Un día después de que se conmemorara un nuevo aniversario del golpe cívico militar, dos jóvenes gays fueron perseguidos, detenidos y torturados en una comisaría de Santo Tomé. En una audiencia imputativa, la justicia resolvió dejar en libertad y bajo fianza a los seis efectivos imputados. El abogado que integra el Colectivo Marcha del Orgullo de Santa Fe sostiene que esto no es un caso aislado. “A los pibes los detuvieron porque la institución policial está habilitada para hacerlo. Los torturaron porque son gays, como también se hizo en la dictadura, que fue militar, cívica, eclesiástica y heteropatriarcal”
Fotos: Agustina Verano
El 25 de marzo, un día después de que en Santa Fe se marche por Memoria, Verdad y Justicia a 43 años del último golpe militar, la policía sigue, detiene y tortura a una joven pareja gay en la comisaría N°12 de la ciudad de Santo Tomé. Horas antes, el Colectivo de la Marcha del Orgullo de Santa Fe camina las calles de la ciudad capital con el grito de 30.400 detenidxs desaparecidxs, bajo una bandera que dice “Para que reine en el pueblo el amor y la igualdad. Libertad a lxs presxs políticos. FLH”, replicando lo que el 25 de mayo de 1973 hizo el Frente de Liberación Homosexual y afirmando que tanto “en democracia y en dictadura “existimos y resistimos”.
Tras la denuncia pública, se lleva a cabo la audiencia imputativa en la que la justicia resuelve dejar en libertad a los seis policías imputados por la agresión a los jóvenes, y el abogado defensor de los acusados, Claudio Torres Del Sel los acusa de “falso testimonio”. En los medios, declara: “actúan como una corporación con el Colectivo que pertenecen, su condición de gay parece que los hace más fuerte en la sociedad. Con más derechos que cualquier ciudadano”.
Ni el hecho de hostigamiento, tortura, detención y amenazas, junto a las acusaciones de un abogado defensor de genocidas, como tampoco la bandera elegida por la Marcha del Orgullo son casuales: a quienes detuvieron fueron a dos jóvenes gays, los torturaron por su orientación sexual y lo que reclama el colectivo LGTBI tiene que ver con la memoria presente de un futuro que no queremos que se transforme en pasado.
Entonces, ¿Cómo seguir, mientras el brazo represivo del Estado ataca a quienes decidimos identificarnos como disidentes a las normas heteronormativas, por lo tanto, represivas? Como se pregunta Malena Nijensohn: ¿Cuál es nuestra arma, y cómo la empuñamos?
“Cuando supieron nuestra condición sexual, fue motivo para la burla y para seguir golpeándonos. No había justificación para ensañarse así. Nos pegaron con los puños, patadas, nos tiraban contra un banco. Nos siguieron golpeando en la comisaría. Hubo abuso de poder y ningún motivo para que sucede todo esto”, contó uno de los jóvenes al medio digital Periódicas de la ciudad de Santa Fe.
Diego Gionblanco es abogado e integrante del colectivo Marcha del Orgullo de Santa Fe,. Consultado por enREDando señala: “el hecho se visibiliza primero en las redes sociales, a partir de la viralización de dos videos donde se ve a los dos jóvenes torturados y lesionados, y se observa a uno de ellos que no puede caminar, saliendo de la comisaría N° 12 de la ciudad de Santo Tomé. Quien denuncia es la hermana de uno de los dos pibes torturados diciendo que los había perseguido la policía, que los golpearon, torturaron, y que aumenta el nivel de tortura cuando los policías se dieron cuenta que los jóvenes eran pareja”. También destacará que lo que pasó no es el único caso en donde el Estado resuelve cuidar a quienes nos oprimen.
Con respecto a la resolución judicial, explica: “a los 3 días se hace la audiencia imputativa en el Tribunal en donde el fiscal ni siquiera solicitó la prisión preventiva, sino que cree que con una fianza y unas restricciones de acercamiento, estaba garantizada la seguridad de los chicos. Fue decepcionante, porque se esperaba que mínimamente, como se solicita la prisión preventiva para cualquier tipo de delito contra la propiedad por ejemplo, en este caso que hay dos chicos torturados y golpeados por el mismo Estado, se resolviera la seguridad de los pibes, y ni eso. Desde el colectivo LGTBI hablamos de un crimen de odio, porque la denuncia de los chicos hace hincapié en los insultos que recibieron por ser gay. Antes que comience la audiencia, los chicos fueron escuchados por el juez, y la imagen era fuerte, porque estaban los dos juntos y en ningún momento se soltaron la mano, mientras repetían varias veces que tenían miedo porque estaban recibiendo amenazas y que necesitaban que de alguna forma les garanticen la seguridad. Después de esa audiencia fue todo bastante triste, muy injusto y decepcionante el resultado, porque la fiscal no solicitó la preventiva, fue bastante criticable, mientras afuera de tribunales se escuchaban los gritos de todas las organizaciones y colectivo LGTBI que se estaban manifestando en contra de lo resuelto en la audiencia”.
