Poderosa era Ramona, sosteniendo al mundo que la rodeaba, la comunidad construida a fuerza de energía solidaria escribe en las Poderosas Ramonas, Claudia Korol quien la conoció personalmente. Rebelde, comprometida, luchadora consciente era Ramona. Porque hay que tener mucha, pero mucha conciencia para organizar cada día la olla, el comedor, la exigencia de agua, de luz, la organización del barrio por cada demanda.
Por Liliana Daunes, editorial leída en el programa Marca de Radio
[dropcap]E[/dropcap]n el barrio Mugica, como en todas las villas de la ciudad el virus va extendiéndose y cobrando nuevas víctimas. La desidia y la pobreza, el mercantilismo y la desigualdad han operado a favor del abandono y de la muerte. El virus con coronita amenaza su pico máximo con focos de clase, ataca con furia a las y los frágiles, a los hacinados, a las apiñadas por el sistema en los barrios populosos. Ramona en especial había denunciado al gobierno porteño por dejar a su villa sin agua, las y los compas de la Poderosa distribuyeron un video con su desgarrador testimonio que muchos y muchas hemos visto y seguramente compartido. Nosotros y nosotras lo sabemos, el Estado a veces mata con su gatillo fácil, sus represiones, y otras simple y dolorosamente deja morir.
Por eso nos indignamos, a Ramona la mató el odio de clase del gobierno porteño que dejó a la villa sin agua a pesar de que ella lo denunció con toda la fuerza de su voz. Como al principio de la pandemia, la policía de la ciudad mató a Beatriz, la vendedora ambulante que cruzó la calle corriendo para evitar que le saquen la mercadería. O como a Gilda hace un año la mató la desidia del gobierno de la ciudad, en la villa 21-24 electrocutada por la inundación del barrio, nos recordaba en Instagram, Verónica Gago.
Poderosa era Ramona, sosteniendo al mundo que la rodeaba, la comunidad construida a fuerza de energía solidaria escribe en las Poderosas Ramonas, Claudia Korol quien la conoció personalmente. Rebelde, comprometida, luchadora consciente era Ramona. Porque hay que tener mucha, pero mucha conciencia para organizar cada día la olla, el comedor, la exigencia de agua, de luz, la organización del barrio por cada demanda.
Ramona tenia una conciencia encarnada, no proclamada. Una conciencia nacida de la necesidad y también de la necedad de no aceptar el orden social como una fatalidad. Una conciencia de mujer que piensa con y desde el sentir, el creer, el reflexionar de las, les y los de abajo para cambiar la realidad y terminar con las opresiones. Una compañera del feminismo villero para la que decir y hacer tiene la misma densidad.
Poderosa era Ramona, una laburante de jornada completa, de sol a sol, de lluvia a lluvia, criando a sus hijas y a todos los pibes y pibas del barrio. Abrazando a sus hermanas, a mujeres y disidencias que llegaban a la casa poderosa para buscar apoyo y en ella y en otras compañeras lo encontraban.
Poderosa era Ramona, parándose con el cansancio del mundo a conseguir el alimento para que no falte, para que se multiplique no por designio divino sino por la magia de las brujas que desde tiempos ancestrales saben acrecentar y repartir con generosidad los peces y los panes.
Ramona tenia en su cuerpo la memoria encendida de un barrio que tuvo Mugicas, que tiene mujeres, travas, trans, migrantes, bolivianas, peruanas, paraguayas, que jamás se rindieron ante las políticas de despojo y maltrato. Que pararon a las topadoras en la dictadura. Que organizaron la resistencia al hambre y a la desidia criminal del Estado en todos los gobiernos. Con esas voces y ejemplos en su memoria, Ramona denuncio cuando el Covid llegaba al barrio, sin agua y sin luz, sin alimentos fundamentales, sin elementos de limpieza. Ramona incendia la conciencia colectiva con el fuego de todas las compañeras.
Ese hilo rebelde del movimiento villero que volvieron a levantar las mujeres que cocinan en las ollas populares y abrazan a las que sufren la violencia patriarcal, racista, xenofóbica, colonial, capitalista. Ramona tiene en su nombre el brillo de la Ramona zapatista que dinamitó el silencio de las mujeres chiapanecas, llevando su voz al centro del México feminicida y brutal.
Ramona nos conmueve por el ejemplo que supo darnos de una vida entregada cotidianamente a la organización popular. Una vida poderosa como las de las Joanas, las Jesis, las Danis, las Claudias, las Vickys que hoy la gritan en cada uno de sus rincones de resistencias.
A Ramona y a todas las celebramos, y con ellas nos comprometemos a no olvidar el crimen, a hacer justicia, pero sobretodo a multiplicar su ejemplo. Ramona es hoy una imagen entronizada en la tragedia, leía en una nota de la Agencia Pelota de Trapo. Es la estampa en el altar de esta desgracia, leía. Lo cierto es que Ramona está en nosotras.
Hasta la victoria en la que las Ramonas todas serán visibles y audibles.
Hasta la rebeldía feminista, siempre.