Un esquema de aislamientos intermitentes, selectivos y programados, con cierres y aperturas intercaladas, es lo que propone la Asamblea de Trabajadorxs por la Salud Colectiva. Con enorme preocupación, pusieron el cuerpo -más allá de los efectores de salud- en el Parque a la Bandera para potenciar el reclamo al Estado y la necesidad de un cambio de estrategia. Cruces negras clavadas en la tierra: una manera de hacer visible la muerte evitable.
[dropcap]E[/dropcap]n un parque donde todo parece ser vida hay una decena de cruces negras clavadas en la tierra. Son la marca de la pandemia: las muertes que todos los días contamos de a montones. Cifras que en noviembre, con siete meses de cuarentenas de distintas fases, ya se aceptan como parte de un destino inevitable.
Ahí está la clave: decenas de muertes podrían ser evitadas. Eso dicen los y las trabajadores del sector salud que frente a la desolación cotidiana con la que se enfrentan todos los días, decidieron conformarse en una Asamblea virtual en la que todas las semanas comparten la angustia pero también la necesidad de pensar nuevas estrategias de cuidado colectivo.
Rosario está superando los 1000 casos diarios de Covid-19. Santa Fe ya va por más de los 2500. El epicentro de la pandemia hoy no está en Buenos Aires ni en Capital Federal. Los grandes centros urbanos del interior del país están atravesando los supuestos “picos” de contagio que no tienen límite. Siempre hay un nuevo “record” dicen los titulares de los medios masivos. Las camas críticas ya no sobran, por el contrario se cuentan con desesperación cada día tanto en los efectores públicos como privados. Hay cansancio, agotamiento y un distanciamiento preventivo con numerosas actividades habilitadas.
Trabajadorxs de la salud tienen una propuesta y esperan definiciones del Estado. Ya no alcanza con comprender y dimensionar el escenario actual: “necesitamos acciones”, señalan. Y de manera urgente.
Por eso las cruces en la tierra y la intervención frente al Monumento a la Bandera de una decena de médicxs con sus equipos, con barbijos, con máscaras, y con una enorme preocupación. Había que hacer algo; poner el cuerpo no solo en hospitales y centros de salud donde el panorama es “desolador”, sino también en los parques donde pareciera que la pandemia casi no existiera. Allí donde florece el verde, donde se toma mate, se sale a correr o a hacer ejercicio, donde todo es recreación, allí había que mostrar la muerte.
“Cuando vemos el reporte con 1000 casos, sabemos que 10 o 20 de los mil reportados se van a morir, aunque el esfuerzo sanitario sea óptimo”, dice Lucas de Candia, uno de los voceros de la Asamblea de Trabajadorxs por la Salud Colectiva. Cuenta que el día a día en los efectores es “muy complejo, de mucho agotamiento, de una demanda creciente, y tristemente de urgencias y muertes. En el centro de salud, hay compañeros que nos cuentan que pacientes con insuficiencia respiratoria es probable que no vuelven a la casa, en las guardias en los sanatorios, en las terapias intensivas hay un panorama desolador. Pero mas allá del desasosiego que eso genera, entendemos que nos toca hacer un esfuerzo, entonces no pedimos un alivio para nosotros en términos específicos, esa no es la prioridad, sino una intervención para prevenir que se muera gente. Podemos hacer otra cosa, y para eso trabajamos”.
La propuesta de la Asamblea es clara: aislamiento selectivo programado e intermitente. Lucas explica: “se basa en sostener de manera planificada para los próximos de 3 y 6 meses una intermitencia de cierres y aperturas. Los cierres tienen que ser de circulación muy contundentes y mantener mínimas actividades funcionando. Cuando hablamos de selectividad es que en este momento las propuestas amplias ya no son una estrategia, lo que se implementó en marzo fue muy necesario pero hoy se requiere otra cosa. Hay que pensar una selectividad regional. Una de las propuestas eran 9 días de un cierre muy preciso y 3 semanas de apertura”.
“Viernes. Cinco de la tarde. En el Centro de Salud nos queda un solo tubo de oxígeno. Hay tres pacientes que lo necesitan y tenemos que elegir a cuál de ellos priorizar. Por suerte hay un compañero que sabe como dar oxígeno a dos personas con un solo tubo. Pero aun así hay uno al que no podemos darle. Logramos derivar a dos de los pacientes. Ya son las 22.30 horas y todavía nos queda uno en espera de la ambulancia. La mitad de nuestro equipo está aislado con Covid”.
