En pleno pico pandémico nació la Colectiva de Abogadas Translesbofeminista: son más de 70 integrantes (profesionales y estudiantes) de toda la provincia que acompañan, litigan, y realizan consejerías jurídicas en barrios de Rosario. Presentes en varios espacios, buscan acercar y transformar el derecho en una herramienta popular para los feminismos.
[dropcap]E[/dropcap]l proceso judicial que durante tres años atravesó y marcó la vida de Aldana Muñoz finalizó con un fallo histórico: su absolución. No fue casual llegar a la resolución de un Tribunal de justicia que revirtió una acusación plagada de estereotipos machistas y que exponía y juzgaba la vida privada de Aldana. El acompañamiento del movimiento feminista de Rosario, y de una colectiva de abogadas que se puso a disposición del caso para aportar herramientas de análisis con perspectiva de género, fue clave.
Aldana había sido acusada del delito de “abandono de persona” durante el proceso en el que fue condenado a 20 años de prisión por el asesinato de Mateo, su bebé de 6 meses, Franco López con quien en ese entonces mantenía una relación sexoafectiva. Para ella, la fiscalía había solicitado 10 años de cárcel por considerarla penalmente responsable por haber dejado su hijo al cuidado de su novio, apenas unos minutos, mientras se bañaba. Lo que la fiscal Georgina Pairola y la querella -constituida por el padre biológico del bebé- obviaron durante todo el juicio es el entramado de violencias machistas y reiteradas que sufría Aldana. No solo lo ignoraron sino que además basaron su acusación en mandatos maternos profundamente patriarcales. Otra vez, como en otros casos, volvía a evidenciarse la construcción de un rótulo revictimizante como el de la “mala madre” para sustentar una acusación que carecía de fundamentos tanto humanos como estrictamente legales.
Aldana fue absuelta el 30 de junio de 2020, y esa misma colectiva de abogadas que iniciaba sus primeros pasos como organización, festejaba un fallo emblemático en Rosario. “Lo que pudimos visibilizar era la mirada patriarcal de los operadores de justicia”. Algo empezaba a cobrar sentido y las impulsaba -aún más – a consolidarse como una gran red de abogadas y estudiantes de derecho que no solo pudiera brindar asesoramiento jurídico sino sobretodo, construir otra forma de entender y ejercer el derecho, con mirada feminista, apostando a una justicia feminista.
La Colectiva de Abogadas Translesbofeminista nace en mayo de 2020 en pleno pico de la pandemia y emergencia sanitaria. Son más de 70 integrantes de toda la provincia y reciben consultas de todo el país. Por eso trabajan en red: para recepcionar el gran volumen de mensajes y urgencias que llegan a través de las redes sociales y poder derivar a los territorios y lugares donde haya abogadas con mirada de género para acompañar en cada caso.
Sofía Basso y Julia Contreras, dos de sus integrantes, cuentan sorprendidas del crecimiento que en tan poco tiempo tuvo la colectiva. Una de las razones es la enorme necesidad de encontrarse para transformar “el mundo del derecho”, tan profundamente patriarcal y desigual. Pero esa transformación no solo apunta a litigar y lograr fallos que desarticulen la violencia machista tan enraizada en el poder judicial: también busca incidir en la formación docente y en los contenidos curriculares dentro de la Facultad de Derecho, interpelar allí donde el conservadurismo de una academia vetusta y machista sigue gozando de buena salud. “Nos agrupamos para poder litigar con perspectiva de género pero con una sensibilidad y una mirada diferente sobre el derecho cuestionando lo preestablecido, los roles de poder. Juntarnos responde a una necesidad que teníamos, venimos de años de un vacío dentro de la facultad, de vivir cosas que no nos gusta, de no sentirnos parte, y es necesario también poner el foco en este ámbito académico”, señalan.
Feminismos en plural
“Lo que no se nombra no existe y lo que no existe no se puede ver”, dice Sofía y explica la razón del nombre: “Estamos con las trans, con las lesbianas, con las travestis, con las mujeres cis. Poder nombrarnos nos habilita a decir que acá estamos y que vamos a luchar por todo este colectivo”. Con contundencia, repite dos palabras fundamentales en la conformación de la colectiva: interseccionalidad y derechos humanos. Esa es la mirada que las atraviesa y las define no solo a partir del nombre; las actividades que impulsan y el trabajo de las distintas áreas de la organización dan cuenta de su posicionamiento. “Tenemos que entender que la perspectiva de género es cómo nos posicionamos para entender la realidad y poder dejar en evidencia como estructuralmente es desigual, para las disidencias, para las mujeres”.
