En los últimos 30 meses, nuestro país perdió un puesto laboral cada tres minutos, sea por despidos, suspensión, retiro voluntario o «distracto de personal». En Santa Fe cerraron en ese mismo período 3 empresas por día. Se estima que por cada puesto laboral en blanco que se pierde, desaparecen cuatro puestos «en negro». Son los bordes de ese mapa: lxs precarizadxs que no contempla ninguna estadística oficial.
Por Jorge Cadús
[dropcap]H[/dropcap]ace 114 años, el presidente Julio A. Roca –a instancias de su Ministro de Interior, Joaquín V. González- le encargó al médico, abogado, ingeniero agrónomo y empresario catalán Juan Bialet Massé un informe sobre el estado de la clase obrera y de los indígenas en la República tras la Campaña del Desierto. Las conclusiones de ese viaje a las profundidades de un país fueron lapidarias. Más de 1.500 folios que Bialet Masssé dividó en tres tomos: los primeros dos con la situación de los trabajadores en el llamado «interior» de cada provincia. Y un tercero, sumando estudios, características de contextos, las pocas estadística que se podían citar. Del obrero criollo a la inmigración extranjera; de los potenciales de la agricultura argentina al trabajador indígena; de la minería riojana al Tucumán de azúcar y sangre.
«No se ocultan las llagas ocultándolas o velándolas a la vista del cirujano por un pudor malentendido: es preciso, por el contrario, presentarlas en toda su desnudez, en su verdad, manifestando sus antecedentes con toda sinceridad, para aplicarles el remedio más conveniente», sostenía el autor en 1904.
Su libro fue por décadas olvidado. Hay muy pocas ediciones de él. Tal vez, porque pone -tinta en papel- el trágico y verdadero panorama, muy lejos de la historia oficial.
Una destrucción sistemática
El diputado provincial Leandro Busatto presentó a principios de agosto el informe «Cierre de industrias y despidos en Santa Fe». Ese trabajo expone que entre diciembre de 2015 y junio de 2018 cerraron en la provincia de Santa Fe un total de 2.726 empresas. Un promedio de 91 empresas por mes que cerraron sus puertas ante la «tormenta perfecta» generada por las políticas públicas del gobierno nacional.
Es decir que, en promedio, desde diciembre de 2015 nuestra provincia perdió 3 empresas por día.
El relevamiento de las noticias de despidos y cierres de empresas publicadas en los medios de comunicación muestra que en los primeros 30 meses de gobierno de la Alianza Cambiemos se contabilizan en nuestra provincia 3.929 cesantías, con un fuerte impacto sobre el sector metalúrgico.
«Cambiemos está destruyendo las industrias santafesinas. Los aumentos tarifarios decididos por el Ejecutivo nacional, que fueron acompañados sin titubeos por la administración provincial, sumados a la devaluación de los últimos meses, dispararon los costos de producción de industrias que, encima, deben afrontar la apertura indiscriminada de las importaciones», afirmó Busatto. Y puntualizó que «el desplome del poder adquisitivo de la clase media afectó los niveles de ventas, por lo que el ajuste macrista selló la suerte de 2.611 locales comerciales sólo en la ciudad de Rosario». Para Busatto, «esas políticas afectan a la provincia de norte a sur, de este a oeste, en cada pueblo, cada ciudad. En ninguno de los 19 departamentos hay más empresas registradas que en 2015».
El informe consigna que sólo en el departamento Constitución existen hoy 67 empresas menos que en diciembre de 2015; el departamento General López perdió en el mismo período 192 empresas; el departamento Caseros cuenta con 69 empresas menos; mientras que los departamentos San Lorenzo y Rosario perdieron 58 y 1.196 empresas respectivamente en estos 30 meses.
«Hay, además, una pérdida de la calidad en el empleo: el 53,2% de los nuevos empleos que se generaron en el país son monotributistas. En muchos casos, son trabajadores que fueron despedidos y con la indemnización abrieron un negocio, en un contexto absolutamente desfavorable. El propio Marcos Peña admitió que desde 2015 a la fecha cerraron en el país más PyMes de las que abrieron», advierte el propio informe.
Alrededor de cuatro de cada diez trabajadores van poblando un mapa de precariedad laboral, de informalidad, de empleo en negro. Los propios registros oficiales para el primer trimestre de 2018 –registros que siempre se quedan cortos- advierten que «la precarización laboral alcanzó su nivel más elevado para un primer trimestre desde 2011».