Las autoridades sanitarias provinciales y municipales conocen la propuesta. Mantuvieron reuniones con lxs trabajadorxs de la Asamblea y comparten el diagnóstico. El problema es la falta de definiciones: voluntad política para tomar la decisión de implementar este tipo de estrategia comunitaria.
“Lunes. Nos enteramos que el último paciente ha fallecido. Y el martes, dos personas más que se atienden en el centro de salud, también. Uno de ellos en unidad coronaria, positivo de Covid. El otro con un problema de vesícula que arrastraba desde hace cinco años sin lograr que lo operen. Cinco años espero por la operación y ahora ni siquiera la ambulancia pudo llegar a tiempo”.
Testimonios que se repiten. Situaciones cotidianas. Desolación: esa es la palabra que elijen lxs profesionalxs de la salud para describir la foto.
“J. Tenía 67 años. Los primeros días de septiembre. Había comenzado con síntomas de Covid. Nunca pudo comunicarse al 0800, pudo pagarse el hisopado con un laboratorio privado y allí se enteró que era Covid positivo. Llevaba 6 días de fiebre y fue a una guardia. Allí quedo internado por una neumonía Covid. Necesitaba oxígeno. A la semana ingresó a terapia porque necesitaba del respirador y un mes más tarde, en el mismo día de cumpleaños de su nieta, falleció”.
Un acuerdo político y social
Más allá del sector salud, están los sectores de la economía. ¿Cómo sostener un cierre de nueve días cuando la crisis económica aprieta a muchos sectores populares y medios, pymes y comercios? Lucas De Candia señala algo primordial: es preciso un “acuerdo amplio de todo el arco político” y una presencia estatal para acompañar con intervenciones precisas. “Si se presenta como un acuerdo amplio, contundente, creemos que la ciudadanía se va a cuidar y lo va a aceptar, porque ofrece una proyección alentadora, ofrece una planificación. El escenario actual es de caos en el sanitario y de incertidumbre de otros sectores. Que se frenen los números de contagio permitiría al sistema de salud volver a tener trazabilidad, que es la capacidad de detectar, aislar, tratar, hacer seguimiento de los casos y los contagios, y eso nos permite volver a un escenario controlado. Hoy, con la enorme cantidad de casos nuevos se esta haciendo difícil sostener la trazabilidad, y diría que por momentos es imposible. Creemos que el modelo de intervención poblacional en el que estamos sin cambios de estrategia es un modelo que va a ser sinónimo de aceptar muertes que pueden ser evitadas”.
Lxs trabajadorxs de la Asamblea son conscientes que además de una emergencia sanitaria, también hay una crisis económica agudizada. “La crisis es sanitaria, pero también es social, económica y subjetiva. Los pedidos de cada sector los entendemos y no salimos al cruce de esos pedidos, por eso nuestro reclamo es hacia el Estado, es el Estado quien tiene que diseñar una propuesta integral, con medidas especiales y particulares para cada sector. Hay sectores muy fragilizados de la sociedad que por la pandemia y la crisis social y económica están en momentos de una enorme crisis y el Estado tiene que acompañar a esos sectores, tiene que haber un acuerdo amplio, o salimos todxs juntos o lo padecemos”, dice Lucas.
Por eso reclaman que el acuerdo sea contundente, consensuado e incluya a todo el arco político oficialista y opositor, legisladorxs y concejales. La situación es crítica: “se trata de cuidar la vida del pueblo y si eso no los convoca, si eso no es motor de la política, entonces cuál es”, se pregunta.
“Implementar de manera urgente esquemas de aislamientos intermitentes, selectivos y programados (ASPI). Períodos de cierres intercalados con fases de apertura. Todo previamente especificado, identificando y haciendo intervenciones poblacionales selectivas por localidades. La selectividad sería regional, temporal y por actividades. La programación ofrecería una agenda de intermitencia preestablecida para ofrecer un panorama de certeza a la ciudadanía y para la planificación de actividades laborales, productivas y recreativas. Esta opción brinda, a su vez, la garantía de no transitar al “borde del abismo” de un colapso sanitario. La trazabilidad de los casos, amplia y eficazmente lograda en ciudades como Rosario, podría volver a ser posible.”
De esto se trata el famoso “botón rojo” que están aclamando los trabajadores de la salud. La responsabilidad del cuidado es colectiva y comunitaria y por ello, esperan respuestas del Estado en su conjunto. De acuerdo a proyecciones del Conicet, “el número de muertes para el Departamento Rosario los primeros días de noviembre van hacer de 1000 personas, muertes que van a estar reportadas más tarde, pero venimos acercándonos a esos números y creemos que es inaceptable. Hay otros caminos”, señala Lucas de Candia.
Se trata de priorizar la vida más allá de la muerte.