Movida Rosario es una organización integrada por personas con discapacidad que busca poder incidir en políticas públicas que reconozcan sus voces y sus cuerpos. Exigen que se cumplan derechos establecidos en la Convención Internacional y que nadie hable por ellxs. Anticapacitismo e interseccionalidad, pilares del activismo disca.
[dropcap]D[/dropcap]el otro lado de la pantalla, Daiana Travesani se presenta: “tengo 28 años, soy militante renga, poeta y activista feminista interseccional”. Su vida cambió radicalmente aquella noche del 27 de octubre de 2016 cuando un botellazo arrojado desde un balcón impactó sobre su cabeza mientras charlaba con amigxs en la puerta del bar La Chamuyera. Desde ese entonces su identidad se transformó en una “barricada” como dice Daiana cada vez que habla, orgullosa, de lo significa el “activismo disca”. Empezó a transitar, a recorrer, una ciudad hostil para las personas que viven con algún tipo de discapacidad. Una ciudad poco humana e inclusiva.
María Cecilia Ruhl es “renga de toda la vida”. Tiene 37 años y además preside una asociación de deportes para personas con discapacidad. Alguna vez fue nadadora aunque hoy transcurra sus días dentro de los Tribunales donde trabaja como abogada en la Defensoría Civil. Mariano Mañas es psicólogo e integrante del servicio de Salud Mental del Hospital Eva Perón de Granadero Baigorria. Y lxs tres son parte de Movida Rosario, una agrupación que nace oficialmente en el 2019 “de manera muy espontánea” dice Daiana al recordar aquella invitación a sumarse que le hizo Mariano cuando ambos viajaban en el 140.
Lxs impulsó un objetivo o una necesidad básica: incidir en políticas públicas que conciban a la discapacidad como una construcción social. Que esas políticas reconozcan sus voces, sus realidades. Hacer visible sus corporalidades. “Somos actorxs fundamentales y queremos una participación activa porque en general las políticas públicas se deciden sin consultarnos”, sostienen. Daiana suma otra misión de Movida: “incidir en las concepciones culturales que la sociedad construye sobre nuestras corporalidades”. Son activistas. Así se reconocen y luchan por algo fundamental: tener una vida lo más autónoma posible. Los cambios son lentos y “nuestras vidas son ahora y si no hay políticas públicas que reconozcan esto, la realidad es que a veces ni siquiera podemos salir de nuestras casas”, dice María Cecilia.
Es que salir al espacio público muchas veces implica “una amenaza” agrega Mariano cuando cuenta que en barrio Echesortu cayó a un pozo de 1 metro de profundidad o cuando menciona que las baldosas adaptadas para personas con discapacidad visual que se instalaron en el Paseo del Siglo terminaban en una columna. “Había una buena intención pero en su planificación no estaban las personas que eran usuarias de esas baldosas”.
Rampas inexistentes, veredas rotas, lugares sin accesibilidad edilicia, unidades de transporte no adaptadas, falta de acceso a información y comunicación, baños públicos no accesibles o que no contemplan cambiadores de pañales ni para bebés ni para adultxs, ausencia de intérpretes en la televisión, son algunas de las barreras con la que se topan cotidianamente al desandar ese exterior “amenazante”, poco amigable, excluyente. Por eso empezaron a juntarse en el 2019 aunque muches ya se conocían de años anteriores cuando aisladamente se encontraban para exigirle al Estado el reconocimiento de sus derechos. En el 2015 se presentaron ante el Concejo para reclamar la adaptabilidad, en el marco de la renovación de pliegos, de todas las unidades del transporte urbano de pasajeros, una norma que se cumple a medias. En este 2020 lograron conformar una mesa de políticas públicas referentes a discapacidad, proyecto que fue presentado por el bloque del Frente Social y Popular. Y apenas Pablo Javkin asumió la intendencia, desde Movida le enviaron una carta abierta expresando la preocupación por los múltiples derechos vulnerados que contempla la Ordenanza 9524/2016: trabajo, accesibilidad, inclusión en la comunidad, rehabilitación y el derecho a la participación política. «Movilizados por la brecha existente entre las normativas vigentes y la realidad que vivimos todos los días los que con alguna discapacidad/diversidad funcional queremos integrarnos, transitar o habitar nuestra querida ciudad. En la amplitud de esta brecha se juega nada más y nada menos que ser un ciudadano o un ciudadano de segunda».
Hoy en la organización hay integrantes de distintas edades lo cual potencia y habilita un cruce generacional interesante. Comparten una misma mirada acerca de la discapacidad, una perspectiva enfocada en lo social y alejada de los discursos más vinculados al asistencialismo y a un modelo médico hegemónico que define identidades de acuerdo a diagnósticos. Cecilia lo explica así: “El modelo social lo que dice es que la discapacidad esta dentro de los entornos y esos entornos no están adaptados y por eso no podemos incluirnos. Si las sociedades serían inclusivas si se piensan desde la accesibilidad edilicia, comunicacional, actitudinal, todes podríamos manejarnos, tener una vida autónoma. Entonces esa es la concepción de discapacidad que nosotros defendemos”.
