El uso medicinal del cannabis es un tema de salud pública que tuvo en Rosario un fallo histórico: ocho mujeres presentaron un amparo colectivo y pueden autocultivar hasta que el Estado plante, coseche, cultive, acopie y distribuya el aceite que viene mejorando la salud de estos niños y niñas. El Estado Nacional apeló y ahora la pelota la tiene la Cámara. Las “Madres que se plantan” irán hasta el final porque está en juego la vida de sus hijos e hijas.
Por Tomás Viú
[dropcap]L[/dropcap]as “Madres que se plantan” son ocho mujeres que autocultivan el cannabis para el tratamiento de las patologías de sus hijos. Ellas plantan y se plantan frente a lo que venga, en este caso, la Justicia. El Tribunal Federal de Rosario Nº 2 aprobó una acción de amparo que ellas presentaron contra el Estado Nacional. La medida cautelar, que luego fue apelada por el gobierno a través de los abogados de la Secretaría de Salud, le ordena al Estado “el suministro de aceites, cremas y materia vaporizable de cepas identificables con balances derivados de CBD y THC, en cantidad de cepas suficientes para su rotación permanente”. La jueza Sylvia Aramberri le ordenó al Estado Nacional que debe plantar, cosechar, cultivar y acopiar la planta de cannabis con fines medicinales en las cepas que el médico tratante le ordene para garantizar el suministro gratuito e ininterrumpido a las amparistas.
La medida cautelar aprobada por Aramberri implica que, hasta que el Estado se pueda hacer cargo de garantizar el aceite de cannabis, se habilita el autocultivo de las madres en sus respectivos domicilios, “en la esfera de su intimidad y a resguardo de terceros, con fines de consumo medicinal para sus hijos”.
Sofía Maiorana es médica y forma parte de la AUPAC (Asociación de Usuarios y Profesionales para el abordaje de Cannabis). Es fitoterapeuta, es decir, trabaja con plantas medicinales. Brinda asesoramiento a personas que desean usar cannabis con fines terapéuticos. Considera que es un derecho humano tener esta información, sobre todo si alguien está intentando paliar una dolencia. “Hay varias vías de administración del cannabis. Una de ellas es el aceite”, explica Sofía, mientras plantea que es un tema de salud pública y que mucha gente lo está utilizando con fines terapéuticos. “En muchos casos donde la medicina alopática no puede dar respuesta a casos crónicos, el aceite de cannabis está trayendo algunos beneficios”. Entiende que si bien no es la panacea ni la cura para todas las enfermedades, implica una oportunidad terapéutica que muchas personas están necesitando y que por eso el Estado no debería hacer caso omiso.
La Doctora Maiorana viene siguiendo el tratamiento de cada uno de los hijos e hijas de las “Madres que se plantan”. Ella es quien dio cuenta en la justicia, junto con la psicóloga Soledad Pedrana, de cómo son esos tratamientos. Es la primera vez que en un fallo sobre el tratamiento con cannabis una profesional de la salud pone su firma para avalar lo que dicen las madres. El fallo también es histórico porque es la primera vez que se presenta un recurso de amparo de manera colectiva. Un grupo de madres le dice a la justicia que están cultivando y que necesitan permiso para hacerlo.
Carina Prieto llegó a la AUPAC por la curiosidad de saber un poco sobre el aceite. Ahí se fue enterando cómo era y fue conociendo a otras madres que ya venían utilizando el aceite con sus hijos. Dice que “todo es de mamá a mamá y de cultivador a mamá” y que hay muchas personas en la misma situación. Que los aceites empezaron a dar resultado pero que era muy difícil la continuidad del tratamiento; que se empezaron a juntar para caminar juntas y que llegaron a la comisión de salud de la municipalidad; que tambiénllegaron a la conclusión de que debían hacer algo por la vía legal; que fueron al Concejo y a otros ámbitos totalmente nuevos para ellas; y que así conocieron a las abogadas de Ciudad Futura que luego terminarían haciendo la presentación judicial. Fueron armando el amparo con Jésica Pellegrini, Romina Venturi y Gabriela Durruty.
