Cuando empezaron a buscar tuvieron que sacudir los libros de actas porque estaban llenos de polvo. Guardados en algún cajón o en algún armario, el color amarillento de las páginas arrojaba un dato indiscutible: había pasado mucho tiempo. La metodología fue un poco artesanal y el trabajo bastante a pulmón. Pero los resultados empezaron a aparecer junto con los nombres y las historias. Y los teléfonos empezaron a sonar. Había que confirmar que esos nombres pertenecieran efectivamente a esas personas. Once socios de Rosario Central fueron desaparecidos en la última dictadura. Una historia donde el fútbol y la memoria vomitan aquello que el terror quiso devorar.
[dropcap]H[/dropcap]ace más de un año desde la Sub-comisión de Derechos Humanos del Club Atlético Rosario Central empezaron a investigar las identidades de los socios del club desaparecidos entre 1976 y 1983. Como varios integrantes de la Sub-comisión forman parte de HIJOS, empezaron la búsqueda con los nombres propios y los más cercanos y luego la extendieron a los conocidos y a aquellos que suponían que por algún motivo podían formar parte de esa lista. De esa manera llegaron a once personas detrás de las cuales hay once historias por contar. Rodríguez Araya, Funes, Labrador, Labrador, Belmont, Gauseño, Gauseño, Vermeulen, Francesio, Tovo y Ponce. Un equipo completo de ausencias forzadas, de sueños truncos, de proyectos arrebatados.
“La idea es reivindicar la historia más personal de estos compañeros que al margen de tener su militancia que también reivindicamos porque consideramos que desaparecen por un proyecto político de país, también eran hinchas y socios. Buscamos llegar al hincha de fútbol que a veces cuesta”. Quien habla es María Eugenia Di Pato, una de las encargadas de ir buscando los nombres de los posibles desaparecidos en los libros de socios. Al igual que otros tres compañeros de la Sub-comisión, María Eugenia es militante de HIJOS. Dice que este trabajo de investigación era una deuda pendiente y que el objetivo tenía que ver con redimirse un poco con la historia que ha tenido el fútbol con la dictadura.
Hace cinco años el club abrió las puertas de la Secretaría de Actividades Sociales para proyectar un área de Derechos Humanos. Desde ese momento empezaron a pensar qué era lo posible. Además de los y las militantes de derechos humanos, se sumaron a trabajar personas que estaban en otras áreas como las peñas, los comedores y la sede fundacional. El primer año entraron a la cancha antes de un partido como una forma de empezar a hacerse visibles. También llevaron a la Madre de Plaza de Mayo, Norma Vermeulen, a la pensión del club para que los chicos empezaran a escuchar qué era lo que había pasado en la década del setenta. La idea era acercar a las generaciones. De a poco fueron sumando actividades y el año pasado se conformaron como Sub-comisión de Derechos Humanos, logrando quedar dentro de un área institucional del club.
Cuando empezaron a pensar en las actividades en el marco del 24 de marzo, quisieron hacer algo que trascendiera el hecho de ir a marchar como vienen haciendo hace varios años. En ese contexto surgió la idea de hacer una muestra de fotos en la sede fundacional de Central y ese era el escenario ideal para mostrar el trabajo que vienen haciendo en la investigación sobre los socios desaparecidos.
El sociólogo Julián Scher escribió un libro donde cuenta la historia de “Los desaparecidos de Racing”. Esa investigación marcó la cancha y prendió la chispa de lo que sería un fuego. El deseo de saber qué pasó en Central en el entretiempo eterno que duró mucho más que siete años. Buscando en la historia personal de los desaparecidos encontraron que muchos eran hinchas de Central pero para establecer un criterio de selección se enfocaron en aquellos que eran socios.
Algunos apellidos eran conocidos por haber estado en los juicios de memoria, verdad y justicia o por tener alguna militancia en derechos humanos: Garat, Labrador, Francesio, Vermeulen. Para contrastar la búsqueda apelaron al listado que tiene el Museo de la Memoria de los desaparecidos de Santa Fe con los libros de socios del club. Hasta ahora identificaron a diez varones y una mujer. De todas maneras la búsqueda está abierta y por eso invitan a acercar datos de personas desaparecidas que podrían haber sido socias. De las once personas que identificaron algunas fueron asesinadas y las familias lograron recuperar sus restos. Los demás continúan desaparecidos.
