El juicio oral por las causas Feced III y IV está entrando en la recta final. Quedan muy pocos testimonios para abrir paso a los alegatos y finalmente la sentencia. El proceso comenzó en abril del año pasado y se estima que finalice en los próximos meses. Recorremos los avances y logros por parte de las víctimas a través de uno de los casos más trágicos y dolorosos: el de la familia Bettanin, acechada de forma fatal por el terrorismo de Estado.
1.
A Elba le decían Juani y a su nuera María Inés le dicen Nené. De toda la familia, Nené es hoy la única sobreviviente del terrorismo de Estado. Eran militantes de Montoneros. También sus hijas sobrevivieron al embate. Aunque eran muy pequeñas, las dos mayores fueron secuestras junto con ella y entregadas a la policía de menores, y otra nació mientras estaba detenida clandestinamente.
Era el 2 de enero de 1977. Era un domingo de siesta en la casa de Elba Juana Ferraro de Bettanin en Barrio Gráfico, Fisherton. Ese año que recién comenzaba iba a ser siniestro. Eran las cinco y media de la tarde. Todo quedaría patas para arriba de ahí en más.
En el domicilio se encontraban Cristina Bettanin, hija de Elba y cuñada de María Inés Luchetti de Bettanin; su esposo Jaime Colmenares, de nacionalidad venezolana; Leonardo Bettanin, hijo de Elba y esposo de María Inés, junto a las hijas de ambos Mariana de 3 años y Carolina de un año y medio; Roque Maggio cuyo nombre de guerra era Julio y su hija Paula Maggio de 3 años de edad; y Clotilde Tossi con su hijita Bárbara de 10 meses.
Mariana y Jaime jugaban en el jardín. El resto dormía. Elba pudo percibir que unas 20 personas estaban rodeando la casa y con un grito alertó a todos. Con altavoces les ordenaron salir. A los pocos minutos de la llegada de la Patota de Feced los muertos eran cuatro: Leonardo, Roque, Clotilde y Cristina.
A Jaime lo golpearon para secuestrarlo y trasladarlo al Servicio de Informaciones (SI) de la Jefatura de Policía. María Inés, Elba y las cuatro nenas intentaron salir por la parte de atrás del patio.
—No tiren, salimos con criaturas— gritó María Inés. Igual se escucharon disparos. Las nenas lloraban. Desde adentro de un galpón trasero les pidió a los policías que las saquen de allí para seguridad de las niñas. Entonces fueron obligadas a trepar por una pared al techo de la casa vecina. Desde allí Elba vio cuando Leonardo salió al jardín, los policías dispararon y lo fusilaron.
A los pocos minutos Cristina logró sumarse a ellas arriba del techo.
—¿Lo viste a Jaime?— le preguntó a María Inés.
—No— le respondió.
—Tapame, que no me vea mamá— le pidió Cristina mientras se acurruca en sus brazos y se tomó una pastilla de cianuro.
2.
El juicio oral por la causa Feced III, a la que se unificó Feced IV, está a punto de entrar en la etapa final del periodo probatorio. Sólo falta que declaren ante el tribunal unos diez testigos de los 300 que fueron parte de este proceso.
Se espera que tras la feria judicial comience la formulación de alegatos de las partes. Primero las querellas, después la Fiscalía y por último, las defensas. Así lo confirmó Gabriela Durruty, miembro del equipo jurídico de APDH y abogada querellante.
3.
Elba, Nené y las niñas fueron trasladadas a la Comisaría 17º de Wilde y Córdoba. Allí vieron en el suelo del hall el cuerpo sin vida de Cristina.
Eran las diez de la noche cuando irrumpió en el lugar Agustín Feced. Él mismo las interrogó. Como las respuestas que recibía no eran las que esperaba, les gritó:
—No contesten ahora porque van a contestar en la picana.
Las subieron a todas a un patrullero y fueron hasta donde funcionaba la Policía de Menores, Cafferata al 700. Ahí las obligaron a dejar a las cuatro nenas sin siquiera despedirse. Eran muy chiquitas pero igual les armaron un prontuario. Hace un par de años la Secretaría de Derechos Humanos de Santa Fe entregó varios legajos de aquellos tiempos y entre ellos estaban marcadas las patitas de Mariana, Carolina, Paula y Bárbara.
Desde allí, a María Inés y Elba las separaron. Les vendaron los ojos y las llevaron en distintos patrulleros hasta el SI. Nené fue todo el camino con un arma apuntándole en la cabeza.
