El 11 de marzo el joven trans salió de su casa a una entrevista de trabajo y nunca regresó. A pesar de la vigila en torno al caso que sostienen los grupos lgbtiq+, la historia se mantiene en las sombras para un sector de la sociedad. ¿Cuánto influyó la identidad de Tehuel en su desaparición? ¿Cuáles son las causas profundas? ¿Cómo leemos los cuerpos y las vidas trans frente a la falta de oportunidades reales?
Fotos: Sin Cerco
“Hay una persona desaparecida en democracia y es un tipo trans”, dice Fernando a través del teléfono. Su voz se acrecienta y gana en indignación a medida que avanza la charla: “Esto tiene que ver con una decantación de un montón de vulnerabilidades en cuanto a derechos básicos, como el acceso al trabajo, a la vivienda, a la educación. La mayoría de los compañeros trans, el 70, el 80% no tiene acceso al sistema laboral”
Fernando Martín es activista transmasculino, actualmente vive en Buenos Aires pero forma parte de la organización Hombres Trans Argentinos que tiene base en la provincia de Córdoba y hace poco acaba de cumplir 10 años. Considera que la lectura que se hace de los cuerpos trans es uno de los factores claves para entender por qué Tehuel sigue desaparecido.
“Hormonizados o no, vivimos circunstancias durante todas nuestras vidas que son de extrema vulnerabilidad, de violencia, de abusos, de abusos sexuales, abusos institucionales. Es bastante grave lo que significa Tehuel para la comunidad transmasculina”, explica.
Fernando recuerda que al principio algunos medios de comunicación hablaron del caso como si se tratara de una mujer cis. No es extraño que la prensa confunda a menudo orientación sexual e identidad de género. O que tomen a la ligera los temas vinculados a género y diversidad sin acudir al ABC del periodismo que indica chequear una información antes de publicarla. Pero las consecuencias van más allá.
“Cuando se supo que era trans todos nos soltaron la mano. ¿Dónde están las organizaciones feministas? Porque esto nos compete a todos. Lamentablemente cuando uno hace el planteo de las dificultades de las masculinidades surge una incomodidad. Creo que las compañeras trans han sabido trabajar mucho más políticamente con respecto al feminismo, y se han acoplado a esas luchas. Nosotros a cuentagotas”, asegura Fernando.
En pocas semanas, Tehuel se convirtió en la cara visible de una comunidad que pide a gritos no ser invisibilizada, y allí se conjugan una decena de reclamos: a los gobiernos cuando elaboran políticas públicas, a los medios de comunicación cuando hablamos de las disidencias, a las organizaciones lgbtiq+ en torno a las estrategias de participación colectiva, y a la sociedad en general cuando reacciona de manera distinta frente a un mismo hecho.
Porque a fin de cuentas no debemos olvidar que estamos frente a la historia de un joven que salió de su casa a buscar un trabajo y nunca regresó. ¿Cuántas historias parecidas escuchamos así en los últimos tiempos? Sin embargo, Tehuel es un chico trans, y son las organizaciones lgtbiq+, y especialmente los grupos de personas trans y no binaries quienes mantienen la vigilia en torno al caso.
“Creo que muchas veces nos cuesta la visibilidad por los cambios que nos genera la hormonización y los supuestos privilegios a los cuales accedemos, lo cual está bastante lejos de mermar todas las dificultades, o todas las violencias y abusos que sufrimos a lo largo de la vida. Me parece que Tehuel nos muestra un poco esa cara, es hacernos cargo de la diversidad dentro del feminismo”.
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Es sábado a la noche. Flor de la V ingresa a un estudio de televisión con un vestido negro brillante y un barbijo del mismo color. Está radiante. Desde un escritorio la saludan con toda la pompa Juan Di Natale y la Negra Vernacci. El programa es Sobredosis de TV y es la primera vez que participa como crítica invitada. Pienso que es porque desde hace algún tiempo empezó a opinar sobre la realidad política del país con más decisión. Trato de evitar la crítica injusta que algunos sectores militantes han tenido para con ella por su participación en el activismo lgtbiq+.
El programa va a tener varios momentos. Hace pocos días que murió el periodista Mauro Viale después de enfermarse de coronavirus y habrá un informe sobre su particular estilo de ejercer la profesión. En la década del 90’, hizo programas con Carlos Jauregui, Rafael Freda e Ilse Fuskova como invitades para hablar sobre sexualidad cuando el tema era más que un tabú. También la tuvo a Flor sentada en su estudio cuando recién iniciaba su carrera y tuvo poco menos que un trato soez y grotesco por el que nadie se escandalizaba en aquellos años.
