La experiencia chilena, el telón que se cae y lo que queda al descubierto: un pueblo que está en el top ten mundial de los países con mayor desigualdad. La derechización de los gobiernos de la región y un neoliberalismo que no cierra sin represión. Lo que se cae y lo que emerge en un país que despertó.
Foto de portada: Nicaragua Investiga
Los procesos que están protagonizando los pueblos latinoamericanos a nivel social y político exigen un abordaje que permita acercarnos un poco hacia la complejidad de estos procesos para evitar tomarlos como hechos aislados o desconectados entre sí. La trama que se ha venido tejiendo en América Latina en relación con las características de los gobiernos, haciendo foco particularmente en Brasil, Argentina, Ecuador y Chile, ayuda a visibilizar una matriz que se repite en términos de modelo económico neoliberal de ajuste, concentración de riqueza y transferencia de recursos desde los sectores más débiles hacia los poderes fácticos de estas sociedades.
Pablo Bilsky, escritor y periodista especializado en política internacional, plantea que es válida la comparación entre los modelos económicos de estos países por las medidas que vienen tomando sus gobiernos y por la relación que esas medidas tienen con el Fondo Monetario Internacional. Otro posible punto de unión entre Argentina, Chile y Ecuador, es el rechazo al neoliberalismo que viene manifestando la población. En el caso de Argentina fue por la vía electoral, y en Chile y Ecuador las manifestaciones se están dando en las calles, con movilizaciones muy masivas que vienen siendo reprimidas sistemáticamente. Pablo dice que a pesar del común rechazo al neoliberalismo, las formas de organizar y desarrollar las protestas son muy diferentes en Ecuador y en Chile. “Cada sociedad le dice basta al neoliberalismo a partir de su estructura social, que es muy diferente en cada país latinoamericano”.
Adriana Rossi es Doctora en Filosofía, analista internacional y especialista en geopolítica de los conflictos armados. Cuando caracteriza a la derechización latinoamericana, dice que es neoliberal, neoconservadora y neofascista. Hace mención al hecho de que los grandes poderes concentrados necesitan el componente autoritario para poder implementar las medidas que son iguales para todos los pueblos. Habla de un mismo modelo empobrecedor y de que esta situación de protestas sociales no se da solamente en América Latina. Menciona el ejemplo de Francia con la revuelta de los chalecos amarillos y también dice que está pasando en el Líbano. “Estos gobiernos se encuentran con reacciones muy fuertes por parte de la población que evidentemente no aguanta más. Está creando situaciones de sobre miseria prácticamente absoluta, con descensos de la clase media hacia abajo y desigualdades que son cada vez más visibles”.
Pablo establece una relación entre este giro a la derecha con la estrategia geopolítica de Estados Unidos que implicó un regreso a América Latina después del gobierno de Obama. Recuerda que Trump y el Secretario de Estado fueron explícitos cuando hablaron de la Doctrina Monroe que en 1824 anunciaba ´América para los americanos´, intentando apropiarse incluso del gentilicio que le pertenece a todo un continente. “Vuelven a sacar ese eslogan y vuelven a hacer explícita la prepotencia del imperio y eso de que América Latina es el patio trasero del imperio”. Adriana también pone el foco en el papel que desarrolla Estados Unidos cuando se retira de otros escenarios como medio oriente. Hace hincapié no sólo en las políticas que implementa sino en la presencia militar que tiene en la región, como la base militar estadounidense en Chile y la que tiene en las Islas Galápagos en Ecuador.
Pablo Bilsky explica que la presión imperial se conjuga con factores sociales y políticos de cada país y que ese entramado produce cambios de gobiernos y de modelos. Enumera los casos de Brasil, donde se dio el golpe a Dilma Roussef y el encarcelamiento de Lula que hicieron posible que un ultraderechista y un liberal en economía como Jair Bolsonaro ejerza la presidencia de un país fundamental para la región; la experiencia argentina en donde hace cuatro años la derecha llegó por los votos; y el caso ecuatoriano en el cual un vicepresidente que surgió del mismo signo político que Correa se dio vuelta y traicionó a su mentor político. En todos los casos, a pesar de las particularidades, identifica dos pilares: la justicia inventando causas falsas y los medios hegemónicos haciendo el trabajo de difundir mentiras, odio y racismo.
