Poetas indígenas revalorizando la lengua originaria, y un cruce entre magia y poesía. Algo de todo lo que pasó por la edición virtual del 28va Festival Internacional de Poesía que todos los años se realiza en Rosario.
Por Norman Petrich
[dropcap]F[/dropcap]inalizó la 28va edición del Festival Internacional de Poesía, el primero realizado en forma virtual. Y si bien se extrañó el contacto, el cruce verbal con aquellas personas a las que solemos ir a escuchar, hubo un gran trabajo realizado por lxs organizadorxs representados en sus tres curadorxs, Rocío Muñoz Vergara, Carolina Mussa y Tomás Boasso.
Con una muy buena edición y el detalle de la locación de las anfitrionas encargadas de presentar las distintas mesas, se pudo escuchar una diversidad de voces y estilos como hacía un tiempo largo que no sucedía, reflejada en nombres como los de Franco Rivero, María Negroni, Susy Shock, Arnaldo Antunes, Tal Nitzán y los locales (no menos importantes) como los de Alejandra Bosch, Adriana Borga, Federico Rodríguez o Guillermo Bacchini. También se revivió lecturas, en años anteriores, de poetas de la talla de Beatriz Vallejos, Juan Gelman, Macky Corbalán, Hugo Padeletti, y Jorge Leónidas Escudero que ayudaron a tomar conciencia de la importancia de este festival que a lo largo de tantos años nos permite ser testigos de un retazo de nuestra historia literaria. Y en un evento donde la palabra poética suele ser la contraseña que nos aleja por un rato de la percepción habitual de lo que nos rodea, todavía nos sorprende encontrarla en lugares donde no la buscaríamos frecuentemente.
Mágica poesía
Si nos apuran preguntándonos con qué relacionamos la poesía quizá respondamos filosofía, historia, psicología, pero no muchxs dirían la magia. Por eso llamó la atención la propuesta de Matías Heer (nacido en 1984 en Buenos Aires; poeta, ensayista, traductor y cofundador de la editorial Colección Chapita) de realizar un taller sobre ese cruce que venga a hacer un “aporte a la confusión”.
“Quisiera aclarar que no creo en dios, ni en los espíritus ni le doy entidad a esas cosas, pero si considero a la creencia como una herramienta. Somos muy susceptibles a creer y la magia es trabajo sobre el lenguaje”, avisa Matías en la introducción de su taller y suma, luego, en conversación privada: “Si tuviese que resumir la coordenada principal entre magia y poesía lo hago en el lenguaje. Resulta ingenuo pensar que el lenguaje no produce ningún efecto en nosotros. Claro, el contexto significa mucho. Un titular de un diario produce una reacción a gran escala, se produce de manera casi inmediata y modela el mapa con el que percibimos y actuamos sobre el territorio. Un poema tiene contextos más debilitados de lectura, es decir de input, pero los efectos se determinan por los mismo medios: lingüísticos-simbólicos”, señala.“Vivimos en un mundo de eventos que son complejos y difíciles de codificar, donde la pregunta no es ser o no ser, sino qué parece ser. Allí vamos a articular de una forma que nos permita actuar con el mapa o lenguaje, no sólo describirle. O como dice Crowley, magia es la ciencia y el arte de causar el cambio, ocurra conforme a la voluntad”.
Entonces, ¿cuál sería el lugar de la poesía en ese proceso de cambio, qué lugar ocupa en ese acto creativo? Y Heer responde: “un lugar donde ubicar a la poesía significa calificarla y dejarla inmóvil en una categoría preconcebida. Para ciertas personas la poesía ocupa un lugar anecdótico en sus vidas, confesional; para otras ocupa un lugar sublime y no utilitario. Para mí la poesía se entrelaza con varias estrategias del lenguaje. En todo caso diría que como un electrón está en dos lugares al mismo tiempo, en uno, en otro o en ningún lado. El lugar de la poesía lo encuentro en su uso y su uso es dinámico”.
Escuchar a Matías lleva a comprender que, al igual que en la religión, este entrecruzamiento no es nuevo, y entonces a la pregunta sobre si es posible rastrear esa comunión entre poesía y magia a lo largo de la historia, Heer dice: “Claro que sí. Pero también advierto que se puede rastrear a la magia en cualquier disciplina humana a lo largo de la historia. Toth, dios egipcio del lenguaje y la magia; los himnos homéricos, en especial el de Deméter; la poesía provenzal alude muchas veces al conocimiento tántrico, en la época de oro de lxs trovadorxs los castillos por los que boyaban pertenecían a los cátaros, cristianos disidentes, paganos, practicantes de las artes mágicas; Guido Cavalcanti, Vaughan, John Donne, poetas y magos, que describieron en muchos de sus poemas la alquimia sexual; Blake, ermitaño y mago; Yeats pertenecía a la Golden Dawn, agrupación que dio el puntapié inicial para la magia moderna, y estableció una guerra mágica con Aleister Crowley quien también escribía poesía y muy mala por cierto; Hinostroza era tarotista y astrólogo. Pero la espalda histórica no significa nada. La magia se evalúa en hechos. Funciona o no funciona. Y el uso de la poesía en la magia, así como el uso de magia en la poesía, funciona o no. No se trata solo de tener un conocimiento “teórico” y representarlo de una forma “poética”.