En medio de los homenajes y las despedidas solemnes, el video del maltrato se viralizó y Flor habla sobre eso. Tiene la voz temblorosa, casi quebrada, sabe que el tema es espinoso y que sigue causando hondo malestar entre las disidencias militantes. Es que la desmemoria molesta y en Argentina los altares se construyen con la velocidad de una gacela.
– Sé que hay un video mío con Mauro Viale y en este último tiempo después de su muerte lo empezaron a reproducir muchísimo y ese tipo de cosas en lugar de hacer un bien hace más mal porque replica una violencia que no está buena, y la verdad que les agradezco que no lo hayan puesto -, dice Flor
– ¡No cantes victoria! – le replica la Negra
– La gente hablo mucho de eso, era un estilo de periodismo, era un momento de la Argentina donde estaba naturalizada la violencia hacia nosotras, y creo que la gente que quiera aportar su grano de arena, hoy se debiera preguntar ¿A dónde está Tehuel? Ese es el mejor aporte que podrían hacer.
El silencio dura una milésima de segundo pero es suficiente para entender el giro que propone. Parece que el episodio todavía le duele, pero Flor sabe que sus palabras tienen peso para la audiencia promedio que mira el programa y que tal vez su acercamiento a la diversidad sexual esté limitado a la empatía que generó el matrimonio igualitario y algo más.
Pero algo queda flotando en el ambiente, se lo percibe en la mirada respetuosa de los conductores, en la tensión mezclada con emoción que la actriz deja traslucir debajo de la mascarilla.
¿A dónde está Tehuel?. La pregunta rueda por el aire.
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Por el caso, fue detenido Luis Alberto Ramos, un hombre de 37 años que le prometió un puesto de mozo. En su casa encontraron restos del celular y ropa que pertenecía a Tehuel. Unos días más tarde también fue detenido Oscar Alfredo Montes, de 46 años y con antecedentes de abuso sexual. Hasta el momento, los sospechosos se negaron a declarar y desde el Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires ofrecieron una recompensa millonaria para quien aporte datos sobre su paradero.
En Rosario, el espacio “Autoconvocadxs por Tehuel de la Torre” se formó de manera espontánea por la inquietud de un grupo de activistas independientes y algunas organizaciones.
“Acá nos juntamos un par de personas para visibilizar lo que estaba sucediendo, porque en Rosario no se estaba nombrando, no se estaba hablando sobre lo que está sucediendo con Tehuel, y decidimos abrirlo para que otras personas se sumaran también para ver cómo podemos visibilizarlo”, explica Noah, activista trans no binarie de la ciudad y une de les impulsores de la iniciativa.
Además, cuenta que a partir de este caso organizaciones de personas trans, no binaries, y activistas disidentes de todo el país están realizando asambleas nacionales de forma virtual para estar más conectades, para conocer de primera mano lo que está sucediendo en otras provincias argentinas y acordar líneas de acción común en relación a los temas que más afectan al colectivo.
Noah, o Rulo para les amigues, también considera que en la desaparición de Tehuel hay un fuerte componente de desamparo estatal en relación a la ejecución de políticas públicas que aporten soluciones a corto y mediano plazo en lo atinente al empleo para la población trans en general.
“Las personas trans tenemos una complejidad en lo laboral porque en muchos espacios no nos aceptan ni siquiera el curriculum, y tenemos que llegar a laburos horribles, y pasa re cotidianamente. Lo que se suma al caso de Tehuel es que vivía en un barrio re complejo, y es como lo que pasa acá, si nos salimos del centro es mucho más difícil vivir de changuitas y cosas así”, asegura.
Rulo insiste en que la problemática del trabajo es la central “porque impide todo, porque no se puede construir nada sino se tiene un ingreso de dinero” y carga las tintas contra el Estado por la debilidad de las propuestas que se generaron en tiempos de pandemia.
“Creo que con la pandemia todo se agudizó, y también fue un pretexto del otro lado para decir ‘bueno estamos en pandemia, hacemos lo que podemos, esto es lo que podemos garantizar’, pero yo creo que es una excusa. Los lugares del cupo laboral trans no se garantizan, hay que estar todo el tiempo luchando para que suceda y demás”.