“El neoliberalismo, por definición, es un ataque a lo público como concepto, como visión del mundo”. Pablo define a la subjetividad neoliberal como una mezcla entre insensibilidad social, resentimiento, obediencia a los poderes fácticos, una suerte de esclavitud consentida y un odio a lo público instalado a través de los medios. Entiende que de ahí viene también el ataque a la política por parte de la derecha que se presenta como antipolítica. “Un funcionario de Macri dijo que ellos vinieron por el alma de la gente. Eso es lo que dijeron los fundadores Margaret Thatcher, Ronald Reagan y Milton Friedman”.
Los CEOs al poder y el pueblo a la calle
Chile, como primera experiencia de laboratorio neoliberal en la región, supuestamente era el ejemplo de que el neoliberalismo podía funcionar. Pablo sostiene que ese argumento de la excepcionalidad chilena acaba de volar en pedazos. “El estallido en Chile tiene un valor superlativo porque se cae un mito. Se derrumba una gran falacia, una de las tantas mentiras que viene utilizando la derecha para justificar la injusticia social, el terrorismo de Estado, el odio al pueblo”. Al neoliberalismo siempre le sobra gente. En Chile, que está entre los diez países más inequitativos del mundo, la mayoría sobra. Pero esa mayoría dejó de ser silenciosa. Empezó a alzar la voz, a salir a la calle, a movilizarse. A decir que así no, que ya no, que hasta cuándo. La respuesta no tardó en llegar. “Si no estás contento y salís a la calle, en lugar de matarte de hambre te matan de un balazo”, resume Pablo.
Con el caso de Chile se comprueba nuevamente que el neoliberalismo no cierra sin represión. Para Pablo esa frase no es un eslogan sino una descripción ajustada a la realidad y a la historia, que incluso se repite en decenas de países. “Sueldos y jubilaciones de hambre, servicios muy caros, salud y educación pública desastrosa”, describe Pablo, mientras grafica la situación como un telón que se cae y que desnuda las consecuencias de treinta años de neoliberalismo. Para entender la rabia que estalla a partir del aumento de las tarifas, Pablo viaja en el tiempo hasta antes de que ganara Salvador Allende cuando Nixon dijo que no iba a permitir que Chile contagiara el comunismo en la región. “Ese golpe fue modélico y el modelo económico del pinochetismo nunca se deconstruyó con los otros gobiernos. Este estallido es contra todo eso. Es el hartazgo de todos esos años de injusticia”.
Adriana explica que lo que pasó en Chile es una reacción popular que expresa la rabia contra un cierto tipo de vida en la cual no hay posibilidad de proyectar nada. Esa reacción, que empezó de manera espontánea y que ya lleva largas semanas de movilizaciones ininterrumpidas, tuvieron en el aumento de los pasajes del metro la chispa que encendió un fuego acumulado contra el sistema de pensiones, contra la educación que es una de las más caras del mundo, contra la salud pública que es totalmente deficitaria, contra una flexibilización laboral con salarios de miseria. “Lo mismo pasó en Ecuador, donde detrás del aumento del combustible está la flexibilización laboral y todo lo que se está dando en América Latina”.
