militó en Hijos y se volvió un referente de la lucha por los derechos humanos en Rosario. Fue el alma de las marchas de los 24 de Marzo y quien ponía el cuerpo y la voz en el escenario. Juane fue el compañero de Nadia y el papá de Juana y Pedro. Pero también el hijo de las Madres, el nieto de las Abuelas, el hermano de los compañeros y compañeras a quienes les dolían las mismas injusticias que a él. Y tenía, por sobre todas las cosas, un corazón enorme. Corazón que decidió detenerse en marzo, porque es el mes de la memoria, memoria que nos enseñó a mantener viva soplando las brasas que hubiera que soplar. Corazón que decidió detenerse mientras jugaba al fútbol, porque era fanático del deporte de la redonda y de la Lepra.
¿Se murió? ¡Qué carajos se va a morir si está más vivo que nunca en quienes ahora tenemos la tarea de seguir sus huellas, de mantener en alto las banderas de Memoria, Verdad y Justicia!
Juane nació en cautiverio pero vivió libre como el viento. Viento que sigue soplando, desde donde esté, las brasas que haya que soplar.“Apenas nací, en la UP 6 de Paraná me anotaron con el apellido de mi vieja, María Eugenia Saint Girons. A los 9 incorporé el apellido de mi viejo adoptivo, Hugo Basso. Hace 10 logré obtener el de mi padre biológico, Emilio Feresin, desaparecido por los genocidas. Me dicen Juane”.
Así le gustaba presentarse a Juan Emilio Basso Feresin.
BAJO LA CRUZ DEL SUR
A Jorge Cadús por Ariel Palacios
Nos conocimos en un estudio de radio. Corrían los primeros meses de 1995 y Jorge Cadús hacía en la por entonces única emisora de FM de Alcorta su “Bajo la cruz del sur”, un programa en el que cada noche de cada domingo trenzaba periodismo y poesía con mano maestra, y cuyos rayos y centellas iban a contrapelo de un tiempo y un lugar signados por la tragedia neoliberal que envolvía a la Argentina, pero también por prejuicios y silencios puntuales, propios del pago chico. Ahí comenzó esta historia que nos trajo -o que trajimos, así como así, como sin querer queriendo- hasta el 2021 de la despedida.
En estas más de dos décadas y media, tuve la suerte de compartir con Jorge numerosos proyectos. Lo vi disfrutar, lo vi amargarse, lo vi enfurecerse, lo vi contradecirse, lo vi volver una y otra vez a la gráfica, a la radio o a la televisión con una tozudez y una pasión que no admiten adjetivos. Porque convengamos, y sin ánimo de exagerar, que Jorge era un periodista las 24 horas del día.
Empujado por esos fuegos, terminó consiguiendo mucho de lo que se propuso: trazar la cartografía de una región, y de sus avatares, y de sus búsquedas, sin medias tintas ni esquives de bulto. Como testimonio de ello quedan infinidad de artículos, los libros que vieron la luz (y los que permanecen inéditos), y horas y horas de registro audiovisual en los que el taco de la bota santafesina se quiebra y dejar escapar el pie. Ahí estuvo, está y estará Jorge: en la intensidad de la palabra y en la sensibilidad de un oído que ahora se traduce en música de la mano de ese joven guitarrista que es su hijo, Envar.
A un mes de su partida, queda claro que nos hace falta. A los y a las que creemos que el mundo es bastante más grande e interesante que el ombligo y la billetera, nos hace falta. Y a los más íntimos nos hace falta, además, el Jorge cascarrabias, el amigo de fierro.
Carina, su compañera, y el resto del grupo que caminó a su lado durante tantos años lo saben bien y no me dejarán mentir, y menos hoy, que es el Día del Periodista. Por eso levantamos una copa en su nombre. Bajo la cruz del sur, que es memoria y coordenada.