8 de agosto. Cuarenta senadorxs desoyen el grito de más de un millón y medio de personas. En Argentina, gana el aborto clandestino. Celebra la Iglesia y quienes dicen defender «las dos vidas» con argumentos poco creíbles. La marea verde y feminista, se sabe: es histórica y es imparable. El aborto legal más temprano que tarde será ley, dicen nuestros cuerpos
Por María Cruz Ciarniello / Fotos: Mariana Terrile y María Cruz Ciarniello
[dropcap]Y[/dropcap]a van ocho horas de debate. En el Senado de la Nación, la senadora Maria de los Ángeles Sacnun, del FPV por Santa Fe, toma la palabra. «Tenemos la oportunidad histórica de hacer que la Argentina sea un poco más justa. Si esta ley no sale, sin lugar a dudas el aborto se seguirá practicando y este Parlamento será responsable de las muertes que se seguirán produciendo en la Argentina».
Los pañuelos verdes en el Senado se cuentan con los dedos de una mano. No hay brillo, no hay glitter. A diferencia de lo que fue la Cámara de Diputados, el recinto del Senado carece de intensidad. La presidenta es Gabriela Michetti, la misma que en una entrevista con el diario La Nación señaló: “podés dar en adopción al bebé que no te pasa nada”, refiriéndose a los casos en que el aborto está contemplado por la causal de violación.
Sabemos que allí dentro, la masa conservadora de senadores y senadoras de provincias feudales puede hacer prevalecer su rechazo al proyecto de ley. Sabemos que una posible “derrota” puede ocurrir en horas de la madrugada. Pero no importa: hay que llenar las calles, y las calles se llenan. ¿Un millón? Difícil contar, pero ese millón de personas que fuimos el 13 y 14 de junio se supera ampliamente con tres escenarios instalados por Avenida Callao, Avenida Rivadavia y Avenida de Mayo. A las carpas se hace difícil ingresar y caminar por las calles es navegar en medio de una inmensa marea verde.
El clima no acompaña. El frío además se mezcla con una lluvia tupida por la noche haciendo que todo sea todavía más áspero. Sonrisas, abrazos, pilotines, comida. Estar bajo el agua se transforma en un ritual para muchxs. Las calles nunca se vacían. Se escucha que por Callao es imposible caminar. Que los escenarios, cada uno, con variados espectáculos musicales, no se levantan. Que los vendedores y sus puestos de comida, y el humo del chorizo y la carne asándose, hace que todo se vea con otros ojos.
Que la programación organizada por la Campaña Nacional sigue intacta. Sí, llueve, pero el viento no logra arrasar con nada. La música de las bandas, el arte de las artistas, la poesía de las poetas. Todo es verde, y todo es vida.
La alegría es el pulso de toda la vigilia, de ésta y la anterior también. Como fotogramas de una misma película, las imágenes parecen repetirse en secuencias. El mismo abrigo, el mismo frío, los mismos cuerpos acuerpados, el mismo grito, las mismas canciones, el mismo cansancio. “A la Iglesia católica, apostólica romana, que se quiere meter en nuestras camas, les decimos que se nos da la gana, de ser putas, travestis y lesbianas, aborto legal en el hospital”, se escucha entre otros cánticos que le ponen calor a una noche que se sabe hostil.
Otra vez, la historia se escribe en la calle. Otra vigilia a la espera de una votación en el Congreso de la Nación. Pocas leyes han tenido el proceso que éste proyecto de legalización del aborto tuvo en Argentina. Habrá que recordar este debate como un hecho histórico y no solo por los más de 700 expositorxs que transitaron por las audiencias sino, y sobretodo, por los miles de jóvenes que salieron a las calles a hacer política. De eso se trató: de la política superando el perímetro del Parlamento; de la política siendo cuerpo, haciéndose en los gritos, en los llantos, en el reclamo. De la política que transforma, de la política que no negocia. De esa política hablamos, de esa a la que le temen senadores como Alperovich, de esa que sabe que los derechos se conquistan en la calle, más allá de cualquier resultado.
