Vicentín es la sexta empresa más grande de Argentina. Alegando estrés financiero, se presentó en concurso de acreedores y tiene en vilo a más de mil quinientos trabajadores directos en toda la provincia. Una empresa que entregó trabajadores durante la última dictadura cívico militar y que durante el macrismo en el gobierno nacional pasó del puesto 19 al 6 en el ranking de empresas con mayor facturación. Un préstamo del Banco Nación por 18 mil millones de pesos y la magia empresaria que los hizo desaparecer como a los delegados en la década del setenta.
´La visión y la pasión puesta en el porvenir´. Esa es la primera frase que se lee al entrar en la web oficial de Vicentín, la sexta empresa que más factura en el país y que es parte de una red corporativa que incluye dieciséis firmas en Argentina y empresas en Uruguay, Brasil, Paraguay y España. La visión del porvenir es un enorme signo de pregunta que tienen los más de mil quinientos trabajadores directos, a los que se suman otros miles que trabajan de manera indirecta y que dependen de las argucias de este grupo empresario que acostumbra a la aventura de asaltos permanentes.
Cuando moría la década del veinte en el siglo pasado, nacía un almacén de ramos generales en Avellaneda, al norte de la provincia de Santa Fe. En 1929, año recordado por el crack financiero a nivel mundial, fue fundada Vicentín S.A.I.C. Unos años después pondrían en marcha la primera planta desmotadora de algodón y fábrica de aceite resultante de la molienda de semillas de algodón, lino y maní. Algodonera Avellaneda terminaría siendo una de las empresas más importantes del rubro con quinientas hectáreas de siembra de algodón que después también serían de girasol y de otras oleaginosas. En 1979 abrieron en San Lorenzo una planta de extracción con capacidad de 2.000 toneladas por día. En 1985 inauguraron su propia Terminal de Embarque en San Lorenzo. Así fueron pasando los éxitos comerciales y los rubros siguieron diversificándose: pellets, alimento balanceado, cría de ganado, frigorífico y otros rubros que llegan hasta el vino en Mendoza.
Actualmente Vicentín tiene dieciséis empresas legalmente reconocidas. Ricardo “Petiso” Fernández, histórico militante sindical, describe a la corporación como “uno de los emprendimientos empresariales más importantes de la burguesía argentina”. Dice que desde la época de Bunge & Born que no existía un grupo tan importante. “En Puerto San Martín tienen una de las aceiteras más importantes del mundo y uno de los grandes puertos del mundo cerealero”. Fernández recuerda que en la industria del aceite pasaron de pequeñas producciones y embotelladoras más primitivas a invertir en los últimos tiempos en la embotelladora más grande que podría funcionar en el país capaz de abastecer toda la demanda interna. “Son ciclos de alto crecimiento en los que han tenido la oportunidad de buscar socios, inversores y créditos de enorme magnitud en las bancas públicas y privadas”. Hoy este pulpo gigante acusa estrés financiero.
La relación con los gobiernos no es pura coincidencia
Dentro de los momentos históricos que Vicentín destaca en su presentación virtual, omite algunos hitos como el hecho de marcar y entregar a sus trabajadores durante el terrorismo de Estado. El 4 de noviembre de 1976 un grupo de la Policía y el Ejército secuestró a veintidós trabajadores, de los cuales catorce eran delegados sindicales en la planta de Avellaneda. Hay acciones legales en la Justicia por delitos de lesa humanidad. “Durante la dictadura militar obtuvieron créditos y exenciones y no dudaron en denunciar en las Fuerzas Armadas a los trabajadores que consideraban activistas sindicales. Es imposible creer en este tipo de empresarios que no repara ni en la vida ni en el destino de sus trabajadores”, resume el Petiso Fernández, quien estuvo preso durante el Plan CONINTES en el gobierno de Frondizi.
