El Delta del Paraná está ardiendo desde principios de año. Modelo extractivista, pampeanización y ecocidio sobre uno de los humedales más grandes del mundo. De la visión antropocéntrica a la ecocéntrica y la necesidad de reconocer a la naturaleza como sujeto de derecho. Activismo ambiental, Ley de Humedales, relación con la tierra y cómo accionan ante la Corte Suprema las generaciones futuras, que no tendrán un planeta B. Esta nota, que nació fruto de la articulación entre la cooperativa lavaca y enREDando, fue publicada en la edición nº 150 de MU.
Fotos: Eduardo Bodiño
En Rosario la caravana de bicicletas recorre los 12 kilómetros que hay desde el Monumento a la Bandera hasta el puente Rosario-Victoria. Las movilizaciones callejeras no abundan en una ciudad que, a pesar de estar en fase 5 de la cuarentena, tiene circulación comunitaria de Covid-19 y una curva de contagios en ascenso. Pero el ecocidio que pone en jaque a la salud no conoce de cuarentenas. Es el cuarto sábado consecutivo que la Multisectorial por una Ley de Humedales, que se formó al calor de las quemas, convoca a movilizar.
A la bicicleteada y al corte de ruta de los sábados anteriores se suma una marcha de 5 kilómetros en la que cinco mil personas caminan por el puente hasta el peaje, en una caravana histórica hacia un abrazo simbólico con el pueblo entrerriano movilizado. Justamente en Entre Ríos se concentra el ochenta por ciento de los humedales del Delta del Paraná que junto a las provincias de Santa Fe y Buenos Aires ocupan 1.750.000 hectáreas.
“Estamos en una crisis ecológica y climática, y los humedales son el riñón de nuestro mundo. Son un gran regulador de inundaciones y retienen mucho carbono”. Mayra, estudiante de Derecho, autoconvocada, dice que fue aprendiendo las funciones del humedal cuando se hizo eco de lo que estaba pasando. Estos ecosistemas –zonas de tierra inundadas de forma temporal o permanente– albergan el 40% de la biodiversidad mundial. A las funciones ecosistémicas que menciona Mayra se suman la retención y exportación de sedimentos y nutrientes; la depuración del agua y su almacenamiento; la vinculación con diversas culturas y tradiciones; la base de economías locales donde el acceso al agua dulce permite el desarrollo productivo, la recreación y el turismo. “Esta lucha tiene que ser colectiva. Necesitamos un planeta para vivir, y no tenemos otro”.
El cartel “Hay lombriz” es un indicio de que el río está cerca. La gente aplaude y grita debajo del tapaboca, que funciona como un reparo frente a algo más que el coronavirus: el 3 de agosto la calidad del aire en Rosario fue una de las peores a nivel mundial, por encima de Distrito Federal de México. “Es humo del bosque”, dice uno de los nenes. El otro le responde que es niebla. El cuadro de la discusión meteorológica se completa con la madre que lleva en brazos a su otro hijo dormido y el padre que marcha con los brazos en alto sosteniendo un cartel que dice “No a las quemas”.
El 21,5% de la superficie de Argentina –600. 000 km²– la constituyen humedales: lagunas altoandinas, mallines, turberas, pastizales inundables, esteros, bañados, albuferas, rías y marismas distribuidas en once regiones, en zonas urbanas y rurales.
Desde arriba del puente se pierde la ciudad, queda sugerida detrás de la niebla espesa que funde al río con el cielo. La bajante extraordinaria acerca las orillas que el sábado siguiente se verán unidas por una fila de kayaks que cortarán el río Paraná. A cada lado del puente se ven grandes zonas negras como manchones que interrumpen los tonos verdes. Los árboles pelados acusan recibo de un invierno con fuego y sequía.
Spoiler de las llamas
Aldana Sasia nació en Soledad, un pueblo del norte santafesino. Su papá era acopiador de granos y productor agropecuario. Ella conoció el trabajo que se hacía con la tierra cuando se rotaban los cultivos. Después la producción cambiaría de escala. Y Aldana cambiaría de ciudad, estudiaría abogacía y se especializaría en Derecho Ambiental. También se sumaría al Foro Ecologista de Paraná, una organización que nació hace más de veinte años para oponerse a la represa que se proyectaba en el río.