Al llegar al SI escucharon una fuerte discusión entre quienes las traían y otros miembros de la Patota de Feced porque no había lugar para alojarlas:
—Ellos ordenan y al final tenemos que matarlos nosotros— gritó uno.
María Inés recordó que, al subir una pequeña escalera y pasar por un pasillo, sentía bajo sus pies a otras personas. El lugar estaba realmente colapsado.
4.
De las 155 víctimas que se encuentran en esta etapa de la Causa Feced, 80 son casos nuevos, es decir que no fueron juzgados anteriormente. “Uno de ellos es el de Laura Ferrer que por primera vez llega a juicio. Otros se reiteran como el de Marta Bertolino y Oscar Manzur, o el de Nené, que son familias enteras que han sufrido directamente la represión”, explicó Durruty.
5.
—Padre, acá además de gente torturada llega gente violada y no importa la edad. Mi suegra de 54 años fue violada y también chicas de 16 años.
—Un momento, la tortura es aceptable porque estamos en guerra y es una forma de obtener información, pero las violaciones habíamos acordado que no porque están en contra de la moral. ¿Usted me autoriza a decírselo al Arzobispo?
—Se lo exijo.
Este fue el diálogo entre María Inés y Eugenio Zitelli, capellán de la Policía de Rosario en ese momento y miembro activo de la Patota de Feced. María Inés, como muchas otras detenidas en el SI, había pedido un confesor para poder canalizar a través de la fe y la religión el duro momento que estaba viviendo.
6.
Durante las audiencias de este año y del año pasado se lograron varios de los objetivos de la querella: “Logramos desde el principio que se juzguen los sietes casos de Los Surgentes como un solo hecho después de cuatro décadas y que se condenen las violaciones como delitos de abuso sexual independientes considerados de Lesa Humanidad y no como modalidad de tormento”, afirmó la abogada de APDH.
Por otro lado intentarán que en sus fundamentos se desarrolle alguna prueba sobre un punto fundamental del caso Vigil, que también es la primera vez que llega a juicio: acá los delitos económicos cometidos por la intervención durante la dictadura fueron el móvil principal para cometer los delitos contra la vida de los miembros de aquella comisión directiva. “Si bien esos delitos económicos no pueden ser juzgados en esta parte, sí al menos esperamos se contengan y se integren en los fundamentos de la condena cosa que nos permitirían hacer avanzar mucho más la causa de delitos económicos donde todavía no hay imputados”, agregó Durruty.
7.
Elba estaba en el patio interno del SI reponiéndose de una sesión de tortura cuando vio a un joven desfigurado por los golpes. Le preguntó su nombre y él respondió que era Alberto Tion. Había pasado por las manos de Lofiego quien lo torturó durante doce horas.
Tion pedía agua constantemente y el que lo asistía era el Cady Chomicki. Le decía que no podía tomar agua porque estaba recién torturado y que se podía morir. Tanto insistió que Chomicki fue a consultar con unos policías y volvió con un sifón de soda. A pesar de saber el efecto que esto podría producir, le sirvió tres o cuatro vasos. Elba vio como el hombre comenzó a ahogarse, suspiró fuerte y murió. La mujer de Alberto, Alicia Tierra, embarazada de cinco meses, estaba a pocos metros sentada en la escalera.
8.
Este juicio comenzó el jueves 5 de abril del año pasado después de que su inicio fuera postergado tres veces. Iba a ser el primer proceso judicial en juzgar a un miembro de la iglesia católica por delitos de Lesa Humanidad: Eugenio Zitelli. Gracias a las demoras de la justicia, el ex capellán de la policía santafesina murió unos días antes sin haber sido juzgado por privación ilegítima de la libertad, delito cometido durante su labor en el SI. Una vez más, el papel de la iglesia durante la última dictadura cívico-militar quedó tras un manto de impunidad.
9.
Después de que era torturada y violada, el Ciego Lofiego era quien le controlaba las pulsaciones a Juani mientras todavía estaba en la sala de torturas. Él era el jefe de los torturadores. Al que la violaba le decían “Carlitos”, su nombre real era Oscar Gómez.
—Sacate la venda, estos hijos de puta la van a pagar una por una— le dijo Elba a Francisco José Reydó, cuando estaban juntos en la escalera que va a la favela del SI. En ese lugar le contó lo que pasaba cada vez que se la llevaban.