“Nunca encontramos respuesta en el Estado. Por eso tuvimos que judicializar la salud de nuestros hijos. De lo contrario nunca hubiéramos ido a pedirle al juez que legisle sobre algo que está sucediendo, reconociendo que estábamos cometiendo un delito según la ley argentina”. Como se considera que es una cuestión de salud pública, se presentó un amparo en lo civil. Pero al mismo tiempo se presentó un habeas corpus preventivo en la justicia penal en donde se le pide al juez que se abstenga de allanar los domicilios de las madres que ya están cultivando. El juez Bailaque del juzgado penal rechazó el habeas corpus porque consideró que no había delito. De esa manera, la jueza Aramberri tuvo el camino libre para fallar en lo civil desde la esfera de la salud pública.
En el fallo se estipulan una serie de requisitos como el hecho de inscribir a las madres en el Registro Nacional de Pacientes en Tratamiento con Cannabis (RECANN), y el pedido de la presentación de informes trimestrales sobre el estado de salud de los niños y niñas. En relación con la cepa, el cultivo y el seguimiento se establece que debe hacerse en articulación con la AUPAC y con la Facultad de Ciencias Bioquímicas en donde se hacen las cromatografías para saber qué contienen los aceites y de esa manera poder dosificarlos.
Dentro de los treinta días hábiles posteriores al fallo, que es el tiempo que tiene el estado Nacional para apelar, tres abogados defensores del Estado apelaron pidiéndole a la jueza que cancele de inmediato la medida cautelar alegando que el fallo es inaudito.“Hacen una serie de justificaciones que son muy pobres, diciendo que no hay evidencia y que no se pueden anotar en el RECANN porque no tienen epilepsia refractaria”, cuenta Sofía Maiorana. “Les respondimos que sí hay evidencia y que dos de los niños tienen epilepsia refractaria”.
Mi vida va prohibida
En marzo de 2017 el Congreso Nacional aprobó la Ley Nº 27.350 de uso medicinal de Cannabis que establece un marco regulatorio para la investigación médica y científica de la planta de cannabis y sus derivados. Esto implica que el Estado Nacional reconoce las situaciones en las que el dolor crónico encuentra alivio en el aceite de cannabis. En la Ley 27.350 el Estado Nacional se compromete a producir y proveer gratuitamente variedad de cannabis de uso medicinal a los pacientes reconocidos por el Programa. Sin embargo, el tribunal comprobó que esto no se cumple. Además, Carina Prieto destaca que la ley nacional resulta insuficiente por dos razones: sólo habilita la utilización del cannabis en los casos de epilepsias refractarias y además no se incorpora al texto de dicha ley el autocultivo. Por lo tanto la conducta de quien lo cultive sigue estando criminalizada por el Código Penal.
“No queremos seguir en la clandestinidad por los riesgos y por el desgaste que implica”, dice Carina, y cuenta que su primer gotero fue donado por otra mamá. Habla de lo complicado que es tener un buen gotero con la seguridad de que viene de la planta y que tiene los canabinoides necesarios. “No es sencillo conseguir el aceite aunque estés en este circuito. Por eso apuntamos tanto al autocultivo”.
Carina no sabía nada de plantas. Al principio trataba de conseguir el aceite por otro lado pero cuando vio los resultados que tenía con su hijo decidió empezar a plantar. Y aprendió a cuidar las plantas. Y tuvo cuatro. Y le cuesta conseguir semillas. Y siente que lo que hace roza la ilegalidad. Desde que tiene plantas no invita a nadie a su casa. Porque nunca sabés, dice. Y la planta pasa a ser algo sagrado. Algo sagrado, clandestino e ilegal. Así lo siente Carina y extrema los cuidados, aunque ahora esté un poco más relajada por la relevancia mediática que tomó el asunto.
Los y las hijas de las madres que se plantan tienen entre tres y nueve años. Las patologías que tienen son Asperger, Tourette, parálisis cerebral y epilepsia refractaria. Están en tratamiento desde hace un año. Algunos ya venían consumiendo cannabis y otros no. Los resultados son variables según cada caso. Carina cuenta que en la causa adjuntaron todos los estudios que le han hecho a su hijo Juan Cruz desde los dos años. Hoy tiene ocho. La patología de Juan Cruz es autismo Asperger. El estudio que le hicieron una semana antes de que arrancara con el tratamiento con el aceite de cannabis, decía que se comportaba como sordo, que hablaba en monosílabos, que no tenía respuesta, que no gestualizaba, que le molestaban los ruidos. Carina cuenta que eso mismo decían tres estudios hechos en distintos lugares, públicos y privados.