Según datos de la ONU, desde 1972 la cantidad de leyes proteccionistas del ambiente a nivel internacional se multiplicó por 38. La Ley de Ambiente Nº 25675 dio en 2002 un marco de protección general en la Nación y, sobre ese piso, las provincias fueron estableciendo sus legislaciones. Aldana dice que hay un sinnúmero de leyes que protegen al Delta, pactos internacionales, de biodiversidad, de cambio climático, de generaciones futuras. El Artículo 41 de la Constitución Nacional se refiere al derecho a un ambiente sano y equilibrado, y la constitución de Entre Ríos le dio especial protección a los humedales. Hay leyes que regulan las cuencas de agua y la Ley de Monte Nativo que colorea las áreas que se deben preservar: el Delta del Paraná, pintado de rojo, está ardiendo desde hace siete meses.
Doce años antes hubo un spoiler de esta película. En mayo de 2008, según estimaciones de la Dirección de Bosques de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable, la superficie quemada del Delta del Paraná alcanzó 206.955 hectáreas. “Después de aquella catastrófica quema se dictaron programas y el Banco Interamericano de Desarrollo financió planes para que no volviera a suceder lo de 2008”, dice Aldana.
En aquel momento se firmó un acuerdo interjurisdiccional entre las provincias de Entre Ríos, Buenos Aires y Santa Fe, junto al gobierno nacional, para implementar el Plan Integral Estratégico para la Conservación y Aprovechamiento Sostenible del Delta del Paraná (PIECAS). Entre 2010 y 2014 se elaboró el Plan y se publicó un documento con las acciones estipuladas, pero no se avanzó en la implementación. Las organizaciones ambientales vienen reclamando desde hace años la ejecución del PIECAS y su institucionalización, para que concretarlo no dependa de la voluntad de los gobiernos de turno. Los dos proyectos de ley que se presentaron en este sentido perdieron estado parlamentario. La provincia de Entre Ríos elaboró entre 2015 y 2016 un plan de ordenamiento para el delta entrerriano.
Una vez más, el final es crónica anunciada: el Plan Delta Sustentable de Entre Ríos nunca se implementó.
Por qué se enciende
Cuando César Massi empezó a recorrer con su perro los espacios verdes de Rosario tuvo una revelación. El fruto caído del árbol fue la epifanía y esa semilla de timbó fue la primera especie que sembró. A partir de ahí la informática dejó de ocupar tantas horas de sus días. Se limitaría a cumplir su horario laboral como ingeniero en sistemas con el deseo puesto en volver a su casa y ver el estado de los germinadores. Algunas plantas las regalaba y otras las vendía. Después trabajó en algunos viveros hasta tener el propio.
Desde que empezaron los incendios en las islas César se dedica, entre otras cosas, a calcular la superficie quemada. El cálculo no es fácil de hacer: toma los datos mensuales de las imágenes satelitales y las va superponiendo manualmente punto por punto. César dice que aunque estos sistemas de información son públicos, los funcionarios no los usaron hasta julio. Hasta ese momento él era el único que publicaba los datos en Twitter. Del 15 de enero al 15 de julio se quemaron 60.000 hectáreas. Pero tomando únicamente la imagen del mes de julio completo son 100.000 las hectáreas quemadas, lo que indica que en la última quincena de ese mes el fuego fue muy arrasador. Incluso, la referencia de las 100.000 hectáreas quemadas –cuya superficie equivale a cinco ciudades de Buenos Aires– corresponde únicamente a los 150 km de costa que hay desde San Lorenzo hasta San Pedro, mientras que los incendios se dieron a lo largo de toda la costa que recorre el Delta que tiene más de 300 kilómetros.
El humedal de Jaaukanigás –la zona más biodiversa de todo el valle de inundación del Paraná que abarca 500.000 hectáreas desde Avellaneda hasta Las Toscas– se quemó en un ochenta por ciento.
Aldana vive en Paraná, a pocas cuadras del río. Al otro lado de la línea telefónica se nota que le cuesta respirar por la cantidad de humo. En Entre Ríos, la Ley de Manejo y Prevención del Fuego permite la quema con la autorización correspondiente. Pero la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario le ordenó a la provincia y a la Municipalidad de Victoria que suspendan por seis meses toda autorización administrativa de quema controlada de malezas en la zona. Al 14 de agosto hay siete propietarios de lotes que están siendo investigados por las quemas en la Justicia Federal. “Tenemos dos cautelares y pedidos de prisión para algunos productores pero las quemas siguen. Necesitamos un cambio de mentalidad”, dice Aldana.
Hasta el boom sojero –la soja transgénica entró en Argentina en 1996 de la mano del entonces secretario de Agricultura Felipe Solá– los productores llevaban sus vacas a la isla solamente para el período de engorde. Pero a medida que la soja fue copando el continente, la ganadería en islas pasó a ser de ciclo completo. Por eso las vacas están todo el año en la isla y se quema fuera de la temporada tradicional. “Hay un cambio en el sistema productivo. A partir del boom de la soja se da una reconfiguración territorial de la ganadería”, explica la antropóloga Laura Prol, integrante del Área Humedales del Taller Ecologista de Rosario.