Desde el colectivo LGTBI hablamos de un crimen de odio, porque la denuncia de los chicos hace hincapié en los insultos que recibieron por ser gay. Antes que comience la audiencia, los chicos fueron escuchados por el juez, y la imagen era fuerte, porque estaban los dos juntos y en ningún momento se soltaron la mano, mientras repetían varias veces que tenían miedo porque estaban recibiendo amenazas
En varios momentos de la charla, el abogado repetirá en su discurso: “Queremos dejar algo en claro: esto no es un caso aislado y por eso queremos seguir repitiendo que a los pibes los detuvieron porque la institución policial está habilitada para hacerlo. Los torturaron porque son gays, como también se hizo en la dictadura, que fue militar, cívica, eclesiástica y heteropatriarcal».
“Al calabozo y al clóset no volvemos nunca más”
“Porque también vemos que a 43 años del golpe militar seguimos premiando y legitimando a quienes abusan de su poder torturando, discriminando y violando todo tipo de derecho humano, dos personas que padecieron vejaciones de todo tipo contra todo un aparato judicial que sigue amparando a las fuerzas de seguridad(…) Repudiamos lo sucedido en la audiencia del viernes 29/3 y seguiremos luchando y acompañando a las víctimas hasta lograr justicia. No más Odio. El odio mata”
Así se manifestó el colectivo de La Marcha del Orgullo de Santa Fe luego de la audiencia sin resultados positivos para las víctimas. El repudio visibiliza una memoria que está viva en la piel, y la búsqueda de un futuro sin marcas represivas en nuestros cuerpos. Un futuro de libertad.
“Ellos deciden que quieren hacer una manifestación en Tribunales, y desde la Marcha quisimos acompañarlos, que fue lo que se hizo el 3 de abril, ahí nos sentimos otra vez envueltos en tristeza y ellos contando lo que sufrieron, volviendo a poner en palabras un proceso de tortura sin una respuesta del Estado, y pidiendo ellos por favor seguridad, contando el miedo, las amenazas, el no poder dormir por el trauma, los intentos de suicidio. Ese acto creemos que sirvió para que ellos puedan posicionarse al respecto y dejarse acompañar por el colectivo LGTBI, y para visibilizar el caso, porque no es aislado, esto ocurre todos los días, y se invisibiliza, y cada vez más en este contexto neoliberal y represor hacia quienes decidimos identificarnos desde la disidencia” expresó Diego Gionblanco.
El repudio también apuntó a Maximiliano Pullaro, Ministro de Seguridad de la Provincia, como responsable estatal de los hechos, y al abogado defensor de los 6 policías imputados: Claudio Torres del Sel, quien tiene un largo historial defendiendo a represores y quien además hizo declaraciones en contra del colectivo LGTBI. Así lo deja claro el colectivo de la Marcha del Orgullo: “reconocido abogado de Santa Fe, defensor de genocidas como Perizotti (el comisario a cargo de un centro clandestino de detención, integrante de “la patota”, operó en la guardia de infantería reforzada y fue coordinador del área 12. Condenado por crímenes de lesa humanidad el día 28/04/2016 imputados en el juicio de la “megacausa” iniciado en 2015), de abusadores sexuales, trata de personas y policías en causas de narcotráfico y robo”.
Transformar y no conservar
“Amor, no te muevas, dejá que me peguen a mí”. Esa frase fue la que Nahuel le dijo a Alexis mientras los torturaban.
Tortura: un lenguaje conocido en los cuerpos de quienes se rebelan al poder opresor.
«A él le pasaron la mano por la cola y le decían: “¿Te gusta, putito?”; a mí me agarraron de los genitales y me los retorcieron. Del dolor me tiré en el piso y me dieron una patada en el estómago que me dejó inmóvil. Les imploré que dejaran de golpearlo, que podría convulsionar en cualquier momento e incluso les mostramos el carnet de discapacidad. ¿Qué hicieron? Uno de los policías se lo tiró por la cara”, dijeron los chicos a la Garganta Poderosa.
Es importante pensar-nos en un contexto donde las reivindicaciones de quienes plantaron semilla se resignifican: son la bandera que necesita volver a visibilizarse, a decirnos con fuerza que lo que tiene que reinar es el amor en el pueblo: un amor libre. Un contexto donde se recrudecen las políticas represivas hacia quienes deciden tensionar el “deber ser” y eligen cómo ser, creando nuevas formas de enunciar, de denunciar, siendo ruptura y continuidad, construyendo identidades sin olvidar de dónde venimos, siendo mutación constante, nombrando a los 400 compañerxs del colectivo LGTBI que también fueron víctimas de la dictadura cívico-militar.
Lo que le hicieron a Nahuel y a Alexis refleja esta dictadura que todavía sigue presente en los cuerpos. Pero también muestra ese otro futuro que estamos haciendo visible, en busca de una sociedad dónde agarrarse de las manos y no soltarse -como hacen Nahuel y Alexis frente a los Tribunales- sea el arma que empuñemos, sea la estrategia que tengamos como norte para construir otro mundo posible.