Valentina Astudillo es activista feminista, psicóloga y educadora popular. Integra la Coordinadora Feminista de Chile. De esta manera resume lo que está pasando en su país:
“En Santiago se levantó la demanda a propósito del alza del pasaje del metro. Sin embargo eso removió un montón de heridas que tenemos como chilenos y chilenas y que tienen que ver con la precarización de nuestra vida. Estamos recuperando la dignidad y nuestros recursos. Estamos movilizándonos, organizándonos y generando diferentes espacios de encuentro. Y dando cara a la represión que acá en Chile siempre ha sido bien fuerte. Ahora está más fuerte que nunca, estamos enfrentando con ollas y cacerolas a militares armados. Nos ha tocado ver de frente el fuego pero creo que Chile perdió el miedo. Estamos dándole cara a toda esta violencia, a las armas, porque estamos cansados. Estamos todo el día en jornadas de protesta. Nos atacaron con carros lanza agua, bombas lacrimógenas, nos están disparando a quemarropa, hay un montón de gente herida, muchas personas fallecidas. Pero también creo que nada de eso nos ha hecho bajar los brazos, estamos súper hartos de las sistemáticas políticas neoliberales que se han instalado en nuestro país, de cómo nos han robado todos nuestros recursos, de cómo los empresarios han tomado todos los servicios y bienes públicos y los han privatizado. Es el momento de decir basta. También es fruto de un trabajo que hemos venido haciendo desde el movimiento estudiantil, desde lo que tiene que ver con la salud, las pensiones, la educación. Hace rato veníamos reclamando estas cosas aisladas y ahora está siendo un solo grito. Estamos todos y todas en la misma. Con alta fuerza y con alto dolor porque la violencia a la que nos enfrentamos es potente: helicópteros todo el día sobre nuestras casas, los militares ocupando nuestras calles, amigas y amigos heridos. Necesitamos más que nunca la unidad latinoamericana. Aquí estamos resistiendo y estamos más conscientes y más fuertes que nunca”.
Adriana Rossi cuenta que cuando Barack Obama asumió la presidencia por primera vez, una agencia de inteligencia en Estados Unidos convocó a una serie de expertos durante cuatro años para poder visualizar la situación en que se encontraba el mundo y cuáles eran las tendencias. En un informe presentaron las posibilidades de por dónde podía ir el mundo. Una era la vuelta a un nacionalismo que abandonara la globalización, al estilo Trump. Otra de las tendencias era una reducción del Estado al mínimo, donde los países no serían gobernados por políticos sino por empresarios representantes de las trasnacionales. Adriana cree que lo de los CEOs al poder es un experimento. La similitud entre Argentina y Chile no es pura casualidad. En ambos casos se dio la situación en la cual las personas más ricas terminaron siendo presidentes y el país terminó atendido por sus propios dueños.
Pablo dice que prefiere evitar los análisis simplificados que cuestionan por qué lo que está sucediendo en Chile no se dio en Argentina. Explica que los análisis de las sociedades son muy complejos, que no hay dos sociedades iguales, que la aplicación de un mismo modelo en uno y otro país produce distintos efectos, que los tiempos de la resistencia a un modelo neoliberal son propios de cada sociedad, y que en cada país es distinta la correlación de fuerzas y las dinámicas políticas.
El enemigo poderoso
´Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie y que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite, incluso cuando significa la pérdida de vidas humanas, con el único propósito de producir el mayor daño posible´. Éstas fueron las palabras del presidente Sebastián Piñera en su aparición pública luego de las primeras manifestaciones espontáneas. Aunque Piñera no haya aclarado a qué se refería con ese ´enemigo poderoso´, para Pablo Bilsky no hay duda sobre quién es el enemigo del neoliberalismo: el pueblo.
Cuando las protestas ya llevaban varios días, al igual que el toque de queda y el teatro antidisturbio, Cecilia Morel, esposa del presidente Sebastián Piñera, se refirió en un audio que luego sería viralizado a la ´invasión alienígena´ que estaba sufriendo el país. También hacía mención a que deberían empezar a disminuir sus privilegios y compartir con los demás. Pablo explica que en la academia esa concepción se llama otredad: aquellos excluidos que si se rebelan son matables. “Cada sociedad tiene elementos que son estigmatizados porque son matables, como pasó con Santiago Maldonado”. Pablo entiende que lo más grave del estado de excepción en Chile es que Piñera está compartiendo el gobierno con el Ejército. No sólo están militarizadas las calles sino toda la sociedad. Esta situación asemeja el cuadro de situación a una dictadura militar, porque a la represión y a los terribles actos de violencia contra el pueblo se suma el co-gobierno del Ejército.