Para buscar a las mujeres fue más fácil porque sólo tenían una categoría de socias. Los varones que buscaron fueron aquellos de la categoría Cadetes que nacieron en los años cincuenta. Si bien las y los desaparecidos no eran todos de la misma edad, generalmente eran jóvenes estudiantes o trabajadores. “Solamente hay dos personas más grandes (los únicos profesionales) que son Rodríguez Araya, un abogado que fue asesinado en 1975 y que era hijo de un presidente de Central, y Jorge Luis Francesio, un compañero médico que había sido parte de la OCAL”, cuenta María Eugenia.
Como en los libros del club sólo figura el nombre y apellido con el número de socio y la fecha de alta, tuvieron que llamar a las familias para corroborar la identificación de las personas que iban encontrando. También aprovechaban para pedirles fotos familiares. Ahí fueron apareciendo anécdotas, historias y recuerdos. Para muchos fue sorprenderse. Varios no sabían que sus padres o tíos habían sido socios.
– Sabía que era hincha y que iba a la cancha, que había viajado para ver a Central, que era fanático. Pero no sabía que era socio.
Sebastián Francesio se enteró que su padre era socio de Central cuando lo llamó María Eugenia para contarle. Revisando los archivos en la sede del club ella encontró en el libro de actas el lugar donde figuraba el cambio de categoría de Jorge Luis Francesio, que con dos meses de vida ya era socio. Sebastián es amigo de Santiago Garat, se conocieron en la militancia en HIJOS y hoy van juntos a la cancha. Cuando salió el tema, Santiago le preguntó a Sebastián si sabía si su viejo era hincha. Le dijo que sí. Coordinaron una entrevista para hablar del tema. “Santiago con María Eugenia y otros compañeros estaban empezando a investigar sobre los desaparecidos de Central para rescatar historias de hinchas. La idea era escribir algunas historias que terminaran en un libro. Se está trabajando en eso. Está latiendo, veremos si en algún momento se publica”, dice Sebastián.
Jorge Luis Francesio nació en Rosario el 3 de junio de 1943. El más chico de cinco hermanos, se recibió de médico a fines de los sesenta. Fue Director de Guardias del Hospital de Niños. Cuando Ruggeri ganó las elecciones a la intendencia en 1973 pasó a ocupar la Dirección de atención médica en la Secretaría de Salud Pública. Era Oficial Montonero y cuando la organización pasó a la clandestinidad, Jorge renunció a su cargo de planta permanente en la municipalidad. En 1977 lo desaparecen con treinta y cuatro años.
Sebastián fue reconstruyendo su historia a través de diferentes relatos de amigos y compañeros de su padre. La foto que está en la muestra “Central y memoria”, que puede visitarse los martes y jueves de marzo de 19 a 21 horas en la sede fundacional del club, se la dio un compañero de trabajo de aquel entonces. En la foto Jorge tiene la camiseta que usó Ramón Bóveda en diciembre de 1970 en la Final del Nacional contra Boca. Cuando Sebastián entró al campo de juego con las banderas de HIJOS y de DDHH de Central, imaginó al padre alentando en la tribuna. “Es un poco buscarse entre la gente”, dice.
La mayoría de los socios desaparecidos de Central eran militantes de Montoneros o de la JP. Sobre once, cinco hijos e hijas hoy están participando en la Subcomisión de Derechos Humanos. Otro de los socios tempraneros fue Osvaldo Mario Vermeulen, que con un mes y medio de vida ya era socio de Rosario Central. Su madre, Norma, una de las incansables Madres de la Plaza 25 de Mayo de Rosario, ya estaba bastante enferma cuando en la investigación dieron con el nombre de su hijo. Sin embargo, María Eugenia cuenta que llegaron a mostrarle a Norma los registros de socios. “Ella nos comentaba que su hijo no era tan futbolero y que era muy patadura pero que le gustaba mirar a Central”.
Para definir al campeón del Nacional en 1973, los dos mejores clasificados en cada zona debían jugar un cuadrangular. Como los partidos se debían jugar en cancha neutral, en el primer cruce de ese reducido Central le ganó 3 a 1 a River en la cancha de Newells. El sábado 29 de diciembre, a Central le alcanzaba el empate contra San Lorenzo para gritar campeón. Los hermanos Antonio Víctor y Antonio Luis Tovo se encontraron en la tribuna del Monumental. Ninguno sabía que el otro iría a la cancha. Ese día festejaron juntos la coronación de su equipo cuando Central empató con San Lorenzo.