Números en danza
La difusión de distintas cifras a la hora de marcar el pulso de la desocupación en el sur santafesino abrió una discusión que, sin embargo, relega los nombres, rostros y manos vacías detrás de esos números. Un digito, una tasa, un porcentual, no explican el cansancio en los hombros, el brillo que se apaga en las miradas, la voz que se va asfixiando en las gargantas, perdiendo colores y palabras.
Trazos, apenas, del universo de la ausencia de trabajo: «los jóvenes siguen siendo los más afectados»; «crece el nivel de desempleo», «aumenta la precariedad laboral».
Alrededor de cuatro de cada diez trabajadores van poblando un mapa de precariedad laboral, de informalidad, de empleo en negro. Los propios registros oficiales para el primer trimestre de 2018 –registros que siempre se quedan cortos- advierten que «la precarización laboral alcanzó su nivel más elevado para un primer trimestre desde 2011».
En forma paralela, más de la mitad de los nuevos empleos conseguidos corresponden a trabajo informal, no registrado: los datos brindados por el Ministerio de Trabajo indican que desde el inicio del gobierno de Mauricio Macri a la actualidad, el total de los trabajadores registrados creció un 2,6%; cifras que se sostienen -según un estudio del Centro de Estudios para el Desarrollo Nacional «Atenea»- en el crecimiento de modalidades precarias de empleo.
Los números evidencian que los porcentajes de crecimiento más altos coinciden con las modalidades de ocupación más precarias.
Es decir trabajadores que no gozan de todos los derechos formales, que pueden tener contratos temporales o relaciones de dependencia encubierta y que pueden perder su trabajo sin derecho a la indemnización.
También para el Instituto Pensamiento y Políticas Públicas se verifica «un cambio de composición del empleo a favor de los cuentapropistas y asalariados no registrados». Es decir: más trabajo de baja calidad. Dice el Boletín Estadístico sobre la Situación Social de junio de este año, editado por ese organismo: «durante el bienio 2016-2017, del total de nuevas ocupaciones generadas (812.633), el 57,6% fueron inserciones de autoempleo –mayormente de subsistencia– y el 31,2% fueron asalariados contratados informalmente en el marco de una caída de puestos de trabajo formales».
En síntesis, «9 de cada 10 empleos nuevos generados en los últimos dos años son precarios: 6 fueron estrategias de subsistencias mediadas por el autoempleo y 3 tuvieron lugar como resultado de la extensión de la informalidad en el conjunto de asalariados».
La información provista por el SIPA (Dic. 2017 vs Dic. 2015) confirma lo anterior y agrega un dato de la dinámica laboral observada: «más de la mitad de las nuevas ocupaciones resultan ser autoempleos, que conforme a la figura fiscal del monotributo se corrobora el carácter de baja escala de tales emprendimientos».
En síntesis, «9 de cada 10 empleos nuevos generados en los últimos dos años son precarios: 6 fueron estrategias de subsistencias mediadas por el autoempleo y 3 tuvieron lugar como resultado de la extensión de la informalidad en el conjunto de asalariados».
La noble desigualdad
El periodista y diputado provincial Carlos del Frade publicó una serie de números basados en información del INDEC y la Encuesta Permanente de Hogares, que ponen de manifiesto la realidad de los hogares santafesinos:
-casi 800.000 personas, entre el Gran Rosario y el Gran Santa Fe, ganan menos de $20.000 mensuales.
– Mientras tanto, 15 empresas radicadas en la provincia y que no pagan ingresos brutos por sus exportaciones, según los últimos balances presentados en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, vendieron por 388.758 millones de pesos en el año 2017.
– A razón de 1.065 millones de pesos diarios; 44 millones por hora y 739.646 pesos por minuto.
– El promedio de ingresos del 80% de las personas en el Gran Santa Fe y Gran Rosario por mes, es casi la décima parte de lo que Vicentín factura por minuto.
– 13.519 pesos por mes contra 116.695 pesos cada sesenta segundos.
– En el Gran Rosario, 659.683 personas tienen ingresos promedios por debajo de los $15.000 mensuales, y representan el 80% de los que perciben algún tipo de ingresos.
