En un intento por comprender cómo funcionan las aplicaciones de delivery en el mundo de la economía digital, hablamos con un repartidor, un concejal y una socióloga especializada en investigar el trabajo en plataforma y la acción colectiva. La estrategia discursiva del trabajador como colaborador, el poder concentrado de las empresas que para el ejecutivo municipal no existen y el proyecto de la aplicación pública de reparto. Regulación, trabajo esencial, organización y modelos cooperativos. ¿Cómo marcha el mundo en dos ruedas?
[dropcap]E[/dropcap]n la plaza San Martín de Rosario, frente a la sede de gobernación, con una cuarentena intermitente de fases oscilantes, el movimiento es reducido. Algunos chicos corren por el centro de la plaza, algún perro sacó a pasear a su dueño. Las cajas de colores arriba de las motos y de las bicis ya no llaman la atención como hace unos años. En los bancos y en unas sillas dispersas puestas a tal fin, las personas esperan a que les llegue un nuevo pedido. Matar el tiempo, dejarlo pasar, subir a la bici o a la moto, recoger el pedido y llevarlo a destino para volver a la silla que por un rato más retiene los rayos de un sol que trae primavera.
Llega, baja de la bici y la ata en uno de los caños circulares amurados al piso. Naranja fosforescente es la campera impermeable que lleva puesta. La gorra, también naranja, tiene el ícono de lo que podrían ser unos bigotes negros. Joel nació en Rosario y tiene veintiocho años, la edad promedio de quienes trabajan en Rappi entre los cuales 4 de cada 5 son hombres. Empezó a trabajar hace un año y ocho meses, cuando lo invitó un amigo. Bajó la aplicación, llenó el formulario y esperó. Dos semanas después recibió un llamado. En ese momento se presentó en la oficina y le hicieron ver un video de quince minutos donde explicaban cómo tomar un pedido y los pasos a seguir. “Cuando empecé arranqué sin nada”. Cuando dice nada habla de la ropa de trabajo. “Cada veinte pedidos íbamos subiendo de nivel. Cuando llegamos al pedido número cien nos regalaron el conjunto entero”. Cuando dice conjunto entero dice remera, chomba, pantalón, campera, gorrita. “La mochila se la compramos a ellos mismos, me salió quinientos pesos. La bici es mía”, aclara.
Sofía Negri estudió Sociología en la UBA. Se dedica a investigar el trabajo en plataformas y la acción colectiva. Ese fue el tema de estudio con el que hizo un Máster en Métodos de Investigación Social. Sofía advierte sobre los múltiples usos e interpretaciones del concepto poslaboral. Si por un lado refiere a una corriente teórica académica de izquierda, que plantea entre otras cosas el ingreso básico universal y la jornada laboral semanal reducida, la palabra también es usada por las empresas tecnológicas más modernas como Silicon Valley que hablan de poslaborismo planteando que los trabajadores son microempresarios y las herramientas digitales les permiten poder trabajar cuando quieran y tener sus propias ganancias. “Lo que hacen estas empresas es encubrir una relación laboral de dependencia. Hablan de ganancias y no de salarios”, dice Sofía, mientras explica que muchas legislaciones laborales del siglo XX plantean al horario fijo como un indicador de la relación laboral de dependencia. Las empresas de plataforma prefieren el discurso del colaborador o micro empresario. Negri separa al microempresario que establece sus propios precios de los trabajadores que no deciden cuánto ganan, de qué manera ni cuándo lo cobran. También enumera otros indicadores que confirman la relación de dependencia: los mecanismos de premios y sanciones y el control que ejercen sobre lxs trabajadorxs a través del algoritmo.
El cuerpo de Emma Riosendaulv Joncka está sobre el pavimento, tapado con una tela blanca. La moto con la que repartía para Pedidos Ya fue tragada por un colectivo de la línea 113 del transporte urbano de pasajeros de Rosario. Emma –veintitrés años, haitiano, estudiante de la UNR- murió por un traumatismo de cráneo grave. Es 10 de abril y son las diez de la noche. Las calles están vacías en una ciudad que recién empieza a desandar el primer tramo de la pandemia por la cual quienes trabajan en las aplicaciones de reparto pasaron a ser considerados trabajadores esenciales. Igual que Emma, Jorge Alejandro Pirriz Umpierrez (40), Ramiro Cayola Camacho (20), Franco Almada (19) y Miguel Ángel Machuca (23) eran esenciales y murieron trabajando.