Según la mirada de Aldana Sasia, lo que nunca se debió autorizar es la ganadería a gran escala de tipo feedlot. “Se podría autorizar en pequeña escala, con una ganadería de monte bajo, donde el ganado está disperso y no amontonado. Y al menos se debería saber quiénes llevan adelante esta práctica y en qué magnitud”.
La abogada describe la situación de irregularidad de la provincia de Entre Ríos que no tiene registro de la titularidad de las tierras, ordenamiento ni catastro. “Es todo tan ilegal, insostenible, insustentable, que esas tierras de bienes de dominio público natural fueron entregadas a algunos privados durante el gobierno de facto en 1977”.
Desde las organizaciones que conforman Humedales sin Fronteras –CAUCE, FARN, Casa Río, Taller Ecologista– hacen énfasis en la necesidad de trabajar en el terreno con los diversos actores involucrados. Para Laura Prol, es necesario reconocer que el fuego se utiliza y a partir de eso definir pautas de uso con quienes están en el territorio. Dice que la población isleña depende en gran medida del trabajo ganadero. Se calcula que actualmente hay un veinte por ciento menos de hacienda con respecto al momento de auge en 2009. Por eso las organizaciones sostienen que esta situación se podía prever y controlar. También prenden la alarma de lo que pueda pasar en primavera y verano porque las condiciones de sequía y bajante continuarán. Mientras tanto, el cordón de fuego se replica en el Pantanal y en la Chiquitanía.
La estrategia actual de Nación, en la reactivación del Comité Interjurisdiccional de Alto Nivel del PIECAS, es la Red de Faros de Conservación (RFC). Laura Prol explica que la propuesta oficial es establecer siete faros (zonas) en el Delta del Paraná, con un punto de anclaje en el territorio que funcione como base operativa. En lugar de que sean las provincias las que controlen el territorio como establecía el PIECAS, será Parques Nacionales quien ejerza el poder de policía. Puerto Gaboto ya se convirtió oficialmente en la sede del primer Faro de Conservación.
El 11 de agosto la Corte Suprema de Justicia de la Nación resolvió favorablemente la medida cautelar solicitada en una acción de amparo colectivo ambiental promovida por Equística Defensa del Medio Ambiente contra el Estado Nacional, las provincias de Santa Fe y Entre Ríos, y las municipalidades de Rosario y Victoria. El fallo ordena la creación inmediata de un Comité de Emergencia Ambiental.
Estrés hídrico y animal
Cuando la gente va a la isla a tomar sol, César está con las botas puestas estudiando las plantas nativas. Dice que nació en el medio del campo (Bigand) y que siempre estuvo en contacto con lo verde. De chiquito recorría arroyos y pastizales para ir a pescar. Pero un día dejó de llevar la caña y empezó a llevar la cámara. Como le gusta más recorrer que estar esperando el pique, ahora pasa el tiempo pescando imágenes.
La última vez que recorrió las islas fue a fines de enero, cuando la mayoría de las lagunas ya estaban secas y con mucho material combustible. En ese momento empezaron los primeros incendios y no pararon nunca. El único momento en que mermaron fue durante la fase 1 de la cuarentena. Dice que hoy prender un fósforo es como tirarlo en un mar de nafta.
Los reptiles están inactivos durante el invierno, esperando el calor para empezar a moverse. Las quemas los agarran desprevenidos y no tienen la velocidad para escapar del fuego. Esos animales, dice César, mueren o algo peor: “Las aves como la tijereta que llegan del norte en primavera se encuentran con su hábitat destruido y tienen que pasar hasta el próximo invierno en un lugar donde no hay alimento ni sitio de nidificación, con escasez de agua y compitiendo por el espacio”.
Las plantas tienen un estrés hídrico producto de cuatro o cinco meses en los que no llueve de manera intensa como para penetrar en el suelo. César ayuda a entender por qué los paisajes tienden a ser menos complejos: las especies características del humedal no están preparadas para el fuego y en general no sobreviven; las que sí logran rebrotar se reproducen mucho más frente a la falta de competencia. De esta manera, los pastos y espinillos van ganando terreno frente a la vegetación propia de la isla.
La infancia va a la Corte
Úrsula, Florentina, Gala, Augusto y Álvaro son los niños y niñas de entre 10 y 14 años que se presentaron ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación junto al Foro Ecologista de Paraná y la Asociación Civil por la Justicia Ambiental. Presentaron un Amparo Ambiental Colectivo solicitando medida cautelar y exigiendo la conformación urgente de un Comité Interjurisdiccional con la representación de las generaciones futuras y la firma de un Pacto Intergeneracional.
