En el marco de la 6ª Feria Nacional de la Red de Comercio Justo del Litoral y del Pre-Foro Social Mundial de Economía Solidaria, estuvieron presentes organizaciones de vecinos de distintos puntos de la provincia de Santa Fe que resisten a las fumigaciones y construyen caminos alternativos de producción con miras a la soberanía alimentaria. El trabajo de la Red de Técnicos en Agroecología del Litoral, las experiencias de Hersilia y de Totoras, la autogestión y la relación entre el pueblo y el campo.
Por Tomás Viú
[dropcap]U[/dropcap]na de las mesas del Pre-Foro Social Mundial de Economía Solidaria se centró en la resistencia de los pueblos fumigados de la provincia de Santa Fe y en los trabajos que vienen llevando adelante distintas organizaciones de vecinos en materia de agroecología. Compartieron sus experiencias vecinos de Andino, Rosario, Villa Constitución, Pueblo Esther, Ceres, Totoras y Hersilia.
Daniel Mangold es Médico Veterinario y forma parte de los Vecinos Autoconvocados por la Vida de Totoras. Cuenta que Totoras sufre la opresión de un lobby local vinculado al agronegocio, al INTA y a la Municipalidad que “armó una configuración poderosa que hace que a través de sus posicionamientos la comunidad viva de determinada manera”. En este marco, en los últimos diez años ha habido en el Concejo de Totoras una regresión respecto a las sucesivas ordenanzas que se fueron promulgando.
En 2008 había una ordenanza de quinientos metros libres de fumigaciones pero a partir de los intereses de ese lobby local vinculado al agronegocio, se fueron disminuyendo los metros de la protección ambiental. Daniel cuenta que hoy la ordenanza, que tampoco se cumple, es de 100 metros. Pero dice que además se cambió la forma de medir esa distancia. Antes se contaba a partir del límite catastral de la escuela o del terreno lindante con la actividad productiva y en la última ordenanza se establece que la cuenta es desde la construcción civil de la casa o la escuela. “Desde la escuela hasta el borde del alambrado hay un trayecto que ya empieza a ser contado. Han arrimado mucho más la actividad de las fumigaciones a los centros habitacionales y a las escuelas”, explica Daniel.
A partir de estos embates contra la salud del pueblo, los Vecinos Autoconvocados se organizaron e interpusieron un recurso de amparo que salió favorable a los vecinos. “La regresión de los derechos adquiridos es inconstitucional”, sostiene Daniel, y cuenta que situaciones como las del amparo son esperanzadoras. “Que haya vecinos autoconvocados, que hayan presentado un recurso de amparo que salió favorable, que haya cooperativas de trabajo que producen alimento de forma agroecológica y trabajan con jóvenes en situaciones vulnerables y que brindan espacios de capacitación laboral”.
A la par de los reclamos hay acciones concretas en el territorio. En un Centro de Educación Agropecuaria, que tiene un campo de tres hectáreas y media, está funcionando una cooperativa que se llama El Hornerito en la que participan los Vecinos Autoconvocados junto a jóvenes y mujeres de parajes vecinos. Daniel dice que se están produciendo alimentos sanos que se consumen en Totoras. “Ojalá los productores agropecuarios puedan pensar que esta es una oportunidad de generar un cambio que tenga que ver incluso con mejoras en su rentabilidad. Proponemos un modelo de desarrollo endógeno que acerque el productor al consumidor”.
La necesidad de organizarse
Daniel cuenta que en un principio sólo se dedicaban a hacer cumplir la ordenanza que limita las fumigaciones en el periurbano pero que después apareció el interrogante en relación al lucro cesante de esas tierras. “Si no se puede fumigar y no se puede producir de forma agroindustrial, ¿qué se puede hacer en esas tierras?”.
Según Mangold, la academia no da respuestas a estas preguntas y el Estado no invierte ni en herramientas de intervención, ni en proyectos productivos ni en la organización de los productores. ¿Cómo trabajar con la agroecología? ¿Con qué herramientas? ¿Cómo vender lo producido? ¿Quién lo compra? ¿A qué precio? Estas fueron algunas de las inquietudes que generaron la necesidad de encontrarse. De esa manera, se empezaron a juntar personas de Santa Fe, Rosario, Totoras y de otros lugares, y lo primero que hicieron fue charlar sobre las particularidades de cada territorio.