Volá con tu delivery online. Delivery que satisface tus sentidos. ¡Pedir comida nunca había sido tan sencillo, con PedidosYa lo único difícil será decidir qué comer!
Partiendo de la base de que son trabajos informales difíciles de definir, Sofía Negri -una de las voces del podcast ´Enfurecidas y tranquilas´ que realiza junto a otras dos sociólogas- menciona dos certezas del trabajo de plataformas: la precarización y el peligro a la salud. Dice que el hecho de que no haya regulación y que no tengan seguro médico lxs expone frente a situaciones como los accidentes; que les exigen monotributo para inscribirse pero dependiendo de la aplicación después no se requiere la facturación por cada cobro; que el acceso a jubilación y obra social es muy precario. La ´Encuesta a Trabajadores de Plataformas 2018´ (ETP 18) abarca a diez plataformas: Mercado Libre, Airbnb, Uber, Cabify, Zolvers, Glovo, Rappi, Workana, Freelancer e Iguanafix. Este estudio arrojó que sólo un 55% de las personas encuestadas afirmó realizar aportes provisionales por su actividad en la plataforma (de los cuales casi el 90% lo hace a través del régimen de monotributo) y apenas el 40% posee una obra social a raíz de su trabajo.
En las entrevistas que viene haciendo Negri para sus investigaciones, la libertad y la flexibilidad son valoraciones positivas que aparecen en boca de lxs trabajadorxs. Según ella, es importante escuchar los testimonios para ver qué cosas valoran de su trabajo y al mismo tiempo analizarlo en relación con las opciones que esas personas tienen en el resto del mercado laboral. “Muchos son migrantes que están en una situación de vulnerabilidad más extrema que aquellos que tienen residencia permanente en el país”. Los números de la ´ETP 18´ indican que tanto en Rappi como en Glovo trabajan una mayoría de migrantes recientes, con menos de cinco años de residencia en Argentina. En el caso de Rappi representan el 83,6% y entre los de Glovo el 65,7%.
La patria monotributista
La socióloga Negri suma dentro de las certezas en el trabajo de plataforma la inestabilidad en términos de ingreso. Dice que el hecho de trabajar la misma cantidad de horas todos los meses no es garantía de cobrar lo mismo porque depende de la cantidad de pedidos y de cómo se paguen. Cuenta que la mayoría trabaja más de nueve horas al día y en muchos casos terminando tarde a la noche por los horarios de demanda. En base a las entrevistas realizadas, dice que alguien que trabaja diez horas todos los días de la semana puede ganar veinticinco mil pesos. “En un buen día puedo sacar quince o veinte pedidos. En un día malo cinco o seis”. Joel trabaja de lunes a lunes desde las nueve de la mañana hasta las cinco de la tarde. En el sistema que tiene Rappi cobran por quincena. “Estoy sacando ocho mil o nueve mil pesos por quincena laburando ocho horas todos los días”.
Rojo, amarillo y naranja. En ese orden fueron llegando a la ciudad los colores que identifican a los mil doscientos trabajadores que en Rosario suman las tres plataformas de reparto. De los cerca de cuatrocientos trabajadores que tiene Pedidos Ya en Rosario, sesenta están en relación de dependencia encuadrados en el convenio colectivo de Empleados de Comercio. El resto es monotributista, al igual que todas las personas que cargan en sus espaldas las mochilas amarillas (Glovo) y naranjas (Rappi). Desde que Glovo se instaló en Argentina en 2017, el monotributo se convirtió en el único sistema que vincula a los trabajadores con las empresas.
Joel tuvo que hacerse el monotributo para este trabajo. Paga por mes 1.955 pesos. De los menos de veinte mil pesos que gana por mes, casi dos mil ni los ve porque van directo al monotributo. Joel no tiene ninguna persona a cargo, dice: “con la plata que gano me manejo”.