Fernández plantea que Vicentín siempre estuvo ligado con los gobiernos. Resalta que la administración más importante que tiene la empresa en este momento está en el parque industrial de Reconquista, en una planta de industria textil que perteneció al grupo de Eurnekian, el empresario de Aeropuertos Argentina 2000 dueño de casi todos los aeropuertos del país y algunos en el exterior. A pesar de que Eurnekian vendió su planta al Grupo Macri, Vicentín sigue teniendo su administración ahí.
Durante el gobierno de Macri Vicentín arrasó en el mercado del aceite, pasando en el ranking de las empresas de mayor facturación del puesto 19 en 2015 al puesto 6 en 2018. Durante ese período recibió de parte del Banco Nación un préstamo por 18.700 millones de pesos. Esto significa que el veinte por ciento de los créditos del Banco Nación se lo dieron a una única empresa, la cual fue declarada aportante número uno de la campaña política de Juntos por el Cambio. “El préstamo del Banco Nación viola la propia normativa y el estatuto del banco. Este préstamo no se vio jamás en la historia”, dice el abogado laboralista Sebastián Spiller. Se refiere a una maniobra fraudulenta y a un delito penal de los directivos de la empresa en connivencia con el gobierno nacional anterior. “Vicentín se jugaba a que Macri ganara cuatro años más. Si llegaba a ganar, ¿de cuántos negocios multimillonarios jamás nos hubiéramos enterado?”, se pregunta Spiller.
La empresa difundió un comunicado en el que plantea que ´nuestra deuda no se fugó del país sino que está invertida en bienes productivos, que, junto con el trabajo nos permitirá, con mucho esfuerzo, salir adelante´. El Petiso Fernández se pregunta cómo una empresa que llegó a ser tan importante se encuentra acosada por deudas que no puede manejar pese a ser una de las primeras en ventas en el exterior sin haber rendido cuentas por impuestos en la administración pública y habiendo liquidado más de 660 millones de dólares que no se sabe dónde están. “No sólo no pagó los créditos sino que tampoco les pagó a los proveedores. Tiene una suma importante capaz de satisfacer buena parte de sus deudas. Tienen activos en otros países, debe estar por ahí esa plata”.
En el informe que lleva la firma de Claudio Lozano, actual Director del Banco Nación, se detalla que Vicentín tuvo un aumento de las ventas que trepa al 83,87% de promedio anual. Sin embargo, la empresa presentó el default alegando estrés financiero y pidió la apertura del concurso de acreedores, recientemente aprobado. Dentro de las razones de la empresa, Vicentín habla de “diversos acontecimientos negativos”. Entre otras cosas, nombra el grave impacto que tuvieron las medidas cautelares de los acreedores que acudieron a la justicia para cobrar, la “crisis financiera de 2018”, el grave efecto de la sequía, el aumento desmedido del dólar y la política económica de su principal aliado: el gobierno de Cambiemos.
El año pasado Vicentín cerró el proceso de envasado y el de crushing en Reconquista y el saldo del cierre de esos dos procesos productivos fue el despido de noventa trabajadores. “Sin que nadie lo sepa salió a la luz un préstamo millonario que ahora no puede pagar, cuando nadie sabe qué pasó con todo ese dinero”. Para Spiller es claro que hicieron un negocio entre un privado y el Estado. Menciona la suma millonaria del préstamo, la planta modelo que Vicentín hizo en San Lorenzo y el posterior pedido del concurso preventivo. “La inversión que ha hecho no se condice con el concurso preventivo”. Sebastián remarca que la empresa tienen plantas en el exterior y que Vicentín también es Friar y Terminal Puerto Rosario. “Es imposible una cesación de pagos en una empresa así”.