El área de Territorios tiene tres equipos de abogadas acercándose a tres barrios de la ciudad: “tenemos una propuesta integral de acercar la herramienta del Derecho a quienes más lo necesitan, por eso también estamos en los territorios porque somos feministas populares”, cuenta Julia. Barrio Cordero 2, en la zona oeste de Rosario, barrio Los Pumitas junto a la Garganta Poderosa y barrio Acindar, articulando con una referenta trans del barrio como “La Choco”, son los tres puntos geográficos de los extremos más olvidados de Rosario donde las abogadas están desarrollando consejerías jurídicas pero, sobretodo, intentando generar redes y articulación con organizaciones y referentxs barriales. “La consejería no es solo asesorar, es tratar de construir redes, acompañar, fortalecer la voz propia, trabajar bajo la idea de liderezas”. Además, y a través de un proyecto de lectura, también articularon con la ONG Mujeres tras las rejas, produciendo fanzines y una colecta de libros y con las trabajadoras sexuales nucleadas en AMMAR. “Militamos la pedagogía de la presencia como herramienta necesaria en miras a la transformación comunitaria. Defendemos las experiencias de las mujeres y disidencias como paso necesario para el acceso a la justicia”.
Esa pedagogía se traduce en acciones. Estar ahí, donde haga falta. “Nos cuestionamos todo y creemos que tenemos que estar en todos lados. En los tribunales, en la universidad, activando en las redes sociales, en los barrios. Si nosotras no ocupamos los espacios, esos espacios son ocupados por otros”, y en general, esos otros siempre son varones cis.
En su corto tiempo de vida, la Colectiva viene desarrollando numerosas actividades y acompañamientos. Uno fundamental tiene que ver con el Cupo laboral Travesti Trans. “En un país donde el promedio de vida del colectivo travesti trans es de 32 años, el cupo se transforma en derecho humano fundamental, es el estado quien debe proporcionar herramientas para poder vivir y para hacerlo con dignidad. Es urgente y es necesario que todo el arco político feminista se sume al reclamo por este derecho.” Están en las calles y también en las redes donde organizaron un ciclo de conversatorios virtuales para hablar de todos los aspectos que implica el cupo laboral: participan referentas de la talla de Dora Barrancos, Marlene Wayar, Lara Bertolini. “Creemos que todo el movimiento feminista debería poner en agenda la lucha para que el cupo sea ley, se lo debemos a nuestras compañeras travesti trans y nos lo debemos como sociedad, para ser mejores”, sostienen.
Acompañar la lucha del colectivo travesti y trans implica, ante todo, aprender. “Estamos en un período de tiempo de capacitación interna y externa, nutriéndonos de nuevos discursos jurídicos y doctrinas, para poder acompañar acorde a derecho. Es uno de los objetivos de este año, acompañar desde lo jurídico pero también desde lo territorial”, dice Julia.
Hacia una justicia feminista
Desde la colectiva tienen en claro que mayor punitivismo -como única respuesta a la violencia machista- no es solución a nada. Se replantean la necesidad de trabajar con las masculinidades, sobretodo en los territorios. “Necesitamos dispositivos que funciones, que interpelen y den respuestas eficaces. Subir escalas penales, por ejemplo, es una repuesta vaga, y no es a lo que nosotras apelamos como feministas. Es necesario una escucha activa de la víctima, que todos los operadores judiciales puedan transitar una capacitación en género porque allí las víctimas están totalmente relegadas, no se las escucha. Tenemos que presionar para que la Ley Micaela se aplique”. Poner foco en las infancias atravesadas por la violencia intrafamiliar, y dicen, trabajar “con varones cis”. “Hay que hacer talleres de masculinidades en los barrios porque la realidad es que los aumentos de penas no van a resolver la problemática de base”.
Instalar la pregunta es lo que propone la colectiva de abogadas. Sostienen que es fundamental el acceso a la justicia para que los femicidios no queden impunes. Pero además creen que es necesario indagar qué pasa dentro del sistema penitenciario, qué ocurre al interior de las cárceles. Y entonces, disparan interrogantes incómodos, que van al hueso: “¿Cual es la estructura diseñada que tenemos para dar respuestas legales? ¿cómo funciona? ¿Que herramientas y recursos hay?”.
Cuesta encontrar respuestas efectivas: los escasos presupuestos de las áreas de género en territorios más pequeños, la complicidad e inacción policial, y la burocracia judicial se combinan en casos donde las víctimas de femicidios acudieron al Estado para pedir ayuda pero esa ayuda o fue tardía o jamás la tuvieron. También hay avances y transformaciones que van sedimentándose en el tiempo. El proceso es lento, a veces demasiado.
De allí la importancia de contar con la presencia de una Colectiva de abogadas que abraza -ya en su nombre- a las diversidades e identidades feminizadas que soportan sobre sus vidas y cuerpos las peores violencias del sistema heteropatriarcal. “Nuestro compromiso como profesionales es con las voces que históricamente han sido silenciadas y lo continúan siendo”. Y que esa pedagogía de la presencia se traduzca en calle y territorio, más allá del ámbito jurídico, además es indispensable para la construcción popular de una justicia feminista.
Contacto: colectivafeministarosario@gmail.com