Lxs monotributistas tienen un sistema de ranking que va del uno al cuatro. Es una forma de premio y castigo que usa la empresa. Cobran según la cantidad de pedidos realizados. La plata de los pedidos se la depositan a la empresa y la parte que le corresponde a quien hace la cadetería se va acumulando durante la quincena. Pasado ese tiempo se la depositan en el CBU. También pueden elegir cobrar directamente. En ese caso se quedan con la plata de los pedidos y la aplicación se lo va descontando.
Joel trabaja de lunes a lunes desde las nueve de la mañana hasta las cinco de la tarde. “Estoy sacando ocho mil o nueve mil pesos por quincena laburando ocho horas todos los días”.
El libro Economía de plataformas y empleo. ¿Cómo es trabajar para una app en Argentina?* plantea que “el fenómeno de las plataformas digitales, que cuenta con cerca de 10 años a nivel global y ha significado una de las mayores disrupciones en el mundo del trabajo, es relativamente reciente en Argentina”. Según el relevamiento, a principios de 2016 operaban en el país cinco plataformas, todas de capitales nacionales. A partir del cambio de gobierno y durante los dos primeros años del mandato de Macri, se incorporaron por lo menos ocho nuevas plataformas.
Como el trabajo en las plataformas no está contemplado en las estadísticas oficiales, estas formas del trabajo quedan invisibilizadas en categorías como trabajadores por cuenta propia, ocupados no asalariados o trabajadores informales. Sofía plantea que el número total de trabajadorxs es bastante incierto, que un número corresponde a quienes tienen la aplicación y otro a quienes verdaderamente la usan. Por otro lado, las empresas no están muy abiertas a hacer pública esa información. Un estudio de CIPPEC (2019) estimó que existen alrededor de 160 mil trabajadores de plataforma, entre quienes 60 mil son de reparto.
Desde el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio aumentó mucho, en primer lugar la demanda de estos servicios, y paralelamente la cantidad de personas que se volcaron al trabajo como cadete de plataforma al verse afectado su trabajo y sus ingresos. Según las propias empresas, los pedidos a través de estas aplicaciones aumentaron alrededor de un 30% desde que se decretó la cuarentena obligatoria. Para Negri, uno de los puntos clave para entender el modelo de negocios tiene que ver justamente con la sobre oferta de trabajadorxs. “Eso les permite mantener bajo el pago por el trabajo realizado y satisfacer la demanda sin problema. También es otra forma de controlar a los trabajadores haciéndolos competir para conseguir ser asignados con esas tareas a través de los rankings y los puntajes que establecen en las aplicaciones”.
A cada ratito Joel saca el celular del bolsillo con un movimiento automático. Lo revisa y lo guarda nuevamente. Después de la nota se va a sentar en una de las sillas que están fuera de la carpa que desde hace más de cien días instaló el sindicato de Empleados de Comercio en diagonal al Museo de la Memoria, en una de las paradas que improvisaron hace unos años lxs repartidorxs de plataformas. Como Joel es monotributista no tiene relación con el sindicato. Simplemente aprovecha la espera para tomar un vaso de agua o ir al baño químico instalado en un costado. Vuelve a sacar el celular, ahora para mostrar cómo funciona la aplicación. “Cuando te conectás te piden una foto de perfil y una con barbijo”. Verificando. En el mapa aparece la ubicación actual de Joel. Los puntos rojos indican que el local tiene pedidos. “Voy para ese lado y capaz que me lo tira pero por ahí voy y se lo dan a otro cadete”. Cuando la aplicación le avisa que hay un nuevo encargo, Joel tiene treinta segundos para decidir si lo toma o no. “Voy andando por toda la ciudad, pasando por los locales (supermercado, farmacia, comida). Cuando llego entro al local para darle el número de orden, me entrega el pedido, pongo retirar y continuo mi camino a la casa del cliente”. El tiempo que espera entre un pedido y otro generalmente no supera los quince minutos. Hay veces que termina uno y ya tiene el siguiente. Aclara que no le controlan el tiempo desde la aplicación y que cuando reciben el pedido los clientes califican a los cadetes. También dice que a partir de las ocho de la noche las callen se vacían y quedan expuestos a los robos. Que el otro día le robaron la bicicleta a un compañero.