Lenguamadre
La primera vez que se llevó a cabo la mesa de lenguas originarias, el año pasado, dentro de las actividades del FIRP, la poeta mapuche Liliana Ancalao contó que ella aprendió el mapuzungun de grande, que fue la necesidad de recuperar su lengua, sus raíces, de reconocerse en esas palabras lo que la movió a hacerlo. En ese momento parecía estar escuchando a una hija de desaparecidos de la última dictadura militar contar cómo fue que recuperó su verdadera identidad.
Un año después, Alba Eriagi Duarte dice: “Tu palabra viene de tu alma, de tu ser, de tu pensamiento. Nos quitaron casi todo, y sin embargo, esto que nos queda, la palabra, es nuestra mayor riqueza”. Es poeta paraguaya nacida en 1959, mujer indígena que se dedica la defensa de los derechos culturales de su pueblo y es su arte el modo de hacerlo a través de las tres lenguas que habla: ava guaraní, guaraní paraguayo y castellano.
No es un camino muy diferente el que recorre Juana Peñate Montejo, mexicana nacida en Chiapas, en 1979; hablante de la lengua Ty’añ (chol), promotora y gestora cultural, locutora, conductora de radio y televisión, traductora, docente y poeta, para explicar su relación con la palabra heredada. “Es una gran responsabilidad continuar la lengua. Vengo de la palabra, del maíz, de escuchar los rezos, los cantos de la comunidad, versos que se han ido perdiendo con el tiempo. Tal vez no se llama poesía en nuestros pueblos, pero existe esa palabra adornada, sagrada, florecida. El reto es seguir hablándola, de visibilizarla, revitalizarla hablando de aquellas cosas nos lastiman, denunciar desde el dolor, no nos tiene que dar vergüenza nuestra cultura”.
“Es que nuestra palabra en flor es la flor de la palabra”, agrega Alba. “Yo cuando escribo siento que estoy allá (señala hacia el cielo). Escribir lindas cosas del pasado para el presente y el futuro. No son cuentos, son historias sagradas”.
Para Karloz Atl, poeta náhuatl mestizo nacido en Mexico DF en 1988; bailaor, director del Centro Transdisciplinario Poesía y Trayecto A.C., fundador del Circuito Nacional Poetry Slam MX y miembro de la Asociación de Escritores de México, “la primera medicina es la palabra, ahí veo el poder de la poesía, en el proceso de sanar. Asumir que somos hijos e hijas de la violencia, pero la violencia ya funciona en ti de otra forma. Con la palabra no sólo puedes nombrar sino crear el mundo. Náhualt armonizado con la naturaleza porque el nombrar genera plenitud”.
Estxs poetas de la tierra, en una charla coordinada por Viviana Ayilef (nacida en Trelew, Puelmapu/Argentina, en 1981, es profesora y licenciada en Letras por la Universidad Nacional de la Patagonia, donde trabaja como docente), además de explicar qué representa hablar en su lengua ancestral y dejar en claro que la lengua es la base de la cultura originaria, también tuvieron tiempo para señalar lo que falta. “La educación tiene dos caminos: la propia, que es la que recibimos en nuestra casa, y la escolar. Exigimos tener una Dirección General de Lenguas Indígenas del Paraguay y que nuestros lingüistas sean originarios. Que cumplan sus promesas”, asegura la firme voz de Alba. “Es que nuestras lenguas”, suma Juana, “se reproducen bajo la absoluta desigualdad, en marginación, en un no poder decir que nuestra cultura es tan importante como la otra cultura. Nuestras lenguas existen, pero sólo en el papel. Debemos exigir que se materialicen porque hay una ley que las reconoce, pero no se ve el resultado”.
Karloz lleva esa mirada que sufre discriminación no sólo hacia fuera, sino también hacia adentro. “Soy un poeta indígena urbano, hijo de la migración. Náhualt por cuenta propia, un chilango. Esas migraciones hicieron que mi madre no heredara la lengua ¿A las cuántas generaciones de que te quitaron la tierra y la lengua dejas de ser indígena? También nosotros heredamos los daños y los prolongamos”. Relata su propia experiencia, pero también su capacidad de sanar, que no deja de ser una capacidad ancestral: “me considero como el axolote, ese animal que es capaz de perder una pierna, otras partes, y volverlas a crear, la poesía es mi capacidad de resiliencia. Soy hijo de una madre que trabaja con el fuego. Y somos más antiguos que la Conquista, que las guerras, y si estamos aquí es porque lo merecemos”.