En la historia de Tehuel aparecen varios aspectos que nos acercan a las causas profundas de su desaparición y en su mayoría están vinculadas a la interseccionalidad que puede leerse en su cuerpo: es joven, es trans, y además es pobre. Noah coincide con esta lectura y cree – al igual que Fernando- , que algunos sectores de los feminismos sostienen una postura demasiado pasiva, de la misma forma que las personas cis del propio colectivo de la diversidad sexual.
“Yo le pediría a la sociedad un poco más de empatía como personas, después todo lo otro se construye, pero yo creo que si no hay empatía, no hay nada”, concluye Rulo un tanto desesperanzade por el devenir los acontecimientos.
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Mientras escribo esta nota las acciones por Tehuel no cesan y adoptan la forma de “artivismo”, concepto popularizado en nuestro país por la escritora y poeta Susy Shock para dar cuenta del activismo que utiliza al arte como herramienta central para denunciar las injusticias del patriarcado y la heteronorma.
Para la antropóloga rosarina Malena Oneglia, esta categoría “aparece como una práctica política que desborda los conceptos porque utiliza un repertorio de producciones y acciones que hacen uso de recursos artísticos para producir efectos reflexivos en las personas”. Male explica que el objetivo es exceder las formas tradicionales de hacer política en partidos u organizaciones sociales.
“A mí me gusta pensar que el artivismo produce diálogos, y pone en movimiento diferentes lenguajes. Y lo que hace es construir el espacio del ‘entre’, pensado como eso que aparece entre el arte y la política. Esto posibilita poner signos de pregunta sobre preguntas específicas en las cuales esas acciones se insertan y sobre que las que buscan intervenir. El artivismo propone materializar el establecimiento de alianzas político – poéticas”, señala.
Aunque estamos en Santa Fe y la justicia provincial no tiene injerencia en la causa, la primera convocatoria para visibilizar el caso se realizó en las puertas de los tribunales provinciales de Rosario, en la histórica cuadra de Balcarce entre Pellegrini y Montevideo. El lugar elegido no es inocente. Hoy es Tehuel de la Torre, pero les chiques saben de la enorme deuda que tiene el poder judicial en todos sus estamentos para avanzar la investigación de casos vinculados a la población lgtbiq+.
Para entenderlo, basta recordar el nombre de Pamela Tabares, la mujer trans asesinada en un camino rural de Pérez en el 2017. Por ella se hicieron manifestaciones, se pintaron murales, y hasta en la última marcha del orgullo se utilizó una imagen suya para denunciar los travesticidios criminales y sociales. Pero la investigación judicial se encuentra prácticamente en cero desde el comienzo.
Con el correr de los días, también fuimos invitades a visibilizar la búsqueda en la plaza San Martín, frente a la sede de la gobernación en Rosario. En el apuro por llegar, me cruzo en una de las diagonales con un grupo de efectivos de la policía federal que conversaban en ronda.
– Dejalos – dice uno– son un grupo de la izquierda, si vamos para allá es para quilombo
Los escucho al pasar. Ellos no me registran, por supuesto, pero el odio se me filtra entre las carnes y aprieto los pasos para llegar al lugar donde están colgando las primeras banderas. Nos sentamos en ronda, escribimos algunos carteles, se arma una clase de vogueo, escuchamos el documento y la murga de las putas le pone ritmo a la tarde. Pero no dejo de pensar en ese episodio y en la enorme red de complicidades que siguen intactas ¿Hasta cuándo vamos a seguir escribiendo sobre pibes y pibas que nos faltan?
Por eso, cada minuto que pasa sin la aparición con vida de Tehuel lastima aún más esa herida que sigue abierta en nuestra democracia. El machismo, el homo – lesbo – trans odio, el incumplimiento de los cupos laborales, la falta de reconocimiento a las identidades no binaries, los travesticidos, los femicidios, la violencia institucional que golpea con dureza a les pibes y pibas más pobres, nos ponen frente a un escenario que no admite concesiones.
De ahí la impaciencia, la insistencia y el grito de rabia que se hace cada vez más fuerte, tanto como la indiferencia de los medios de comunicación y de algunos sectores de la sociedad. Sin embargo, pienso que seguimos en lucha y que ninguna batalla se abandona a mitad de camino. Veo a les pibxs bailando, a las putas agitando y siento definitivamente que las disidencias lgtbiq+ no queremos que Tehuel de la Torre sea el Julio López de nuestra generación.