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Laura tiene 29 años y un pequeño hijo que lleva en brazos. «Soy madre y sé lo complejo y gigante que significa serlo, y es hermoso si es deseado. Y sino, es una tortura. El aborto tiene que ser legal porque existe y seguirá existiendo», dice y mientras se despide con una sonrisa, suelta: «Caminamos una causa común».
«El pañuelo verde es nuestro uniforme» responden al mismo tiempo Marina, Micaela y Gonzalo. Tienen 16 años y aseguran con firmeza: «sino aprueban la ley hoy, será el año que viene». Aborto legal, seguro y gratuito gritan sus cuerpos pintados de verde.
Adentro del Senado siguen las exposiciones. “Sin maternidad no hay futuro”, son las palabras del senador Esteban Bullrich de Cambiemos, dejando en evidencia claramente lo que pretenden los grupos autodenominados “próvida”: que la maternidad sea forzada porque ese es el mandato. El cuerpo de la mujer solo se concibe bajo su función reproductiva. No hay deseo y no hay goce, esa bella palabra que el senador Pino Solanas reivindica en su discurso, en medio de tantos otros plagados de misoginia.
La legisladora por San Juan, Cristina Del Carmen López Valverde dice que no tuvo tiempo de leer proyecto de ley y que su voto es en contra, aunque ni siquiera sepa de qué se trata. «Los grandes cambios de la sociedad no son ya revolución y sangre; son las mujeres. Nosotros estamos muy atrás, retrocedimos», cierra en su destacado discurso a favor de la ley, el senador Alfredo Luenzo de Chubut.
“¿Dejaremos que sea ley que se practique un aborto durante los 9 meses, hasta incluso un día antes de dar a luz?», expresa la legisladora Miriam Bodyajian, del Movimiento Popular Neuquino. La senadora miente: el proyecto establece claramente que el límite es hasta las 14 semanas de gestación. El senador Omar Perotti de Santa Fe juega su propio partido presentado un proyecto que no hace más que legalizar lo que ya establece el Fallo F.A.L El repudio es masivo y el gran movimiento de mujeres que en los días previos lo interpeló para que votara a favor, no olvidará su cobarde abstención.
Marcelo Fuentes, senador por el FPV de Neuquén, dice: “¿Cómo voy a discutir yo con mujeres el tema de la libre disposición de su cuerpo, ¿quién soy yo para discutir eso?. Y agrega: “Acá estamos discutiendo que traemos 2 mil años de atraso en torno al reconocimiento de la igualdad plena de la mujer y el control de la autonomía de su cuerpo. Es evidente que se ha puesto en marcha un proceso de movilización que es imparable”. Fuentes habla de la marea. Del tsunami verde, de las miles de pibas que están en las calles mientras el Senado desoye cada uno de sus gritos.
Afuera, donde la realidad habla, se exige aborto legal porque las mujeres y los cuerpos gestantes tienen derecho a decidir, porque el aborto ocurre y es un tema de salud pública, porque hace pocos días Liliana, una joven de 22 años, murió por un aborto clandestino en Santiago del Estero. Nadie de los que pregona la defensa de las “dos vidas” estuvo allí para salvarla.
La urgencia es ayer.
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«Me han hostigado por tener el pañuelo verde», Micaela, 16 años.
“No sé que puede pasar en el senado pero en la calle ya estamos organizadas». Jorgelina, 24 años.
» Vengo de Tandil y a pesar de que son cosas que tenemos en nuestras cabezas verlo escrito en las edades, con pibas que han atravesado situaciones difíciles es muy fuerte y las únicas que le han tendido una mano son las socorristas. Acá nos sentimos hermanadas. No queremos.morir más en una camilla.» Agustina 25 años.
“El aborto es una realidad que no pueden negar. Que los senadores representen al pueblo que está en la calle pidiendo esto. Estoy donde siento que tengo que estar» Liliana, 54 años.