*****
La economía de plataforma plantea nuevas oportunidades para generar ingresos y encuentra un flujo importante de demanda en países con altos índices de desempleo y subocupación. Al mismo tiempo se abren interrogantes en relación con el marco regulatorio y los límites y alcances de las normas fiscales y laborales pensadas para la economía del siglo XX. Sin embargo, Eduardo Toniolli, concejal del bloque Frente de Todos (PJ) de Rosario, pone el foco en las empresas que intentan esconder su carácter de tales presentándose como “una plataforma que intermedia entre una demanda y libres prestadores de un servicio que responde a esa demanda”. Toniolli plantea que los rubros de los servicios con los que trabajan estas empresas (cadetería, mensajería y logística, entre otros) están tipificados y regulados en Rosario. El decreto municipal Nº 1818 de 2014 establece que para prestar cualquier tipo de actividad comercial, de servicios o industrial, hay que tener autorización: habilitación si hay un lugar físico o permiso en caso de que no hubiera un establecimiento físico para habilitar. “Estas empresas desembarcaron en Rosario hace tres años y no gestionaron ningún tipo de permiso. Para el municipio no existen. Hay una co-responsabilidad de las empresas y el municipio que ha mirado para otro lado”, enfatiza Eduardo.
Según plantea el concejal, Rappi, Glovo y Pedidos Ya desconocen toda normativa desde el momento en que no reconocen a los trabajadores como tales. “Podríamos hablar de economía colaborativa si las empresas no se llevaran nada por ese trabajo”. Los pedidos de informe que fueron presentando ante el ejecutivo municipal cuando estas empresas hicieron pie en Rosario inicialmente no fueron respondidos. Cuando en octubre de 2018 les confirmaron que no figuraba ninguna empresa con el nombre de Glovo, realizaron una denuncia administrativa en el Palacio de los Leones. Esa respuesta, según relata Eduardo, también se hizo desear. “En su momento el secretario de gobierno decía que no podían hacer demasiado porque eran empresas que no tenían sede física, casi reproduciendo el discurso empresarial”. Desde el bloque del FDT argumentan que no es necesario regular algo que ya está regulado. “Ya hay normas que regulan la actividad. Los rubros están y aún si no estuvieran no puede venir una empresa, ponerse a funcionar y pedir que hagan las normas a su medida”.
«La organización colectiva fue creciendo cada vez más, sobre todo en el contexto de pandemia»
La estrategia de presentarse como plataforma que intermedia y no como empresa tiene, en el análisis de Negri, un impacto también a nivel mediático, simbólico y concreto en relación con lxs trabajadorxs que no conocen a gerentes ni a representantes patronales y que todas las indicaciones que reciben son de la aplicación o de las oficinas de soporte (call centers) con empleadxs también precarizadxs. “Por otro lado, al presentarse como una intermediaria evade impuestos específicos que pagan, por ejemplo, las empresas de delivery o de gastronomía”.
En una emisión del programa Brotes Verdes, el periodista Alejandro Bercovich explicó que la comisión que las empresas cobran por viaje va a un paraíso fiscal ubicado en el Caribe y desde ahí pasan por Holanda donde no se computa como comisión sino como regalía por propiedad intelectual (este país está exento del pago de regalía por propiedad intelectual). La triangulación termina con la plata que llega finalmente al dueño de la empresa como ganancia.
Las comisiones, que pre pandemia eran del orden del 15% (los comercios se quedaban con el 35% y el restante 50% era el valor del costo del producto) escalaron a más del 30% desde la cuarentena obligatoria. La ecuación se invirtió y fueron los comercios los que empezaron a percibir el 15% de la ganancia. Pedidos Ya recibió un revés en Santa Fe donde las tres cámaras empresariales que nuclean la gastronomía de la provincia firmaron el primer convenio del país que establece un tope del 21% en las comisiones de la plataforma. El acuerdo es hasta el 31 de diciembre con cláusula de revisión y en caso de que continúen los impactos de la pandemia se renovaría automáticamente hasta una fecha a convenir.