Así surgió la Red de Técnicos en Agroecología del Litoral que empezó a analizar la forma de intervención en las comunidades. “¿Será que la forma de llevar adelante la agroecología es a través de los mismos métodos que ha llevado adelante el actual sistema del agronegocio?”. Daniel explica que a veces sin querer proponen a la agroecología como una práctica homogeneizadora. Para el médico veterinario, hay que dejar de pensar que el profesional tiene respuestas para todo y empezar a ver que esas respuestas salen del seno de cada comunidad. “Nosotros no vamos a dar recetas, proponemos otra forma de intervención”. Daniel plantea que la forma homogeneizante ha llevado a adoptar un modelo importado que generó tremendos desastres en América Latina. Desde la Red no quieren reproducir esa forma. Por eso proponen construir junto a los vecinos y a los productores.
“Si estamos convencidos de la agricultura familiar y del alimento sano tenemos que pasar a la acción. Cuando demos ese paso, las comunidades autogestivas habrán hecho la revolución. Nos necesitamos urgentemente. Es necesario que nos organicemos”.
Todos los que forman la Red tienen trabajos en sus territorios, varios de ellos como empleados del Estado, como docentes o como agentes de extensión agropecuaria. “Se vienen dando cosas hermosas. Hemos experimentado cambios en nuestra forma de pensarnos con las comunidades. Nos sentimos más seguros porque vemos que las propuestas que podemos llevar a los territorios son genuinas y sólidas”.
A partir del trabajo de la Red, el Ministerio de la Producción lleva adelante desde hace seis meses un Programa de Desarrollo Rural que tiene como sujeto de intervención al campesino, al pueblo originario y al agricultor familiar. El objetivo es mejorar la calidad de vida de estas familias. Muchos de los técnicos que están trabajando en ese Programa son de la Red. Daniel dice que es algo inédito en Santa Fe y que “ha sido una conquista poder disputarle espacios al Estado”. Pero también invita a la autoreflexión. “Si estamos convencidos de la agricultura familiar y del alimento sano tenemos que pasar a la acción. Cuando demos ese paso, las comunidades autogestivas habrán hecho la revolución. Nos necesitamos urgentemente. Es necesario que nos organicemos”.
Campo de trabajo comunitario
Fernando Albrecht participa activamente en la organización de los Vecinos Autoconvocados de Hersilia. “Soy papá, docente, tengo treinta gallinas ponedoras y escribo libros”, dice a modo de presentación. Justamente, en la Feria presentó su libro “Grietas del tiempo”, una serie de cuentos de ficción a partir de personajes que aparecen con fuerza en la historia argentina como Roca, Sarmiento, Menem, Illia, Perón y Evita. “Es como hacer una grieta y meterse para adentro en la historia desde el plano de la subjetividad de estos personajes políticos. Es un intento ambicioso pero a la vez deshilachado de reconstruir la historicidad de lo que nos pasa como pueblo”, dice Fernando, y no tarda en establecer la relación entre realidad y ficción, entre la literatura y la vida: “La literatura siempre es un intento de sacar a la luz lo que nos viene pudriendo por dentro. Y a la vez es un intento de imaginar otro mundo posible”. Fernando explica que en la literatura esas dos operaciones se hacen con palabras y que en la realidad se trata de caminar esa historia, mirar cuáles son las injusticias y los dolores que tenemos como pueblo. En esa mirada aparecen los agrotóxicos.
En Hersilia, un pueblo de tres mil habitantes, se dieron cuenta de los agroquímicos por la cercanía, por mirar a los mosquitos y la fumigación de los aviones que habían llegado con la soja. “Nos preguntábamos qué era y nadie decía nada. Me pasó de ver que casi se desmaya un tipo que estaba inoculando semillas en un galpón al lado de mi casa. Leí la etiqueta del veneno, busqué en la computadora y empecé a llamar a la gente”. Esa fue la forma de darse cuenta de que el veneno los estaba matando.
Después de un año de hablar entre los vecinos sobre lo que les pasaba, se constituyó una asamblea. Y un tiempo después, en 2011, lograron que se promulgara una ordenanza que estableció una zona de resguardo de 800 metros libres de veneno alrededor del pueblo. Entre 800 y 1500 metros sólo se permiten los productos banda verde, entre 1500 y 3000 metros sólo banda verde y azul, desde los 3000 metros hacia afuera se permiten los productos banda verde, azul y amarillo. Los productos banda roja están prohibidos en todo el distrito de Hersilia y las fumigaciones aéreas sólo se permiten desde los tres mil metros afuera del pueblo.