Voz propia
La Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU, que en Argentina tiene carácter constitucional, para Movida es su “manifiesto”. Cada artículo de la Convención establece un derecho que los Estados Parte debieran garantizar. Pero, ¿qué tanto se cumple lo que dice la norma?
“Nuestro activismo tiene que ver con hacer que lo que señala la Convención no sea letra muerta”. Una frase de Daiana sintetiza esa lucha: “Nada sobre nosotres sin nosotres”. Es que “uno de los ejes fundamentales que está en la Convención es la vida autónoma. No quiere decir que yo soy autosuficiente, sino que me faciliten las herramientas para que yo pueda diseñar mi vida. Que todos los derechos que tiene cualquier persona, nosotres los podamos ejercer. Y para eso hace falta accesibilidad en todos los sentidos”, apunta Cecilia.
El artículo 26 de esta Convención estipula el derecho “a decidir libremente y de manera responsable el número de hijos que quieren tener y el tiempo que debe transcurrir entre un nacimiento y otro, y a tener acceso a información, educación sobre reproducción y planificación familiar apropiados para su edad, y se ofrezcan los medios necesarios que les permitan ejercer esos derechos”.
Sin embargo, las organizaciones discas y de derechos humanos denuncian que en Argentina todavía se realizan esterilizaciones forzadas, amparadas en dos artículos de la Ley 26.130. Por eso lanzaron una campaña y exigen una reforma de la legislación. La iniciativa #BastaDeEsterilizacionesForzadas, impulsada por la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), CLADEM Argentina, el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), FUSA Asociación Civil y la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), y realizada en el marco del “Proyecto DeSeAr con inclusión“, promueve la modificación de estos artículos como paso fundamental para erradicar estas prácticas. “El artículo 2 de la Ley 26.130 sólo habilita a las personas sin restricción judicial de la capacidad jurídica y mayores de edad a brindar el consentimiento para las esterilizaciones. Si la persona fue declarada incapaz en sede judicial, la práctica debe ser solicitada por su representante legal y autorizada por el Poder Judicial. Esto lesiona el derecho de las personas con discapacidad a una vida libre de violencia basada en género y a mantener su fertilidad en igualdad de condiciones con las demás, entre otros derechos reconocidos en la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad”.
“Se nos piensa sin identidad de género, sin orientación sexual y si te conciben con un género, es un cis-género. Entonces se nos vulneran muchos más derechos”. Daiana habla sobretodo de lo que significa el deseo, de la potencia del deseo, y María Cecilia Ruhl sostiene que es fundamental la accesibilidad a la Educación Sexual Integral, la inclusión de la perspectiva en discapacidad en todos sus contenidos. “En general se cree que somos personas asexuadas, y somos personas que tenemos deseos”.
Goce, disfrute, sexualidad libre y plena. La interseccionalidad indispensable para repensarlo todo. El 25 de noviembre se lanzó la campaña #SomosDeSeAr una iniciativa conjunta de FUSA Asociación Civil y la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI). El propósito es visibilizar la sexualidad de las mujeres con discapacidad así como las barreras para el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva. La Convención indica además que “las mujeres y niñas con discapacidad están sujetas a múltiples formas de discriminación” y “suelen estar expuestas a un riesgo mayor, dentro y fuera del hogar, de violencia, lesiones o abuso, abandono o trato negligente, malos tratos o explotación”.
Machismo y capacitismo: múltiples formas de violencias sobre cuerpos de mujeres, lesbianas, travestis, trans, no binaries. “Yo no creo que haya feminismos posibles sin las identidades discas”, sostiene Daiana y suma: “Creo que los que nos vinieron a enseñar los feminismos es que no hay un cuerpo válido sino que todas estas identidades relegadas a los bordes, a las fronteras, los feminismos le pudieron dar voz, dar palabra, dar identidad y hacer potencia esas identidades. Los feminismos negros traen la interseccionalidad, entonces la discapacidad es una interseccionalidad que muchas veces no se piensa, no se tiene en cuenta.”