“Juan al día de hoy tiene ida y vuelta, dejó los movimientos repetitivos, fue a una dormida con compañeros, está teniendo amigos, va a los cumpleaños”, describe Carina, mientras dice que en su caso no fue una mejoría sino un cambio de vida total. “En la apelación dicen que no hay evidencia pero en mi hijo la evidencia está a la vista”. Hasta el año pasado Carina ponía un plato en la mesa para Juan Cruz, pero él iba y venía, no se quedaba quieto. Ahora, un año después de haber empezado el tratamiento, se sientan a comer juntos. “Lo que para cualquier papá puede ser cotidiano nosotros lo logramos a través del aceite. Yo siempre posteo en las redes sociales la importancia de la mirada. Con mi hijo nos pudimos mirar a los ojos recién hace un año”.
Sofía Maiorana se refiere al impacto familiar que tiene el hecho de que las y los niños puedan hacer actividades como dormir y comer. “El niño que tiene asperger hoy puede interaccionar socialmente y eso es algo que no pueden hacer las personas que tienen esta patología. Tiene intereses acordes a su edad. Con respecto a la epilepsia, lograr que tu hijo no convulsione cinco o seis veces por día es un montón. La nena con parálisis cerebral está dando pasos sin el andador. Estamos haciendo unos avances impresionantes”.
Los tratamientos con cannabis son personalizados. No hay una norma estandarizada por kilo de peso por patología. El tratamiento es muy artesanal y por eso requiere un seguimiento muy estricto. Las cromatografías permiten ver el perfil cannabinoide que tiene cada aceite, es decir, la distinta proporción de los componentes activos. En base a eso se va dosificando. Por eso es tan importante saber los componentes que tiene cada aceite.
El único aceite que se genera fuera de Argentina es el Charlotte que está basado en CBD y que sólo está indicado en casos de epilepsia refractaria. No sirve para las demás patologías. Por eso es necesario el cultivo, para tener distinta variedad de cepas. Incluso a veces esas cepas generan un efecto de tolerancia y hay que cambiarlas. Cada madre debe tener gran variedad de plantas para encontrar los efectos terapéuticos de acuerdo al caso.
Según Carina hubo varios factores que se alinearon para que saliera favorable el fallo: el partido que puso a disposición a sus abogadas, la médica que expuso su matrícula, las facultades de Bioquímica y de Medicina que dieron su testimonio, muchos amigos de la causa, las madres reconociendo que están plantando y que exigen que se legisle al respecto.
Sofía entiende que tuvo mucha contundencia la presentación judicial por el testimonio que dieron las madres en primera persona contando cómo era su historia y qué hacía el aceite de cannabis en sus hijos. “En el transcurso del amparo uno de los niños falleció. Eso da cuenta de que las patologías que tienen estos chicos son graves. No se puede estar jugando con su salud ni interrumpir el tratamiento que logramos con tanta delicadeza estabilizar”, plantea la doctora, para quien también fue importante el testimonio de Esteban Serra, decano de la Facultad de Bioquímica. “Hubo participación de las academias que tenían que responder al asunto. Fue un trabajo en conjunto que tuvo un buen resultado. Ahora nos queda seguir defendiéndolo”.
La jueza Aramberri decidió mantener la medida vigente a pesar de la apelación del Estado Nacional. Con la cautelar las Madres pueden seguir plantando con el amparo hasta que se resuelva la cuestión. Ahora es la Cámara quien debe dar su veredicto. Puede suceder que apoye o no el fallo de la jueza y también puede pasar que si la Cámara hace que el fallo quede definitivo vuelvan a apelar y el tema se dirija a la Corte Suprema de Justicia. Lo que se le exige al Estado Nacional es que coseche, cultive, acopie y haga la medicina. Y que mientras tanto permita el autocultivo sin criminalizarlo. Carina dice que el Estado siempre va atrás de la necesidad de la gente. “No tenemos otra salida. Es la salud de nuestros niños. Si es necesario vamos a llegar a la Corte Suprema”. Sofía se refiere a la necesidad de que el fallo quede firme, también para sentar jurisprudencia para casos futuros. “Ya es histórico por lo que está sucediendo. Esperemos que prime el bien común y la salud”.