– El 10% más acomodado se queda con el 30% de los ingresos totales, mientras que el subsuelo rosarino apenas araña el 1,15% de la torta.
– La diferencia es de 15 veces entre los que más ganan y los que menos reciben.
Dice el legislador del Frente Social y Popular: «Ved en el trono la innoble desigualdad».
En ese marco, el legislador presentó en la Cámara de Diputados un Proyecto de Comunicación para que el Poder Ejecutivo, «a través del organismo correspondiente, informe sobre la pérdida de puestos laborales en blanco en los primeros seis meses de 2018»; así como una «estimación del número de personas que se desenvuelven por afuera de los convenios colectivos de trabajo en la provincia de Santa Fe».
«En los primeros cuatro meses del año -sostiene Del Frade- se perdieron nada menos que 94.500 empleos en blanco, siendo la construcción y la industria los dos rubros más golpeados, según datos del Ministerio de Trabajo. En abril la baja fue de 28.600 empleos registrados, debido a las menores contrataciones y mayor morosidad entre los trabajadores independientes, entre monotributistas y autónomos».
«Según los datos difundidos por el Ministerio de Trabajo, los asalariados e independientes no registrados o en negro suman unos 7.000.000 y 1,5 millones los desocupados, conformando una población activa de casi 21 millones de personas», puntualiza Del Frade.
Y advierte: «Entre los asalariados privados se perdieron 39.800 empleos, monotributistas (2.000), los autónomos (500) y monotributistas sociales (5.700). A partir de esas cifras es necesario contar con números de nuestra realidad provincial».
Poco tiempo atrás, el titular de la CGT Regional con asiento en Venado Tuerto, Jorge Sola, advertía que los trabajadores de la industria textil, del calzado, la construcción, peones rurales, y operarios de frigoríficos son los más precarizados en su relación laboral. La situación es un tanto más normal en los casos del gremio docente, bancarios, empleados del Estado, trabajadores del seguro o conductores de camiones. Sobre el tema, no sin ironía, señalaba: «Encontrar trabajadores en negro o precarizados es como cazar animales en un zoológico. Todos sabemos donde hay empleados en esas condiciones. Sólo falta la decisión política».
Los ruidos
El hombre me muestra su decena de libretitas anilladas, su casera contabilidad de más de una decena de años de trabajo en negro en la Comuna de Alcorta. Tiene allí, con letra apretada, el registro exacto de horario de entrada y de salida, la ausencia de vacaciones –»si me tomo un par de días no los cobro»- y las tareas realizadas. Entre página y página, la fotocopia de algunos de los cheques que mes a mes, retira en la ventanilla de Contaduría, para cobrar por su trabajo.
Esa detallada crónica que estira números y días, ha poblado esos renglones prolijos con historias muy propias, con necesidades y fiados, con sueños que amanecen con el primer mate y siempre se postergan, con cansancios de finales de jornada que el hombre -cincuenta largos- me dice con una voz tan tranquila y gastada como la tinta en el papel de esas libretas.
El hombre -aquel que al decir de Raúl Scalabrini Ortiz, «está solo y espera»- es empleado comunal desde hace diez años, pero está en negro. Tal vez no lo sabe, pero él mismo es un punto final de un fragmento de historia que termina en él; pero que al mismo tiempo devela parte de la geografía económica de la región.
Esa geografía poblada de trabajadores precarizados en vastos sectores productivos, muchas veces redituables: la industria textil, la del calzado, el rubro de la construcción o las tareas rurales; y también -claro- en el sector público: los reclamos constantes de los tercerizados provinciales, o la demanda de los sindicatos municipales y comunales, dan cuenta de esas urgencias.
Hace muchos años, el colega y amigo Paulo Ballán nos acercó una historia que el propio Juan Bialet Massé narraba en aquel lejano 1904. Es un diálogo entre dos pibes rosarinos a principios de ese siglo que auguraba pólvoras y destierros. Uno de los niños es canillita. Vocifera un titular sobre protestas convocada por socialistas o anarquistas. Su compinche pregunta, ¿por qué los grandes hacen tanto lío?
El canillita de años cortos, zapatos desvencijados y rodillas mugrientas se acomoda la gorriona y responde: «Cuando vos tenés hambre, en el estómago las tripas te hacen ruido. Y bueno acá también… Cuando hay hambre, hay ruido».