En el último Encuentro Plurinacional que se realizó en la Plata por primera vez hubo una Comisión de Inclusión y Accesibilidad. Olga, integrante de esa comisión, le decía a enREDando: “Las mujeres con discapacidad física no estamos en los encuentros. Esto lo armamos autogestivamente. No hay mapeo en braile, nada. Los talleres, en general, no son para nosotras, sino que están enfocados a familias o acompañantes terapéuticos. Nosotras tenemos nuestra vida, tenemos un montón de problemas que es necesario que se visibilice”
Mariano Mañas, por su parte, rescata los puntos de encuentro entre el movimiento feminista y el movimiento disca. Que nadie hable por ellxs. Ser protagonistas de sus propias luchas. Darle palabra a los cuerpos. Desandar la construcción de la heteronormatividad. Deconstruir una sociedad capacitista, un Estado capacitista, un mundo regido por un sistema capacitista.
«lo que nos vinieron a enseñar los feminismos es que no hay un cuerpo válido sino que todas estas identidades relegadas a los bordes, a las fronteras, los feminismos le pudieron dar voz, dar palabra, dar identidad y hacer potencia esas identidades. Los feminismos negros traen la interseccionalidad, entonces la discapacidad es una interseccionalidad que muchas veces no se piensa, no se tiene en cuenta.”
El problema es la normalidad
“Crecemos con una mentalidad capacitista y normativista. Cuando yo adquiero mi renguera, sabía perfectamente qué mirada tenia la sociedad sobre la discapacidad y yo no quería pertenecer a esa identidad porque sabía cómo me iban a mirar”, cuenta Daiana Travesani. El tiempo posibilitó que pudiera encontrarse con otres, aprender, deconstruir y problematizar la realidad desde la potencia colectiva. “Queremos hacer potencia, lucha y resistencia desde la identidad disca para poder deconstruirla y sacarle estas nociones negativas, porque no se nos piensa como ciudadanxs de primera. Porque el problema no es la diversidad, el problema es la normalidad que excluye a un número importante de habitantes, entonces lo que hay que discutir es qué entendemos por normalidad”.
“Lo que vimos en un momento, y por eso terminamos armando Movida, es que los que toman las decisiones y sobretodo de las personas con discapacidad no suelen ser personas con discapacidad”, puntualiza Mariano. Entonces Cecilia agrega algo fundamental: pensar las políticas públicas de manera transversal desde una perspectiva que incluya la diversidad interseccional y sectorial. “Todes tenemos el derecho de estudiar, de acceder a un trabajo. Algunxs pudimos hacerlo porque tuvimos el apoyo y un contexto que nos permitió hacerlo. Pero sabemos que muchas otras identidades discas están más invisibilizadas, con muchísimas más dificultades”.
Es que el problema es social, insisten desde la agrupación. Habitamos una sociedad regida y pensada desde una supuesta “normalidad” capacitista que determina qué cuerpos son válidos, productivistas y funcionales y cuáles deben “adaptarse” para llegar a serlo. “Hay identidades consideradas no capaces que van a quedar relegadas a la inutilidad y al ser concebidas como una carga para el Estado, desde una mirada asociada a la beneficencia”, explica Travesani. “El capacitismo es como el sexismo, el machismo, el racismo. Viene a ser una forma más de violencia hacia ciertas corporalidades. El capacitismo se manifiesta por ejemplo en la configuración del espacio urbano, especialmente en lo que respecta a lo edilicio, calles y medios de transporte públicos, que no cuentan con los ajustes razonables de accesibilidad, también se ve en lo comunicacional y en los materiales de estudio o información brindada en diferentes espacios”. Se expresa también en los discursos o en los ámbitos laborales.
«el problema no es la diversidad, el problema es la normalidad que excluye a un número importante de habitantes, entonces lo que hay que discutir es qué entendemos por normalidad”.
Por eso, dice María Cecilia, es fundamental sostener una militancia colectiva y no individualista. “Sino caemos en historias de vida particulares y no es así, es un problema de todes y queremos que los derechos no sean un privilegio para algunes”.
Alejadxs de respuestas más orientadas a la beneficencia o incluso, de ciertos discursos médicos que violentan sus cuerpos sin consentimiento, desde Movida construyen su propia voz colectiva, apelando al activismo social y a la militancia disca. “Buscamos corrernos de una mirada paternalista, somos activistas de nuestras identidades”. Cerca de quince integrantes, de un grupo más amplio, se juntan regularmente de manera virtual -ya que a veces les resulta más fácil que lograr encontrar un lugar accesible a todes- para repensar y accionar en función de sus deseos y sus proyectos de vida.
El 3 de diciembre es el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. Así lo estableció la OMS en 1992. Pero más allá de la efeméride, la pregunta acerca del cuál es el mundo que queremos construir se impone, o debiera imponerse, todos los días, todo el año. Como señala la poeta trans Susy Shock: «hay que interpelar a este sistema «hetero-huinca-normativo» que nos trajo hasta acá».
Desde Movida sostienen: transitar el mundo como cada quien pueda, quiera y desea. “Romper con la normalidad” suma Cecilia y Mariano cierra: “como decían los zapatistas: crear un mundo donde quepan muchos mundos”.