Seis años después los hermanos Antonio Víctor y Antonio Luis – que estaba en la clandestinidad- se volverían a encontrar en la popular del Gigante de Arroyito. Pero en 1980, cuando Central debía jugar de visitante contra su eterno rival, fue distinto. Ese día sí sabían previamente que irían juntos a la cancha. Era lo que habían arreglado. Por eso el padre y el hermano lo esperaban a Antonio Luis. Pero él nunca llegó. Y nunca vio el zapatazo de tiro libre que metió Jorge García en el ángulo del arco leproso. Y nunca más vio a su equipo salir a la cancha. Y nunca más nada. Y nunca más todo.
En la muestra “Central y memoria” están estas historias que vienen relevando desde la Sub-comisión de Derechos Humanos. Y seguramente sean muchas historias más las que irán apareciendo y formando las caras del poliedro. Estas historias las piensan agrupar en un libro.
María Eugenia Di Pato se sumó a militar activamente en HIJOS en 2011 luego del inicio de los juicios en Rosario. Su mamá, Olga Moyano, es ex presa política y estuvo detenida tres veces en Fábrica Militar y luego tres años en Devoto como presa legal. Recuperó la libertad en 1983, fue querellante y declaró tres veces en el juicio Guerrieri I y Guerrieri II. Cuando empezaron los juicios en 2009 María Eugenia tenía dieciséis años. Tuvo que esperar a ser mayor de edad para poder entrar a las audiencias. Hasta ese momento estuvo bancando desde afuera. “Siempre me sentí hermanada porque somos hijos de la misma historia”. Si bien a ella siempre le apasionó el fútbol, no viene de una familia muy futbolera. Esto tiene sentido. Olga Moyano fue detenida en junio de 1978. La tortura convivía con una sociedad que festejaba el primer campeonato mundial. El recuerdo de esos días es el relator gritando gol. Desde entonces a Olga le generó bastante rechazo el fútbol pero María Eugenia dice que de a poquito esa situación fue cambiando. “La fuimos ganando a la vieja y hoy nos ayuda bastante. Tratamos de concientizar y ver que el fútbol va más allá de los noventa minutos a la semana. Tiene que ver por ejemplo con el rol social que el club debe tener en los barrios con los pibes”.
Este nuevo 24 de marzo desde la Sub-comisión de Central convocan a marchar por memoria, verdad y justicia. Para Sebastián, con la situación que estamos viviendo con el gobierno actual, es un momento para hacer memoria y para luchar tratando de cambiar esta situación. “Las marchas son cada vez más numerosas. A pesar de todo el dolor que significa la fecha, es un momento de reencuentro con todos los compañeros en la calle. Tiene una carga muy fuerte ir con mis hijos, con los compañeros de HIJOS y las organizaciones sociales. Toda esa generación luchaba para que esto no pasara”.
El próximo martes colocarán dentro del club una placa con el nombre de los socios desaparecidos. “No sólo es importante recordar sino que sabemos que estamos viviendo en un momento en el que se está intentando dar marcha atrás”, dice María Eugenia, que nombra como ejemplos en esa línea la duda que pretende instalar el gobierno sobre los treinta mil, las domiciliarias a los genocidas que viene otorgando la justicia, los juicios que se demoran y los represores que se mueren sin condena. “Queremos recordar lo que pasó con el fútbol para que no se repita. Y demostrar que el hincha también tiene conciencia”. María Eugenia dice que dentro del negocio cuesta ver al futbolista comprometido pero que los hay; que muchas veces nos quieren hacer creer que el futbolista está al margen; que la hinchada de Central se ha manifestado en contra del dos por uno; que hay un compromiso con la realidad actual y también con la memoria.
Hace varios años vienen trabajando con la pensión de Central, haciendo charlas con los chicos para sembrar algunas semillas. Y como parte del trabajo de la Sub-comisión lograron que dentro de las camisetas del plantel de primera se incluyera el parche del pañuelo de las Madres. Central está haciendo memoria.
1 comentario
¡Orgullo canalla! Felicitaciones por esta iniciativa, cada día que pasa se hace más necesaria la memoria y el tributo a los mejores de mi generación.
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