La calle fue el pulso de una política que se escribe con el cuerpo. Fueron miles, un millón dicen, de cuerpos encendidos a pesar de los pocos grados de temperatura que se sentían, sí, se sentían pero no importaba demasiado.
La marea verde tenía todo para hacer de la calle, el pulso de una votación extensísima en la Cámara de Diputados.
Frazadas, fogatas por Avenida Callao, carpas, abrazos y calores. Acuerparse fue la tarea de una vigilia que tuvo a miles siguiendo por pantalla gigante lo que diputados y diputadas decían en el recinto. Hubo repudios y aplausos. Hubo tensión y hubo esperanza. Amaneció, el sol empezó a calentar tibiamente a las 8 de la mañana. Y a las 10, explotó el verde. Estalló en llanto.
Hacer historia es esto mismo: gritar por una ley que garantice derechos. Y serán estas mismas calles la que hagan otra vez vigilia cuando sea el Senado el que la debata. Ahí estarán esos cuerpos, para que sepan que acá están, que ahora que sí los ven, que ahora sí.
Será ley el aborto en Argentina.