Patricia tiene su puesto de comidas en la calle. Vende choripanes, sandwiches de bondiola y además lleva con orgullo el pañuelo verde. Cuando la periodista de Farco le pregunta qué tiene de especial vender en este día histórico, se emociona. «Tuve que abortar clandestinamente. Y me gustaría que salga la ley para que una vaya tranquila al hospital, sin tener miedo. Que los senadores abran la cabeza. Es emocionante. Yo tengo mi hija de 7 años que está militando, esta por acá dando vueltas. Los senadores llegaron allá por representar al pueblo, qué piensen en lo más vulnerable, las mujeres que pierden la vida y que no tienen la posibilidad de pagar una pastilla. Qué piensen en el pueblo. Que el aborto sea clandestino es un peligro. Yo lo pasé, lo hice una vez. Después tuve un aborto espontáneo y tuve que llamar a una ambulancia, y sino presentás un papel que tuviste haciendo atención médica te tratan muy mal. Pasé por esas dos situaciones que fueron feas. En cambio, las personas que tienen plata no pasan por esa situación. Que piensen en las que menos tienen, nosotros nos ganamos la vida así, cuesta salir adelante, y acá estamos, acompañando la causa».
Los testimonios son de la calle, el lugar donde se gesta, donde se construye, donde se hace el aguante.
La Campaña Nacional convoca a una conferencia de prensa en el Hotel Castelar donde instaló su búnker de prensa. Faltan pocas horas para el cierre del debate. El hotel se transforma en un refugio que abriga en horas de la noche. Hasta allí llega también el grupo de actrices argentinas que se puso al hombro la lucha por el aborto legal. Ellas también preparan una conferencia mientras se toman fotos acompañando a las trabajadoras despedidas de Télam. La sección género de la Agencia de Noticias fue prácticamente desguazada por orden del gobierno nacional.
“La verdad que algunas intervenciones de senadores y senadoras que dicen cosas como que el aborto es la entrada al alcohol y a las drogas, otra que dijo que ‘van a abortar hasta el día del nacimiento’, u otra que dijo que no leyó el proyecto y que por eso vota en contra nos parece totalmente irresponsable. Nos quieren hacer retroceder y no lo vamos a permitir”. El discurso de la Campaña es claro: acá no hay derrota porque ninguna lucha de años admite ese escenario. Si no se aprueba hoy, será el año próximo y así, hasta que sea ley. “El verdadero poroteo está en la calle”, señalan las compañeras de la Campaña Nacional, la construcción que lleva más de 13 años haciendo crecer el grito por el aborto legal, seguro y gratuito. “Tenemos más de 60 réplicas, pañuelazos a nivel internacional que están apoyando esto, y a lo largo y ancho del país se están desarrollando vigilias hasta que el último voto se realice. Ahí se sabrán cuáles son las consecuencias políticas que van a tener que afrontar si no son responsables a la hora de votar”.
El cierre de la conferencia es un enorme abrazo colectivo. Son cerca de las diez de la noche y la palabra la toman las actrices.
“Sepan que si las mujeres movemos ciela y tierra para ganar un derecho lo seguiremos haciendo y acá estamos, desde temprano y de vigilia, y aquí continuaremos hasta que sea ley. Nuestra presencia en la calle los interpela. No pueden ser indiferentes a este, su tiempo. No sigan mirándose a sí mismos o a intereses oscuros anacrónicos que presionan para conservar un statu quo que está demostrado ya no tiene validez. No sean indiferentes al masivo e indudable apoyo internacional que está recibiendo el tratamiento y la aprobación de la ley”.
La carta de las actrices es contundente: se interpela a los jefes y jefas de bloque, se repudia exposiciones vergonzantes como la del senador Urtubey de Salta. El mensaje, el grito sigue siendo el que se escucha a unos metros del hotel, en el escenario central: nada podrá detener la lucha, “seguiremos en las calles de todo el país firmes reclamando, educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”.
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La espera se hace tensa. La lluvia calmó pero el viento sopla furioso y el frío húmedo solo se tolera con algo de vino y música. El pronóstico es reservado. Una de las referentas de la Campaña no arriesga ningún resultado: ya lo dijeron, el poroteo es la calle y ahí somos más de un millón de personas. Ya ganamos, pienso, aunque en algún lejano rincón de mi cuerpo sueño con un voto sí positivo. Recuerdo las palabras de Nina Brugo, una de las redactoras del proyecto de ley, una de las históricas feministas que impulsó la lucha. Me dice que el Senado no aprendió. Que no conocen ni de leyes ni de tratados internacionales y que más temprano que tarde, el aborto será ley. Que afuera están las pibas que son las que seguirán el camino. No hay duda que ese camino ya es presente. Y que el presente nos inunda. Que a futuro ningún partido podrá obviar hablar de aborto en sus plataformas electorales. Que la batalla social está ganada.