App pública de reparto y organización colectiva
En el marco de las comisiones abusivas que empezaron a cobrar las aplicaciones, el bloque que integra Toniolli en el Concejo presentó en mayo un proyecto que propone generar una app pública de reparto con participación de distintas cámaras (Hotelero Gastronómica, Heladeros, Pequeños Comerciantes, entre otras). El modelo lo tomaron de Móvi Taxi que intermedia entre usuarios y prestadores del servicio de transporte. Toniolli recuerda que cuando en su momento presentaron ese proyecto las cámaras de taxis lo tomaron como propio, desarrollaron la aplicación y se la dieron al municipio. El concejal explica que el objetivo de la app pública es que los comercios tengan una alternativa local propia y que no dependan exclusivamente del puñado de empresas que se apoderó del mercado. “Se puede dar un desarrollo con tecnología local y actores locales. Participarían las empresas de logística, cadetería y mensajería que estén habilitadas”. En el Concejo municipal se presentaron además otros tres proyectos similares que proponen exigir que para habilitar a las empresas de delivery de plataforma deben tener un lugar físico para que lxs trabajadorxs puedan esperar los pedidos y hacer sus necesidades fisiológicas. Los cuatro proyectos pasaron a la comisión de Producción y serán tratados todos juntos.
Por otro lado, en mayo el Concejo Deliberante aprobó la implementación de “Mercado Justo”, una plataforma digital estatal que busca concentrar en una aplicación todos los bienes y servicios locales para comprar y vender. Ese proyecto fue presentado por la concejala Caren Tepp (Ciudad Futura) y propone la posibilidad de comprar productos, entradas a espectáculos, pedir comida y contratar servicios.
Mientras tanto, se aprobó en la Legislatura de CABA una ley presentada por el macrismo que carga con más obligaciones a las y los trabajadores de reparto: les exige constituir un domicilio, contratar un seguro, acreditar que no tengan infracciones de tránsito y gestionar una habilitación como prestador de servicio de mensajería urbana, es decir, se tienen que habilitar a sí mismxs para circular por la calle. Sofía Negri destaca que la ley, que no prevé regulación sobre las plataformas, se trató dentro de la comisión de Tránsito y Vialidad como si sólo se tratara de una regulación del transporte.
´Glovo paga menos en la pandemia´, decía un cartel pegado sobre una pila de mochilas amarillas y rojas en el monumento al General San Martín de la ciudad de Neuquén el 3 de agosto pasado. La protesta consistió en tomar los pedidos pero no realizarlos. El 22 de abril trabajadorxs de las aplicaciones Glovo, Rappi y Pedidos Ya hicieron un paro general internacional de veinticuatro horas. Reclamaron un aumento salarial y denunciaron la precariedad en el sector agravada por la pandemia de coronavirus. El 29 de mayo hicieron el segundo paro y el 1 de julio fue la tercera vez que la protesta se internacionalizó. El paro se multiplicó en ciudades de Brasil, Argentina, Chile, Ecuador, Costa Rica y México, entre otros.
La socióloga Negri enumera algunos de los motivos por los cuales inicialmente parecía compleja la posibilidad de generar acciones y reclamos colectivos en este trabajo: la falta de un espacio delimitado donde lxs trabajadorxs se encuentran en el día a día, el carácter altamente competitivo de la tarea (para que me asignen una tarea debo ser mejor que el resto) y la dispersión (la aplicación no tiene una base donde haya un registro de quienes trabajan). Sin embargo, dice que la organización colectiva fue creciendo cada vez más, sobre todo en el contexto de pandemia. “Es muy interesante la articulación internacional. En octubre se hará otro paro con varios países del mundo”. Según su análisis, algo que habilita a esta articulación se relaciona con las condiciones de trabajo que se repiten en las distintas geografías. “Tener una igualdad en las formas de explotación genera una base para que se pueda articular una lucha colectiva que apunte a los mismos reclamos”.
Sofía cree que los paros son muy efectivos, no tanto porque pongan en jaque a las empresas sino en términos de visibilizar las condiciones de trabajo generando un debate público. Estudiando la acción colectiva, detectó que el factor de la migración también habilita. Los grupos de whatsapp son los canales de comunicación donde construyen las redes de ayuda y avisan si hay accidentes, controles, cortes, conflictos con taxistas. En esos mismos grupos organizan los paros.
