A más de tres años de la muerte del bajista de Raras Bestias, electrocutado en el Café de la Flor, el fallo de un juez absolvió a un inspector municipal imputado por el hecho. Músicos y músicas de Rosario organizaron un festival para apoyar a la familia, pedir justicia y mejores condiciones para tocar.
Texto y fotos: Martín Stoianovich
En la madrugada del 12 de octubre de 2015 el Café de la Flor se convirtió en el escenario de una tragedia. Después de un par de temas de la banda local Raras Bestias, el guitarrista atinó a decir algunas palabras al público y cuando agarró el micrófono recibió una descarga eléctrica. En ese instante de susto, Adrián Rodríguez, compañero y bajista de la banda, 34 años, reaccionó empujando a su colega y fue así que él recibió una fuerte descarga que lo mató. Desde aquella noche, el mítico espacio cultural tiene sus puertas cerradas. Todavía está, en lo alto del edificio, el cartel que lo identifica con el nombre del bar que supo reunir a músicos locales, nacionales y extranjeros. También, desde la clausura del lugar, sobre su fachada hay esténcils con la cara de Adrián. Y un pedido que sigue vigente: justicia.
Es que se trató de una muerte evitable. Para eso, para evitar este tipo de tragedias, hay oficinas municipales e inspectores que autorizan o no, o exigen condiciones, a los lugares que pretenden ofrecer sus espacios para recitales u otros tipos de show que requieran instalaciones eléctricas seguras. Naturalmente una muerte con las características de lo ocurrido a Adrián Rodríguez conlleva responsabilidades. La investigación a cargo de la fiscal Valeria Piazza avanzó a los pocos días del hecho con la imputación por homicidio culposo del entonces dueño del Café de la Flor, Ariel Scharf. Y continuó mostrando avances cuando los meses siguientes se imputó por el delito de incumplimiento de deberes de funcionario público y falsedad ideológica de instrumento público a Pablo Ackerman, el inspector municipal de la Secretaría de Control y Convivencia que había estado al frente de la última inspección antes de la tragedia, y por homicidio culposo a Fernando Campodónico, electricista, a quién se acusó de haber desconectado un interruptor diferencial del lugar.
A fines de noviembre pasado el inspector Ackerman fue llevado a juicio. La fiscal lo acuso de no haber informado que el interruptor estaba desconectado, y pidió una condena de tres años. La defensa del acusado, en cambio, argumentó que Ackerman había inspeccionado el lugar siete meses antes de la tragedia, dando a entender que la desconexión que no evitó la descarga eléctrica fatal había ocurrido tiempo después. Finalmente, el juez Andrés Donnola consideró que no había pruebas suficientes para condenar al funcionario por los delitos que le habían imputado y falló a favor de la absolución. Los otros dos imputados esperan juicio para el 2019.
Colegas que ponen el pecho
Desde un primer momento los músicos de Raras Bestias se pusieron a los hombros, junto a la familia de Adrián Rodríguez, el pedido de justicia que no cesa. Hicieron movilizaciones y festivales cuando el dolor estaba a flor de piel y cuando se cumplieron aniversarios. Ahora, volvieron a la carga con un festival para repudiar el fallo que absolvió al inspector municipal y para darse fuerza en los pasos siguientes respecto de la causa.
El pasado lunes 3 de diciembre, sobre la puerta del Café de la Flor en calle Mendoza al 800, se levantó un escenario que quedó copado por músicos y músicas de la ciudad y un buen número de personas que fueron a hacer el aguante. El festival, organizado por Canción Urgente, Músicos Unidos de Rosario y El Qubil, fue convocado con un llamado a la conciencia: “Alzaremos la voz, remontaremos el canto hasta el cielo, clamando justicia. Cualquiera de nosotros pudo haber sido quien ayudara a un compañero arriba del escenario”.
En charla con enREDando, Joel, cantante de Raras Bestias, opinó sobre el fallo del juez Donnola que “no se apeló al sentido común”. Asegura que seguirán acompañando a la familia y estando al tanto de los movimientos de la fiscal a cargo de la investigación como lo estuvieron hasta ahora. Después de la muerte de Rodríguez, la banda estuvo parada durante más de un año, y cuando volvieron decidieron hacerlo desde la autogestión. Proceso que, claro, acarrea obstáculos. Dice Joel que Raras Bestias se convirtió en la banda chivo expiatorio de Rosario. “Cada vez que tocamos, aunque todo esté en regla, cae la GUM (Guardia Urbana Municipal) y siempre le buscan el pelo al huevo. Con lo que conlleva armar todo esto se complica porque los trámites son infinitos. Pero nosotros no nos vamos a bajar, vamos a seguir con nuestro sueño”.
En este nuevo festival la primer banda en tocar fue Cielo Razzo, siguió Coky y más tarde llegaron Groovin Bohemia, Farolitos, La Semilla, Los Vándalos, Alto Guiso, Rosario Smowing, Mamita Peyote y la propia Raras Bestias. Los vecinos miraban desde los balcones, una señora de la otra cuadra subió al escenario a leer algunas palabras y a apoyar. Los músicos y músicas, por su parte, hicieron su aporte que superó los límites de lo musical. Lo político y social, presente en las letras de varias de las bandas que actuaron, se coló con cantos impulsados por Canción Urgente contra Mauricio Macri y a favor del aborto legal. Los Vándalos hablaron de “una desgracia evitable que no puede volver a suceder”. La cantante Flor Croci estuvo al frente de Los Vándalos y habló de la desigualdad de oportunidades para las mujeres en el ambiente. Farolitos cantó “poniendo huevos que hace falta salir a pelear”. La Semilla pidió justicia por Rodríguez pero también por Santiago Maldonado. Fueron los y las artistas y organizadores quienes se ocuparon de destacar en distintas oportunidades el trasfondo de la movida: una muerte -la muerte de un trabajador- todavía impune, las malas condiciones para los músicos que tocan en la ciudad, el cierre de espacios como consecuencia, la privatización de la cultura. De parte del público hubo algunos aplausos.