Del otro lado de la plaza dicen que los grupos antiderechos dispusieron de un escenario con gran sonido y tecnología a metros del Congreso. El de la Campaña estaba a unas cuántas cuadras, lejos de todo lo que pudiera ocurrir en el siniestro recinto del Senado. El senador Mayans, justicialista, de Formosa, argumenta su voto en contra: “Imagínense ustedes que la madre de Vivaldi, por ejemplo, le haya negado el derecho a la existencia. O la madre de Mozart le haya negado el derecho a la existencia. O de Leonardo Da Vinci, o de Miguel Angel. Bueno, yo le agradezco a mi madre que no me negó el derecho a la existencia”. Inés Blas, por su parte, decide presentar su renuncia como presidenta a la Banca de la Mujer. Su voto es en contra del derecho a decidir que tienen las mujeres. «Fueron las miles y miles de chicas que se volcaron a la calle quienes me hicieron cambiar de opinión”, dice la ex presidenta y ahora Senadora, Cristina Fernandez de Kirchner. “Hoy cuando se rechace -porque esto es lo más grave de esta noche- se puede estar de acuerdo o no, proponer una modificación, pero estamos rechazando un proyecto sin proponer nada alternativo, y la situación va a seguir siendo la misma». Su frase, la más recordada, será la que dijo minutos antes del cierre: «vamos a tener que agregarle el feminismo a lo nacional y popular. Nacional, popular, democrático y feminista».
No hay tiempo para mucho más. El cierre de Pichetto y Naidenoff, el conteo que ya conocemos. En el escenario central, la pantalla gigante transmite las últimas intervenciones. Somos un montón coreando “que sea ley” a las dos y cuarto de la mañana. Somos un montón exigiendo “aborto legal”, en plena Avenida de Mayo. Somos un montón apuntando nuestra rabia hacia cada senador y senadora que con argumentaciones basadas en creencias religiosas, le dan la espalda a ese millón y medio de personas. Somos un montón tratando de recordar sus nombres, esa lista que guardamos para nunca más votarlos. Somos un montón hasta que Gabriela Michetti, apurada, celebra su victoria y sentencia: 38 a 31 y dos abstenciones. Se rechaza el proyecto.
¿Qué festejan? nos preguntamos. Solo hay lugar para el llanto, para seguir cantando «aborto legal en el hospital», para insultar, y para el abrazo. Las palabras de las compañeras de la Campaña refuerzan el ánimo. Acá ya ganamos, más temprano que tarde será ley. Hoy hicimos historia. El cuerpo repasa lo que fue el grito del 14 de junio. Sí, hoy hicimos historia.
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La desconcentración es pacífica más allá del operativo represivo que el gobierno tiene preparado y algunas detenciones al voleo en la zona del Congreso, el modus operandi preferido de la policía. Masticamos la bronca y nos duele cada porción de piel y hueso de nuestros cuerpos. El invierno macrista no da respiro. Sabemos que es imparable: que esta marea no se rinde, que acá no empieza ni termina nada. Que la lucha sigue, que los pañuelos no se guardan, porque si algo aprendimos es que ellos, sean blancos o sean verdes, jamás bajan los brazos.
Que habrá que insistir, porque somos el grito de las que ya no están. Insistir a pesar de lo siniestro que puede ser un Senado. Insistir porque hay futuro, con la irreverencia y la potencia de las pibas y la tenacidad y la sapiencia de las históricas.
Habrá que insistir porque la rabia es también feminista. Porque no hay forma de digerir discursos que penan el goce, la autonomía de los cuerpos, la libertad de decidir. Insistir porque las mujeres siguen muriendo en abortos realizados en las peores condiciones. Insistir contra el negocio de la salud privada. Insistir por la defensa de una salud integral.
Insistir porque necesitamos más abrazos, y porque entre tanto dolor y esperanza y todo eso junto, nos seguiremos abrazando para seguir insistiendo.
Nuestros cuerpos ya lo saben: más temprano que tarde Será Ley.