En Chile los carabineros están a la vanguardia de la represión porque, explica Pablo, “son los mejores entrenados para la guerra callejera, la ´guerra social´ contra el pueblo”. Adriana destaca que las fuerzas de seguridad en toda América Latina están siendo entrenadas de forma militar. El ejército también reprime.
Las redes sociales parecieran ser una grieta que se filtra entre el blindaje mediático de aquellas empresas de comunicación monopólicas apegadas al poder fáctico. El sitio https://represionenchile.com/ se propone dejar registro de la represión. Se pueden ver videos de detenciones, abusos, maltratos, golpes, montajes de acciones violentas, atropellamientos y disparos de parte de Carabineros y del Ejército sobre la población. En otros videos se los registró a los agentes de las fuerzas policiales robando productos en saqueos, destruyendo cámaras de vigilancia y encendiendo barricadas. El otro sitio web conformado por un grupo de periodistas es el Archivo de Memoria Audiovisual, que reúne historias de la violencia represiva. Incluye textos de las víctimas en primera persona, videos, y la geolocalización del hecho.
En veinte días hay más de veinte muertos en manos de las fuerzas represivas chilenas. Según el Instituto Nacional de Derechos Humanos, se realizaron 2.300 denuncias por violaciones a los derechos humanos y 181 acciones judiciales, de las cuales 5 corresponden a querellas por homicidio, 19 por violencia sexual y 133 por otras torturas. El total de detenidos ya alcanza las 4.364 personas.
Para Pablo Bilsky se trata del pinochetismo residual. La dictadura terminó y Pinochet murió, pero el modelo represivo y la impunidad de las fuerzas de seguridad continúan. Dice que ni siquiera los gobiernos progresistas lograron quitar la autonomización de las fuerzas de seguridad. “Ahora se hace visible no solamente la desigualdad sino las actitudes dictatoriales genocidas que hicieron posible ese modelo económico”. Adriana dice que en Chile se mantuvo muy fuerte la mentalidad que viene de la época de la dictadura y que por eso se perpetúa la violación de todos los derechos de los ciudadanos y ciudadanas. “Hay un sector que pide la renuncia de Piñera a través de los mecanismos constitucionales y otros piensan que pedir la renuncia agravaría una confrontación al interior de la sociedad por el sector pinochetista que todavía es muy fuerte”, dice Adriana.
Cinco días después de que hubieran empezado las movilizaciones, Piñera anunció una serie de medidas sociales en el marco de un pedido de disculpas por desconocer la verdadera realidad chilena. Para Pablo, a pesar de que esas medidas puedan ser ´migajas´, el hecho de que las haya anunciado ya es una victoria del pueblo, aunque esa victoria sea simbólica y no resultadista. Sin embargo, unas semanas después del fallido intento por calmar las aguas con el anuncio de esas medidas, que con el diario del lunes no conformaron para nada los reclamos de las protestas, Piñera endureció el discurso represivo que criminaliza las manifestaciones. De esta manera, anunció una batería de medidas que respaldan la tarea de las fuerzas de seguridad. Entre otras, la Ley Antisaqueos, el proyecto Antiencapuchados, la duplicación de la vigilancia aérea y la creación de un estatuto de protección a Carabineros.
Adriana coincide con el hecho de que todas las revoluciones son con el pueblo en la calle, porque es la movilización la que pone a los gobiernos entre la espada y la pared. Pablo Bilsky cree que es imposible saber cómo termina y que hasta sería irresponsable asegurar algo al respecto. Prefiere ir por el lado del análisis, reponiendo el contexto y la historia.