El sufrimiento de Elba iba más allá de lo físico: mientras estaba secuestrada escuchó que a su yerno, Jaime Colmenares, lo iban a llevar a la favela. Unos minutos después un policía les dijo que lo habían rociado con alcohol en lugar de agua y que “al pasarle la máquina lo quemaron vivo”. Nunca más supo nada de Jaime.
La primera declaración y denuncia de Juani fue ante la Justicia el 13 de enero de 1984. Allí, manifestó que entre las personas que la tuvieron cautiva en el SI había una con el apodo de “Darío” y otra con el de “Managua”. Además, amplió su denuncia ante un juzgado de instrucción en el año 1984, y sostuvo que entre las personas que salían “a hacer operativos” había una cuyo seudónimo era “El Picha” y que llevaba un anillo con una cruz esvástica. Se trataba de Eduardo Dougour, según las conclusiones de las declaraciones de Elba y también de las Lofiego.
10.
Los acusados de Feced III son todos ex agentes de policía: Carlos Ulpiano Altamirano, Eduardo Dougour, Julio Fermoselle, Ramón Telmo Alcides Ibarra, José Rubén Lofiego, Mario Alfredo Marcote, Lucio César Nast, Ovidio Marcelo Olazagoitía, José Carlos Antonio Scortechini, Ernesto Vallejo, Ramón Rito Vergara, Héctor Gianola y Daniel González.
Todos actuaron en el centro clandestino de detención que funcionó en el SI de Dorrego y San Lorenzo, el más grande de toda la provincia de Santa Fe. En esta etapa es la primera vez que llegan a juicio oral dos casos de delitos sexuales declarados de lesa humanidad.
Por el secuestro de María Inés fue procesado Gianolla y figuran como coautores de la privación ilegítima de la libertad sufrida por Elba Fermoselle, Vallejo, Dougour y Héctor Oscar Gianola. Gómez nunca llegó a ser juzgado por violación ya que falleció.
11.
María Inés estaba embarazada de nueve meses al momento del secuestro. Cuando llegó al SI la interrogaron a golpes y amenazas. La subieron a la camilla de torturas. Allí comenzaron las contracciones. Después de ser revisada por el doctor Gentile, éste recomendó no tocarla. La llevaron a la escalera que comunicaba al sótano con la favela. Ahí estuvo hasta el 13 de enero cuando la bajaron al sótano. A los dos días volvieron las contracciones. Tenía que ser trasladada para dar a luz.
Fueron Lofiego y “Managua” quienes la llevaron en un Renault 4 color amarillo a la Asistencia Pública, lo que hoy es la Maternidad Martin, para la atención del parto. En sus testimonios relató como la esposaron a una cama, sin elementos de higiene ni ropa. Las puertas estaban abiertas y los policías le apuntaban con sus armas. Así parió.
El 17 de enero la llevaron junto a su hija a la Alcaidía de Jefatura donde estuvo hasta el 11 de octubre de 1977. Unas semanas después la llevaron a la oficina de Feced, quien tras una irónico pedido de disculpas por “el trato recibido” le comunicó las muertes de su marido Leonardo, su cuñada Cristina, de Clotilde Tozzi y Roque Maggio.
El marido y la hermana de Nené fueron enterrados como NN en el Cementerio de La Piedad por las fuerzas policiales. Los depositaron en un sector donde las tumbas sólo tenían números a pesar de que en los registros de inhumación del cementerio constaban sus nombres. Sus tumbas se hallaban en el solar 75 bajo los números 244 y 245 según pudo verificar Nené, años después de ser liberada. El Estado genocida había dedicado toda su perversidad a esta familia. Tres décadas más tarde descubrió que el cuerpo enterrado en esa tumba no era el de Leonardo, su esposo.
A Elba la trasladan a la Alcaidía de Rosario el 24 de enero, el 20 de octubre la llevan a Devoto y es liberada el 24 de diciembre de ese mismo año. A Nené la llevan a la Alcaidía el 18 de enero y la liberan, junto a su beba, el 11 de octubre.
12.
Nené declaró siete veces entre 1984 y 2019, incluido el juicio oral por Feced III, que fue su última declaración. Ella fue parte del primer grupo que declaró en enero del 84, apenas entrada la democracia. En Rosario se sumó como querellante en 2010, con la primera etapa de Feced. Juani también declaró allá por el 84. Falleció en mayo de 2002, antes de la reapertura de los juicios por delitos de Lesa Humanidad.