“Habría que pensar si realmente es el trabajo la forma en que queremos que nuestra sociedad se organice para que las personas puedan tener vidas dignas o si en realidad hay que garantizar la vida digna por fuera del trabajo”
Entre lo viejo que no termina de morir y lo nuevo que no termina de nacer. Las transformaciones en el mundo del trabajo suponen un desafío en las estrategias de acción colectiva. Las nuevas formas que surgen conviven junto a aquellas que se reinventan. Sofía plantea que la sindicalización y la organización colectiva seguirán siendo herramientas efectivas de lucha y que lo que no termina de morir es la idea del siglo XX de la relación salarial y el acceso a la seguridad social a través del trabajo. Ella misma fue transformando su postura al respecto. Hasta hace un tiempo creía que el camino era que los Estados debían regular para volver al pleno empleo de mediados del siglo XX donde cada quien tenía un trabajo que le permitía vivir una vida digna con aguinaldo, vacaciones pagas, jubilación y obra social. Sin embargo, hoy sostiene que ese tipo ideal no existe ni existió nunca de la manera en que ha sido planteado. De esta manera complejiza la mirada. “Habría que pensar si realmente es el trabajo la forma en que queremos que nuestra sociedad se organice para que las personas puedan tener vidas dignas o si en realidad hay que garantizar la vida digna por fuera del trabajo”.
Dentro de las nuevas formas y estrategias se ubican las cooperativas de plataforma generadas directamente por lxs trabajadorxs. Estas experiencias usan un sitio web o una aplicación para vender bienes o servicios. En estos casos la toma de decisiones es democrática y la propiedad de la plataforma es compartida entre trabajadorxs y usuarixs. “La cooperativa es una alternativa que se está usando bastante y tiene algunos casos de éxito con muchos clientes y un ingreso con el que los trabajadores pueden vivir bien”, dice Sofía. Molenbike es una cooperativa de mensajeros en bicicleta que funciona en Bruselas, Bélgica. Otra experiencia es la app Frena la curva, diseñada por activistas, voluntarios, organizaciones sociales y empresas de la comunidad española de Aragón, que ofrece un servicio geolocalizado de ayuda entre vecinxs en el marco de la pandemia. Es un mapa interactivo que vincula a las personas que necesitan ayuda con aquellas que ofrecen su asistencia voluntaria.
Trebor Scholz es un académico activista y director fundador del Instituto para la Economía Digital Cooperativa en la ciudad de Nueva York. En 2014, introdujo el concepto de “cooperativismo de plataforma” como una forma de llevar el modelo cooperativo a la economía digital. En su artículo ´Cooperativismo de plataforma. Desafiando la economía colaborativa corporativa´, Scholz propone diez principios para el cooperativismo de plataforma. Entre estos puntos: propiedad colectiva de la plataforma; transparencia y portabilidad de los datos; decisiones colectivas en el trabajo; marco legal protector; protección transferible de los trabajadores y cobertura de las prestaciones sociales; protección frente a las conductas arbitrarias en los sistema de rating; rechazo a la excesiva vigilancia en el lugar de trabajo; derecho de los trabajadores a desconectar.
Sofía Negri se refiere a la idea de David Autor que plantea que la introducción de cada vez más tecnología en las formas de trabajo tiende a llevar a una polarización. El escenario sería que en un futuro habrá trabajos muy calificados con muy buenos sueldos como programadores -esa parte de la población en el top de la pirámide que no será reemplazada por la tecnología- y lxs trabajadorxs en la base de la pirámide con ingresos muy bajos y tareas de poca calificación generalmente relacionadas con la fuerza física que tampoco serán reemplazadas por la tecnología. “Es más barato pagarles lo que se les paga que hacer la inversión para reemplazarlos por tecnología”, dice Sofía, mientras propone el desafío de pensar cómo utilizar estas tecnologías para “ganar más horas para nuestras vidas, para liberarnos de las formas capitalistas de explotación y del trabajo precario”. No le cierra la ecuación que plantea el discurso de que se reemplazan unos trabajos pero se crean otros. “La gente que tenía el trabajo que se eliminó no es la gente que va a tener el trabajo que se creó”. Según ella, es necesaria la participación de los Estados para capacitar y garantizar que nadie se quede sin laburo de un día para el otro. “Creo que se puede. Simplemente no hay que dejar que las discusiones nos pasen por el costado”.
* Madariaga, J., Buenadicha, C., Molina, E. y Ernst, C. (2019). Economía de plataformas y empleo ¿Cómo es trabajar para una app en Argentina?, CIPPEC-BID – OIT. Buenos Aires, 2019.