El Petiso Fernández plantea que es tarea de la AFIP, de la Secretaría de Comercio Exterior, del Ministerio de Comercio Interior y de los bancos acreedores auditar y ver hasta dónde los delitos económicos pueden sustentar una expropiación. Fernández considera que debería hacerse una liquidación de todos los activos y bienes de la empresa a fin de saldar las cuentas con el Estado y los bancos públicos y privados. “Liquidar la empresa en subasta pública para ver si hay continuidad laboral. Como lo que nos interesa es el trabajo de la gente, ver si otros empresarios la compran en remate para darle continuidad. Es muy importante el rubro al que se dedican”. Se refiere a la responsabilidad social que deberían tener los empresarios siendo una de las empresas más grandes y a la responsabilidad que le cabe al Estado para encontrar soluciones. “Si se audita como dice la ley diez años para atrás vamos a ver que arrastran declaraciones juradas y de impuestos que no se condicen con la realidad. Se dedican al aceite en magnitudes enormes y al biodiesel que venden a las empresas petroleras y que han exportado a Estados Unidos y a países europeos”, explica Fernández.
En la zona de San Lorenzo son alrededor de mil trescientos trabajadores y en la zona de Reconquista y Avellaneda otros trescientos. Sebastián Spiller entiende que los trabajadores deben estar en estado de alerta porque durante el concurso preventivo la empresa podría echar trabajadores con la mitad de la indemnización. Incluso podría amenazar al Estado con los despidos por la carga política que eso implicaría. Como Vicentín no quiere pagar la deuda con el Banco Nación, su intención era entrar en el concurso preventivo. El abogado Spiller sospecha que la idea de Vicentín es que el Grupo Grencore compre la empresa para que sean ellos quienes negocien la deuda con el Banco Nación. Ubicando a Vicentín como el caballito de batalla de la oposición, aclara que no es una cuestión de dinero sino un tire y afloje con el Estado nacional. Como defensor de los trabajadores aceiteros, se refiere al hecho de que el Sindicato de Reconquista y la Federación Aceitera van a comparecer en el expediente del concurso preventivo como una forma de controlar y tener participación activa en un expediente sumamente importante.
Los méritos delictuales y el estrés financiero
El Petiso Fernández dice que el tema Vicentín es demasiado grave; que el grupo económico acumula toda suerte de delitos comerciales, económicos y financieros durante décadas; que merece ser sancionado por sus méritos delictuales; que la sanción debe ser ejemplar para el resto del empresariado; que de lo contrario seguirá la patria contratista donde todos hacen negocios a costilla del Estado; que el Estado somos todos; que Vicentín no merece que el gobierno le resuelva sus problemas; que no corresponde estatizarla porque eso implicaría pagar por ella; que tendría que ser expropiada sin ninguna clase de compensación; que en el remate el Estado cobraría su parte, los trabajadores y los bancos la suya y con lo que quede de plata otras empresas podrían comprarla y hacerla funcionar.
“Un empresario decía que el éxito no está en los millones que puedas tener sino en la capacidad de deuda que seas capaz de tomar”. Fernández cita la cita para explicar la estrategia de Vicentín. “Ellos jugaron a eso, ha sido una aventura de saltos permanentes, de asaltos permanentes”. Se pregunta cuántos planes de viviendas se podrían haber realizado con la plata del préstamo, a cuántas empresas que realmente lo necesitaban se las podría haber auxiliado. También se refiere al verdadero estrés financiero: cuando el trabajador no llega a fin de mes y tiene que caminar treinta cuadras para llegar a su casa porque no tiene para el colectivo.
El abogado Spiller explica que la expropiación está contemplada en la Constitución Nacional pero que para eso debe haber una decisión del Ejecutivo. Lo concreto es que está abierto el concurso de acreedores y que ese escenario suele ser la antesala de la quiebra. Sebastián no duda en que se deberían discutir los noventa años de Vicentín y cómo se han manejado a lo largo de toda su historia. Menciona el proyecto de ley de Alberto Fernández por el cual se pretende prohibir y sancionar el negacionismo de la dictadura. “Ese también sería un puntapié como fundamento para la expropiación de Vicentín por su participación en la dictadura militar en la cual entregó a varios de sus delegados”.