Fernando recuerda que los productores se enojaron mucho pero ellos dijeron primero la vida y después el enojo. Empezaron a buscar formas alternativas de producir sin usar agrotóxicos y se fueron encontrando con experiencias de agroecología. Después de Australia, Argentina es el segundo en el ranking mundial de los países productores de productos orgánicos. Visitaron la estancia Dos Hermanas, en Arias, donde hay cuatro mil hectáreas de producción agroecológica. Y se contactaron con el Movimiento Argentino de Producción Orgánica. Paralelamente se empezó a armar la Red de Técnicos en Agroecología del Litoral en la que trabaja Daniel y los técnicos de la Red visitaron a los vecinos de Hersilia.
“Nos preguntábamos qué era y nadie decía nada. Me pasó de ver que casi se desmaya un tipo que estaba inoculando semillas en un galpón al lado de mi casa. Leí la etiqueta del veneno, busqué en la computadora y empecé a llamar a la gente”. Esa fue la forma de darse cuenta de que el veneno los estaba matando.
Empezaron a trabajar en una ordenanza que fue promulgada en 2015 y a partir de ahí se estableció un equipo de trabajo para la promoción de la agroecología donde participa el Inta, el Pro-Huerta, Agricultura Familiar, la Asociación para el Desarrollo de Ceres y Hersilia y los vecinos autoconvocados.
La ordenanza de agroecología crea una financiación comunal que es un equivalente de las rentas generales al 20 por ciento de lo correspondiente al fondo sojero. Con esa financiación contratan a dos personas de la Red de Técnicos en Agroecología del Litoral. A partir de ahí, se relevaron todos los campos y dos años después ya hay grupos de pequeños y medianos productores que trabajan de manera asociativa y quince productores que no utilizan veneno en campos de hasta noventa hectáreas. También hay productores con los que están produciendo bio-fertilizantes.
Elaboraron un proyecto que fue aprobado por el Ministerio de la Producción y que supone quinientos mil pesos para hacer un parque de herramientas para los pequeños y medianos productores. Al día de hoy cuentan con un fumigador de arrastre para asperjar los fertilizantes biológicos que producen los productores, un arado con cajón sembrador para alfalfa y grano fino, una enrolladora para hacer reserva de pastura en rollo y un galpón para guardar las maquinarias que estará en un predio de tres hectáreas que cedió la comuna para hacer un Centro de Servicio Integral Agroecológico.
Parte del grupo de los Vecinos Autoconvocados están acompañando a familias empobrecidas con una cocina comunitaria. Están generando articulaciones para hacer producciones hortícolas que sean para consumir y para vender. “Se está abriendo un campo de trabajo comunitario”, dice Fernando. A la vez están trabajando con bolsones que arman una vez por mes con productos provenientes de la Red de Comercio Justo y con productos agroecológicos de los productores del periurbano de Hersilia y de Ceres. “Ahora los productores están pensando una red de comercialización de sus productos. Estamos esperanzados trabajando el vínculo entre el campo y el pueblo en relación con la soberanía alimentaria”.
6ª Feria Nacional de la Red de Comercio Justo del Litoral
Los ejes del encuentro tuvieron que ver con la Prefiguración y Construcción de Mundos por el Buen Vivir; El rol de los Movimientos Sociales en las luchas por una nueva ciudadanía; los Derechos civiles, Autonomía y Políticas Públicas; y la Comunicación de los Mundos por el Buen Vivir. Martín Montiel se organiza junto a su núcleo familiar en el Encuentro de Productores Rurales, una organización que forma parte de la Red de Comercio Justo. “Abogando principios fundamentales en la construcción de un mundo que no sucumba frente al paradigma del capitalismo sino que presente alternativas reales de prácticas económicas y políticas”, plantea Martín.
Como Red fueron invitados a participar de la organización de la 25 Feria Internacional de Cooperativismo (FEICOOP) que se realizará en Santa María, Brasil, a mitad de año. Martín explica que se vieron en la necesidad de sintetizar una serie de propuestas en cada una de las mesas para llevarlas como documento al Foro brasilero. Dentro de los movimientos sociales estuvieron presentes movimientos campesinos, indígenas y productores de distintas provincias como Salta, Chaco, Mendoza, Santa Fe, Córdoba y Misiones.