La generación del futuro ya tiene representación. Lxs niñxs son el presente y no quieren sufrir las consecuencias de las decisiones que no se tomen hoy. “Es la primera vez que niños y niñas les exigen a los estados que tomen medidas para que al momento en el que ellos mismos puedan ser decisores políticos, el Delta llegue en condiciones mínimas de sustentabilidad”, cuenta la abogada Sasia.
En la presentación judicial también pidieron la declaración del Delta como sujeto de derecho. La humana no es la única especie viva en el planeta. Se trata de pasar de la actual visión antropocéntrica que exige la preservación de la naturaleza para la sostenibilidad del hombre, hacia una visión ecocéntrica en la cual el cuidado de la naturaleza sea por el solo hecho de cuidarla. En Nueva Zelanda, Colombia y la India se reconoce a ríos y a páramos como sujetos de derecho.
Un balazo en el pie
En el Congreso Nacional se están debatiendo distintos proyectos de ley de presupuestos mínimos para la protección de los humedales. Hasta ahora hay siete proyectos en Diputados y tres en Senadores. Todos abordan una serie de puntos comunes, como el objeto de preservar estos ecosistemas manteniendo sus características y funciones, establecer una definición amplia de humedal y realizar un inventario . Las organizaciones que integran Fundación Humedales y Humedales sin Fronteras publicaron documentos con los contenidos que deberían incluirse en la ley, algunos de los cuales han sido incorporados en los proyectos.
En 2013 y 2016 la ley tuvo media sanción pero los lobbies sojero, minero e inmobiliario hicieron que terminara perdiendo estado parlamentario. Las organizaciones están pidiendo que las Cámaras se complementen y que tiendan a la unificación para que finalmente salga la ley.
Los terraplenes y endicamientos se construyen para evitar que el agua siga su curso natural e inunde las zonas que se usan productivamente. Se calcula que cerca del 13% de la superficie de la región está endicada. También es conocida la intención de habilitar los puertos y la infraestructura diseñada en la hidrovía Paraná-Paraguay. Aldana agrega la intención de algunos productores de dejar el suelo muerto. La doctrina del shock, dice, es cuando se deja algo en un estado de carencia absoluta. “La Carolina S.A. pide la autorización al municipio de Victoria para hacer un emprendimiento urbanístico justificando que esas tierras ya no le sirven para la actividad ganadera por su deterioro”. Acción y efecto de exprimir.
Los incendios prenden las luces de un modelo. El viento buchonea, llevando y trayendo la alarma en forma de humo que tardó en llegar a Buenos Aires. Se comprueba lo que las organizaciones venían avisando. La clase política despierta a destiempo. La discusión es mucho más grande que una quema bien grande. Para evitar que la mirada termine en el mes o el año que viene, Aldana propone hablar del desarrollo con una mirada geopolítica proyectada al futuro. “Hoy tenemos que importar fósforo (fertilizante) para seguir produciendo. Dentro de poco no vamos a poder plantar ni una cebolla”, dice.
La escena ocurre en el Senado de la Nación Argentina. Sobre un fondo de pared blanca, plano medio de César que mira a cámara. Habla de corrido, fuerte y claro, con dolor, con vehemencia, con hartazgo. Da argumentos, enumera especies de animales. Habla de flora y de fauna. Dice que de la ley mucho no va a hablar porque no es experto en el tema. Pero habla de la urgencia de la ley. Cuando termine de exponer estará contento, movilizado por haber sido convocado por el Senado para hablar en nombre de la Asociación Ecologistas de Santa Fe. Pero esa felicidad dura poco. Entra a Twitter y ve que retomaron los incendios. La noticia le arde en el cuerpo. Queda varias horas herido y unos días después dirá: “Cuidar el área natural es ponernos un chaleco antibalas. Cada metro de naturaleza que destruimos es tirarnos un balazo en el pie. Es un espiral autodestructivo al que vamos con la necesidad de generar dólares vía el extractivismo”.
¿Qué perdemos en el fuego?
Simón, violinista: “Perdemos ecosistema, fauna, salud, tierra, vida”.
Emiliano, ingeniero: “Perdemos lo que hace años venimos perdiendo. Se metieron con el aire. Si no podemos respirar, ¿qué sigue?”
Julieta, docente de inglés: “Perdemos agua potable, refugio, hábitat, alimento, animales, vegetales, salud pública, seguridad”.
Luis, empleado: “Creo que, al revés, ganamos mucho al poder impulsar todo lo que estamos haciendo”.